La profesora y su ayudante

Es una «profe» especial. Tiene 45 años y un físico privilegiado.

Es rubia natural, de mediana estatura, tiene los ojos verdes y un par de tetas que le gusta lucir atrevidamente.

Sus generosos escotes son una delicia para la vista de los profesores, alumnos y de su propio ayudante que está recaliente con ella.

Tiene una cintura afinada, el culo duro y paradito y un par de piernas bien torneadas que muestra bastante debito a las diminutas polleras que suele usar.

Cuando sube la pronunciada escalera son varios los que se retrasan para contemplarla desde atrás en su plenitud, incluso ha dejado mostrar su bombacha en más de una ocasión.

Sabe que la miran y no le importa, es más, pareciera que le gusta exhibirse y calentar a los muchachos. El resto de las docentes la miran con cierto recelo.

Si no fuera por lo simpática y colaboradora para cualquier tarea que le asignen no tendría la aceptación que tiene.

Es dicharachera y alegre y el centro de cualquier reunión que se haga en la escuela.

Le da clases a los chicos de 40 y 50 años, o sea adolescentes entre los 16 y los 18 años y los maneja maravillosamente, los tiene embobados y es difícil que falten en sus horarios.

El ayudante, un apuesto joven de 25 años, es uno de los que se retrasa en la escalera y además le mira descaradamente los pechos a través de los escotes.

Ella lo sabe y pareciera que lo calienta a propósito ya que cuando están juntos se cruza de piernas dejando que se vea parte de sus muslos y el muchacho no sabe adónde mirar.

Ella le coquetea continuamente y hasta llega a tocarle así como al descuido las piernas cuando preparando un tema y esto a él lo pone loco, se hace los ratones pensando que la profe quiere tener algo con él.

El aula en que da clases es en la parte posterior del colegio y en un segundo piso, aislada del resto. La profesora no suele bajar a la sala de profesores, porque generalmente los 20 minutos que separaban una clase de otra se los pasaría bajando y subiendo.

Un solo día tienen un intervalo de casi una hora, tiempo que utiliza para corregir y tampoco baja.

El ayudante, que siempre se va a tomar algo o a realizar algún trámite personal hoy -que es uno de esos días que tienen más descanso- resolvió quedarse y aquí comienza esta historia.

El muchacho, que está tan caliente con la profesora y fantaseaba siempre con tener un acercamiento íntimo con ella pensó que era el momento oportuno.

Se sentó sobre el escritorio junto a donde estaba ella y le dijo lo bonita que estaba y sin dejar de mirarle las tetas a través del amplio escote que lucía, le acarició suavemente el cabello.

Ella se sorprendió un poco pero le siguió la corriente porque sabía que él está muy metido (más bien muy caliente) con ella y pensó que podía jugar un poco con la situación y que de ahí no pasarían las cosas. ¡Cuán equivocada estaba!.

Casi sin darse cuenta movió su mano y toco la entrepierna de su ayudante, notando que el bulto del muchacho cambió de forma abruptamente y no supo qué decir.

El joven, interpretando mal el gesto de la docente, se bajo rápidamente el cierre del pantalón y sacó sin ningún preámbulo su juvenil y poderoso miembro a relucir, dejando boquiabierta a la profesora quien nunca había visto algo así en vivo y en directo, salvo en las películas porno que solía ver con su marido.

Nunca había visto una verga tan larga y gruesa en directo como lo estaba haciendo ahora. El joven tenía algo descomunal entre sus piernas y ella no podía creer lo que tenía a su alcance.

Estaba tan sorprendida mirándola que no atinaba a nada.

El joven tenía tal calentura que corrió una de sus piernas de tal modo que ambas quedaran a los costados de la profesora, tomó su enorme pija con su mano derecha y con la otra acercó suavemente la cabeza de ella hacia la verga, sugiriéndole que se la chupara.

La profesora desconcertada intentó girar su cabeza en forma negativa pero la presión de la mano del joven se lo impidió.

Cuando sintió la pija sobre sus labios no los abrió y la presión del muchacho provocó que chocara la cabeza del miembro contra sus dientes.

Siguió con esa aptitud a pesar de los ruegos del ayudante pero de pronto recapacitó y cambió de parecer.

Recordó que en esos momentos no andaba bien con su esposo por el abandono sexual a que el la había sometido. Venía tarde de su trabajo y siempre estaba cansado a la hora de los mimos.

Hasta llegó a pensar que la estaba engañando con su secretaría porque ya no la tocaba y como no era un tipo joven ya que tenía unos años más que ella pensaba que no lo hacía porque lo había hecho antes y todavía no se había recuperado.

Así que pensó que si el joven que estaba tan caliente con ella, como en algún momento había estado su marido, necesitaba que le hiciera ese favor no dejaría pasar el momento.

Ella se excitaba mucho cuando se la chupaba a su pareja y dedujo que acá le ocurriría lo mismo así que mataría dos pájaros de un tiro. Lo dejaría bien al chico y ella gozaría también.

Abrió sus labios lentamente y dejó que esa descomunal verga se fuera introduciendo de a poco.

Mientras su lengua recorría la cabeza y se detenía en su agujerito superior sus manos acariciaban la parte del tronco que quedaba afuera llegando hasta los testículos.

El muchacho, excitadísimo, le seguía sujetando con una mano la cabeza y con la otra le acariciaba las tetas a través del escote y a ella los pezones que se le estaban empezando a endurecer.

Entonces dejó sus manos de lado y empezó a pajearlo solamente con la boca, sabía como hacerlo, hasta que éste no se aguantó más y derramó un poderoso chorro de semen que llegó hasta su la garganta.

Era tanto el líquido que el muchacho derramó que al principio tuvo dificultades para tragarlo pero inmediatamente se recupero y no dejó que ninguna gota se deslizara fuera de su boca.

Después se la sacó y siguió masturbándolo con sus manos y chupó toda la leche que quedaba en la cabeza y el tronco hasta dejársela bien limpia.

El joven no tenía palabras para agradecerle a la profesora lo que había hecho.

Esta lo comprendió, le dio un beso a ese pedazo ya fláccido, se lo guardó dentro del sleep y le subió el cierre del pantalón. Estaba toda humedecida.

El se bajo del escritorio, le pasó la mano por la cara en un gesto de dulzura y se sentó a unos metros, mientras ella continuaba revisando sus papeles como si nada hubiera ocurrido.

Así los sorprendió la llegada de un preceptor quien les informó que como se estaba desarrollando un acto académico en la planta baja y que tenían que bajar.

La profesora que estaba muy excitada le echó una mirada cómplice al muchacho y decidieron quedarse.

En la confusión que generalmente rodea a esos actos nadie notaría la ausencia de ambos.

El joven se acercó a ella, la levantó de la silla y le dió un beso en la boca sin decir palabra, recostándola suavemente sobre el escritorio y dejándole las piernas colgando.

Con agilidad le sacó la diminuta bombacha que usaba y le separó las piernas. La profesora estaba un poco intranquila por si aparecía alguien pero igual se dejó hacer.

Estaba tan caliente que no pensaba en otra cosa que tener semejante pija dentro suyo.

Cuando el joven empezó a besarla por las piernas de abajo a arriba empezó a temblar. Pensó que iba a tener otro orgasmo similar al que había tenido cuando se la había chupado.

El ayudante deslizó su lengua por la cara interior de sus blancos y suaves muslos y se dirigió raudamente hacia la mata de vello púbico.

Así llegó a la concha y con la punta de la lengua le acarició la abertura, chupándole los pelitos y comprobando su salobridad.

Como le pegaba unas torpes lamidas la mujer gemía y temblaba como un hoja mientras sus dedos acariciaban la cabeza del joven.

Cuando descubrió el clítoris y le dedicó toda su atención la profe se estremeció y le rogó apurar el trámite porque le venía.

Cuando acabó retuvo por unos momentos la cara del joven sobre su concha y luego se relajó. Este, que no se aguantaba más, se incorporó, le acarició las tetas y ya sin control y con una erección fenomenal se la fue metiendo poco a poco.

Al sentir semejante verga en su interior la mujer comenzó a gemir.

El goce se reflejaba en sus ojos y su cuerpo entero fue atrapando de a poco ese pedazo.

El ayudante comenzó a moverse aceleradamente y ella le susurró que no le acabara adentro ya que no tenían ninguna protección.

El temeroso de no poder cumplir con la petición le propuso sacársela en ese momento para no originar un problema pero ella se negó exclamándole que la quería toda adentro y que la cogiera furiosamente, lo que descontroló al joven quien se empezó a mover más rápidamente y se olvidó que no tenía nada puesto y tuvo una acabada sensacional.

Se quedaron un rato juntos en ese posición y luego de pedirle perdón él la ayudó a incorporarse para que fuera al baño a higienizarse.

La profesora se quedó pensativa.

No sabía como manejaría la relación profesora/ayudante de ahora en más, pero recordó el buen momento vivido esa tarde y se puso contenta..