Capítulo 2
Nueva lesbiana II
He de admitir que se me pusieron los pelos de punta cuando escuché a Cristina pronunciar aquellas palabras: ahora te toca a ti, no te escapes.
En ese momento no sabía qué pensar, lo que había pasado la noche anterior no tenía una explicación exacta, pero creo que mi amiga no le dió importancia, es decir, importancia a lo que eso significaba, a que por primera vez alguien le había tocado, a que ese alguien era una mujer, una de sus mejores amigas y lo más relevante de todo, que siendo una supuesta hetero había disfrutado con una lesbiana.
Por eso yo estaba intranquila, pensaba más en mi amiga que ella misma y hasta que no rozó con sus dedos mi sexo empapado no llegué a comprender que en realidad no existía ningún problema, que Cristina había descubierto algo impensable para ella y que por suerte le había gustado.
La miré con asombro cuando hundió su cabeza en uno de mis pechos, su mano temerosa aún no se decidía a seguir, la sentía en mis labios externos, moviéndose, acariciandolos y también el interior de mis muslos, la sentía insegura pero dispuesta, necesitaba el empujoncito primero que la animaría después y ayudándole ya ansiosa de que por fin me tocará, decidí dejarme llevar y le cogí su mano llevándola justo donde yo la requería, de la forma más natural, mostrándole donde deseaba que fuera, como si aquello que en realidad estábamos descubriendo ya lo hubiéramos hecho cientos de veces.
No sé como lo consiguió pero me encantó, era cuidadosa conmigo porque nunca antes lo había hecho y creo que temía sobre todo hacerlo mal.
Pero fue estupendo como hizo reaccionar a cada centímetro de mi cuerpo con su manos y su lengua, yo no había imaginado que practicar sexo fuera así, empezó a mover sus dedos alrededor de mi clítoris, lo hacía despacito pero le pedí que lo hiciera más rápido y más fuerte, como lo hacía yo en la intimidad, asegurando que no me hacía daño, sino todo lo contrario.
Con la otra mano se había dirigido a mis pechos, se veía que le habían gustado, los masajeaba fuertemente, exitandome y haciendo que no pensara en nada más que en sus manos por mi cuerpo y su lengua en mi boca, sin imaginarlo así, llegué al primer orgasmo que me provocaron las caricias de otra persona.
Le pedí que parase y me dejó respirar, me di la vuelta y traté de relajarme, sentí como ella suavemente apoyaba parte de su cuerpo sobre mi espalda, abrazándome como pudo por detrás.
Cuando las palpitaciones de mi corazón tomaron de nuevo un ritmo tranquilo, ella debió de notarlo y empezó a darme un agradable masaje por mi espalda, menudas manos tenía, al principio relajó aún más todos mis músculos, pero enseguida, sus dedos empezaron a alejarse de la zona del masaje y se fueron hasta mi culo y bajaron por mis muslos, aquello era maravilloso, subía y bajaba acariciando toda mi piel.
Al cabo de un rato se detuvo en el interior de mis muslos y la noté ya rozando mis ingles, instintivamente separé las piernas y oí salir de sus labios una sonrisa de satisfacción, de pronto metió sus dedos y con la mano me cogió el coño, del primer contacto, me dió un espasmo que me encantó, parecía que mi amiga volvía a la carga y empezó de nuevo a calentarme, me coloqué casi a cuatro patas, iba notando como ella quería introducir un dedo dentro de mí, así que solo le facilité el paso, la primera vez que lo metió fue muy despacito, pero cuando vió que estaba más que lubricada, esta vez arremetió y lo introdujo bien dentro, lo metia y sacaba muy rápido y sin poder aguantarme empecé a chillar de gusto, a ella parecía realmente encantarle lo que me estaba haciendo y empezó a mover su dedo dentro de mi, sin sacarlo esta vez.
Mi coño ya estaba a su disposición, no habría podido escaparme de ella si hubiera querido y Cris aprovechó para meterme otro dedo, esta vez por detras, me tenía cogida por todos los sitios y yo solo chillaba como una loca, pidiéndole más y más.
– Te vas a enterar de lo que soy, voy a follarte bien – me dijo
Yo me movía y me movía mientras ella me metia y sacaba los dedos de mi coño y mi culo, jamas habia tocado yo éste último y descubrí el gran placer que me había perdido.
– Así, así – le decía fuera de mi ser y enseguida me descubrí a mi misma llegando al orgasmo más desgarrador que había tenido nunca.
Caí exhausta a la cama y sonreí, miré a Cris a los ojos y cansadas nos volvimos a dormir.
Hacer el amor con aquella mujer había resultado francamente más que fácil; las dos sabíamos que no nos profesamos amor, pero sentíamos la una por la otra un tremendo cariño que acompañado con la complicidad y confianza que existía entre nosotras había sido más que suficiente para que hubiese sucedido aquello.
Después de aquel día yo volví a casa y seguimos tan normales, amigas como siempre.
A los pocos meses de aquel primer y único encuentro entre las dos, Cris se marchó a Oviedo con sus padres, ahora tiene una novia allí y está muy contenta.
Yo también estoy con una mujer y en unos meses voy a marcharme a vivir con ella.
Cada vez que me llama o me escribe se despide diciendo:
Gracias querida Ana por haberme convertido en lesbiana…