Capítulo 1
Nueva lesbiana I
Lo que pasaré a relatar me sucedió hace un par de navidades, cuando tenía 18 años y mi imaginación se vió rebasada por la realidad.
Mi nombre es Ana y el de mi amiga y complice en la historia es Cristina.
Éramos amigas desde el colegio ya que íbamos a la misma clase, pero cuando llegó la hora de hacer el BUP yo me fui a un instituto y ella permaneció allí, provocando ésto nuestra separación.
Pero no podría haber sido de otro modo, ya que yo me había dado cuenta de que era lesbiana y seguir en aquel colegio de curas tan antiguos me habría perjudicado.
Mi amiga fue la primera persona en saber la opción sexual que yo tenía y lo aceptó perfectamente, asi que aún estando cada una en un sitio, a veces nos seguíamos viendo y como nuestras familias se conocían perfectamente, en algunas ocasiones la una pasaba la noche en casa de la otra, para marujear y contar chismes.
Un día por casualidad me la encontré en la calle y me comentó que sus padres se marchaban esa tarde a la casa de la playa que tenían en Gandía y que ella afortunadamente se quedaba sola porque les había dicho que tenía mucho que estudiar.
Me preguntó si quería irme a su casa y tras avisar a mis padres y coger mis cosas para pasar la noche con ella, nos fuimos sin pensarlo más.
Todo fue sucediendo como una tarde de juerga de adolescentes de las que teníamos en nuestro acogedor barrio de Madrid, unas cuantas copas, mucho tabaco, música muy alta y algo de costo para fumar y ponerse a tono.
Cuando ya eran altas horas de la madrugada, mi amiga Cris y yo estabamos reventadas de tanto bailar, además de bastante borrachas y algo fumadas también.
Lo único que hacíamos era dar vueltas por la casa y tropezarnos con todos los muebles y trastos que encontrabamos en nuestro camino.
Estábamos realmente agotadas y sudorosas y en una de las veces que nos fuimos a mover nos chocamos sin querer y caimos las dos al suelo, yo me encontré encima de ella y cuando la tuve tan cerca no pude más que mirarla fijamente y pensar lo guapa que era, así que ni corta ni perezosa acerqué mis labios a los suyos y cerrando los ojos nos dimos un beso entrelazando ligeramente nuestras lenguas y separandonos rapidamente cuando nos dimos cuenta de lo que habíamos hecho; estabamos borrachas, sí, pero todavía controlabamos lo suficiente.
Me levante en seguida y nos miramos sin saber como disculparnos, ella titubeo un poco y por fin se arrancó:
– Vaya…eh…qué pedo más tonto hemos cogido – dijo sonriendo tratando de no darle importancia a lo sucedido.
– Sí, claro…creo que nos pasamos un poco con el alcohol.
– Será mejor que nos duchemos y nos vayamos a la cama.
– De acuerdo – terminé por decir yo – ve tú primero y luego me avisas.
Cris se marchó al baño y recogí todo cuanto habíamos dejado por el medio en el salón, aún no estaba realmente en mi ser pero pensé que poco a poco me iría despejando.
Cuando terminé de ordenarlo todo me fui para el cuarto de baño, pensé que mi amiga ya abría acabado y estaría en la habitación así que me desnudé y abrí la puerta, cuando entré vi a Cris sentada en un taburete, estaba masturbandose con los dedos de la mano derecha en su clitoris y la otra mano en un pecho, al verme se sobresaltó y se tapó sus partes, yo no sabía donde meterme pero había supuesto que al no oir el ruido de la ducha ella ya habría terminado y por eso pasé tranquilamente.
Al principio miré hacia otro lado, pero no pude resistir la tentación de observar como sería mi amiga desnuda, después de tanto tiempo.
Ya la había visto antes, pero algunos años atrás, cuando yo aún estudiaba en el colegio y después de la clase de educación fisica nos duchabamos en los vestuarios.
Por aquel tiempo recuerdo que ella era una niña bastante alta y delgada pero poco desarrolladita, sus pechos eran aún muy pequeños y estaba casi toda por formar.
Ahora había cambiado, era aún más alta y seguía siendo delgada, pero ya tenía cuerpo, podía presumir de un físico bastante envidiable, ni un gramo de grasa de más en todo su cuerpo y unos pechos grandes y bien puestos, además de un culo firme y también en su sitio; me di cuenta incluso que tenía aquella graciosa manchita cerca de su pecho izquierdo de la cual ya me había olvidado.
No había duda alguna, estaba hecha toda una mujer y yo ni me había dado cuenta antes.
– ¿Pero qué haces?- me gritó por fin cuando reaccionamos.
– ¿Y tú? – le pregunté picaramente acercandome despacio a ella – parece que estabas pensando en alguien – sonreí mientras se lo decía.
– No digas tonterias y sal de aquí – me espetó bruscamente.
– No – dije rotundamente – no creo que eso sea lo que quieras.
Y acercandome de nuevo a sus labios, le planté ahí mismo un beso mientras le rodeaba con mis brazos de los que no pudo zafarse.
Sin darnos cuenta estabamos en la bañera desnudas y tocandonos, era la primera vez para ella y también para mí, la única diferencia que había es que yo era la lesbiana.
Nos besamos con ganas, haciendo nuestra la lengua de la otra, como si nunca antes hubieramos sentido una, yo acariaciaba su cuerpo intentando no escurrirme en la bañera y me puse encima de ella sin recibir ninguna oposición; empecé a besar sus pechos y meti sus pezones en mi boca, los puse muy duros con mi lengua y por su cara y sus movimientos adiviné que lo estaba haciéndo bien.
Ella me cogía la cara y la acercaba más y más a sus pechos, parecía que quería ahogarme con ellos.
Para poder mantener el equilibrio yo había colocado mi pierna derecha entre su piernas, para estar sujeta y así sentir su sexo.
Noté como empezó a rozarse con mi muslo, estaba muy excitada y mientras yo había estado ocupada con sus pechos ella se había estado calentando con mi pierna y sentí de pronto como se estaba corriendo, como sus fluidos me estaban empapando y ella se movía frenética.
Decidí ser un poco mala y me separé provocando su chillido, quería correrse, lo notaba y se echó mano al coño con sus dedos para acabar lo que con mi muslo había empezado.
Le sujete por los brazos con fuerza, aunque más pequeñita yo era más fuerte que ella y vi su desesperación por llegar ya que estaba más que exciada.
Sin pensarmelo dos veces la cogí por la cintura y me la llevé corriendo a su habitación.
La tumbé en la cama y la besé de nuevo, ahora eran mis dedos los que la acariciaban su sexo caliente mientras ella se aferraba con sus brazos a mi cuello para que no dejara de besarle.
Cada vez la notaba más sofocada, pronto había cogido de nuevo el ritmo después de la interrupción, me decía que no parara, que así le gustaba, que lo hacía muy bien etc…
Me gustaba tocarle y que chillara y que se moviera y que me pidiera más; pronto su respiración fue más acelerada y sus movimientos más bruscos, cuando quise darme cuenta ella grito:
– Ahhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!
Y llegó a un increible orgasmo que la dejó tirada en la cama intentando recuperarse y respirar.
Yo me marché al cuarto de baño y algo confundida por lo que le había hecho, me di la ducha y pensé bien, Cris era mi amiga, a mí ni siquiera me gustaba de verdad y encima ella era hetero, ¿a que había venido hacer eso? ¡Dios, vaya par de borrachas!.
Cuando salí de la ducha y volví a la cama, ella estaba dormida profundamente, habíamos tenido demasiado por esa noche y me alegré de no tener que pensar más ni de dar explicaciones en el resto de la noche.
– Mejor así – dije al verla y también cerré los ojos para intentar dormir.
A las pocas horas nos despertó el ruido del teléfono, Cris se levantó sobresaltada y le oí como hablaba con sus padres, les comentaba que yo me había quedado en su casa aquella noche y que habíamos estado viendo peliculas hasta tarde antes de irnos a dormir.
No pude evitar reirme al oir a mi amiga, menuda cuentista estaba hecha, después de la noche que habíamos tenido y les decía que vimos pelis.
Cuando llegó a la a la habitación, se acostó de nuevo y se acercó a mi lado, me dió un beso en los labios de la forma más natural del mundo, pero yo no hice nada.
– ¿Que te pasa, Ana?- me preguntó algo triste.
– Nada
– No puedes engañarme, lo sabes, ¿en que piensas?- insistió.
– ¿Crees que está bien lo que hicimos anoche? – le pregunté dandome la vuelta para mirarle a la cara.
– Sí – dijo sonriendo – he de admitir que al principio me resistí, pero confieso que cuando me pillaste en el baño estaba haciéndolo pensando en ti, el beso hizo que me excitara muchisimo.
– ¿Entonces no te arrepientes?.
– ¿Arrepentirme? no seas tonta, ¡ha sido maravilloso!.
– Pero a ti te gustaban los chicos.
– Después de que me hayas tocado tú, no quiero ningún hombre vaya a tocarme.
Sonrió de nuevo y volvió a besarme, esta vez fue ella la que se subió encima de mí y con una cara de pícara me soltó:
– Ahora te toca a ti, no te escapes.
Continuará…