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Mi primera experiencia lésbica con mi compañera de trabajo un día de calor

Mi primera experiencia lésbica con mi compañera de trabajo un día de calor

Mi familia tiene una casita en las afueras de la ciudad que dispone de piscina y pista de tenis.

Yo voy todas las tardes aprovechando que en los meses de julio y agosto tengo jornada intensiva.

Después de comer suelo salir a pegarme un baño y tomar un poquito de sol, casi siempre acompañada de mi madre.

La semana pasada mis padres se fueron de viaje y me dijeron que no se me olvidara regar las plantas y poner en marcha la depuradora de la piscina. Y

o seguía haciendo mi vida, pero sola me aburría bastante así es que le dije a una compañera de trabajo que si le gustaría venirse conmigo aquella tarde a tomar el sol, a lo que me respondió que le encantaría.

Nos fuimos a comer juntas y mientras comíamos una ensalada de pasta empezamos a hablar de lo difícil que se hace la relación con un hombre, y ambas estábamos seguras de que una mujer nos comprendería mejor.

La conversación se fue poniendo más caliente a cada minuto que pasaba, la verdad es que el vino que tomábamos ayudó un poquito.

Al terminar decidimos tomar un baño.

Nos pusimos el biquini y nos metimos en el agua. La conversación continuó y ella me dijo que a su novio le gustaban los chochitos depilados y me dijo que si quería ver como quedaba el suyo.

Al oír esto me puse muy caliente y le contesté que sí.

Ella se quitó la braguita pero como estaba en el agua no se veía nada. Entonces cogió mi mano y la puso sobre su pubis. Yo notaba como mi excitación llegaba hasta el punto de hacer que me doliera mi sexo.

Yo, toqué su pubis depiladito pero no pude evitar meter mi mano hacia la entrepierna y acariciar suavemente su clítoris, cuya temperatura superaba bastante al agua de la piscina.

Ella al principio me miró con un gesto de duda ante lo que yo hacía, pero solo duró dos segundos, ya que no hace falta ser muy lista para averiguar lo que estaba pasando. Se sonrió y me dejó hacer.

Yo era la primera vez que tocaba un chochito que no fuera el mío y aquello no podía ser más excitante.

Sabía donde tenía que tocar para hacerla sentir placer y al momento parecía que lo había hecho toda la vida.

La sensación era alucinante, era suave y húmedo y no podía dejar de hundir mi dedo sobre su abertura.

Entonces ella apartó el sujetador y comenzó a tocarme las tetas delicadamente, yo creía que me iba a correr con solo hacer eso.

Decidimos salir y continuar lo que estábamos haciendo en el césped ya que me moría de ganas de comerme su coño y se corriera en mi boca, y en el agua era imposible.

Cuando salimos no podíamos dejar de besarnos, sus besos eran suaves y al mismo tiempo un poco salvajes.

Se notaba que era la primera vez para las dos, aun así nos complementábamos muy bien.

Nos pusimos de rodillas y rozamos nuestros pezones (siempre que veo esto en una peli porno me pongo a cien y ahora era yo la que lo hacía), yo la besaba en la boca, la barbilla, el lóbulo de la oreja, el cuello y cuando me acerqué a su pezón oscuro y erecto fue la culminación de una antigua fantasía.

No podía dejar de comérmelo, no importaba que ella no hiciera lo mismo conmigo, yo solo quería poseer por completo su cuerpo.

Fui bajando poco a poco hasta llegar a su conejito pelado (como los de las actrices porno), la verdad es que estaba pidiendo que me lo comiera entero. Sentí un olor fuerte pero no repelente sino muy, muy atrayente.

Sus labios y su clítoris estaban hinchados y cuando por fin posé mi lengua sobre ellos ella dio un espasmo y gritó de placer.

Ahhhhhh! Empezó a moverse rítmicamente, igual que mi lengua no paresssssss! Me corroooooooooo!. Yo empecé a comerme su chocho literalmente, no solo movía la lengua sino que más bien parecía que le estaba dando un estupendo morreo en el chocho. Quería que se corriera en mi boca y tragarme todo el flujo que saliera por esa estupenda abertura caliente.

Ella me pidió que cambiáramos de postura y le pusiera mi chocho en su boca, cosa que a mí me pareció una muy buena idea porque estaba a punto de correrme yo también.

Cuando quedamos enlazadas no pasaron ni cinco segundos y las dos nos corrimos una vez, cada una en la boca de la otra. Joder! Que gusto… A pesar de que yo nunca consigo correrme más de una vez, en esta ocasión fue distinto, mi cuerpo me pedía no dejar de moverme, seguir lamiéndole el coño y que ella me lo lamiera a mí y al minuto me corrí otra vez, y otra y otra. Aahhhhhhhhhhh creía que me iba a morir del gusto.

Estaba exhausta pero aun así seguía metiendo mi lengua, esta vez en su culo.

Le empecé a introducir un dedo que previamente me había humedecido y eso la volvió loca. Me hubiera gustado tener una polla para metérsela por ese culito ya abierto y enrojecido.

Como parecía que le gustaba incluso más que el cunnilingus, le introduje otro dedo y después otro. Parecía que se los iba a tragar, joder, que grande tenía el culo.

Ella se corrió y unos momentos después dijo que tenía ganas de mear.

Le dije que no hacía falta que fuera al baño, si quería lo podía hacer allí mismo.

Ella entonces se puso sobre mí y empezó a mear sobre mis tetas y después sobre mi boca.

No me tragaba su pis, me parecía demasiado, pero sí disfrutaba la sensación de que alguien me meara.

Al contrario de lo que pueda parecer es alucinante.

Cuando acabó empezó a restregarse sobre mí, estábamos rebozadas en su pis y nos comíamos la boca como si acabáramos de empezar.

Ella me metió dos dedos en el chocho y con la otra mano me metió un dedo por el culo. La sensación en el culo era dolorosa pero al mismo tiempo muy placentera.

Si sacaba el dedo del culo le decía: no, mételo otra vez hasta el fondo.

No sabía qué me daba más gusto, si sus movimientos dentro de mi coño o el dedo en el culo. La combinación era perfecta hasta que me corrí con varios espasmos y gemidos, Ohhhhhhhh! Ayhhhhh! Joderrrrrrrrr! Me muerooooooo!.

Las dos terminamos exhaustas, no podíamos ni movernos. Nos quedamos un rato abrazadas, sin aliento y con una sonrisa imborrable.

Nos dimos un beso y nos dijimos que esto había que repetirlo porque para las dos había sido la experiencia más excitante de toda nuestra vida.

Se despidió, y cuando al día siguiente en el trabajo la encontré frente a su ordenador me la imaginé desnuda, me humedecí de pronto y creo que cuando ella me vió llegar también.

Al rato fui al baño y ella entró un minuto después.

Casi no había mujeres en nuestro departamento, por lo que estábamos seguras de que no entraría nadie.

Nos besamos apasionadamente y nos empezamos a tocar nuestros coños por encima de los pantalones y después introdujimos la mano cada una dentro de las bragas de la otra.

No tardamos ni un minuto en corrernos.

Nos arreglamos la ropa y salimos sin que nadie notara nada extraño.

Desde entonces jugamos al gato y al ratón en el aseo de la empresa, y cuando podemos pasamos una tarde juntas y seguimos con nuestra historia secreta de sexo y por qué no decirlo, de amor.

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