Luna

La mañana fresca propia del mes de octubre, la liberaba un poco de sus pensamientos ,caminar por esas calles que la han visto crecer, su cuerpo grácil (apetecible para los muchachos) volcaba miradas no reconocidas por esas causas que la mente no permite entender, haciendo de su vida un pequeño altar de autosatisfacción, con la comodidad del yo interior en el placer pleno de éxtasis sexual.

La caminata de sesenta cuadras diarias, su edad, mantenían ese cuerpo de senos firmes, nalgas bien armadas, una tez algo morena (que indica alguna sangre mora y siglos de cultura ibérica) era un plato a la vista que ella ocultaba desde su mente, liberada en la habitación y el espejo puerta de goce por excelencia, ducharse pensando en gozar la llevo a verse una vez más de cuerpo entero, sus dedos fueron entrando en sus labios vaginales, su mente una vez más en éxtasis y como en otras oportunidad ya satisfecha se fue a la casa de la prima para ver que hacer, ese día de sábado, de la misma edad, la prima le gustaba hablar de los muchachos de sus conquistas, algo mojigatos, desconociendo que era ella que ponía barreras invisibles al no animarse a saltar ese muro de fuerte concreto entre la individualidad y el compartir en un solo cuerpo el placer del sexo, como otras veces nada paso, bailaron marcha, hablaron a los gritos, tomaron cerveza, dieron vuelta en auto, no incitaron pero pensaron en el sexo, llegaron a la madrugada y como habían pactado se quedaron a dormir en su casa, con la intima esperanza que aprovechando la ausencia de sus padres y hermana podrían haber llevado algo diversión y placer.

Exhaustas físicamente, despertaron tarde, el ruido de la ducha despertó a Luna , su prima Laura enjabonada era una diosa emblanquecida con jabón, algo como la imagen del espejo, trajo a su mente el goce de sus dedos, en este dormitorio no estaba su compañero incitador perpetuo a gozar con su propio cuerpo, pero esa figura a través de sus ojos, llamaban igual, al salir toda mojada una sonrisa la acerco más, envuelta en el gran toallón blanco (recuerdo del hotel Torrequebrada en el mediterráneo), le tomo la mano llevándola casi a los saltos sentándola sobre la cama, vio en su mano una botella de Coca Cola, chica con un pequeño agujero en su culo, recordó cuando la retiro de la repisa, la limpio con el toallón y acaricio su vagina con la ensalivada punta redondeada, la soltó de la mano pero no dejo de trasladarle en ese bombeo con sus ojos cerrados una masturbación a pleno, en ese momento ella fue la que tomo otra botella bajando sus bragas y limpiándola se la introdujo, ambas primas con sus consoladores caseros a pleno acabaron al unísono se dijeron que !Nos faltan vergas! Laura saco la botella casi totalmente dentro suyo, cuando Luna lo intento el vacío se lo impedía, su impericia de tomar una botella sin agujero (para que salga el aire), produjo una sonrisa en Laura seguido de un pedido de calma, un martillo y un gran clavo golpearon la retenida botella en la asustada cueva de Luna, que río recién a los minutos de desembarazarse de una masturbación de botella, clavo y martillo, digna de ser filmada.

Reconoció la utilidad que le dio Laura a los varios escritos, donde hablan de este accidente que siempre sucede en las amantes de la masturbación, una sesión a cuatro dedos termino esa mañana de aprendizaje mutuo.

La promesa firme de conseguirse consoladores de carne, cedió en las semanas siguientes en los juegos de masturbación que dieron el paso previo a la ruptura de la muralla individual, esa tarde ahora en la pequeña pieza de Luna, aprovechando a pleno la intimidad de una tarde sin familia por lo menos en esa hora, mostrando a Laura su puerta de goce, ambas desnudas, acariciaron mutuamente sus vaginas, sobre la cama, el sesenta y nueve las cobijo, haciendo de las lenguas el reemplazo de esas «vergas» que sueñan poseer dentro suyo.

Formando un espiral de goce, superando la base individual, el juego de lesbianismo se fue dando, su lengua penetraba en esa cueva que dejaba fluir jugos salados, deliciosos, mientras en la suya una firme lamida enloquecía su cuerpo, ambas gozaban, al acabar tomaron aire acariciando sus senos en forma suave, tocando los pezones con pequeños pellizcos, lamiéndolos casi al instante, la autosatisfacción cedía a la unión de esos cuerpos.

El inicio se marcaba en las sonrisas, las llamadas telefónicas eran muy parecidas a los adolescente enamorados, en su mente a la mañana del martes decidió entrar a ese negocio que todos los días laborables pasaba, un sex-shop, todavía con miedo se encontró recorriéndolo, una chica directamente le pregunto que necesitaba, su contestación de «estoy mirando» le siguió una pregunta directa que contesto desde sus adentros

!Sos lesbiana?!

Al ver el desprejuicio, su realidad, el !Si! fue liberador, un aparato al cual no pude ver fue envuelto.

El úsalo con tu pareja y si quieres me llamas soy Brenda.

Le extraño, más cuando no acepto el pago, esa misma noche se reunió con su prima, está vez en su casa, el aparato fue desenvuelto, era un doble consolador , los dedos de ambas friccionaron casi instintivamente sus cuevas, una hojita con instrucciones donde indicaba su uso, nos hizo seguirlas con esas ganas de hacer lo pendiente, recostada sobre la cama me puse el aparatito, entrando en toda mi vagina, Laura fue penetrando en cuclillas sobre el otro «falo» el acompasamiento mutuo, la tortilla tenia gusto, acabar y sentir el otro cuerpo como uno, la hizo feliz.

A los dos semanas, entro nuevamente en ese negocio la mirada de Brenda , era un imán , algo ya fuera de su control se le acercaba.