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La primera vez con la mujer que amo

La primera vez con la mujer que amo

A pesar de que ella dice que la culpa fue mía la verdad es que la que me estuvo buscando toda la noche fue ella, Iria.

Empezó todo en una cena que organizaron nuestras amigas (somos amigas desde hace un montón de años).

La verdad es que el ambiente no era lo que se dice muy amistoso, pero el problema no iba con nosotras, por lo que nos mantuvimos al margen ignorando y siendo ignoradas.

Cuando llegamos a la pizzería, todas las sillas estaban ocupadas menos una (había una infiltrada que nos había robado el sitio), y me senté yo y le dije que se sentara en mis rodillas. Así lo hizo.

Mientras todas estaban mirándose mal, discutiendo y lanzándose dardos venenosos, ella estaba contoneándose al ritmo de la música que sonaba, algo que me excitaba sobremanera y le advertí que si seguía haciendo eso que iba a acabar atacándole, que yo no soy de piedra.

Y eso le debió hacer gracia porque no dejo de moverse, todo lo contrario, además de empezar a hacer jueguecitos que no hacían más que aumentar mi estado de excitación.

Nos pasamos toda la cena bebiendo, riéndonos de la absurda situación que habían planeado nuestras amigas ya que no habían echo más que discutir y mirándonos de modo extraño.

Cuando acabó la cena nos fuimos a tomar unos vinos antes de ir a bailar, y durante todo el tiempo estuvo jugando con su mirada para hacer que no me olvidara de que estaba allí.

Ya en la zona de baile, a causa del alcohol y de las incesantes muestras de interés por su parte, mi estado de excitación a penas me dejaba controlarme, así que le dije que la invitaba a unos tequilas, a lo que ella accedió gustosa.

Se encargó de pedirlos y mientras me acerqué a ella por detrás y la empecé a besar en el cuello, algo que hizo que se pusiera roja como un tomate y me mirará con más deseo que antes.

A penas habíamos acabado las copas y me dijo que debía ir al lavabo y que la esperará allí. Al ver que no llegaba fui decidida a buscarla y me la encontré allí sentada:

– Te estaba esperando…

Y me plantó un beso que hizo que me humedeciera como nunca antes lo había hecho nadie. Antes de que pudiera reaccionar estábamos dentro de uno de los baños besándonos como locas.

Ya no pude contenerme más y casi le desgarré la ropa para poder saborear su piel, sus pequeños pero bien puestos pechos y con sus pezones que cada vez estaban más y más duros, y como no, sus dulces flujos de los que no dejé caer ni uno solo en otro sitio que no fuera mi boca. Lo deseaba.

Al poco rato se estaba corriendo con unos tremendos gritos de placer en aquel pequeño lugar y para que su placer fuese aun mayor le metí dos dedos mientras yo seguía mordiendo y chupando su abultado clítoris.

El orgasmo no se hizo esperar.

Cuando pensé que todo se había acabado, me empujó haciéndome caer sobre el wáter.

Me quitó la camiseta y me empezó a besar todo el torso parándose en mis pechos y entreteniéndose en mis pezones.

Lo hacía con tanta delicadeza y lentitud que me hizo recordar que nunca antes lo había hecho, y pensar que yo era la primera mujer con la que estaba hacía que me pusiera más cachonda de lo que ya estaba.

Mis pantalones desaparecieron entre mis piernas al igual que mis bragas y comencé a notar su lengua jugar con mi vagina, metiéndose hasta el fondo y una de sus manos pellizcando mi bultito.

Hice que se moviera un poco para poder alcanzar su sexo y poder tocarla mientras me lo hacia a mi.

Al poco rato su lengua y su mano se intercambiaron y noté su dedo en mi vagina y su lengua en mi clítoris y en poco tiempo las dos juntas llegamos a un increíble orgasmo.

Desde aquel día, estamos más unidas que nunca y ya llevamos más de un año de pareja.

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