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Mi historia V

Mi historia V

Al día siguiente, cuando salí de trabajar, me dispuse a cumplir lo prometido.

Entré en un sex-shop de mi ciudad, donde había ido alguna vez para alquilar alguna peli porno y me acerqué a la estantería donde se encontraban los consoladores y demás juguetes.

Por mi los hubiera comprado todos, era increíble lo que me excitaba imaginar a mi novia haciendo guarrerías con ellos, pero decidí centrarme en lo que había ido a hacer.

No sabía el tamaño que quería, pero pensé que uno grande le sería mas sugestivo a Clara, cogí uno de unos 25 cms de largo y con un grosor aceptable, y me dirigí al dependiente para que me explicara las cualidades del aparatito.

Este me comentó mil y una excelencias del consolador, que si se podía cargar para simular eyaculaciones, que si tenía varias velocidades, que si un movimiento rotatorio…. pero también me preguntó si era la primera vez que la dama iba a utilizar un consolador.

Yo no lo sabía, pero como me habían mandado a mi porque le daba vergüenza, deduje que era novata en estas lides.

Pues quizá es un poco grande para empezar, debiera utilizar primero otro más pequeño, además estos dan más juego para la iniciar otro tipo de actividades, me dijo de manera socarrona.

Deduje que se refería a el sexo anal, cosa que para nada me habían insinuado, pero como yo tenía muchas ganas de que mi novia utilizara uno, me dije, que coja el que quiera y el que no que se lo quede Valle.

Compré los dos, un bote de lubricante-dilatante especial para penetraciones anales, que me recomendó el dependiente, y alquilé una peli porno.

Cuando llegué a la casa, estaban tomando el sol. Mi novia totalmente desnuda, cosa que solo hace cuando no quiere nada conmigo, para provocarme y cabrearme, y Clara con un tanga de mi novia que probablemente le había prestado y con su magníficas tetas al desnudo.

Me saludaron con mucha naturalidad, quizá Clara con más simpatía de la que normalmente me mostraba, pero nada que se saliese de la norma.

No me preguntaron nada sobre el encargo, ni hicieron ningún comentario sobre lo de la noche anterior a lo largo de todo el día.

De hecho cada vez que me acercaba a mi novia, me volvía a decir lo mismo de los días anteriores, que si su amiga estaba canina, que si no estaba bien hacerla sufrir, etc. Era como si hubiese dado un salto en el tiempo o como si lo de la noche anterior lo hubiese soñado.

Cuando llegó la noche, cenamos en la barbacoa, y abrimos una botella de vino tinto para acompañar la carne. Entre los tres nos la bebimos y abrimos otra para terminar de cenar.

Estaba ya casi vacía la segunda botella y los tres bastante alegres, cuando mi novia me anunció que Clara se iría a la mañana siguiente, diciendo yo de abrir una botellita de cava para despedirla.

Tan contento estás de que me vaya, que quieres celebrarlo, dijo Clara.

No mujer, es por tener un detalle contigo, dije lo más cortésmente que supe.

Seguimos bebiendo y cuando el cava estaba llegando a su fin, mi novia comentó que algo de contento si debería de estar, porque cuando ella se fuera, podría estar todo el día encima de ella, sobándola e intentando metérsela en cualquier sitio.

Ni que fuese un animal, dije yo algo molesto. Cuando te dejo, desde luego que lo eres, contestó ella.

Pues no te quejes, replicó Clara, que quizá era la más bebida de los tres, que ya me gustaría pillar a mi a un animal de esos, que ni siquiera la recompensa que me prometiste ayer tengo.

Es verdad, recordó Valle, todos los tíos son iguales, mucho bla, bla, y luego se cortan de ir a comprar una tontería, porque acordarse, este guarro seguro que se ha acordado.

Pues claro que me he acordado, y no me corto, bocazas, están en el coche, pero no me parecía correcto llegar a casa con una polla en la mano, dije desafiante.

¿Están?, preguntaron ambas a la vez ¿Pero cuantos has comprado?.

Sin contestar me fui hasta el coche, y traje el paquete, llevándolo a la mesa del porche en la que habíamos cenado.

Espera que recoja la mesa, dijo mi novia.

Cuando hubieron recogido las cosas y llevado a la cocina, llegaron las dos corriendo, con la cara iluminada, como si fuesen dos niñas la mañana de reyes, se sentaron sin decir nada y aguardaron a que yo abriera el paquete.

No sabía muy bien lo que querías, le dije a Clara mientras habría el paquete, así que te he traído dos para que elijas.

Yo he pensado que te gustaría grandecito, pero el dependiente me ha dicho que es mejor uno más pequeño.

Déjate de pequeños, dijo Valle, mi novia, burro grande ande o no ande… dijo divertida.

Saque primero el más pequeño, que no obstante no estaba mal, unos 18 cms. Joder, que barbaridad, dijo Clara, como pretendes que me meta esto.

Yo no puede evitar reírme sonoramente, ellas me preguntaron que de que me reía tanto y yo no les quise contestar, solo saqué el bote de lubricante, y dije: con esto, es dilatante y me lo recomendó el dependiente.

Valle, con un brillo en los ojos que denotaban excitación y curiosidad, me dijo, mi cariñito esta en todo, levantándose para darme un beso en la mejilla, pero antes de que lo hiciera, dije: pero vamos, ese es el que me recomendó el chico de la tienda, el que yo escogí es este, sacando el grande.

Clara, esta vez no hizo ningún comentario, solo se mojó un poco los labios con la lengua, y alargó sus manos para cogerlo.

Empezó a sopesarlo, y por fin dijo, no creo que esto me coja, pero la verdad es que tiene un tacto muy agradable, lastima que no me vaya a servir.

Si a ti no te sirve, se lo puede quedar Valle, a ella si que le sirve, que ya está acostumbrada a meterse cosas grandes, propuse.

Eres un bruto y un fantasma, dijo Valle fingiendo enfado, además te quieres salir con la tuya de jugar con uno de esos mientras lo hacemos, mamoncete….. Pero esto ya lo dijo sonriendo, como dando su consentimiento.

Seguimos un rato bromeando, cogiendo y alagando la textura y tamaño de los consoladores.

De pronto Clara se levantó, y dijo, bueno amigos como son para mi, y puesto que esta es a mi juicio un recompensa muy pequeña a lo de anoche, al menos me voy a tomar la libertad de probarlos ambos para ver cual prefiero.

Me voy a mi cuarto, dijo mientras los metía en el paquete.

Yo ya no recordaba que había alquilado una peli, pero Clara al guardar los aparatitos, la vió, y preguntó: ¿Y esto?.

Vaya, no lo recordaba, pensé que como tu estabas aquí, y Valle no iba a querer cuentas conmigo esta noche, al menos podría aliviarme yo solo, y ya que estaba en el sex-shop…

Podríamos verla, así me iría a mi cuarto más motivada, y a lo mejor no necesito ni el lubricante, propuso Clara.

Valle no puso objeción y entramos en la casa y pusimos la peli.

Esta era sobre negros con enormes rabos con jovencitas blancas, algo que me excita bastante, y ellas no paraban de hacer comentarios sobre el tamaño de las pollas de los negros, y de cómo le cogían esas trancas a la actrices.

Yo contestaba que seguramente utilizaban el lubricante que le había comprado a Clara y esta dijo: No creo, ayer Valle se metió un buen pedazo de polla, y no utilizó nada.

Valle que hablaba menos, como suele hacer cuando está achispada, contestó, como la que me voy a meter esta noche en cuanto tu te metas en tu cuarto a probar esas, dijo mi novia tocándome la polla por encima del pantalón.

Estaba claro, que ambas, o mejor dicho los tres estábamos cachondos y un poco borrachos, pero yo no quise forzar más, porque mi novia ya demostró la noche anterior que no me iba a dejar hacer nada con Clara, y para follármela solo a ella, prefería hacerlo a solas, que al menos no me quedaba con las ganas de montar a su amiga, y más cachondo de lo que estaba, como me había pasado antes.

En estos pensamientos estaba, cuando Clara dijo: Tengo una idea. La peli está bien, pero como no me habéis dado la recompensa que yo esperaba ayer, al menos podíais montarme un show en vivo, yo me masturbo mientras miro. Seguro que es mejor hacerlo mientras una mira, que mientras os oye gritar y gemir.

Yo no contesté, pero Valle que debía estar excitadísima, o más bebida de lo que yo creía, o ambas cosas, contestó: De acuerdo, nosotros lo hacemos delante tuya y tu pruebas los juguetitos mientras.

Sin preguntarme a mi, me dijo Valle, ven ayúdame a colocar las cosas, y pusimos un sofá de tres plazas en frente de un sillón, quitando la mesita de en medio para que Clara pudiera ver bien.

Nos desnudamos los tres casi con ansias, pudiendo yo ver con tranquilidad el cuerpo de Clara, que el día anterior no había podido ver sino en partes.

Valle y yo nos sentamos, ella me acariciaba la polla mientras miraba a su amiga, pasándose la lengua por los labios. Mientras Clara había empezado a acariciarse el coño suavemente, como esperando la acción.

Cuando Valle se metió mi polla en la boca, Clara ya estaba frotándose el clítoris furiosamente, estaba claro que estaba cachondísimo.

Valle no paraba de comerme la polla, mientras no perdía detalle de Clara, que había cogido el consolador pequeño y había empezado a lamerle la punta, poniendo cara de guarra.

Yo estaba lanzadísimo por entonces, y se me ocurrió decir: Como el show es para ti, es justo que tus nos dirijas, ¿Qué quieres que hagamos?.

Quiero que esa guarra se clave tu pedazo de polla mientras me mira, para que vea como yo también me clavo esta tranca, dijo Clara pasándose la punta del consolador por el coño.

Valle sin decir palabra se puso delante mía, y empezó a descender lentamente sobre mi polla que estaba más dura y excitada de lo que había estado nunca.

Clara por su parte, empezó a meterse la polla de látex, pero con cierta dificultad debido quizá a no estar acostumbrada a meterse objetos no animados en el coño.

Joder Valle, el pedazo de pollón que te estas metiendo, que es más grande que la que yo tengo, y te la tragas toda, dijo Clara.

En estas Clara cogió el otro cipote, y sin sacarse el primero, lubricó abundantemente el grande con el gel. Se sacó el primer consolador, y esta vez si, se lo clavó el grande de un solo golpe, lanzando un quejido largo y profundo.

Yo al ver esto no pude más y no pude evitar correrme como un loco, agarrándole las caderas a mi novia, mientras esta al notarlo empezó a menearlas frenéticamente con movimientos circulares diciendo: ¿Qué haces cabrón? no te corras, no me dejes así.

Clara que no había perdido detalle, le dijo a Valle, no te vayas a quedar mal, que te como el coño, como tanto te gusta.

Nunca habíamos hecho eso después de una corrida mía, pero Valle de nuevo sin hablar se levantó para posteriormente sentarse sobre el sofá con las piernas abiertas.

Yo no me hice de rogar, y empecé a comerle el coño, centrándome sobre todo en el clítoris, pues el resto del coño estaba enfangado en semen, que al levantarse le había llegado casi hasta las rodillas, através de sus muslos.

Valle se retorcía como una loca, y yo le estaba dando la espalda a Clara, por tanto no la veía, así que me centré en la comida de coño, lo que hizo que Valle no tardara ni tres minutos en correrse.

Oí a Clara decir: cabrones ya habéis terminado y yo no. Como yo mando, Valle vuelve a ponérsela dura a Fernando para seguir la fiesta. Valle le hizo caso, se colocó a cuatro patas dándole la espalda a Clara, y se metió mi polla semidura en la boca.

Clara se metía con frenesí el consolador en el coño, y no dejaba de mirar el culo y el coño de Valle, que se le ofrecía claramente debido a la posición de esta.

Cuando Clara se corrió, lo hizo en silencio, aunque se movía como si tuviese un ataque epiléptico, con lo que Valle no se dio cuenta, pues estaba entusiasmada comiéndoseme la polla.

Yo, que lo estaba viendo todo, me fijé en que a Clara se le cambió la cara, poniéndosele una sonrisa que daba casi miedo, cogió el consolador grande, lo volvió a untar de gel y acercándose a Valle por detrás, se lo metió entero en el coño de un empujón.

Valle que no lo esperaba, pegó un relingo, pero lejos de quejarse siguió comiéndome la polla en silencio.

¿No te habías quedado con ganas de polla?, pues toma polla, decía Clara fuera de sí. Yo no podré probar una de verdad esta noche, pero tú ya tampoco, porque como hoy mando yo, como que me llamo Clara que esa no te la vuelves a meter.

Confórmate con esta que también es bien gorda.

En un momento dado, y mientras Clara seguía dándole fuerte a mi novia con la polla de látex, colocándose en una posición como si la polla saliese de su pelvis, y fuese ella la que se la follaba, Valle dejó de mamármela y levantó la cabeza, mirándome con cara de guarra primero, y cerrando los ojos después, como si se estuviese concentrando en su orgasmo.

Al ver esto, me la agarré, y en un par de sacudidas empecé a correrme en la cara de mi novia, algo que habíamos hecho una vez, y que no le había gustado.

Pero esa noche fue otra historia y se restregó mi leche por toda la cara, mientras me miraba fijamente a los ojos, y me decía, hablando por primera vez en un buen rato: Espero que te guste ver como se están follando a tu novia, porque me están follando, y me estoy corriendo, ¡Joder Clara, dame fuerte que me corro!.

Cuando Valle terminó de correrse, Clara se volvió a meter el consolador recién sacado del coño de Valle, y en un par de minutos se corrió de nuevo en silencio, y con los movimientos antes referidos.

Al día siguiente, llevé a Clara a la ciudad, y cuando nos despedimos, me acarició la polla por encima del pantalón, pues estábamos solos y me dijo: algún día la convenceremos para que me deje probarla.

Han pasado ya muchos años, y yo me he quedado con las ganas.

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