Silvia, la novia de mi mejor amigo

Esto me sucedió hace algunos días, y es algo que no me lo esperaba y nunca imagine que pudiese suceder. Todo comenzó una tarde en la que me encontraba trabajando en la oficina, estaba a punto de marcharme, cuando escuché a un compañero que discutía con su novia, lo cual ya se había vuelto casi costumbre en los últimos días, su relación al parecer no andaba muy bien; por lo que no le di mucha importancia, cuando me acerqué a la puerta para salir, escuché un portazo muy fuerte y al abrir la puerta de mi oficina me encontré con Silvia hecha un mar de lágrimas.
A ellos los conozco desde hace varios años, compartiendo estudio, trabajo y fiestas, por lo que al verme se arrojó a mis brazos, buscando algún consuelo, el cual como buen amigo traté de brindarle, estuvimos hablando por un buen rato (bueno yo hablaba mientras ella lloraba y trataba de explicarme lo ocurrido); cuando se sintió mejor, más calmada, me pidió que por favor la llevara a su casa, a lo cual accedí.

Cuando llegamos, nos dimos cuenta, que la casa estaba sola, ella me pidió que la acompañara un rato mientras llegaban sus compañeras de casa, pasé y nos acomodamos en el sofá, y continuamos hablando, y volvió a llorar, yo me acerqué y la abracé. Ella me dijo:

¿Por qué eres tan bueno conmigo? Porque eres mi amiga y te aprecio mucho -le dije, no soy un galán y tampoco quería aprovecharme de la situación – no me gusta verte tan triste.

Me sonrió y me abrazó con fuerza…

Me hubiera gustado enamorarme de alguien como tú – dijo y me estampó un gran beso en la boca que me dejó atónito, tomó una de mis manos y la llevó hasta uno de sus pechos, me tomó un momento reaccionar ya que a pesar de que muchas veces soñé con tenerla nunca pensé que pasara.

Por cierto todavía no la he descrito, ella es bajita como de 1,60 m, cabello lacio castaño hasta el cuello, una cara linda aunque un poco pecosa, piel blanca, unos pechos pequeños pero redonditos y bien duros, delgadita de cintura y lo que más me gusta unas caderas anchas con un culo grande y redondo y unas piernas rellenitas y bien torneadas.

Pudo más la calentura, que la razón y comenzamos a acariciarnos, ella se enderezó se quitó la blusa y el sostén, esto terminó por minar los últimos indicios de cordura que me quedaban, la atraje hacia mí y comencé a saborear aquellos manjares coronados por un pezón rosadito y duro, jugando con mi lengua, ella comenzaba a emitir pequeños jadeos mientras mis manos acariciaban el resto de su cuerpo.

Pronto me encontraba quitándole su pantalón mientras ella hacía lo propio con mi ropa, hasta quedar los dos con una única prenda, yo tenía una erección descomunal, no es que sea un superdotado, pero dadas las circunstancias estaba a más no poder, sin decirle nada ella comenzó a lamer la punta de mi pene y luego se lo introdujo poco a poco en su caliente y sabrosa boca, era un poco torpe pero era más el gusto, según me comentó después fue su primera vez.

Antes de correrme le dije que era mi turno, ella se mostró un poco asustada, pero me permitió quitarle su braguita, poco a poco fui separando sus piernas y besándolas llegué hasta esa dulce cuevita, envuelta por unos labios rosaditos ya bastante mojados y coronados por un triangulito de vellos castaños bien cuidados, con mi lengua comencé a explorar la grata separando sus labios, cuando alcancé el clítoris ella dio un gran suspiro y arqueó la espalda, luego comencé a introducir uno de mis dedos hasta hacerla venirse como tres veces, lentamente deslicé mi dedo húmedo por sus jugos hasta la entrada de su ano y empecé a jugar con él, mientras ella se retorcía de gusto, así estuvimos por algunos minutos luego me levanté y tomé posición para penetrarla, pero ella me detuvo, dijo que aún era virgen y que quería seguir siéndolo, esto me dejó bastante frustrado, le dije que lo entendía pero que no podía dejarme a medias, ella se levantó y se fue al baño, yo pensé que la cosa se había terminado y que ella tubo remordimientos, pero regresó con algo en la mano, se acercó con una sonrisa y me dijo:

-Mi coñito lo quiero seguir teniendo virgen, pero te compensare entregándote mi culo que también es virgen…

Esto me ocasionó gran alegría, por fin iba a gozar de algo que me haba desvelado por mucho tiempo; ella se puso de rodillas en el sillón, dejando su culote en pompa, me acerqué y la acaricié, luego me puse de rodillas y le lamí el coño y su ano introduciendo mi lengua cuando me pareció que ya estaba lista tomé posición no sin antes aprovechar y deslizar la punta de garrote entre sus labios vaginales, lo cual le causó un gran estremecimiento, luego lo ubiqué en su entrada trasera y comencé a empujar, ella se quejaba pero me pedía que no me detuviera; cuando ya tenía más de la mitad de mi verga adentro la dejé un momento para que se acostumbrara para luego iniciar un movimiento de mete-saca cada vez más rápido y fuerte, ella gemía de gusto y yo no daba para más, seguí dándole y acariciándole las tetas, hasta que llegamos juntos a un increíble orgasmo, del cual tardamos varios minutos en recuperarnos, mientras nos abrazábamos y besábamos.

Luego tomamos una ducha juntos donde me mamó nuevamente la verga, pero esta vez sí dejé que se tragara todo mi semen, lo cual le fascinó y también la volví a penetrar por ese sabroso culo, nos vestimos y esperamos a llegaran sus compañeras, para después irnos a cenar.

No sé si ella se lo habrá contado a alguien y no sé si lo volveremos a repetir, ella ya se arregló con su novio, aunque aún en algunas ocasiones y muy disimuladamente me laza unas miradas cómplices mientras desliza una mano por su exquisito trasero…