Necesitaba urgentemente un trabajo, encontró uno que podía ser interesante, aunque había algunas cosas extra que no se esperaba
Aunque no lo crea, en USA hay una recesión, cosa que yo soy uno de lo más afectados.
Pues no tenía trabajo en lo que respecta a mi carrera, lo que me ha llevado a estar en una delicadísima situación económica, tanto así que no tenía ni para pagar el arriendo del departamento.
Ante esta situación, tuve que buscar trabajo en lo que sea.
Luego de buscar por varios días, encontré un trabajo de chófer de un tipo adinerado, y tenía la opción de vivir en la casa, lo cual implicaba más horas de trabajo.
Como no estoy acostumbrado a realizar este tipo de trabajo, ya que solamente había trabajado como ejecutivo financiero, tuve que comerme mi falso orgullo, y aceptar ese trabajo sin imaginarme siquiera lo que me iba a ocurrir.
Me presente temprano el día que fui citado para comenzar, y me dieron todas las indicaciones de mi cargo.
Yo iba a ser el chófer particular del dueño de la Cia.
Por la noche lo llevé a su casa y me presentó a su mujer.
Y vaya mi sorpresa al ver a esa muñeca delante de mí.
Ella era todo lo contrario del viejo, ella era de unos 35 años y con una figura de película.
Era bella, tenía una cara preciosa, digna de una reina, y un cuerpo que hacia suspirar a quien la veía.
Sus tetas paradita y medianas, un culo de maravillas y una piernas torneadas y provocativas.
El jefe, me preguntó que qué había decidido acerca de la vivienda, a lo que le respondí que iba a buscar mi ropa y que volvería enseguida.
Pues después de ver semejantes belleza, no quería otra cosa que estar cerca de ella para poderla admirar.
Efectivamente, regresé lo más pronto que me fue posible, y al llegar me presente, inquiriendo por el dormitorio donde instalarme.
Mi cuarto quedaba afuera en la parte posterior de la casa, cerca de un estudio y la piscina, a donde me guió la empleada doméstica, que entre paréntesis, estaba casi tan buena como la patrona.
Al día siguiente me levanté temprano y estaba listo para comenzar a trabajar, cuando la doméstica llamada Diana, me fue a buscar para desayunar y para hablar con el jefe.
Me dijo que lo llevará a la oficina y que volviera a buscar a su esposa (Lory), y que permaneciera con ella todo el día.
Regresé de dejar al jefe, y al volver avisé a Diana que estaba listo para la señora.
Cuando ella apareció como una visión celestial.
Vestía un vestido con una falda suelta blanca mas arriba de las rodillas. Lucía preciosa, y divina.
Me dijo que nos vayamos, a lo que me apresuré en abrirle la puerta, lo cual me agradeció.
Durante el trayecto me preguntaba acerca de mí, ya que no tenía facha de chófer.
Nuestra conversación fue agradable durante todo el día, y me agradeció que fuera educado, ya que podría conversar conmigo.
Llegamos a una casa en la playa y le abrí la puerta para que saliera.
Había dado unos tres pasos cuando un fuerte viento arreció y la falda de su vestido se levantó hasta la misma altura de su cabeza, dejándome ver su delicioso culo el cual estaba en una tanga minúscula.
Ella reaccionó, pero ya había sido demasiado tarde, yo me había deleitado grandemente de semejantes cuadro.
Ella se disculpó, le respondí que no pasaba nada.
El regreso fue callada, creo que avergonzada porque sabía que la había visto.
Esa noche estando en mi cuarto, oí un ruido afuera y me asomé a la ventana, pude ver al jefe mandándole la mano a Diana por debajo de la falda.
Él es un hombre de uno 54 años y que le gustaba la carne fresca, ya que Diana tenía 21 años.
Me quedé observando todo el relajo que estaban haciendo, sin acordarse de que yo estaba en mi cuarto.
Eso me puso a mil, imaginándome que era yo con Lory, lo que me llevó a masturbarme para saciar mis deseos.
Al día siguiente, me alisté temprano y al ver a Diana me puso inquieto recordando la noche anterior.
El jefe me dijo que nuevamente me iba a quedar con su esposa, y que lo llevará a la oficina.
Hice tal como me lo había ordenado, y al regresar, encontré a Lory afuera de la casa esperándome.
Ella lucía un vestido ceñido al cuerpo y casi a media pierna. Llevaba una blusa casi transparente y unas gafas oscuras.
Le abrí la puerta del auto, pero al entrar ella y sentarse, pude deleitarme con un verdadero espectáculo mostrándome a todo su esplendor la flor de miel que tenía entre las piernas.
Me ordenó que saliera al expressway rumbo norte, pero sin decirme a dónde íbamos. Llevábamos viajando cerca de 20 minutos cuando de repente rompió en llanto.
Le pregunté qué le pasaba; cómo podía ayudarla, pero ella no respondía.
Decidí salirme en la salida siguiente y parar el auto en el parqueo de un hotel que se hallaba junto a la salida.
Ella me dijo que ya estaba bien, pero casi de inmediato comenzó a llorar nuevamente hasta hacerse un mar de lágrimas.
Me pidió que la acompañara a tomar una habitación en el hotel, que no quería permanecer en el auto, ni que nadie la viera.
Efectivamente, la llevé a la recepción del hotel y solicitó una habitación. Me pidió que la acompañara, que necesitaba desahogarse con alguien.
Llegamos a la habitación y volvió a romper en llanto, la tome en mis brazos y la consolaba.
Ella se tranquilizó un poco, y me dijo «sabes por qué estoy así? le respondí que no en absoluto.
Ella me dijo, que harías tú si te das cuenta que tu pareja de engaña con la empleada de la casa?
Eso me cayó como un balde de agua fría. Ella se había dado cuenta de todo lo ocurrido la noche anterior.
Yo tartamudeaba sin saber qué decir, si negarlo o no sé qué.
Ella me corto y me dijo, no me digas que no lo sabes, ya que tu también viste todo eso, tu estabas en tu ventana viendo todo.
Yo sin saber qué decir, solamente atiné a bajar la cabeza en señal de aceptación.
Ella comenzó a proferir insultos hacia su marido, tales como mujeriego, estúpido, poco hombre, mentiroso, etc.
Yo me acerqué tratando de apaciguarla, pero ella me rechazó bruscamente, diciéndome que todos los hombres son iguales, son unos puercos.
No se que cara habré puesto, ya que Lory reaccionó y me pidió disculpas, que la entendiera y se acercó aceptando mis brazos y mis consuelos.
Al principio me bastaba con pasarle la mano sobre su cabeza y hombros. Me gustaba tenerla en mis brazos, sentirlo cerca de mí, cuando instintivamente le di un beso en la mejilla cerca de su boca.
Ella se apartó y me quedó mirando fijamente a los ojos, yo me quedé congelado pensando lo peor para mí, a tal punto que no atinaba a decir nada.
Ella, luego de algunos segundos se acercó y dijo, ¡por qué no! y de inmediato buscó mi boca y nos fundimos en un ardiente beso, sin tapujos ni barreras.
No besamos por largo rato, la besaba por el cuello, mientras ella se estiraba hacia atrás dándome facilidades para hacerlo.
Mis manos comenzaron a moverse por su espalda, la apretujaba fuertemente, mientras ella se arrimaba más y más cada vez.
Mis manos bajaron a sus nalgas apretándola fuertemente, como queriendo hacerle daño.
Ella comenzó a gemir fuertemente y a restregarse contra mi cuerpo.
Mis manos parecían tentáculos, me faltaban manos para acariciarla, para manosearla, para sentirla mía. Me parecía mentira estar en esa situación con ella.
Desabotoné su blusa dejando a la vista un sostén o brasier fino de encajes, que guardaba uno fabulosos senos y unos pezones que estaban que rompían la tela.
Besé alrededor de las tetas ella apretaba mi cabeza con sus tetas.
Ella misma se aflojó y sacó el sostén dejando delante de mí, una par de tetas maravillosas, coronados por un par de rosados pezones puntiagudos que me invitaban a besarlos, a chuparlos, a mordisquearlos, cosa que pasé a hacerlo enseguida.
Poco a poco me fui deslizando hacia abajo, mientras ella continuaba acostada y jadeando de placer.
Le saqué la falda y las medias dejándolo en una pequeño tanga que muy apenas le cubría la entrada a su cuevota de placer, digo esto porque lo que tenía entre las piernas era verdaderamente digno del mejor espectáculo.
Tenía una vulva realmente grande como se dice unas tres libras de carne pura.
Me la iba comiendo a besos, le di la vuelta poniéndola boca abajo, y la besaba desde la misma nuca hasta en comienzo de la raja del culo, hurgando con mi lengua por toda su raja.
Ella se retorcía, estaba que se derretía de placer.
Le saqué la tanga y le abrí sus piernas, para con la lengua haciendo un juego circular recorrer la raja del culo hasta llevar a la misma fuente de placer. Ella sintió y se estremeció fuertemente, abriendo más las piernas, facilitándome mi trabajito.
Yo estaba embelesado jugueteando con mi lengua en su clítoris, cuando ella se dio la vuelta, abriendo totalmente sus piernas, y agarrándome fuertemente de mis cabellos, llevó mi cara hasta su misma cueva, gritando ¡sigue, sigue, más fuerte, asiiiiii asiiiiii papacito dale, dale, dale más duro que ya acabo, dale dale más papito lindo! Estaba llegando a su primer orgasmo.
Se puso tensa, casi rígida, apretándome contra su concha. Fue un largo y explosivo orgasmo el que tuvo. Luego se aflojó completamente, dejándose caer en la cama, diciendo ¡Qué rico, papacito, realmente estuvo delicioso! Hace ya tanto tiempo que no sentía algo parecido. Bueno mi amor, ahora te toca gozar a ti.
Me hizo acostar en la cama boca arriba, y comenzó a acariciarme todo el cuerpo, como quien hace un masaje pero fuerte con pasión.
Me besaba cada parte de mi cuerpo, lo hacia con ansias, con deseo y placer, mientras con sus manos me acariciaba el cuerpo.
Me besaba en la boca con frenesí, como que si de ello dependiera su vida. Estaba fuera de sí. Se había dejado llevar por el deseo, realmente no la conocía.
Me besaba bajando poco a poco hasta que llegó a mi pene.
Lo acarició primeramente, mientras lo observaba y me miraba, por cuestión de un minuto y me dijo: Es verdaderamente delicioso, sabes? Hoy te voy a disfrutar todo lo que pueda, ye verás cuánto te voy a hacer feliz! Y diciendo esto procedió a dar lamida en mi glande, cada vez más rápido y fuerte.
Con la punta de su lengua, jugaba con la abertura de mi glande, haciéndome sentir corrientazos por todo mi cuerpo.
Ella envolvía el cuello de mi glande con su lengua, chupaba y a veces le pasaba los diente, haciéndome erizar del gozo y delicia que sentía.
Me estaba llevando a la gloria, y yo que pensaba que ya había experimentado todo con el sexo oral, cuán equivocado estaba, esa misma tarde iba a conocer mucho acerca de eso.
Me chupaba solamente el glande y el cuello, como quien chupa un chupete o como quien está deseando sacar algo atorado.
Me succionaba deliciosamente, mi pene estaba a reventar, están totalmente duro a tal punto que me dolía de la hinchazón que tenía producto de la tremenda erección que me había ocasionado sus mamadas.
De repente se lo metió todita, y esa sensación de traspasar su garganta, me puso a más no poder.
Le dije que me iba, que iba a acabar y ella me dijo espérate un poco más.
No se qué hizo ella, pero la sensación de querer acabar se me esfumó como por encanto
Lory, lo comenzó a mamar y a chupar en toda su extensión, dándole mordiscos que me hacían saltar del placer que me ocasionaba. Lo apretaba fuertemente con sus manos, como queriendo exprimirlo.
Luego se subió y me beso en la boca, dándome el más dulce de los besos que jamás haya sentido, y haciendo esto, agarró el pene con su mano y lo ubicó en la entrada de su vagina y se lo fue introduciendo lentamente poco a poco, disfrutando de la penetración que se estaba haciendo objeto.
Luego comenzó a cabalgarme fuertemente, con movimientos de sube y baja y circulares. Era una verdadera artista en el arte del amor. Sabía lo que quería y cómo hacerlo. Sabía disfrutar y hacer disfrutar fuertemente del placer del sexo.
El acto se había convertido en una colosal lucha de dos miembros sexuales que trataban de disfrutar del otro.
Ella me besaba como si su vida dependiera de ello. La sentía mujer, una mujer plena, ardiente, fogosa llena de amor y deseos, una mujer que buscaba la satisfacción plena y absoluta. Ella era una diosa de la fogosidad, de lo ardiente en una mujer.
Le di la vuelta, poniéndome yo arriba. Ella me abrazó con sus piernas en mi cintura, apretándome para que la penetrarla más y más. Lo quería todo, estaba delirante de placer.
La cama crujía, ella gemía, gritaba de placer, decía Que riiiico papacito. Mételo todito, lo quiero todo dentro de mí. Hazme la mujer más feliz del mundo, mi amor. Soy solo tuya para siempre, mi amor. Métemelo todooooo!
Por mi parte, yo se lo metía y lo sacaba casi todo para volvérselo a meter fuertemente, ya que era algo que a ella le gustaba mucho, solo hacia constantemente hasta que sentí que se tensaba en mis brazos y apretaba fuertemente sus piernas llegando a un nuevo orgasmo, que al igual que los anteriores, eran largos y deliciosamente fuerte.
Al sentirlo a ella acabar, me apresuré y le dije que iba a acabar, entonces ella se lo sacó y de inmediato se lo llevó a la boca succionando mi pene provocándome el más delicioso orgasmo que jamás haya experimentado, yo eyaculaba una y otra vez, mientras ella chupaba y chupaba succionando todo, queriendo dejarme totalmente vacío. Una vez acabando caí rendido a la cama, siendo objeto de mimos y caricias de parte de Lory.
Luego le pregunté por qué no me había dejado terminar dentro de ella? Y me respondió que quería saborearme totalmente, y que era delicioso, era dulce y que habrá oportunidad para llenarle de todo el semen que quiera llenarla.
Así pasamos casi todo el día entre caricias, haciendo el amor y conversando.
Al llegar la noche, nos levantamos a bañarnos y acariciarnos nuevamente.
Fuimos a su casa, pero ahora era otra la mujer que iba conmigo, esta era satisfecha, alegre, feliz y deseosa de vivir la vida plenamente.
Lory iba sentada junto a mí abrazándome, sin importarle quién o quienes la vieran, ella era feliz y era todo lo que le importaba.
Decía que iba a rehacer su vida desde los fundamentos de su vida, que desde ahora era una nueva vida la que comenzaría a vivir, ……. conmigo.
Nuestra vida tuvo un giro bastante fuerte, pero eso será tema de otra oportunidad.