Tras una noche en la que el sueño casi no hizo acto de presencia y de intensa follada con mi mujer por la calentura y el morbo acumulados durante las vivencias de la tarde anterior con nuestro amigo José Luis, en la mañana del Sábado Nuria se despertó bien temprano y aún muy cachonda, con ganas de continuar la «fiesta» y seguir disfrutando de buen sexo con dos hermosas y deseosas pollas a su disposición que se lo iban a permitir. Tras calentarme a mí en nuestra cama con morreos, magreos y una buena mamada a mi duro y tieso rabo que dejó a medias de forma interesada diciéndome «¡No te preocupes, cari. Tendrás tiempo de correrte varias veces y bien esta mañana!», se levantó sin sujetador ni tanga, con sus hermosas tetas, su peludo y majestuoso coño y su perfecto culazo al aire, portando tan solo un precioso conjunto de lencería blanco con liguero y medias acompañado de unas maravillosas botas de fino tacón que había vestido para mí durante la noche, dirigiéndose al armario, donde cogió un consolador con forma de enorme polla que utiliza muchas veces para masturbarse y correrse cuando está caliente y no estoy yo para follarla o no tiene otro rabo que lo haga, dejando la puerta de nuestra habitación entreabierta y marchándose al salón, incorporándome yo de la cama para verla y adivinando sus intenciones. Acto seguido se tendió en el tresillo, se abrió de piernas y comenzó a pajearse hundiendo el consolador en su peludo y rico coño mientras gemía y jadeaba de placer con los ojos entreabiertos y se corría inmensamente minutos después, lo que provocó que nuestro amigo José Luis, al escucharla desde su habitación, se levantase de la cama y comenzase a observarla tras la puerta, poniéndose tremendamente caliente y experimentando una gran erección de su polla, que sabía que había llegado el momento de entrar muy dura y tiesa en la raja de mi mujer.

Mientras yo observaba tras la puerta de nuestra habitación un poco entreabierta, Nuria seguía hundiendo el consolador en su coño y se lo llevaba a la boca para chuparlo y degustar su corrida dándose cuenta de que «Pitingo» la espiaba y haciéndole señas con un dedo lo invitó a ir hacia ella lo que él no dudó ni un solo instante, acercándose totalmente desnudo y meneando su ya tieso y duro pollón, procediendo a sentarse a su lado y comenzando a acariciarle su divina almeja y sus hermosas tetas con ambas manos y haciendo que mi mujer se continuase estremeciendo de auténtico gusto y placer. Acto seguido, Nuria lo invitó a ponerse en pie y mientras se seguía introduciendo el consolador en su coño, con la otra mano agarró la polla bien dura de José Luis y comenzó a mamársela de una forma espeluznante medio tendida en el tresillo mientras él comenzó a suspirar y jadear profundamente por el inmenso placer que le proporcionaba mi mujer, quien con sus labios chupaba y chupaba su hinchado capullo, pasándole la lengua al mismo tiempo por toda la verga con un deseo irrefrenable al tiempo que él le pedía que no parase mientras que ella le expresaba el gustazo tan grande que sentía al comérsela y la excitación que la invadía diciéndole «¡Pero qué polla tan maravillosa tienes y qué huevos tan duros y magníficos, cabrón. Quiero que me des tu leche y cada vez que te apetezca follarme aquí tendrás mi deseoso coño esperando a recibirla bien rica y caliente!», palabras que a José Luis calentaban aún más, comenzando con suavidad a follar la boca de Nuria, que recibía el pollón de nuestro amigo como no podía ser de otra manera y como lo grandiosa zorra y puta que es. Así continuaron varios minutos más hasta que él avisó a mi mujer de su inminente corrida, pidiéndole ella que le diese toda la leche en la boca, comenzando a soltarle una gran catarata de lefa que ella fue tragando y degustando gustosamente y finalizando con una majestuosa limpieza de su extraordinaria polla hasta dejarla totalmente reluciente.

Tras la fantástica mamada, José Luis tomó asiento junto a Nuria en el tresillo y ambos prosiguieron en cascada besándose y morreándose con lascivia, lo que volvió a encender la mecha de la pasión, experimentando nuestro amigo José Luis una nueva y descomunal erección de su polla ayudado por Nuria con múltiples caricias a la misma con su mano. Él, por su parte, comenzó a introducir sus dedos en el coño de mi mujer masturbándola de una forma que provocó que ella volviese a correrse de forma brutal. Acto seguido, Nuria se incorporó mientras José Luis permaneció sentado en el tresillo con su polla bien dura y tiesa, mi mujer se sentó encima y comenzó a cabalgar encima de su tranca entre gemidos y jadeos de puro placer mientras le pedía que le comiese sus duros pezones y sus hermosas tetas. Nuestro amigo José Luis, fuera de sí y sujetándola por las cachas de su enorme culazo, la embestía mientras le decía «¡Nuria, gran puta, qué ganas tenía de follarte y de que llegase este momento. Qué bien follas, zorra, cómo me gustas. Tienes un coño que me vuelve loco!», a lo que ella le respondía «¿Te gusta mi coño, cabrón, te gusta…? ¡Es todo para ti. Fóllatelo bien con esa pedazo de polla que tienes y que me vuelve loca! ¡Me encanta cómo me follas, hijo de puta! ¡Sigue, sigue…¡ ¡Ohhhhh…! ¡Uhhhhhmmmmm…! ¡Qué bueno, cabrón, qué bueno! ¡Dame toda tu leche caliente dentro de mi almeja, hijo de puta, dámelaaaaa!». Estas palabras volvían loco a José Luis y cuantas más cosas le decía mi mujer más fuertes embestidas le daba él. Cambiaron de postura y Nuria se volvió a sentar sobre la dura verga de nuestro amigo aunque en esta ocasión recostada de espaldas a él y de cara a la puerta de nuestra habitación, desde donde yo los miraba con mi polla también muy dura y erguida. ¡Qué gozada ver a mi mujer en lencería blanca y con sus majestuosas botas altas de fino tacón, echada un poco hacia atrás y totalmente abierta de piernas, mostrándome en todo su esplendor su maravilloso coño peludo con la inmensa polla de José Luis dentro de su raja mientras él la sujetaba por las tetas! Mi mujer, al ver cómo yo meneaba mi verga despacio y de arriba a abajo, me decía «Cari, ¿estás viendo qué follada me está pegando ‘Pitingo’…? ¡Qué pedazo de polvo me está echando el hijo de puta. Cómo me gusta. Qué bien me folla. Me corro toda con su tremenda polla. Qué gustazo me da, cari!», preciso momento en el que, nuevamente, entre gemidos y jadeos comenzó a gritar «¡Me corrooooo, me corrooooo, me corrooooo, cabrón. Sigue, sigue, sigue follándome y no dejes de metérmela así. Qué gustazo, por Diooosss. Qué placerrrrr. Ohhhhh… Uhhhhhmmmmm…! Por su parte y mientras no paraba de follarla, José Luis me decía «¿Has visto cómo me follo a la zorra de tu mujer…? ¿Te gusta ver cómo goza con mi polla dentro de su peluda almeja…? ¡Es una pasada. Es una puta máquina de dar placer a los tíos y que folla de maravilla. A partir de ahora será mi puta zorra preferida a la que me tengo que follar a menudo. Le voy a meter toda la alegría del mundo por el coño!», a lo que Nuria respondía sin dejar de cabalgar y moverse «¡Cada vez que quieras, cariño mío. Soy tu puta, soy tu puta zorra y golfa y mi marido es mi puto cornudo consentido al que también voy a darle todo el placer y gustazo del mundo, ¿verdad, cari…? Me encanta que me veas follando con otros tíos y que veas cómo gozo con las pollas de otros tíos, me pone muy caliente y muy cachonda!».

Tras otro nuevo y excitante orgasmo de mi mujer, que volvió a correrse espléndidamente entre alaridos, levantando su cabeza hacia el techo del salón y entornando sus ojos, entreabiertos por el inmenso placer que estaba recibiendo, me pidió que me acercase y me pusiese de pie en el tresillo, lo hice y comenzó a realizarme una maravillosa mamada que me llevó al éxtasis. Yo, que estaba desesperado de deseo por unirme a ellos, no dudé ni un instante en cumplir su petición y darle mi dura polla en su boca, comenzando a follársela hasta dentro mientras que ella saboreaba mi duro capullo a punto de explotar y con su lengua recorría de arriba a abajo mi tieso rabo. Tras varios minutos de infinito placer y con él dentro de su boca, comencé a correrme de forma abundante soltando una inmensa cantidad de leche que ella se encargó de tragar en su totalidad sin derramar ni una sola gota, besando y chupando mi polla sin parar hasta que me la limpió de todo mientras que José Luis le decía follándola con fuerza «¡Así me gusta, puta, trágate toda la lechada de tu cornudo cabrón. Me encanta lo golfa y zorra que eres!».
Yo me aparté y volví a dejarlos solos en el tresillo para contemplar cómo nuestro invitado continuaba follando a mi mujer sin parar y fuera de sí y haciéndola gozar como una perra. A los pocos minutos José Luis avisó a Nuria de que su corrida iba a ser inminente y entre gemidos de puro placer comenzó a derramar una gran cantidad de leche dentro de la peluda raja de mi hembra zorra y caliente mientras le decía «¡Toma mi leche en tu coño, gran puta, es toda tuya, zorra cachonda. Qué gustazooooo. Qué ganas tenía de correrme contigo, Nuria. Qué buena eres y cómo follas, golfa!», dirigiéndose a mí para decirme «¿Has visto cómo goza tu mujer conmigo? Le voy a dar polla a todas horas y no voy a parar de follarla nunca. Está buenísima y me la tiene dura desde que llegué». Nuria se levantó, se echó en el tresillo y comenzó a introducir varios dedos en su coño embadurnándolos con la lefa de nuestro amigo y llevándoselos a la boca para chupar toda su corrida y tragársela.

Tras la gozosa follada de nuestro amigo «Pitingo» con mi mujer, ésta se marchó a la ducha y proceder a cambiarse de ropa mientras que nosotros dos, aún desnudos y sentados en el tresillo, comentábamos lo acontecido degustando un café que yo acababa de servir, mostrándome José Luis su incontenible alegría por haber podido follarse a Nuria y su deseo de seguirlo haciendo.

Tras su relajante ducha, mi mujer marchó a nuestra habitación y desde allí me llamó para que me acercase y consultarme qué juego de lencería me gustaba más para ponérselo por lo que intuí que el asunto aún no había terminado. Le pedí que se pusiese unas medias sexys de color carne que yo le había regalado poco tiempo atrás y que son maravillosas, acompañadas de liguero, y que se volviese a calzar las morbosas botas altas de tacón fino. Aceptó mi propuesta y yo volví al salón para continuar tomándome el café y charlando con José Luis, ambos totalmente desnudos. Poco tiempo después Nuria hizo acto de presencia ante nosotros dejándonos sorprendidos a ambos por su belleza, con el pelo recogido, portando ese conjunto de lencería que yo le había propuesto y tan solo con medias, liguero y las botas, sin sujetador ni tanga, mostrándonos sus encantos en todo su esplendor, lo que hizo que volviésemos a experimentar los dos una nueva e inmensa erección de nuestras pollas al verla. Ella se dirigió a la cocina ante nuestras miradas para servirse un café y volvió al salón a tomárselo con nosotros, sentándose en el tresillo en medio de ambos. Ninguno de los dos cesábamos de mirarla con ojos de puro deseo y fui yo quien tomó la iniciativa, abrazándola por el cuello y comenzando a besar y chupar los pezones de sus extraordinarias tetas mientras que con la otra mano acariciaba su peludo coño. Ella, por su parte, con su mano izquierda comenzó a acariciar la polla de José Luis de arriba a abajo mientras se morreaban y con la derecha hizo lo propio con la mía. La situación derivó en un nuevo calentón de los tres que cada vez iba a más. Mi mujer procedió a ponerse a cuatro patas en el sillón por lo que su coño y su enorme culazo quedaron a la altura de mi cara, pidiéndome que le comiera su almeja, ya mojada de nuevo, mientras que ella agachó su cabeza y comenzó a mamar extraordinariamente el rabo tieso de José Luis, que de nuevo se estremecía por el gustazo que recibía, jadeando y gimiendo de placer mientras que le decía a Nuria «¡No pares, no pares gran puta. Jodeeerrr, qué bien me chupas la polla, zorra. Qué gustazo me das!» y preguntándole «¿Te gusta mi rabo, golfa, te gusta mi polla dura y tiesa…?», a lo que ella le respondió «¡Me encanta y me vuelve loca, cabronazo. Tienes una polla maravillosa que quiero dentro de mí a todas horas. Me encanta que me folles con este rabo tan rico!». Yo, por mi parte, continuaba comiéndole el coño a mi mujer consiguiendo que se corriese como una loca dos veces casi seguidas. Totalmente excitado por ello y por lo que José Luis y ella se decían, con mi verga totalmente dura y tiesa, me incorporé y se la metí a mi mujer hasta lo más profundo de su coño, comenzando a follarla con fuerza en esa posición que tantísimo placer nos proporciona a ambos. Ella, al sentirla dentro comenzó a gemir y a gritar diciéndome «¡Así, cari, así. Fóllame así, amor mío. Cómo me gusta que me folles así y te vengas arriba cuando me ves gozar como una buena puta con otra polla, cornudo mío. Dame fuerte y no pares, cari. Métemela hasta dentro, cabrón. Me encanta tu verga, cariño mío. Soy tu puta y tu zorra, la puta y zorra de tu mujer!». Yo la embestía cada vez con más fuerza mientras que ella aceleraba los lametones y la fantástica mamada a la polla de José Luis, que a los pocos minutos le avisó de una inminente corrida soltándole en la boca una abundante cantidad de leche que ella degustó con deleite tragándola por completo. Yo continuaba follándola a cuatro patas y también a los pocos minutos, entre sollozos y jadeos, comencé a correrme dentro de su coño peludo dejándoselo perfectamente regado mientras que ella se corría conmigo al mismo tiempo exhausta de placer.

Tras la gozosa mañana vivida por los tres, nos servimos otro café y procedimos a relajarnos para coger fuerzas y continuar la fiesta durante todo un fin de semana que estuvo repleto de sexo y placer.