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Mi gran cuñado

Mi gran cuñado

Fue mi marido el que insistió en que la fiesta de mi cumpleaños fuera una fiesta de disfraces y que los nuestros, fueran de Caperucita y el de un cazador.

El se encargó de organizarlo todo con la ayuda de nuestros amigos incluyendo, incluso, la elección de nuestros trajes.

Estaba confeccionado en su totalidad con unas finas gasas rojas y blancas, aunque se superponían unas sobre otras por toda mi anatomía, apenas si velaban mis rotundas formas.

Una caperuza con capa completaba mi atuendo exterior.

Mi marido lo arregló a su manera, como de costumbre, comprándome para la ocasión un minúsculo bikini rojo de lacitos que apenas desentonaba con el resto del conjunto, y que ocultaba, al menos en parte, mis encantos.

Digo esto porque la parte inferior de la prenda era un minúsculo tanga rojita, que por delante malamente cubría mi espeso y oscuro vello púbico, y que por detrás se reducía tan sólo a una especie de cordoncito que se introducía entre mis dos medias lunas.

Por suerte tomo frecuentes sesiones de rayos ultravioleta, y el tono moreno que lucía mi cuerpo hacia que mis doradas nalgas desnudas no destacaran demasiado bajo las tenues gasas que lo cubrían.

A diferencia de mis pletóricos y voluminosos senos, a los que los diminutos triángulos superiores del bikini no cubrían ni tan siquiera en una tercera parte, ya que mi poderosa delantera desbordaba la ridícula pieza por todos los lados.

De todas formas me encantaba ser el centro de atención en la mayoría de las fiestas a las que asistía, pues mis generosos atributos, asombrosamente firmes si tenemos en cuenta su gran tamaño, unidos a una esbelta cintura, basándose en régimen y deporte, sin olvidar un trasero bastante respingón, atraen la mirada de los hombres como la miel a las moscas.

Tengo la fama de ser una calienta vergas, con perdón, que tengo entre nuestras amistades masculinas.

Pues nunca he permitido que ellos se apoderen de lo que tanto ansían.

Y cuando alguno, mas osado de lo que sería deseable, a puesto las zarpas en algún sitio donde no debía pronto lo he apartado, con mi mirada o con mis manos; demostrándole, lo más claramente posible, que mi cuerpo solo le pertenece a mi esposo.

Ya iniciada la fiesta, muchos vestían trajes de lo más diversos estilos, panteras, gatos, sacerdotes, vampiros, gacelas y demás, mi cuñado Ángel vestía de hombre-lobo y por ello me invitó a bailar, según me dijo hacíamos pareja con nuestros trajes, cuando estábamos en la mitad de la sala me dijo:

“Te he estado contemplando toda la noche, creo que debo comerte, como en el cuento, ya me he dado cuenta que eres muy hermosa, y suculenta, me he preguntado por qué no me había dado cuenta que existías”.

Esas palabras me llegaron muy adentro y sentí un escalofrío en todo el cuerpo.

Me dijo que, era toda una mujer que hacía despertar los instintos sexuales a cualquier hombre, como le estaba sucediendo a él.

Yo me ruboricé pero me sentí muy halagada; el pensar que los hombres, y especialmente él, se estaban fijando en mí, me provocó un placer inigualable, sentí que un calorcito me bajaba desde la cabeza hasta los pies pasando por mi sexo.

Mientras Ángel me hablaba, no dejaba quieta su mano en mi cintura, empezó a subirla muy suave y lentamente por mi espalda lo cual me estaba produciendo escalofríos, y eso, aunado a su voz suave y melodiosa muy cerca de mi oído me estaba haciendo sentir una excitación enorme, algo que nunca había sentido, yo sentía que mis senos se iban a salir del sujetador, y Ángel se estaba dando cuenta de ello pues con mucho disimulo empezó a mover su pecho en círculos restregándolo contra mis senos.

Como era ya muy tarde, algunos ya estaban un poco bebidos incluyendo a mi esposo y siendo Ángel el último hombre que estaba bailando conmigo mi vals de festejo, pues fue escogido por toda la concurrencia para que me diese el final del baile, ya que era con quien más armonizaba mi traje, pues me llevaba hacia lo más oscuro de la sala y mientras las demás personas se fueron desentendiendo de nuestro baile, quitaron la vista de nosotros y se fueron retirando hacia la sala, por lo que Ángel aprovechó para seguir bajando su mano hasta colocarla sobre mi trasero y empezar a empujarme sobre su sexo.

El placer fue indescriptible cuando sentí su sexo sobre mi entrepierna, era un bulto grande y duro que despertó en mí una gran lujuria, era el despertar de la puta que había dentro de mí.

El vals terminó y nos retiramos hacía la sala, no sin antes tomarme de las manos y decirme al oído:

“Esto hasta ahora empieza, te tengo el mejor regalo de tu cumpleaños, conmigo vas a sentir el placer más grande que te puedas imaginar.

Mi cabeza daba vueltas, me sentía mareada, me senté junto a mi hermano y Ángel se sentó al frente, cuando se sentó no pude apartar la vista de su entrepierna, tenía curiosidad por ver y tocar aquel bulto que me produjo tanto placer en el baile y él lo intuyó pues al sentarse, descaradamente se abrió de piernas y me mostró su bulto en todo su apogeo; yo quedé como hipnotizada y me imaginaba su pene largo y grueso que apuntaba hacía mi, que me miraba y me hacía señas que fuera hasta él y lo tomara con mis manos y lo acariciara.

Al quedar solos, Ángel me brindó otra copa y acercándose a mí me tomó por la cintura y lentamente acercó su boca sensual a mis labios y los besó tiernamente; fui abriendo mi boca muy despacio para dar paso a su lengua que se recreó con la mía un largo rato, sus besos eran tan sensuales que me invadió un sopor y poco a poco fui dejándome hacer por aquella boca que me quemaba.

De pronto, Ángel me llevó hacia el patio, ahí, su boca empezó a recorrer todo mi cuerpo por encima del vestido, primero el cuello, luego los hombros, mis senos, mientras sus manos no se quedaban quietas, empezó a recorrer mi espalda hasta llegar a mi trasero, tomándolo con ambas manos y apretándolo muy sensualmente; mi boca se abría y se cerraba como si me estuviera faltando aire para respirar, dando paso a unos grititos que poco a poco se fueron convirtiendo en gemidos de placer.

Luego, con su boca fue bajando muy despacio las gasas que formaban mi vestido, y al mismo tiempo con su mano derecha me acariciaba las nalgas hasta quedar solamente en ropa interior.

Se apartó de mí y me contempló de pies a cabeza diciendo:

“Qué hermosa eres, tienes un cuerpo espectacular”; mi ropa interior roja resaltaba en mi cuerpo, mis braguitas eran un triángulo en la parte delantera y un hilo que iba desde mi entrepierna y se incrustaba en mis nalgas.

Volvió y se acercó a mí y empecé a bajarle el cierre de su traje de hombre-lobo, dejando libre su pecho, vi sus pectorales anchos y fuertes, instintivamente tomé sus pezones con mis labios y empecé a succionarlos y jalarlos, lo cual le produjo un grito de placer.

Bajé toda su cremallera quedando también en ropa interior.

Seguimos besándonos largamente, sin prisa pero sin pausa, tomó mi cabeza y me fue guiando hacia abajo, e inicié un recorrido por su cuerpo, primero su pecho, luego el ombligo hasta que llegué a su sexo, tomé su truza y lo halé hacia abajo quedando al descubierto su pene, me sorprendió su tamaño y su grosor, nunca me imaginé que esa cosa fuera tan grande, había visto algunas pero esto era distinto.

Lo tomé por los testículos y lo contemplé un rato y él me dijo:

“Ese es tu regalo de cumpleaños, dale un beso y verás cómo se va despertando”.

Acerqué mi boca, pero repentinamente, Ángel tomó su pene y corrió su piel hacia atrás quedando al descubierto una cabeza enorme y roja, coloqué mi boca sobre ella, estaba caliente y me quemaba mis labios, poco a poco los fui abriendo para darle cabida a esa enorme cabeza, empecé a succionar y yo sentía que ese aparato iba creciendo más y más y que no me iba a caber en mi boquita.

Lentamente, inició un mete y saca de su glande en mi boca que hizo estallar mi cabeza de intenso placer.

Me tomó de los hombros, me levantó y me besó, su gran pene erecto me rozaba mi entrepierna lo cual me producía una gran excitación.

Me quitó el sujetador y tomó mis pezones con su boca, casi me desmayo de placer, mi cuerpo se empezó a estremecer, nunca había sentido algo parecido.

Me recostó sobre el pasto, abrió mis piernas, metió su cuerpo en medio de ellas y empezó a recorrer mi cuerpo con su boca hasta llegar a mi pubis, me besó por encima de las bragas y siguió bajando, con su mano corrió el hilo de mis bragas y llegó a mi vagina que se encontraba totalmente empapada.

La contempló y levantando su cabeza me dijo: “Estos son los labios más gruesos y grandes que he visto en mi vida, qué sexo tan rico tienes mi amor, con esto vuelves loco a cualquier hombre”.

Tomó mis labios con su boca y empezó a recorrerlos de arriba abajo, su lengua llegó a mi clítoris y ya no pude más, mi cabeza estalló en mil pedazos y mi primer orgasmo de la noche vino, fue algo inolvidable, mi cuerpo se convulsionó y con mis piernas apretaba la cabeza de Ángel, mis jugos invadieron su cara.

Poco a poco fui saliendo del orgasmo, me quitó mi braguita y la olió durante largo rato, cosa que me excitó muchísimo, se incorporó y volví a tomar su pene con mi boca, la sensación de chupar un pene es algo grandioso, era muy grueso no me cabía en mi mano, pasé mi lengua desde el glande hasta su base, tomé uno a uno sus testículos y me los introduje en mi boca, los gemidos de placer de Ángel no se hicieron esperar.

Me volví a recostar en el asiento y se arrodilló entre mis piernas, volvió a tomar mi clítoris con su boca, le pasaba su lengua por el capullo y lo soltaba, era algo fantástico, su lengua volvió a recorrer todo mi sexo desde el ano hasta la vagina, se recreó un rato en mi ano, su lengua que parecía una daga, hacía círculos alrededor de él, mientras tanto sus dedos jugaban con mi clítoris, lentamente fue introduciendo su dedo anular en mi vagina y a medida que iba entrando lo iba girando en círculo permitiendo que mi entrada se fuera ensanchando, yo no aguantaba más y él se dio cuenta, tomó mis piernas las colocó sobre sus grandes hombros, metió su traje de lobo debajo de mis nalgas y su enorme glande quedó justo en la entrada de mi cuevita.

Empezó a masturbarme con su glande de arriba abajo, pasándolo por mi ano, luego fue introduciéndolo poco a poco en mi vagina, cuando entró el glande inició un mete y saca fabuloso, yo sabía que no iba a aguantar más, mi segundo orgasmo se estaba acercando.

Yo sentía que con cada empuje suyo su enorme miembro entraba más y más dentro de mí y que me estaba desgarrando por dentro, pero el placer era tan intenso que cualquier molestia era soportable.

“Ángel cuñadito, méteme todo tu hermoso pito, ábreme más mi cuevita que quiere disfrutarte a ti, cógeme fuerte, que quiero sentirme tuya”.

Cuando llegó a tope, sentí sus testículos sobre mis nalgas, todo su enorme miembro estaba dentro de mí, arqueé el cuerpo hacía arriba para sentir más la penetración e inició unas embestidas fabulosas que me llevaron hasta el cielo, después de un rato de estar penetrándome me hizo girar de espaldas y desde atrás volvió a introducirse dentro de mí tomándome de la cintura y embistiendo despacio pero firmemente y mi segundo orgasmo se vino a torrentes.

“Ay papacito, mi Ángel, que rico me coges, que bien me siento contigo dentro de mí, dame mas pito”.

Sus embestidas eran cada vez más rápidas, de pronto de un solo golpe sacó todo su sexo de mi vagina, sonando como cuando se destapa una botella de champaña, y se corrió en mi vientre, en mis senos y hasta en mi cara, instintivamente me restregué todo su semen caliente en mi cuerpo, era algo fabuloso.

“Que caliente y rica es tu lechita, Ángel, te amo, bésame papacito”.

Me besó largamente en la boca con ternura, me abracé a él, sus brazos fuertes me arroparon y me dijo al oído:

“Estuviste deliciosa, en todos estos años nunca había visto un sexo tan hermoso como el tuyo, tus labios son grandes y gruesos tienes una vagina estrecha y caliente y tu clítoris es sensacional, grande y pronunciado, pero vas a probar algo que nunca se olvidará, ese será el recuerdo que llevarás de mí para siempre.”

Me tomó de la mano y con una seguridad pasmosa, me acostó de espaldas y me empezó a besar en la nuca, luego la espalda y después mi trasero, me coloqué de rodillas levanté mi trasero y colocó su cabeza entre mis piernas.

Me besó desde la vagina hasta el ano, tomó mi clítoris con sus labios y mientras jugaba con él, mojó su dedo anular con mis jugos vaginales y lo fue introduciendo en mi ano, despacio fue haciendo círculos alrededor de él hasta que mi hoyito se fue acomodando al dedo, la sensación era bestial, estaba lista para correrme otra vez.

Lentamente fue introduciendo su segundo dedo el cual se acomodó rápidamente a mi esfínter, sus movimientos circulares alrededor del ano permitían que éste se fuera ensanchando, me estaba preparando para la mejor enculada de mi vida.

Jamás pensé que mi regalo de cumpleaños llevará sorpresa por dentro.

Tomó su pene erecto, lo untó de saliva y su enorme glande se ubicó en la puerta de mi ano, me tomó de la cintura y embistió fuerte, mi ano se abrió y dio paso a su enorme cabeza, el dolor era intenso pero mucho más grande era el placer.

Rápidamente mi esfínter se tragó su cabeza y él se quedó quieto un rato esperando que mi hoyito se acomodara al intruso, el placer era tan intenso que yo tomé la iniciativa y empecé a moverme hacia delante y hacia atrás ensartándome cada vez más ese tolete de carne, hasta que mi esfínter se lo engulló totalmente, sin darme cuenta había bajado mi mano hasta el clítoris y empecé a masajearlo en círculos hasta que llegó mi tercer orgasmo de la noche, mi cabeza estalló en mil pedazos, me agarré fuerte de sus piernas y me dejé transportar por el placer, aumentado por el chorro de semen que invadió mis entrañas, perdí la noción del tiempo, me fui de bruces sobre el pasto, sintiendo el peso del cuerpo de Ángel en mi espalda, quedándose un rato más dentro de mí, hasta que su miembro perdió su potencia.

Gracias Ángel, cuñadito lindo, ¡¡qué hermoso regalo me has dado!! ¡¡que bien coges!!.

Estoy encantada con lo que me hiciste, te quiero papacito, siempre seré tuya.

Nos besamos entrelazando nuestras lenguas por algunos minutos, acomodamos nuestra ropa y regresamos a la casa. Mi hermana nos dice: ¿dónde andaban?

Casi todos ya se fueron y tu marido se cae de borracho.

Fuimos a mirar la luna y Ángel se convirtió en Lobo feroz, corrí, pero finalmente me alcanzo y me comió,… bueno más o menos, lo cierto es que me caí y tuvo que sobarme mi pie lastimado hasta que casi no tuve dolor y entramos; creo será mejor despidamos a las visitas que quedan; y nos tomaremos los tres una copita más, quiero seguir alegre.

Pero yo… tengo sueño, dijo mi hermana.

No seas aguafiestas, pero en fin, tú, ve y acuéstate y Ángel que me ayude a subir a este borracho, y que me invite una copa y luego subimos a dormir, de acuerdo.

Subimos a mi esposo a mi recamara, mi hermana se metió a la otra, Ángel me tomo en sus brazos y nos besamos, mientras él sobaba mis nalguitas, vamos abajo, para dejar dormir a éstos y me agasajo un rato contigo papacito, le dije.

Puse una música suave le baje el cierre e introduje mi mano para tomar mi objeto de mis placeres, ¿podemos bailar con ustedes preciosos?

Mi panochita y yo los queremos tener junto a nosotras.

Y lo abracé, sentí como su verga se levantaba y medio la introduje en mi vagina, ambos estábamos sin chones, ya que él los había guardado en el jardín como nuestro recuerdo, así que metió sus manos bajo las gasas que cubrían mis nalgas y tomo lo que era suyo, así que con sus manos en mis nalguitas, su verga entre mis labios vaginales, mis brazos rodeando su cuello, le dije: ¡gracias mi rey, mi cuñado, mi papacito, que feliz día de cumpleaños estoy pasando!, unimos nuestras bocas, mi lengua jugaba con la suya, mientras nos movíamos al compás de la música.

Este si era mi baile de festejo, mi baile de nueva mujer, que había probado las delicias del sexo con su cuñado, con mi Ángel, mi reeeeeyyyy.

Oye quieres tu copa.

Si mi rey, pero no la quiero con vino, sino de tu semen de tu rica lechita.
¿Si me das lechita papacito?, por favor, recuerda que es mi cumpleaños.

Tus deseos son órdenes cuñadita, ¿la quieres en vaso o directamente de la botella?

De la hermosa botella que te cargas papacito. Ven Ángel, siéntate en el sillón.

Nos separamos, su verga salió de mi vagina, se recostó en el sillón, mientras yo miraba su erecta verga, que grande y preciosa estaba, la tomé desde sus testículos y la contemplé, quiero tu leche verga hermosa, le dije mientras me acercaba mi boca sobre ella, la base en toda su longitud y en sus testículos, estaba caliente y me quemaba mis labios, poco a poco los fui abriendo para darle cabida nuevamente a esa enorme cabeza, empecé a succionar y yo sentía que su verga dentro de mi boca que crecía más y más y que no me iba a caber en mi boquita.

Lentamente, inició un mete y saca de su glande en mi boca que hizo estallar mi cabeza de intenso placer, la sacaba completamente y después la introducía hasta casi mi garganta, me asfixiaba, pero me acomode y pude tenerla en mi boca finalmente con cierto placer, me recostó en el sillón boca arriba mientras él nuevamente me introducía su verga, prácticamente cogía a mi boca., así estuvo Ángel durante unos minutos, haciéndome llegar a mi cuarto orgasmo de la noche, finalmente me lleno con su semen, el cual ahora si pude tener en mi boca, que calientito se sentía, incluso me pareció una crema deliciosa, la cual saboree en mis labios y con mi lengua, mientras lo pasaba hacia mi garganta, chupe y chupe, sintiendo nuevos disparos de semen de mi cuñado Ángel que me llegaban al fondo de mi garganta, hasta que dejo de disparar, la chupe y limpie finalmente con mi lengua hasta sus huevitos, no dejando ninguna señal, pareciera que su linda verga no había hecho ninguna travesura, ya que las pruebas estaban dentro de mi.

Me llevo a mi recamara, nos despedimos con un beso y al separarnos una sonrisa pícara estaba dibujada en su rostro.

Le lancé un beso y me metí a mi recamara, a tener felices sueños después de haber gozado ese día de un rico y delicioso manjar, mi cuñado Ángel.

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