Encuentro inesperado

Parte I

Hasta hace poco tiempo, yo consideraba la ciudad en donde vivo como una gran urbe donde difícilmente nos conocemos unos a otros, caras nuevas van y vienen a diario sin darnos apenas tiempo para recordar a muchas de las personas con quienes tratamos durante algún tiempo, e incluso resulta algo difícil dada su inmensidad, el pensar en coincidir en un determinado sitio, de manera inesperada con alguna persona.

Sin embargo y pese al supuesto anonimato que una ciudad tan grande y bulliciosa como la mía a veces nos puede brindar, también es cierto que de pronto por azares del destino, uno no debe de confiarse a la buena suerte, pues cosas inesperadas pueden ocurrir al volverse inesperadamente pequeña.

De manera insospechada lo anterior lo constate hace apenas unos cuantos meses en un instante, cuando sin previo aviso y por una simple coincidencia, mi vida se trastorno por completo..

Desde que conocí a Marianne hace más de ocho años, me di cuenta de que aún pese a tener novio y ser ella una linda persona, le gustaba flirtear y coquetear con los hombres cuando salíamos al divertirnos, llegando incluso a mostrarse ocasionalmente provocadora al insinuárseme cuando éste no la veía.

Resultando que al paso del tiempo ella dejó esa relación para convertirnos en novios y casarnos al poco tiempo.

Durante el tiempo que duró nuestro noviazgo, ella disminuyó sus avanzadas sensuales hasta poco tiempo después de habernos comprometido, cuando poco a poco fue volviendo a tomar la misma actitud de «muchachita mal portada».

Y ya unos meses después de casados cuando empezamos a salir por las noches nuevamente, ella se volvió un poco más agresiva en sus jugueteos, sin que yo realmente opusiera mayor restricción al modo en que ella le gustaba divertirse cuando íbamos a algún bar o a bailar, pues finalmente los resultados que yo obtenía de ella por las noches ya en la cama, siempre resultaban más estimulantes si ella antes se había «divertido» con algún «amigo» que se encontraba en el lugar y momento preciso para disfrutar de sus cada vez más atrevidos flirteos.

Así continuamos durante algún tiempo sin yo objetarle nada y poco a poco adentrándome más en el goce de nuestras extrañas naturalezas y sus morbosos coqueteos, que se volvieron la parte casi obligada y prefacio de nuestras más candentes noches de amor.

Y pronto nos encontramos con la idea de que al menos una o dos veces al mes, Marianne llegaría a casa del trabajo para cambiarse sus ropas y seleccionar alguno de sus más atrevidos y casi escándalos atuendos, para salir nuevamente a la calle en búsqueda de algún momento de electrizante sensualidad.

Para estas noches ella escogía algún vestido sumamente escotado y ceñido al cuerpo, de modo que dejara casi adivinar cada rincón de su placentera anatomía o alguna falda que de tan corta mostraba a quien la quisiera ver, casi por completo la totalidad de sus espectaculares piernas y ocultando escasamente la franja oscura de sus medias que en caso de que ella intentara algún movimiento brusco o pasos largos, constantemente quedaban expuestas aunque fuera por tan sólo un instante. .

No mucho tiempo después y debido a dos o tres imprevistos que surgieron en mi trabajo, mismos que me impidieron alcanzar la a la hora y fecha en que nos habíamos citado para vernos en algún bar, fue que comenzamos a planear nuestras salidas como si se tratara del caso de que ella fuera una mujer soltera que en vez de ir conmigo, asistía a los lugares en busca de compañía.

Así las cosas comenzó a ser habitual que ella viniera a casa, se enfundara uno de sus vestidos medias oscuras y zapatos altos., subiera a su auto y luego me llamara para avisarme del lugar donde se encontraría.

Yo por mi parte debía de dar algún tiempo antes de alcanzarla, ya fuera que pasará a dejar mi auto a nuestra casa o quien desde el trabajo consiguiera aventón o algún taxi para no llegan al sitio en dos automóviles y poder regresar juntos a casa.

En la mayoría de los casos cuando yo llegaba al lugar, la encontraba acompañada de algún hombre que se había ofrecido a obsequiarle a algún trago a cambio de poder sentarse a su lado, intentando ligársela.

En vez de acercarme a saludarla, encontraba algún lugar donde sentarme a observarla mientras tomaba algún trago y estaba al pendiente de las acciones que ella y sus acompañantes pudieran tener conforme avanzaba la noche.

Conforme el tiempo pasaba y nosotros continuábamos con aquellas experiencias, mi mujer cada vez les permitía más libertades a los hombres aunque se topaba, siendo el caso de que poco antes de aquella noche en que todo esto ocurrió, ocasionalmente cuando llegaba yo a nuestra cita, la encontré en el estacionamiento de algún bar, permitiendo a algún desconocido palpar su cuerpo y juguetear con sus senos.

Mientras que yo un tanto sorprendido sólo atinaba a permanecer cerca de donde ella se encontraba por sí acaso el individuo quisiera llevar las cosas demasiado lejos.

En una ocasión en que la seguí ella fue por su acompañante a un vehículo estacionado justo a lado de la mini van de Marianne, la cual con mi llave extra abrí sin ser notados por ellos en, pudiendo así tener un excelente puesto de observación, que se convirtió en una excelente guarida desde donde pude ver a mi mujer en el asiento trasero de aquel carro, con la cabeza recostada en el regazo de aquel tipo, con sus ojos cerrados y los labios entreabiertos mientras le ofrecía a él casi el uso irrestricto de su cuerpo, permitiendo que le subiera la falda hasta por la cintura y dejará al descubierto sus diminutos panties blancos que de inmediato fueron cubiertos por sus manos que acariciaban su intimidad sobre la tela de los mismos.

Instantes después vi como él separaba sus piernas para dejar aún más expuestas las partes privadas de mi mujer y poder así hurgar más adentro y jugando con sus dedos a empujarlos sobre la entrepierna de sus pantaletas para pronto hacerlas lucir empapadas con sus jugos y permitirle después apartar a un lado la delicada frontera de tela que protegía su preciado tesoro y la defendía de aquellos dedos extraños su palpitante feminidad, dejándole introducirlos en su intimidad, para después extraerlos ya embarrados por ella., mientras que yo observaba sus labios apartarse un poco más, emitiendo un gemido apenas perceptible tras los cristales.

Aquella misma noche ya en casa y un tanto inquieto tras el espectáculo que había yo observado, me acerqué hacia ella y tras besarla, corrí mis manos bajo su falda hasta llegar hasta a encontrar entre sus muslos una gran humedad, que mientras más me acercaba con mi mano a su centro de placer, se convertía en una invitante y resbalosa sustancia que cubría por completo su tierna piel hasta llegar a la tela de sus pantaletas que se encontraban ensopadas por completo y haciéndola sentir ante mi como la mujer más deseable del mundo., a quien yo presa de la lujuria, de inmediato me arrodille a besar y saborear con mi lengua hasta hacerla explotar y derramarse sobre mi, al llegar a experimentar lo que sin duda era abrumador orgasmo.

Finalmente llegamos a la siguiente ocasión cuando la encontré bailando pegada al cuerpo de un gran hombre que se mostraba particularmente «agresivo» y mantenía todo el tiempo sus manos sobre el cuerpo de Marianne, tomándola por la cintura mientras bailaban y dejándolas resbalar por sus caderas., llegando incluso a acariciar sus nalgas por sobre la tela del vestido.

Y no fue si no hasta el momento en que dejaron de bailar, cuando al dirigirse hacia su mesa, yo pude distinguir más claramente que aquella enorme figura era la del socio de mi jefe a quien había yo visto recientemente durante una comida.

Y quien tal y como yo ahora no podía constatar, tenía una bien ganada fama de mujeriego sin molestarle en lo más mínimo andar enamorando y llevándose a la cama a las novias y esposas de sus conocidos o empleados.

Sobresaltado y confundido no atiné a saber qué hacer, pues si bien era cierto que anteriormente ya había yo visto a algún otro hombre acariciar de manera tan íntima a mi mujer, todos ellos habían sido absolutos desconocidos a quienes no habíamos vuelto a encontrarnos.

Sin embargo en esta ocasión las implicaciones de lo que pudiera ocurrir resultaban por demás problemáticas, dado que para esas alturas de la noche él ya había tocado de manera tan morbosa la redondeces del trasero de mi mujer y mientras yo me encontraba sentado observándolos, una de sus manos jugaban sobre las medias que cubrían sus muslos, llegando incluso a adentrarse en poco más allá del doble adición de su falda.

Y pensaba yo que en caso de presentarme ya en ese momento, simplemente me ocasionaría un nuevo de status de bobo dentro del empresa, pues seguramente para el mismo lunes mi jefe lo sabría y después de ello sería yo motivo de la plática en los pasillos.

En caso de no aparecérmeles enfrente, pensaba yo, tal vez no correría yo tal suerte pues para aquel tipo, seguramente mi mujer solamente habría sido una más de las que le presentaba su buena fortuna., teniendo yo tan sólo que cuidarme de no ser visto en ese lugar y posteriormente tener cautela de no asistir a ninguna reunión de la oficina donde pudiera encontrarse el socio de mi jefe.

Decidí dejar la situación en manos de la suerte y aunque en repetidas ocasiones traté de llamar la atención de Marianne sin que se diera cuenta su acompañante, ella nunca tuvo el tiempo de alcanzar a notarme gesticular que parara sus avances (posteriormente me enteré de que antes de que yo llegara y durante la mayor parte de la noche, él la había estado toqueteándola por debajo de su falda, sin serle necesario siquiera esperarse a llevarla a su carro que se encontraba aparcado fuera del establecimiento.

Después de verlos consumir una copa más, observé cómo se paraban de la mesa y con una mano sobre el trasero de mi mujer, él la conducía hacia el estacionamiento.

Ya en la puerta un hombre se les acercó y por un instante se detuvieron a hablar con el antes de continuar su camino y que el sujeto se dirigiera hacia el gerente de lugar a pagar.

Yo por mi parte y entendiendo que seguramente aquel otro hombre era el chofer o guardaespaldas del socio de mi jefe me apresuré a pagar dejando sobre la mesa un billete que cubría el importe de mi bebida y la propina del mesero., y en cuanto pude localicé a Marianne caminando con el hombre dirigiéndose hacia un Jaguar tipo limousine

que se encontraba en un rincón del estacionamiento, aparcado cerca de un árbol y lejos de donde ella había dejado su camioneta. En tanto que ellos acababan de caminar hacia el vehículo yo subí a la mini van de mi mujer y en cuanto a los nervios me lo permitieron la eché a andar para acercarme lo más que pudiera al automóvil sin despertar sospecha alguna.

Afortunada o desafortunadamente para mí, pasé desapercibido y pude colocar la camioneta en sentido contrario al vehículo muy cerca del árbol y del mismo.

En cuanto apagué el motor y me pasé a uno de los asientos traseros, pude notar que quizás debido al clima y la temperatura en el interior del Jaguar, los vidrios ya se mostraban bastante empañados, dificultándome la visión.

No obstante lo cual pude notar que en vez de haberla llevado al asiento trasero del lujoso auto, él había preferido sentarla a su lado en el asiento izquierdo del acompañante., aunque más que permitirle sentarse, había recostado todo el sillón y la tenía con al menos una de sus dos piernas levantadas y sus zapatos de tacón apoyados sobre el tablero.

Por el modo en que ella se movía y aunque mi dificultad para ver era grande, por el modo en que Marianne se movía, pude suponer que este hombre había ido más allá de lo que a los otros les había permitido y seguramente estaba usando su lengua para incitarla.

Aún más nervioso de lo que yo me encontraba me puso el hecho de descubrir dentro de mis pantalones una incómoda y tirantes producto de mi innegable excitación.

Por lo que aprovechando lo he empañado de sus cristales y notando que el otro tipo no regresaba, decidí aventurarme un poco más, para bajar de la camioneta y tratar de acercarme a ver más de cerca y tratar de escuchar algo de lo que en aquel auto ocurría entre mi mujer y su acompañante, quienes ni remotamente se imaginaban que a unos cuantos pasos de donde ellos se encontraban en tan romántica y sensual escena, yo me encontraba presenciándolo todo.

Desde donde yo me situé, pude alcanzar a distinguir algunos gemidos y la respiración agitada de mi esposa quien parecía encontrarse muy cerca de culminar su excitación, precipitándose a lo que sin duda alguna sería un sobrecogedor orgasmo de placer.

De pronto un movimiento de las piernas de mi mujer despejó una porción del empañado vidrio y alcance a distinguir el cuerpo del hombre moviéndose para intentar situarse entre sus muslos, en tanto que su boca permanecía prendida a uno de sus senos que había hecho saltar sobre la media copa del brassiere de Marianne, que ahora él había descubierto ante sus ojos al desabrochar sus botones y abrir de par en par ambos lados de su blusa.

Sobresaltado y presa de un creciente morbo, sólo pude sentir mi erección que cada vez se apretujaba más dentro de mi ajustado pantalón.

Y era por esta tremenda excitación al ver a mi querida mujer gozando a manos de otro hombre y ofreciéndosele, que al encontrarme yo tan turbado, que simplemente no me daba cuenta de lo cerca que él se encontraba de intentar tomarla y poseerla allí mismo en el asiento de su lujoso automóvil.

Y no fue si no hasta un instante más tarde cuando con su brazo apartó el vapor de otra área del vidrio, cuando me di cuenta que por un momento había dejado de tocarla y se disponía al desabrochar su cinturón.

Indudablemente en ese mismo instante en Marianne se percató de las finales de intenciones que él tenía para con ella y comenzó a detenerlo con sus manos para apartarlo y hacerlo quitarse de encima de su cuerpo, pero como era de suponerse su mayor peso y fuerza le hacían casi imposible siquiera el detenerle sus brazos y evitar que él dispusiera de su cuerpo como mejor le pareciera.

Por un momento y sin verse otra salida como no fuera la de armar un escándalo y descubrir mi presidencia en el lugar y revelar la identidad de la mujer a la que él había estado manoseando a placer, sin que hasta ese momento ella hubiera puesto reparo alguno o tenido intención de detener, haciéndole llegar a suponer que tampoco tendría impedimento alguno para dejar que la fornicara.

Pero justo cuando pensaba en que tendría que abrir la portezuela y sacar de allí a mi esposa; alcance a distinguir su que pese a lo violenta que me pareciera la escena, ella no mostraba del todo deseos de ser rescatada y si en cambio parecía continuar gozando la situación en que se encontraba.

Así pues me quede petrificado y contuve el aliento cuando después de echarse hacia atrás, él descendió sobre el cuerpo de mi mujer, penetrándola por primera vez. … «Auuughhh Ooohhhgg»… la escuché emitir unos ligeros quejidos, mientras que él entre que gruñía y suspiraba.

Después lo vi separarse nuevamente para intentar descender sobre su cuerpo, intentando únicamente que su propio peso fuera el que le ayudará a abrirse camino entre las piernas de Marianne que suspiró una vez más … «Oooughh, Aaahhhhhhi ., es grandeeee, muy grande!!!., no me cabe., pooor faaavor tehhhhh — hennnn cuidadoooooohhhh !!!»

… «Por Dios mujer!!! Pero si estas toda empapada y ni aún así entra»… Exclamó él … «Pero que no dijiste que eras casada y con un niño??»… Preguntó él en un tono como de risa al notar el contorsionado gesto de anticipado placer que se dibujaba en el rostro de Marianne.

«Ssshhh., cállese poooor-fffavooorrr y métalo yhhaaahhh!!! que mi marido podría llegar en cualquier momento y encontrarnos!!!»… contestó apresuradamente mi esposa, tentándolo no detenerse si no al contrario, para que continuara el asalto a su intimidad.

… «Pues ayúdame entonces si no quieres que el muy bestia llegue y encuentre aquí ensartada a su mujercita»… gruño aquel.

…» Oohhhh nooohhhh – ahhhhhh ssssiii!!!! «… alcance a oir el largo y placentero gemido que de boca de mi mujer surgió al momento de que finalmente había logrado su cometido de acomodar en su interior a aquel hombre.

.. «Así mami, tómala toda hasta los huevos!!!»… Casi en tono de insultó le gritaba él …»Por Dios, que rica te sientes con mi verga toda clavada; te siento como si me la quisieras ordeñar!!!»… terminó el indecente y morboso comentario refiriéndose a las reacciones involuntarias que su masculinidad provocaba en el cuerpo ansioso de mi mujer.

… «Sssssiiii, Pooorr Favooooorrrr siga, Noooo se detengahhhh!!!!»… Continuaban los casi histéricos maullidos de gata en celo que mi mujer emitía.

…» No chula, ya me paraste la verga y ahora aunque llegara tu marido o alguien más importante, yo no me paro hasta no dejarte bien empapado con mi leche tu hoyito»… Fue el siguiente y sumamente procáz comentario que gruño él.

…»Noooo, nooohh, por favor e – eso noooo!!., tiene que salirse antes, de que… yooohh no estoy tomando nadaahhhh» … fue la inesperada respuesta de Marianne.

…»Grffffhhh, Jahh jahhhh-. No me digas que a una mujer como tú, su marido la deja salir de casa vestida así y sin protegerse de que vaya a quedarle preñada o agarrar alguna enfermedad»… Soltó entre jadeos y risas el hiriente comentario y luego añadió la pregunta …»O que???, me vas a decir que él ya no puede y tú quieres un hermanito para su hijo?».

Yo apenas podía contener mi asombro ante lo mal que de pronto las cosas estaban pareciéndome, pues la actitud de aquel tipo fuera o no jefe mío o socio de mi jefe, me pareciera sumamente vulgar por no decir que grotesca pero aún más me sorprendía la manera en que mi mujer recibía los insultantes comentarios sin reprochar uno solo de los mismos, como no fuera el de su temor de resultar embarazada.

Y en cambio ahora yo la veía cerrar sus piernas alrededor de la espalda del hombre, para azuzarlo a seguir fornicandola.

«Grrrooofffggghhh, Ooorgghhhh… Siento como me lo aprietas todo y quiero clavártelo entero hasta el fondo para que te vengas como una perra en celo»… siguió su asalto verbal ante el abandono total de mi linda y hasta esa noche, respetada esposa …»Dímelo Zorra!!!., dime que eres una cualquiera con ganas de que se la monte el primer tío que pase por la calle, para así satisfacerte con una verga más grande que la que tu marido te ofrece en casa!!!»… dijo él mientras continuaba gozándosela.

… «Ohhhh Sssssííí, siiihhhh., si lo soy pero por favor no pare nunca, déjeme tenerlo así., lo siento hasta adentro ooouuhhhggg co-moooo nuncaaaahhh ¡!!!»…

… » Eso es!!!., dímelo putita mía, dime como la sientes; alguna vez tu marido te la ha clavado tan adentro???»… Alcancé a oírle preguntar y luego recalcar … «dime si te coge tan rico como yo o si la tiene tan grande como la mía»…

… «Nooo, no; nunca tan grandeeeeehh ni tan ricooooo!!!»… contestó entre sollozos Marianne, agitando de un lado al otro su cabeza mientras respondía y se concentraba en recibir todo el placer de aquel hombre ponía a su disposición.

En eso estaba yo, estupefacto sin aún poder asimilar la insospechada actitud que mi esposa era capaz de tomar al llegar a sentirse tan excitada como se veía en ese instante, intoxicada de placer como nunca antes la había visto yo ponerse.

Cuando de pronto sentí unas pisadas sobre la grava del estacionamiento, que al acercarse hacia donde nos encontrábamos, aceleraban su paso.

Dándome apenas tiempo para apartar la mirada del automóvil donde se encontraba mi mujer recostada sobre el asiento y recibiendo los poderosos embates del socio de mi jefe, alcance a reaccionar para en darme cuenta de que se trataba del chofer que al verme parado al lado del coche de su patrón, apresuraba el paso para ir a mi encuentro.

De inmediato y temiendo ser descubierto del todo, corrí hacia la camioneta y echándola a andar pisé el acelerador para de manera precipitada abandonar el lugar dejando a mi esposa dentro de aquel auto, recibiendo lo que parecía ser la cogida de su vida y entregándose por completo a aquel hombre.

Parte II

Ya en casa traté de calmarme mientras intentaba acomodar mis ideas que se agolpaban y se entremezclaban con las imágenes vividas hacía apenas media hora.

Razón por la cual en ese momento resultaba casi imposible para mí atinar a decidir que hacer o en que manera actuar cuando ella regresara después de haber estado con él.

La lucha entre mi ego, excitación e inseguridad, eran enormes.

» Debía yo de decirle lo que había visto ???., podría yo actuar como si nada, después de haberla visto gozar y abandonarse a sus instintos de mujer ardiente ???, que pasaría conmigo y nuestra relación??. Y finalmente, podría yo confiar en ella de ahora en adelante, sabiendo que era capaz de permitir a otros hombres ,»tener» lo que supuestamente estaba reservado exclusivamente para mi ???»….

Absorto en mis tribulaciones, me pareció que habían pasado horas, cuando apenas unos tres cuartos de hora más tarde escuche el ruido de un auto al detenerse frente a nuestra casa y yo, víctima de los nervios, intentaba hacer el acopio de valor necesario para esperar a que ella entrara; en vez de escabullirme hasta la habitación y metiéndome a las sábanas fingirme dormido.

Cuando finalmente la escuche cerrar la puerta, aun me encontraba yo parado junto a la escalera y observe como ella con pasos un tanto tambaleantes, se aproximó hasta donde yo me encontraba.

Y al observarla detenidamente caminar, pensé que aunque no hubiera yo estado ahí presenciando la escena justo al lado del sito donde ella se entregara sin condición alguna, salvo la posibilidad de permitirle embarazarla, a aquel hombre, por el simple aspecto de su peinado y desarreglo de sus ropas., fácilmente hubiera podido adivinar que ella había estado con otro hombre y dejado que la poseyera.

Su blusa venía abierta casi de par en par y sus pechos lucían desacomodados dentro del ajustado brassiere que dejaba asomar sobre sus bordes, uno de sus pezones que aparecía aún algo marcado, como cubierto de saliva o alguna sustancia similar.

Más abajo, brincando la cintura de su falda que aunque de cualquier manera era algo pequeña, ahora permanecía trepada por sus muslos, dejando ver buena parte de sus piernas, hasta llegar bien arriba justo hasta donde terminaban las oscuras bandas elásticas de sus medias y comenzaba a mostrarse la trémula superficie de sus muslos y suave piel de sus caras internas., que aparecían como cubiertas o untadas con algún fluido que daba la impresión de ir resbalando desde su entrepierna hasta llegar a detenerse sobre sus medias.

Llegó y se me acercó sin decir palabra alguna, para permanecer callados por algún tiempo sin querer tener que hablar.

Yo la tome entre mis brazos y acercándola a mi rodee con ellos su cintura por un instante mientras que con mis labios besaba su mejilla.

Un momento después, una de mis manos descendió por su cintura hasta situarse sobre sus nalgas., al tiempo que ella sin apartarse de mi, me murmuró al oido … «Me lo pidió y no supe decir que no., me hizo suya»…

Yo aunque había sido mudo testigo de su caída, sentí recorrerme por completo un nuevo escalofrío al escuchar su lacónica pero contundente confesión y cuando pude volver a respirar con calma, le contesté que lo sabía… «lo vi pero no se… «Dije para luego por no sé que razón, hacer una pregunta de la cual ya sabía de antemano la respuesta. … «Te gustó??»…

Ella no tuvo que contestarme con palabras, y con el simple suspiro que dió al sentir mi mano que alzaba aún más el dobladillo de su falda para acercarme a su impregnada intimidad, bastó para hacerme saber que en realidad lo había disfrutado como nunca antes y que en ese momento aún cuando se encontraba conmigo, sus pensamientos y emociones se encontraban todavía en otro lado a varios kilómetros de distancia.

Yo ensopé mis dedos con lo que parecían ser los restos de sus jugos vaginales, extrañándome al notar la total ausencia de su prenda más íntima, que supuse había olvidado volverse a poner después de haber concluido el inesperado apareamiento., por lo que le pregunté … «olvidaste ponértelos???., o estaban demasiado empapados para usarlos ??., donde dejaste las pantaletas??»…

Luego antes de que ella pudiera contestar yo comenté … «Mira nada más como vuelves a casa, nunca te había sentido tan empapada; que te pasó?; dime como fue»…

Tras una breve pausa, ella respiró profundo y me contestó …»Me pidió que lo viera más tarde, si tú me dejabas ir a su hotel y me pidió que le entregara mis panties por si acaso no volvía y así tenerlos de recuerdo»…

Ante su respuesta yo sólo pude tragar saliva en tanto que comenzaba nuevamente a sentir palpitar mi órgano sexual al momento de escuchar su respuesta y percibir una pesada sustancia que escurriendo de su femenina cavidad, ahora comenzaba a cubrir y resbalaba por mis dedos.

… «Eso que estás tocando es «suyo»., lo dejó dentro de mi, y me dijo que así le parecía más sexy mandarme de vuelta, escurriéndome de «él» mientras entraba a casa!!!»… Soltó Maríanne el lúbrico comentario que me hizo sentir girar la cabeza como si flotara en el aire fuera de mi., y luego añadió … «Aunque yo le dije que no estaba usando ninguna protección él no quiso terminar afuera y preguntó si tu estarías en casa esperándome»…

Todo aquello había sido ya demasiado para mi y sin siquiera darme cuenta, de pronto estallé por completo, chorreándome dentro de mis calzoncillos.

Un rato después, de permanecía recostado sobre el sofá del cuarto de televisión cuando cerca de mi sonó el timbre del teléfono de mi mujer apresurándose a contestarlo.

Y no bien había ella comenzado a hablar cuando buscando mayor privacía, salió de la habitación dejándome a solas.

Entre cinco y diez minutos más tarde ella regreso tratando de aparentar una tranquilidad que por ninguna lado se le veía y tras bobear por unos instantes se sentó junto a mi.

El momento era tan intenso que a mi me zumbaban los oídos, en anticipación a la pregunta que tanto temía que me fuera a hacer y a ella por su parte en más de dos ocasiones la sorprendí tratando de articular palabras, pero sin saber por donde comenzar; hasta que finalmente se aventuró.

… «Quedó en que pasarían por mi alrededor de las 2:30 de la mañana si es que tú me lo permitías y yo quería volver a estar con él»… y luego de que ella aclaró la situación, jaló un poco de aire y con un tono entre preocupado y ansioso preguntó … «Son casi las dos y no se., estaría muy mal si lo vuelvo a ver?»

Fue entonces cuando yo le confesé a ella que en realidad todos los sucesos de la noche se nos habían escapado de las manos y que aunque no le reprochaba por haberse dejado seducir, yo tenía muchos nervios por lo que pudiera ocurrir si «él» se llegaba a dar cuenta de quien era la mujer con la que él se había topado.

… «Me hizo darle las pantaletas que llevaba puestas para quedárselas en caso de que yo no regresara, y son las que usé cuando nos casamos»… argumento como pretexto Maríanne para intentar con ello explicar su conducta y ansiedad por salir a su encuentro; haciéndome notar que aunque ella se quedara a mi lado en ese momento., la puerta que esa noche sé había abierto, no sería posible cerrarla y sin importar como ni cuando, a partir de entonces ella no volvería a serme fiel.

… «Esta bien, que te puedo yo decir, ya no eres una chiquita y sabes que no me agrada el modo en que te dejaste tratar por ese tipo, pero creo que a estas alturas ya no tiene mucho caso hablar. Tan sólo dime por qué él y no esperas a que escojamos a otra persona?»

… » No mi vida, tu sabes que te quiero y tu y «X-cito» son lo más importante para mi., pero no creo que quieras saber más sobre él» … Contesto ella con voz temblorosa

… » Tan sólo dime una cosa «… Pedí y luego pregunté … » Que tiene de especial él., tanto así como para que valga la pena aguantar todas las marranadas con que te estuvo insultando??»…

… » Por favor mi vida, no me hagas decir más»… ella me contestó

… «Anda , dilo, que acaso es mejor que yo., lo tiene mas grande que el mio el viejo ese???»

… » De verdad no creo que quieras oírlo, basta ya!!!» volvió a contestar , pero como todo el que busca encuentra, yo insistí en que me dijera.

… » Pues si, todo en el fue diferente., por favor no me lo tomes a mal, pero él despertó la golfa que yo siempre he llevado dentro y que nunca seré para ti., sabes que te quiero y tu siempre me has respetado, pero con el fue distinto, él no me ama, tan sólo me desea y con él por primera vez supe lo que es sentir una verdadera verga que me puso a temblar nada más de vérsela!!!» Vino la atronadora revelación, pero luego siguió peor.

… » Dios Mío., es enorme y me la puso en sitios que ni siquiera yo sabía que pudieran sentirse tan rico., me tenia derramándome sobre ella cada vez que me la dejaba resbalar hasta el tope y no quería yo que me la sacara nunca» decía y luego añadió … » Contigo he sabido lo que es hacer el amor, pero con él supe lo que es ser poseída por completo»

… » P-pero» iba yo a tratar de decir algo cuando ella siguió.

… «Entiéndelo mi cielo, a ti te quiero pero él me hizo desearlo y no quiero perder esa única oportunidad que tengo en la vida para gozar y ser gozada. Cuando se vino dentro de mí , me hizo sentir su hembra de verdad y me dijo que en ese momento al aceptar que me bañara por dentro., me estaba marcando para siempre como una de sus «favoritas de confianza»

Ya ante aquellas avasalladoras declaraciones que yo mismo me había buscado y que me hicieron recapacitar en la conveniencia que a veces tiene el no preguntar uno cosas de las que no quiere enterarse, termine por aceptar el amor que ella me pudiera dar y agradecer el tener a mi lado a tan honesta mujer que bien había aprendido en una sola noche a separar, el deseo y el sexo del amor y la familia.

Lamentablemente no todas las cosas han ido bien desde entonces y algunas personas de la oficina se han enterado de lo ocurrido a partir de aquella noche., y es que desde esa misma noche y durante los siguientes siete días que estuvo en aquella ocasión, el socio de mi jefe comenzó a pasear con Marianne y llevarla a algunas reuniones de trabajo donde él constantemente les hablaba a los demás sobre lo excelente que le había resultado ella para la cama e incluso los animaba a bailar y «juguetear» con ella.

Regresando Marianne ya muy tarde por la noche o temprano por la mañana, apenas con tiempo para llevar al niño al colegio y dormir un rato tras de reportarse enferma a su trabajo.

Después de aquella ocasión, el decidió empezar a obsequiarle costosas joyas, además de comprarle varios juegos de las más tentadoras prendas intimas que hacen lucir aún más su cuerpo bajo los ajustados vestidos y cada día mas cortas faldas y casi descarados escotes que ahora ella gusta usar cada vez que él pasa a recogerla para llevarla a presumir con sus amigos.

Lo cierto es que desde entonces, yo cada vez he tenido más trabajo y mis salidas fuera de la ciudad han aumentado considerablemente y tan sólo se que cada vez que el visita la ciudad, Marianne pide uno o dos días en el trabajo, para convertirse en su «dama» de compañía y lo acompaña a sus cenas desayunos o banquetes, regresando a casa húmeda y bien usada.

Y apenas recientemente , me acabo de enterar que hace unas semanas «él» le compro a mi mujer todo un ajuar de novia (Sola excepción del vestido blanco).,que mi esposa usó junto con las medias, guantes y velo blanco, para acompañarlos a celebrar junto con mi jefe y otros dos amigos, la despedida de soltero de uno de sus sobrinos que también trabaja en la oficina.

Pero esa en si es totalmente otra historia por completo y quizás, no se, si acaso les interesa, podría dedicar otra ocasión para contárselas si mi amigo me lo permite y me ayuda a hacerlo.