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Como cambian las cosas

Este relato tiene muchas semejanzas con algunos otros que he leído, quizás la diferencia sé que este si es real.

Estoy casado desde hace 10 años y mi esposa se llama Lorena.

Ella sin ser un monumento, es una mujer que cuando se arregla, llama la atención de cualquier hombre que sepa apreciar un cuerpo verdaderamente hermoso.

Después de los dos partos en los que trajo al mundo a mis dos queridos hijos, se ha mantenido en forma con muchos sacrificios y con la ayuda de una cirugía en el abdomen.

Nuestra relación ha sido muy buena, aunque hemos tenido los altibajos normales de pareja.

Las principales dificultades las tuvimos por problemas de celos míos que llegaron a ser prácticamente enfermizos.

Esta situación, se volvió tan intolerable, que fue necesario prometerle a Lorena que me atendería profesionalmente.

Las sesiones con mi psicóloga, realmente me ayudaron bastante, a tal grado que mis celos se transformaron poco a poco en un nuevo e inexplicable deseo de compartir a mi mujer.

Es algo misterioso pero real.

Creo que la inteligencia del ser humano es tan complicada que la verdad, ocuparíamos mucho espacio para tratar de entender lo que me sucedió, pero de lo que si estoy seguro es de que no soy ni el primero ni el último en experimentar este tipo de sentimientos y deseos.

El caso es que al darme cuenta de lo que me sucedía, pensé que no sería muy adecuado comentarlo con Lorena, ya que conociéndola, seguramente pensaría que me estoy volviendo loco.

Realmente los únicos cambios que ella experimento en mi de inmediato, fue que ya no le hacía escenas de celos y que le renové su guardarropa. Le compre sobre todo, faldas cortas, vestidos escotados y entallados, bikinis y lencería muy sexy.

Después de leer las historias que mandan a esta página, me siento obligado a contar lo que hace unas semanas me sucedió.

Resulta que estando en Vallarta, festejando nuestro aniversario de bodas, tomábamos el sol en la playa cuando vi que en los asoleaderos de al lado, estaba Javier, un amigo al que hacía mucho tiempo no veía y que por cierto, para Lorena siempre fue una persona non grata.

Decía que no le gustaba como la miraba y que era muy confianzudo. No estaba seguro de que fuera él ya que cuando lo deje de ver estaba muy esbelto. Dude tanto que le pregunte a Lorena si era él.

Cuando se lo señale vi claramente como casi se le caía la baba, y es que ahora lucía un cuerpo sumamente musculoso y perfectamente bronceado. Se quedó callada un momento con la misma incredulidad que yo y después de tragar saliva me dijo que si era él. Le dije que en un momento regresaba, que lo iba a saludar.

Le di un fuerte abrazo y lo felicite por su nueva imagen.

Platicamos un momento, me dijo que estaban hospedados ahí mismo y que venían con una pareja de amigos de ellos y que su esposa Martha estaba en ese momento con ellos en el restaurante del hotel. Lo invite a tomar una cerveza en los asolederos donde estaba mi esposa y acepto. Cuando Lorena lo saludo pude ver como lo miraba de arriba abajo y es que de verdad tiene un cuerpo de llamar la atención, incluso los hombres que pasaban por ahí lo miraban, aun estando mi esposa en bikini y con su cuerpo perfectamente proporcionado, lo miraban a él.

Estábamos en la segunda cerveza, cuando llegaron Martha y la pareja de amigos de ellos.

Acercamos más sillas y asoleadaros y seguimos platicando.

Después de un rato cambiamos las cervezas por algo más fuerte, Javier, su Amigo Saúl y yo tomamos ron y las mujeres piñas coladas.

Durante esas horas el alcohol empezó a hacer efecto y entre las bromas y los chistes, Javier abrazo un par de veces a Lorena, y a diferencia de otras ocasiones, ahora no se notaba disgustada con la compañía de él. Ya nos habíamos puesto ropa sobre los trajes de baño, porque eran las ocho de la noche.

Los amigos de ellos se despidieron, porque querían arreglarse para salir a cenar y Martha se retiró también.

Nosotros nos fuimos con Javier al lobby y seguimos de ambiente platicando y tomando. Como a las diez, yo ya estaba un poco cansado y muy tomado y les dije que sería bueno ir a descansar. Javier me dijo que no fuera aguafiestas, que nos diéramos un baño y nos fuéramos a la disco del hotel.

Lorena le dijo que no acostumbrábamos ir a la disco porque a mí no me gustaba bailar. Javier le contesto que si ese era el problema, en la sacaría a bailar. Lorena se quedó callada y yo sentí como la sangre se bajaba.

Yo solo conteste que lo que Lorena decidiera estaba bien. Ella dijo que nos veíamos a las doce en la disco, a lo que le contesto que no le fuéramos a fallar. Después de bañarme me recosté un poco, para ver si se me bajaba lo tomado, mientras Lorena se terminaba de arreglar.

No se por qué pero se esmeró tanto en su arreglo, que la verdad se veía increíble. Traía un vestido de tirantitos, corto, entallado y sin brasier. Llegamos puntualmente a la disco y de inmediato observe, como Lorena lo buscaba por todo el lugar.

Como a eso de la una, le dije que mejor nos retiráramos, que Javier estaba tomado y que tal vez quería descansar. Ella me dijo que solamente esperáramos un poco más. Al poco rato, Lorena me hizo la seña de que Javier estaba entrando al lugar.

Lo raro es que venía solo. Le hice señas con la mano, pero la que logro realmente que nos viera, fue Lorena que prácticamente se subió al banquito y movía ambas manos. Cuando se sentó le pregunte por Martha y sus amigos y me contesto que no habían querido ir, pero que no había problema, que al fin y al cabo su pareja era Lorena.

Y vaya que lo era, prácticamente no paraban de bailar. Y yo como estúpido viendo a mi esposa disfrutando con el tipo que antes le caía mal. Solamente se sentaban cuando la sed les exigía un trago de vino. Cuando empezó la música que requería bailar pegados, supuse que se sentarían, pero solamente vi que algo se decían al oído y Lorena volteo conmigo como pidiendo autorización.

Yo no podía hacer un papelito, además que la música era algo movida y solamente le hice la seña de que siguieran. Luego empezaron las baladas, pensé que bailaría conmigo, ya que es lo único que si me gusta bailar, pero me equivoque. Ahí de nuevo se me fue la sangre para abajo al ver que ahora ni me pedía autorización y seguía bailando. Como yo no estaba bailando, ya para esos momentos me sentía bastante tomado, pero puedo recordar que sus cuerpos se frotaban sensualmente.

Después de eso, empezó de nuevo la música movida y se sentaron.

Terminaron su vino y yo comente que ya era tarde, que pidiéramos la cuenta. Javier comento que me veía muy tomado y que mejor nos acompañaba nuestra suite. En el camino a la suite, solamente pensaba en lo excitante que había sido ver a Lorena bailando con Javier y como estaba tan tomado, cometí la tontería de comentarlo con ellos.

Ellos solamente se reían y me decían que estaba borracho. Recuerdo que en el espejo del elevador, pude ver que la mano de Javier tocaba un poco más abajo de la cintura de Lorena y ella no decía nada. Al llegar a la suite, le di las gracias a Javier y le pregunte si quería tomar una última copa con nosotros y por supuesto que acepto. Javier abrió el refrigerador, saco refrescos y vino y nos sirvió a los tres.

No quiero inventar como sucedieron las cosas, pero lo que recuerdo es que al poco rato me empecé a quedar dormido.

No se cuánto tiempo paso, pero en un momento desperté, por que deje de escuchar sus voces. Como pude me levante sin hacer ruido y me fui arrastrando por la alfombra para la recamara.

Al irme acercando, empecé a escuchar los jadeos de Lorena.

La puerta estaba casi cerrada, pero con un ojo pude ver perfectamente cómo se besaban.

Lorena metía sus dos manos bajo la camisa de Javier y le acariciaba el pecho, mientras él le había subido el vestido a la altura de las nalgas y se las frotaba.

Luego él le movió la tanguita y le metió dos dedos y Lorena se retorcía. Se desvistieron rápidamente, Javier se sentó en la cama y Lorena al ver la gran verga de Javier no se pudo contener y se agacho, el tomo con las dos manos y la sobaba y luego se la empezó a mamar.

Yo escuchaba la respiración agitada de los dos y a pesar del pedo que traía, se me empezó a parar de ver a Lorena tan excitada, chupándole la verga a otro cabrón y que tamaño de verga. En muy poco tiempo después, Lorena se subió a la cama y Javier se acostó boca arriba y Lorena se acomodó sobre su verga y se la fue metiendo poco a poco hasta que le entro por completo.

Ella se movía de arriba a abajo y Javier empujaba para metérsela más adentro.

No tardaron mucho en terminar. Lo supe porque conozco a Lorena y los gritos que emitía, aun estando yo en la sala se la suite, así lo demostraban.

Yo cuando escuche eso me levante y me fui a acomodar al sillón donde me dejaron dormido. Todavía tardaron un rato en salir y yo medio abría los ojos para ver que sucedía y solo se despidieron como si nada hubiera pasado.

Luego que Javier se fue Lorena se acercó a mí y me movía para despertarme y yo me seguí haciendo el dormido y se fue a acostar.

Yo ya no me podía dormir y me levante al rato y me metí al baño y me masturbe, después fui y me acosté con Lorena que ya estaba dormida y me quede dormido.

Al día siguiente solo comentamos el pedote que me puse y yo le dije que no recordaba muchas cosas, pero que vi que se estaba divirtiendo mucho con Javier.

Ella solo me dijo que le daba mucho gusto que ya no fuera celoso y la hubiera dejado bailar.

¿Qué te ha parecido el relato?


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