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Un día de verano

Este relato trata sobre un día de verano que fuimos a la playa mi novia y yo. Bueno, la que era mi novia en ese tiempo. Fue el verano de 1999 si no recuerdo mal.

Hacia un día bastante caluroso y habíamos ido a una playa bastante concurrida.

Ella llevaba un bikini de esos con poca tela aguantada tan solo con un par de nudos, aunque tampoco nada escandaloso, pero que a mí me tenía con unas ganas de quitárselo que no podía con ellas (sobre todo la parte de abajo que tenía dos nudos a los lados y con solo deshacerle uno se le iría al suelo).

Buscamos un sitio entre tanta toalla y después de estar un rato tomando el sol decidimos irnos al agua un rato, y es que era la única manera de combatir un poco el calor que hacía.

Por supuesto el agua estaba bastante fría en comparación con el tiempo fuera, así que ella se negó en redondo a entrar. Yo ya me había metido en el agua hasta la cintura, así que la agarre y la eche al agua a la fuerza

Entonces comenzamos a echarnos agua, a empujarnos y ahogarnos el uno al otro, en fin el típico juececito, y con tanto roce con su cuerpo le levante sin querer la parte de arriba del bikini dejando una de sus tetas al  descubierto. – Que? encima quieres que me vea todo el mundo desnuda o qué? Me dijo mientras se lo ponía rápidamente en su sitio. – Bueno, ha sido sin querer. – Ya, ya, seguro.

Pues yo también se hacer cosas sin querer. Y diciendo eso se pegó a mí y me echo mano al paquete que pese a estar en el agua tenía ya un tamaño considerable.

– Vaya, ese bulto es por mí? – Y que te esperabas, después de tanto roce con ese cuerpazo que tienes como

quieres que se me ponga.

Yo tampoco me iba a quedar atrás así que alargue mi mano por debajo de su brazo y le baje lo suficiente el bikini como para colarle un par de dedos entre sus piernas. Entonces nos fundimos en un largo beso y nos pegamos aún más para que nadie pudiera ver lo que estábamos haciendo. Después de todo estábamos en una playa repleta de gente.

Seguimos un rato más acariciándonos hasta que yo con uno de mis dedos comencé a frotarle su clítoris. Ella pego un salto hacia atrás y dijo: no no, aquí no.

Supongo que los dos pensamos lo mismo a la vez, que habíamos dejado el coche en la zona más apartada del aparcamiento, así que salimos del agua y fuimos a por nuestras cosas para seguir en el coche lo que habíamos empezado en el agua. Yo hice lo que pude para disimular mi enorme erección, así que cuando llegamos a donde estaban nuestras cosas me puse la toalla por delante y casi sin secarnos nos dirigimos hacia el coche.

El camino se me hizo eterno, y es que no podía esperar a quitarle ese bikini que me tenía loco. Al llegar al coche saque las llaves y abrí la puerta de atrás. No había nadie en los coches cercanos, tan solo un hombre metiendo una sombrilla en un coche pero no estaba tan cerca. Así que me senté en el sillón de atrás y ella se sentó a mi lado, cerró la puerta y colgó una de las toallas en la ventanilla para tapar un poco.

No pude esperar y comencé a besarla mientras le quitaba el nudo a la espalda de la parte de arriba del bikini y se lo levante dejándome ver sus preciosas tetas.

Seguí besándola mientras le acariciaba una de ellas dándole suaves pellizcos en el pezón. Ella es bastante morena de piel pero como nunca se quita el bikini para tomar el sol tenía la piel alrededor de los pezones realmente blanca (con forma de triángulos), cosa que a mí me excitaba un montón. Separe mis labios de los suyos y me dirigí hacia sus tetas y comencé a besarlas, morderlas, a lo que ella respondió con pequeños gemidos de placer.

Mientras tanto ella no había parado de acariciarme el pene sobre el bañador, así que el bulto era ya enorme y yo no aguantaba más. Como si hubiera oído mis pensamientos, con una mano me bajo ligeramente el bañador mientras con la otra me la saco y se puso a masturbarme suavemente. Yo seguí besándole y lamiéndole las tetas, mientras con la otra mano comencé a subir poco a poco por sus piernas hasta llegar a sus muslos sintiendo como temblaban de excitación al acariciarlos.

Lleve mi mano hacia su cadera y de un tirón le deshice uno de los nudos de la parte de abajo de su bikini. Lo aparte con suavidad y seguí acariciándola, a lo que ella respondió abriendo ligeramente sus piernas mostrándome sus labios vaginales empapados de tanta excitación.

Creo que nunca la había visto tan húmeda, y es que la situación era bastante morbosa y a ella le encanta la sensación de hacerlo con el peligro de que alguien pudiera vernos en cualquier momento. Seguí acariciándola un rato más haciendo círculos alrededor de su sexo, y notaba como ella se iba calentando más y más y sus gemidos eran cada vez más profundos.

Estaba tan excitada que no quise hacerla esperar más así que le separe un poco más sus piernas y lleve dos de mis dedos hasta su clítoris y comencé a masajearlo suavemente dándole ligeros pellizcos mientras le introducía otro dedo en su vagina. Había levantado ya la cabeza de sus tetas y fui besando su cuello en dirección a su boca mientras

seguía masturbándola cada vez más fuerte. Ella también había ido aumentando poco a poco el ritmo de su mano que seguía subiendo y bajando alrededor de mi pene cada vez más rápido, tanto que me iba a correr de un momento a otro si no paraba. No quería acabar de esa manera, así que le cogí la mano y me separe de ella haciendo que se diera la vuelta y se pusiera de rodillas sobre el asiento.

Yo me agache frente al asiento, detrás de ella y comencé a besarle las piernas, subiendo cada vez más arriba. Poco a poco las seguí recorriendo con mi lengua hasta llegar a su coño, que estaba tan húmedo que sus jugos le resbalaban por el muslo y las gotas le llegaban casi hasta la rodilla.

Le abrí un poco las piernas y enterré mi cabeza entre ellas recorriendo todo su sexo con mi lengua, con lo que sus gemidos no tardaron en volver. A ella eso le volvía loca, así que sus gemidos eran cada vez más profundos aunque tratara de evitarlos, y más aún cuando tome su clítoris entre mis labios, succionando a la vez que lo acariciaba con profundos lametones. Podía notar como se estremecía todo su cuerpo y como iba abriendo más y más sus piernas para facilitarme la tarea mientras yo seguía penetrándola con mi lengua, parando de vez en cuando para dedicarme a su clítoris.

Sus gemidos eran ya pequeños gritos de placer, cuando de repente ella aparto mi cabeza y se dio la vuelta. Yo me levante y nos dimos un apasionado beso tras el cual me dijo: – No puedo más, como sigas así me vas a volver loca. – Y eso es malo? – No, pero quiero sentirte dentro de mí ya! Como pudo cogió su bolso que estaba en el asiento delantero y saco un condón.

Nos sentamos de nuevo uno al lado del otro y seguimos acariciándonos y besándonos mientras ella lo abría. Volvió a masturbarme suavemente mientras seguía dándome besos por el cuello. Entonces se separó un poco, se agacho sobre mi pene y después de mirarme de reojo y sonreírme comenzó a darle besos y se lo metió de un tirón en la boca. Su cabeza comenzó a subir y bajar mientras su lengua hacia círculos alrededor de él y su mano seguía acariciándolo de arriba a abajo. Ella lo chupaba de auténtica maravilla y estaba logrando arrancarme suspiros de verdadero placer.

De vez en cuando se lo sacaba de la boca y lo lamía, recorriéndolo con la lengua haciéndome temblar de gusto para luego volver a metérselo en la boca y seguir mamándomelo mientras entraba y salía de sus labios. Estuvo así un rato hasta que separo su cabeza, me puso el condón y volvió a metérselo en la boca para colocarme poco a poco el condón con suaves movimientos de su lengua. Cuando ya estaba estirado del todo se levantó, se quitó el bañador que lo tenía atado a una sola pierna y se sentó encima de mí, besándome mientras se dejaba caer poco a poco y se introducía mi pene en su coño.

Entonces me abrazo y comenzó a moverse rítmicamente arriba y abajo mientras yo ayudaba al movimiento de sus caderas con las manos en su culo. Poco a poco fue aumentando el ritmo y comenzamos a besarnos para apagar un poco sus gemidos mientras mi pene entraba y salía de su vagina, aunque de vez en cuando levantaba su cabeza para mirar por el cristal de atrás por si venia alguien (lo que afortunadamente no sucedió). Como ya dije, hacia bastante calor, así que los dos estábamos empapados en sudor y eso no hacia más que excitarnos aún más.

Mi cuerpo comenzaba a estremecerse y ya notaba que no iba a tardar en correrme si seguía moviéndose de esa manera, así que tuve que frenarla un poco. Ella se echó un poco hacia atrás apoyándose en los asientos de delante y freno un poco el ritmo mientras yo le acariciaba las tetas que ahora estaban a mi disposición.

Sus gemidos volvían a oírse ahora en todo el coche y ya ni miraba por si venia alguien (creo que ya no nos importaba nada a ninguno de los dos) mientras seguía moviendo sus caderas levantando su cuerpo para después bajar y dejar que mi pene la penetrara hasta el fondo. Aproveche que se había recostado un poco más hacia atrás para llevar una mano a su clítoris acariciándolo y presionándolo al ritmo de la penetración. Ahora era su cuerpo el que temblaba y se estremecía cada vez que mi pene la penetraba y sus suspiros eran cada vez más intensos.

Yo ya no podía aguantar mucho más, sentía que me venía, y al cabo de un rato me corrí apretándola hacia mí mientras le daba un fuerte beso. Ella siguió moviéndose ahora más despacio mientras mi pene explotaba dentro de ella liberando la tensión de cada músculo de mi cuerpo. Nos quedamos así abrazados durante un buen rato con mi pene aun dentro de ella, siguiendo con el beso y tratando de recuperar la respiración. No se cuánto tiempo seguimos así hasta que nos decidimos a ponernos los bañadores en su sitio y tras otro beso volvimos a la playa a refrescarnos con el agua (que ahora no parecía tan fría!).

Desde luego, no fue la única vez que lo hicimos en aquel coche, pero nunca fue tan excitante como aquella vez.

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