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Salió en busca de una víctima y la cazó justo en el portal

Salió en busca de una víctima y la cazó justo en el portal

El parque estaba muy transitado hoy.

La multitud iba y venia de un lado a otro mientras el tiempo corría lentamente, y enmedio de todo estaba yo ansioso por follarme algún coño que me saliera al paso.

Había salido para buscar marcha, y seguro que la iba a encontrar.

Mirando mirando seleccioné mi objetivo, era una muchacha no muy alta de larga melena cobriza, que acababa justo en sus perfectas caderas.

El contoneo de su cuerpo al andar era irresistible, mi zona baja notó un cosquilleo que indicaba que ella era la chica perfecta para hoy, ella seria mi putita de hoy y complacería mis deseos carnales.

La seguí durante un ratito hasta que llegó a su portal.

Cuando se disponía a abrir, me acerqué sigilosamente por su retaguardia cogiéndola por la cintura y frotando mi paquete ya crecido con su hermoso trasero.

Se sobresaltó y giró su cuello para identificarme, pero entonces la besé con frenesí sin darle tiempo a reaccionar.

Al principio se resistía y no ofrecía su lengua, mas bien intentaba zafarse de mis brazos que la sujetaban con fiereza, pero pronto supo apreciar la calidad de mi lengua y respondió con un húmedo beso que me puso a tono.

Mientras jugábamos con la lengua refregaba mi polla empalmada por su culazo, ella colaboraba con sugerentes movimientos de cintura que casi consiguen hacerme eyacular, pero yo no quería hacerlo tan pronto y me separé de ella por unos instantes.

Se dio la vuelta y pude acabar de apreciar lo bella que era.

Fui subiendo la mirada por sus largas piernas, imaginé su coño oculto en su corta minifalda, luego subí un poco mas para observar sus pechos, grandes y perfectamente firmes, y acabé en su rostro angelical, que ahora tenia una mirada perversa que la hacia mas atractiva si cabe.

La miré a los ojos fijamente y ella también lo hacia, sin duda había química entre nosotros y me esperaba una gran tarde.

Abrió el portal y me hizo una insinuante invitación con el dedo para que la siguiera, no lo dudé ni un instante y me metí en el portal tras ella.

Subimos al ascensor y pulsó el 68, había un largo ascenso y no iba a mirarme al espejo precisamente.

Inmediatamente la chica se abalanzó hacia mi y nos fundimos en un apasionado choque de lenguas ardientes, ahora era ella quien controlaba la situación y yo me dejé dominar, que me jodiera a su gusto si era lo que realmente quería…

Me empotró contra la pared violentamente y me pegué un terrible cabezazo contra el espejo que no se partió de puto milagro, pero no había lugar para el dolor en aquella situación, mi polla era restregada contra su ardiente conejo y mis manos apretaban su culo hacia mi para que el roce fuera mas perceptible.

Otra vez noté como el orgasmo venía y dejé de presionar su culo para retardar un poco el placer, algo que a ella la ponía mas cachonda todavía.

Agarré sus pechos con ambas manos y les apliqué un masaje circular que la volvía loca, mientras mi lengua localizó en el lóbulo de su oreja izquierda una zona extremadamente sensible que mi talento como amante no iba a desaprovechar.

Mientras jugueteaba con su caliente orejita metí una mano por debajo de su minifalda para quitarle las bragas, y cual fue mi sorpresa al descubrir que no las usaba.

Mis hábiles dedos exploraron su cálida gruta provocando sus placenteras exhalaciones.

Noté que había llegado el punto en el que la chica se fundía en mis brazos, ese momento que mi experiencia como amante se encarga de proporcionarme y que tanto me gusta, ese punto en el que ella haría cualquier cosa para que la follase como nunca, y enmedio de mis reflexiones el ascensor llegó a su destino.

En décimas de segundo me vi tumbado en su cama, ella estaba sobre mí bajándome los pantalones, sin duda se disponía a ofrecerme una grandiosa mamada de polla.

Mi polla de palmo y medio salió a la superficie ansiosa por ser atendida, y ella enseguida se encargó de cuidarla.

Su lengua se paseaba por mi hirviente capullo y de vez en cuando se metía toda la caña en la boca, sin duda no era la primera polla que se comía la muy zorra.

Enmedio de mi excitación decidí mostrarle mis talentos de chupacoños, la giré por completo y montamos un perfecto 69, le abrí los sonrosados labios con los dedos e introduje mi lengua de 12 cm hasta el fondo de su cueva, exploré sus rincones ocultos que ninguna otra lengua habría podido alcanzar anteriormente y ella mostraba su satisfacción gimoteando salvajemente.

Mis lametazos la habían hecho olvidar mi polla y solo se centraba en indicarme donde debía meter la lengua, pero yo lo sabía de sobra y logré que se corriera cuatro o cinco veces.

Después de mi comida de coño me tocaba a mi disfrutar un poco.

Me incorporé y la puse a cuatro patas sobre la cama, ella creía que la iba a follar a lo perro pero yo introduje mi ansioso miembro por su trasero, lo que debió producirle un inmenso dolor pues por esta zona todavía era virgen.

La polla estaba muy apretada dentro de su culo, pero yo me iba a encargar de ensanchar el orificio.

Mi ritmo salvaje la hacía gritar alocadamente, pero mientras la daba por culo le frotaba el conejito con dos dedos, así que también estaba excitada y mezclaba gritos de dolor con exhalaciones de placer.

Esta mezcla era lo que mas cachondo me ponía.

Ella estaba fuera de sí, ahora movía su trasero para cooperar con mi enculación y eso hizo que me corriera brutalmente en su ano, saqué mi polla de su agujero y la leche resbalaba de su ano manchando las sabanas, pero poco importaba eso.

Se metió de nuevo mi tiesa polla en la boca y la dejó bien limpia, lista para una nueva penetración.

Esta vez todo fue mas despacio, ya habíamos saciado nuestro deseo sexual y ahora ya no teníamos ninguna prisa por corrernos, lo cual hacia mas relajante y satisfactoria la experiencia.

La penetré suavemente por el coño mientras lamia sus pequeños y duros pezones, lamia la aureola sonrosada y de vez en cuando me recreaba en su pequeño garbanzo, mientras un suave sube-baja me acercaba a otro orgasmo.

La besé de nuevo y se mezclaron sabores sexuales que me sabían a gloria (no me hacía gracia saborear mi propia leche, pero en esos momentos no era consciente de lo que estaba haciendo ), y enmedio de este cálido beso nos corrimos al compás, descargué toda mi lefa en sus entrañas y a ella pareció importarle poco, seguramente debía tomar la píldora o algo de eso.

Después de este excitante polvo nos quedamos toda la tarde en la cama, y también toda la noche, en la que se sucedieron los satisfactorios polvos.

Sin duda este era el inicio de una larga amistad.

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