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Mi preñadita

-Carloooooooosss¡¡ como estas tío¡¡

La voz al otro lado del teléfono me era familiar:

-Quién eres?- pregunte

-Joder tío¡¡ soy Luis ¡- era un antiguo compañero de una empresa para la que trabaje en Barcelona, me sorprendió su familiaridad porque nuestra relación nunca fue especialmente estrecha, recordé que era del clan del traje azul (misa de los domingos incluidos) gente a la que no tengo, precisamente, en alta estima.

-Te cuento -continuo- me tienes que hacer un favor, resulta que mi esposa, que como sabes es medica -yo no sabía nada- ha aprobado unas oposiciones a INSS y la mandan tres semanas a hacer unas prácticas a Madrid y me acorde que tú siempre hablabas de que tenías sitio en tu casa, así que sin abusar de tu hospitalidad me harías un gran favor si es posible que Lidia, mi mujer se aloje estas tres semanas en casa, solo de lunes a viernes, los fines de semana se vendrá a Barcelona.

-Ok ¡no hay problema- conteste no muy convencido.

A los tres días Luis apareció acompañando a su esposa Lidia, ella rondaba los treinta años y su embarazo (cinco meses) comenzaba a ser visible. Tras las presentaciones, me excuse porque tenía una cita y le deje a Lidia un juego de llaves de la casa.

La verdad es que Lidia era como un fantasma, solo nos veíamos a última hora para cenar, ella era lo que se dice una chica de su casa y todas las noches cuando yo aparecía el olor a comida casera y caliente me levantaba el ánimo, cocinaba magníficamente:

-Vaya Lidia, acostumbrado a encargar cenas a domicilio cada noche me das una alegría, no es que cocines bien, es que con las delicatesen que preparas cada noche cuando no estés me voy a echar a llorar- le dije a modo de halago.

Ella distante y recatada desde su llegada sonrió por primera vez.

Esa noche me levante a orinar al poco de acostarme y al pasar por la puerta de su habitación oí un ligero murmullo, me detuve y puse la oreja junto a la puerta, juraría que eran gemidos de placer, que la preñadita Lidia se desfogaba con sus deditos en la tranquilidad de la noche, una sonrisa ilumino mi cara, aunque decidí no actuar, ella era lo que se dice una mujer de principios, pero la idea de ponerle unas buenas banderillas al gilipollas de su marido me hizo rumiar un acercamiento.

A partir de ese día comencé la táctica de acoso y derribo, dejaba alguna revista porno olvidada en el hall, la peli porno dentro del video y en un alarde de puro atrevimiento deje conectado a internet el ordenador en una página especializada en preñadas follando, sin perder la compostura mi tono de voz y mis actos comenzaron a ser más insinuantes…y juraría que los de Lidia también.

Así paso la primera semana casi como si nada, al siguiente lunes a la hora de la cena vi a Lidia más activa y contenta de lo habitual mientras terminaba la cena, aproveche para sacar una botella de gran reserva de la bodega y servirla durante la comida con bastante generosidad, tanta generosidad que a mitad de la cena tuve que ir a por otra, la conversación era fluida y ella se sorprendió porque yo no era el típico amigo de su marido.

-Si quieres que te diga la verdad Lidia, ni típico ni nada, nunca he sido amigo de Luis, compañero de trabajo y punto, nunca he tragado su servilismo y su religiosidad hipócrita.

Ella agacho la cabeza compungida.

-Hey lo que he dicho de tu marido es cierto pero hay una cosa que hace que le perdone todo.

-Cual?

-Haberme permitido conocer y convivir estos días y los que quedan con una mujer hermosa e inteligente como tu.- Volvió a agachar la mirada, no estaba muy acostumbrada a los halagos.

Cuando terminamos de cenar Lidia estaba un pelín achispada y la chimenea ardía en su esplendor, ella se retiró a su habitación y volvió con un pijama.

-Ufffff ¡mi cabeza…no estoy acostumbrada al vino- dijo mientras se sentaba a mi lado en el sofá.

Sin decirle nada me levante y me puse tras ella, dándole un masaje en la cien con la yema de los dedos, echo su cabeza hacia atrás mientras se relajaba con mi masaje, este movimiento y el botón de arriba del pijama desabrochado me permitieron ver parte de sus tetas hinchadas por la preñez, algo que me puso a cien por hora, me contuve, hay que saber darle el momento y el lugar a cada cosa.

Me volví a sentar y la invite a que se tumbara con la cabeza sobre mis muslos, lo hizo sin reparos y yo comencé a acariciarle el pelo, el cuello y la cara, así estuvimos casi hasta la una de la madrugada, no intente nada más, había roto el hielo, lo demás si tenía que llegar….llegaría. Nos despedimos y nos fuimos cada uno a su habitación, al llegar a la mía me dijo:

-Me lo he pasado muy bien Carlos, gracias por la velada- y me dio un beso, un beso que iba a ser en la mejilla y que al girar yo la cara fue en los labios, solo un suave roce.

Al otro día cuando llegue a las ocho de la tarde Lidia ya estaba en casa, desde que ella estaba el desorden habitual se había exiliado, todo era limpieza y cada cosa en su sitio, además hacia mi cama, vamos…un auténtico lujo para un solitario desorganizado como yo, ella ya tenía el pijama puesto, me metí a darme una ducha.

-Creo que hoy deberías de pasar de cocinar Lidia, ya has trabajado bastante hoy, voy a encargar algo de comer al restaurante de abajo que es de unos amigos y me lo suben sin problemas ok?

-Bueno  como tú quieras

-Lidia con su pijama y yo con el chándal cenamos amigablemente, nos trasegamos una botella de vino y charlamos amigablemente:

-Lo que ayer me dijiste de mi marido, lo he pensado y reconozco que es verdad, que es un hombre muy superficial, me imagino que a ti te parecerá muy clásico

-No importa lo que a mí me parezca Lidia, lo que importa es que sea bueno para ti.

-Ese es el caso, que no lo sé muy bien, mi experiencia con los hombres es escasa

-Escasa?

-Sí, Luis ha sido y es el único hombre en mi vida.

-No me lo puedo creer

-Si

-Me estás diciendo que una mujer hermosa, inteligente, abierta, que se ha pasado cinco años en la universidad no probo algo de variedad antes de elegir?- pregunte sinceramente sorprendido

-Así es Carlos, Luis era mi novio de toda la vida, él y su familia siempre han sido muy conservadores, le conocí con 18 años y fuimos novios hasta que cumplí los 25 y nos casamos.

-Ahora me dices que fuiste virgen al matrimonio y ya me muero del susto Lidia.

-Pues no te equivocas

-Quieres decirme que ese hombre tuvo durante siete años una novia tan maravillosa como tú y nunca intento llegar a mayores?

-Si así es Carlos, me da un poco de vergüenza hablar de esto pero él se conformaba con algunas masturbaciones y poco más hasta que nos casamos.

-Joder Lidia, discúlpame no quiero ser brusco ni nada de eso pero ya te vale.

-No si el caso es que yo alguna vez le insinué que estaba dispuesta a algo más pero él nunca estuvo interesado, de hecho, aunque como supondrás no soy una experta en el tema.

-Vale ahora te toca decirme que desde que te quedaste embarazada no habéis hecho el amor porque hay por ahí circulando un pestilente tabú cristiano que dice que solo se debe de follar para reproducir y que las embarazadas ya van despachadas?- le pregunte simulando cierto mosqueo

-Si Carlos y yo también creía que no se podía hacer hasta que………

-Hasta que que?- pregunte

-Hasta que vi el otro día una página de Internet que dejaste conectada

-Lo siento Lidia- dije aparentando indignación- perdona si herí tu sensibilidad de verdad no quise… lo siento mucho.

-El caso es que cuando vi la página me dio mucho asco al principio, después me asombre porque….

-Venga Lidia no dejes las frases a la mitad, estamos en confianza

-El caso es que esas chicas embarazadas hacían cosas que yo no he hecho ni siquiera en la noche de bodas… y me pregunto…

-No es culpa tuya, seguro que eres una mujer genial y una compañera maravillosa, si al lado tuyo hubiera un hombre con imaginación y sin complejos pero en fin…mi política es no inmiscuirme jamás en las cosas de una pareja, pero una cosa si te digo aquí y ahora y espero que no te lo tomes a mal, yo soy un hombre discreto y sincero, cualquier cosa que necesites de mí, aquí me tienes a tu absoluta disposición, sin compromisos, sin malos rollos ok?

-Ok Carlos ¡

Brindamos y nos sentamos a ver la televisión, a los pocos minutos sin yo pedírselo se tumbó con la cabeza en mis muslos y yo comencé a acariciarle el pelo, esta vez su pijama tenia abierto dos botones y sus preciosas tetas blancas e hinchadas se ofrecían a mi vista con la excepción de sus pezones, acaricie su barbilla y fui bajando mi mano suavemente y sin prisas hacia su pecho, rozando el inicio de sus turgencias, sin apresurarme, no solo no expreso ningún rechazo sino que se acomodó de lado, no invitándome pero quizás sugiriéndome, le eche valor y pase mis manos suavemente por una de sus tetas aprisionando levemente su pezón, ella gimió levemente, estuve masajeándole y acariciándole la teta, que por cierto tenía un tacto maravilloso, durante casi quince minutos hasta que ella se incorporó y se quedó mirándome, acerque mi cara a su cara poco a poco y busque sus labios, los encontré sin oposición y nos fundimos en un beso, ella acariciaba mi cabeza, mi pelo, yo besaba su cuello, desabroché su pijama y pude ver sus hermosas tetas y su incipiente barriguita, comencé a lamer y chupar sus pezones y sus gemidos aumentaron, me encanta chupar tetas, eso es un hecho, pero a esto hay que sumarle que las tetas de mi preñadita Lidia tenían un maravillosa textura y sabor y que su respuesta a mis caricias bucales eran tremendas, cuando llevaba diez minutos en ello juraría que Lidia estaba a punto de correrse.

La mire entre cariñoso y sorprendido, ella tímidamente y bajando la mirada me confeso:

-Siempre las he tenido muy sensibles… y ahora más todavía.

Continúe lamiendo y chupando, acariciando su barriguita otro buen rato, mi mano iba haciendo progresos y acercándose a su pubis, cuando llego se encontró que estaba supermojadisimo, con todos los pelitos pegados, cuando localice su clítoris y comencé a acariciarlo y pajearlo suavemente además de chupar alternativamente sus pezones, que me obsequiaban con un exquisito calostro, sus respiración se agito y sus gemidos fueron más continuos, note su corrida, su orgasmo, su desahogo, fue por lo que percibí intenso y liberador, cuando se sereno me pidió disculpas y se fue a la cama, no hice ningún intento de reanudar el juego, mi primera regla es el respeto. Me fui a la cama y me hice una sonora paja a su salud.

El miércoles tuve varias reuniones y llegue tarde, la cena estaba preparada y servida en la mesa:

-Hola Carlos¡¡ Vaya horas¡¡ espero que no creas que he abusado de tu confianza porque he sacado una botella de vino blanco de la bodega.

-Saca una y las que quieras preciosa-le dije mientras me dirigía a ella y la besaba en la boca, se sonrojo y agacho la mirada.

Una vez sentados le pregunte:

-Has dormido bien?

-Muy bien…aunque tarde en dormirme por los ruidos que hacia tu cama-contesto un pelín picara.

-Disculpa pero es que…..

-Quien se tiene que disculpar soy yo…por dejarte como te deje- me dijo sonriente

Cenamos y reanudamos nuestra rutina, ella tumbada sobre mis muslos en el sofá, yo sentado, ambos viendo la televisión, se desabrocho la parte superior del pijama a modo de invitación, acepte el gesto y comencé a acariciar sus pechos, ya había confianza y ella gemía sin cortarse, sus tetitas duras, hinchadas y tersas eran un placer para mis dedos, me incorpore y la tumbe en el sofá, yo de rodillas besaba sus labios, besaba sus pechos y su barriguita cuando llegue al ombligo seguí bajando y ella sin decir nada se quitó el pantalón del pijama, cuando mi lengua llego a su rajita estaba inundada por sus jugos, los bebí, lamí y cuando localice su clítoris, fue fácil era abultado me empeñe a tope en el alterándolo con penetraciones de mi lengua es su coñito, abrió las piernas y se entregó al placer, estuve casi media hora comiéndole el coño con premeditación y alevosía, sintiendo caer un orgasmo tras otro hasta que tuve la sensación de que si no paraba se me iba a desencajar la mandíbula.

Cuando me incorpore y la vi estaba hermosa, con la cara sonrojada, las tetas erguidas, su barriguita prominente y el brillo mágico de su flujo inundando su pubis.

-No te preocupes Carlos esta noche no me iré dejándote en ascuas pero me tienes que ayudar por favor, no sé cómo se debe hacer, solo te pido que no me hagas daño-

-No te haría daño por nada del mundo preciosa-

Me desnude y ella miro fijamente mi polla, la segunda de verdad que veía en su vida, cogí una de sus manos  y la lleve a mi pene, ella suavemente comenzó a pajearme, sabía hacerlo (tenía siete años de prácticas exclusivas durante su noviazgo), yo de pie, ella sentada, acerco sus labios a la cabeza de mi polla y la beso dulcemente, comenzó a lamerla mientras me pajeaba pausadamente:

Subió su mirada y musito ingenuamente:

-Debes disculparme es la primera vez que lo hago- a continuación se metió la cabeza de mi polla en mis labios y comenzó a chupármela.

-Lo haces muy bien Lidia preciosa- le decía mientras acariciaba su cabello y con mis manos le marcaba el ritmo de la mamada.

-Vamos a mi cama Lidia- le propuse

Se levantó ante mí, solo llevaba la parte superior del pijama, tenía un cuerpo realmente hermoso y estaba en la plenitud de su preñez, ese momento en el que las mujeres disfrutan follando como locas (y los hombres fallándolas) y el gilipollas de Luis había declinado el placer, el pedazo de imbécil.

En la cama fue todo tierno y dulce, lo que Lidia pedía y merecía, chupe sus tetas, acaricie su sexo hasta que me decidí a follarla, a su lado, levante su pierna y situé mi polla a la entrada de su mojado coño, la penetre suavemente, primero la punta y luego poco a poco toda la polla hasta la raíz, juraría que en momento de completar la penetración pude sentir su descarga, su sexo parecía un charco de mojado y su respiración era entrecortada y sinuosa, comencé un suave mete y saca que a los cinco minutos se había convertido en una follada absolutamente salvaje, Lidia casi gritaba de placer tumbada de costado en la cama con su pierna en alto, yo detrás culeandole a tope,  apretando una de sus tetas y besándole la nuca, me corrí como un bendito mezclando sus jugos con mi semen en su coño mientras Lidia temblaba de gusto.

-Ha sido maravilloso, el mejor polvo de mi vida…gracias Carlos ¡

-Gracias a ti preciosa, eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.

Abrazados en esa posición y con la polla dentro nos quedamos casi dormidos, no se el tiempo que paso pero cuando me desperté sentí mi polla dura de nuevo dentro del coño de Lidia y la presión de este, ella estaba haciendo movimientos musculares con su vagina apretándome la polla, comencé a culearle y sin sacársela la puse a cuatro patas, fue apoteósico, acariciando su barriguita preñada, sus tetas y fallándola a cuatro patas sin contemplaciones, sintiendo como se corría de gusto una y otra vez, como me pedía más y más, como se iba soltando:

-Carlos¡ Carlos¡ ay¡ ay¡ que gusto¡ que gusto¡ ay¡¡ cómo me follas¡ la estoy sintiendo dentro¡ que gusto¡ me follas¡ me follas¡

-Así me gusta mi preñadita ¡así ¡con el coñito abierto y mojado para que lo folle ¡

-Ay que gusto me da tu polla ¡clávamela ¡follame ¡

-Eso es te voy a llenar todo el coñito de leche caliente ¡

-Siiiiiii¡ follame¡ dame tu leche¡¡ ay¡ ay¡ me estas follando¡ si¡ si ¡ me follas

Esta vez me temblaron hasta los pelos de la coronilla, clavándosela hasta la raíz se la deje dentro y me corrí en su coño, sintiendo como salía la leche a borbotones de mi polla y como ella apretaba su coño ordeñándome entero y recibiéndola toda.

-Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh ¡toma lecheeeeeeee ¡toma lecheeeeee ¡

-Ay¡ ay dámela¡ córrete en mi coñito¡ ay¡ la siento¡ dámela toda¡ siiiiii¡

Estaba sudando a tope, pletórico tras el pedazo de polvo que le había pegado a mi preñadita preciosa.

A partir de esa noche vivimos de lunes a viernes como marido y mujer y el curso de Lidia paso de durar tres semanas a durar mes y medio, ella probo casi todo lo que su marido le había negado por su asqueroso puritanismo machista, en su última semana en casa y mientras le enseñaba fotos de preñadas follando se quedó impresionada con una chica preñada de casi ocho meses a la que un negro follaba por el culo y dándome un codazo cómplice me dijo:

-A mí no me mandas a Barcelona sin que yo pruebe eso ¡

-Yo encantado pero ya sabes que mis medidas no son las del negro precisamente.

-Ya quisiera mi marido darme el gusto que tú me das, la suya es más grande pero lo que tú me das me gusta más.

No dije nada, para qué, pero la verdad es que después de eso y comiéndonos los tíos que no tenemos un pollon la cabeza como nos la cómenos a veces el comentario era impagable, siempre le estaré agradecido 🙂

Nos pusimos manos a la obra, chupe sus tetas, su coño, metí un dedo primero y otro después en su culo lubricándolo con crema y cuando la vi lo suficientemente caliente y dispuesta probamos de una forma  que no le incomodara, yo sentado en una silla y ella dándome la espalda metiéndose mi polla por el culo, tres veces le metí el capullo y tres veces se lo saco quejándose de dolor, a la cuarta fue la vencida, el capullo de mi polla le entro y yo levante un poquito el culo metiéndole la polla hasta la mitad, me quede quieto para que se acomodara y comencé a acariciarle los pechos y el clítoris, poco a poco, por el morbo, el gusto y el cansancio de la posición se fue dejando caer sobre mi polla hasta que se quedó sentada sobre mí con todo su peso, o lo que es lo mismo follada por mi polla en su culo hasta las pelotas, la sensación era deliciosa, sus nalgas pegadas a mis pelotas, sus piernas abiertas con su coño dispuesto a las caricias de mis dedos y mi mano libre acariciando su barriga y amasando sus tetas alternativamente, en cuestión de minutos era ella la que se levantaba un poco para volver a sentarse y clavarse mi polla hasta las entrañas, sin sacársela nos levantamos y continuamos follando de pie, culeando a mi preñadita a tope, como animales, se la sacaba casi entera y se la clavaba hasta la raíz de nuevo, en pleno éxtasis Lidia se desinhibió completamente y comenzó a hablar y decir guarraditas, lo que me puso fuera de mi:

-Ay¡ Carlos¡ Carlos¡ ay¡ que me haces? como me la metes¡ ay¡ mi culo está lleno de polla¡ ay¡ Carlos¡ me follas el culo¡ si¡ si¡

-Eso es preñadita mía, abre el culo bien, siente como te lo follo entero ¡

-Ay¡ ay¡ que gusto da¡ follame¡ follame¡ ay¡ me estas abriendo viva¡ ay¡ que gusto Carlos¡ que gusto¡

-Sí que da gusto follarte preñadita ¡sí que me da mucho gusto follarte el culo ¡

-Ay¡ me voy a morir de gusto¡ me la tienes bien clavada¡¡ ay¡

La corrida fue abundante e inenarrable, cada vez que mi polla expulsaba un chorro de leche caliente en sus entrañas ella apretaba el culo.

-Guauu¡¡ que gusto, en el culo se siente la leche más caliente que en el coñito- me dijo dándose la vuelta y ofreciéndome su boca, nos besamos hasta que mi polla salió sola de su culo, la leche rebozaba en su dilatado agujero. Qué bueno es follar con una preñada, tienen un especial sentido para hacerlo y Lidia además era una mujer maravillosa.

Esa semana ella se fue a Barcelona y mando a la mierda a su marido con el consiguiente escandalo familiar, nos seguimos viendo por temporadas, a veces se pasa una semanita por Madrid y se viene a mi casa, su hija ya tiene dos años…pero ella será siempre mi preñadita.

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