La espía que me amó V – Final

Llegamos a Berlín, en la parte Occidental pasamos sin dificultad alguna, en la parte Oriental se pararon detenidamente con Irina no les hacía gracia la presencia de una reportera del New York Times, ella después de explicar con pelos y señales a un oficial el tipo de reportaje que le habían encomendado, le mostró las órdenes que le habían entregado en la redacción, con esos papeles, el hecho de que yo la acompañara y toda su documentación en regla (después de verla con lupa) nos facilitaron la entrada, volví a observar la mirada fría y la felina sonrisa que mostraba Irina y eso comenzó a intrigarme pero no me atreví a decirle nada porque no tenía elementos de juicio para poder hacerlo.

Nos dirigimos al Hotel Berlín Palace (era sin lugar a dudas el mejor Hotel de la Alemania Oriental) cogimos habitaciones independientes debido a que no era muy conveniente que permanecieramos juntos según decisión de Irina, por su experiencia como periodista sabía que en los Hoteles de la Alemania Oriental tenían escuchas en todas las habitaciones, ella no quería ser grabada y yo estaba de acuerdo con ella aunque esa separación me dolía profundamente, cenamos y nos acostamos temprano, al siguiente día yo tenía que dirigirme a Rostock y ella tenía que iniciar su reportaje.

Lunes. Salimos del Hotel a las 9,30 de la mañana, cogí mi coche y me dirigí a Rostock, tardaría 3 días en regresar por lo cual estaría de regreso el Miércoles sobre las 19 horas lo que nos permitiría cenar juntos, nos despedimos con un ligero beso e Irina se puso a caminar como una turista más, quien se fijara bien se daría cuenta que iba tensa, sus ojos escrutaban absolutamente todo lo que ocurría a su alrededor hasta que se convenció de que nadie la seguía ni vigilaba, entonces apretó el paso y a tres o cuatro manzanas del Hotel tomó un taxi ordenando al taxista se dirigiera a una determinada dirección, en ese lugar existían las ruinas de un convento de estilo Gótico destruido durante la segunda guerra y nunca reconstruido, con su cámara se dedicó a fotografiar las ruinas, se le acercó un policía, al ver su credencial de periodista que Irina portaba en el pecho bien visible se encogió de hombros y siguió su camino sin molestarla.

Desde una ventana alguien no perdía detalle de lo que ocurría en la calle, pendiente siempre de los movimientos de Irina, pasada una media hora Irina se dirigió al edificio donde estaba la persona en la ventana, pulsó tres veces el timbre que correspondía precisamente a ese piso y automáticamente la puerta se abrió, ella entró y se dirigió a los buzones, sacó un llavín de su bolso, abrió uno de ellos, recogió un sobre y salió rápidamente, ya en la calle se dedicó a pasear tranquilamente y a tomar fotografías de lo que le parecía más interesante procurando siempre no enfocar algo que pudiera ser comprometido de esa forma nadie la molestó.

En el Hotel abrió el sobre y leyó las instrucciones que en él había, se le indicaba que al siguiente día a las 21 horas recogiera en el mismo buzón lo que en él hubiese y leyese bien las instrucciones que contenía el sobre número 2.

Martes. Irina pasó el día al igual que el día anterior tomando fotos, a las 20,30 se dirigió a la dirección del día anterior, a las 21 horas pulsó el timbre, entró y recogió del buzón dos sobres, uno de ellos tenía un 2 rotulado, guardó ambos sobres rápidamente y salió a la calle, se puso a caminar normalmente pero esta vez si observó que alguien la seguía, de pronto se produjo un accidente bastante aparatoso, Irina aprovechando la confusión del momento tomó un taxi y le ordenó la condujese al otro lado de la ciudad, repitiendo esa operación tres o cuatro veces más hasta que se convenció de que había despistado al o a los perseguidores entonces regresó al Hotel, abrió el sobre no rotulado y de su interior sacó dos pequeñas cajitas las cuales contenían un minúsculo Microchip, una de las cajas tenía escrita la palabra FALSO, abrió el sobre Nº 2, eran las instrucciones de lo que tenía que hacer, estas decían:

En caso de que seas detectada procura por todos los medios enviar a donde tu sabes el Chip bueno, quédate con el falso y trata como sea de despistar a quien te siga, si te detienen procura que encuentren el Chip falso pero que no les sea fácil, si les despistas regresa de inmediato a Colonia. Si no detectas nada raro y todo marcha normalmente regresa tranquilamente con Hans, procura que él no se entere de nada podría seguir siéndonos útil en el futuro.

Saludos y suerte.

Miércoles. Irina se sentía inquieta, intuía que estaba vigilada no notaba nada raro a su alrededor no obstante lo aprendido en sus cinco duros años de aprendizaje en Langley (Virginia) y su ya larga experiencia a pesar de su edad, le decían que había sido detectada por el contraespionaje.

En su habitación del Hotel preparó un pequeñito paquete el cual contenía el Microchip BUENO y una nota dirigida a Hans, introdujo todo en un pequeño sobre.

A las 18,30 horas sonó el teléfono de su habitación, era Hans diciéndole que la esperaba en recepción para ir a cenar, se puso un discreto pero muy elegante traje de chaqueta con unos finos zapatos de aguja que realzaba soberbiamente su figura, seguidamente bajó a la recepción, Hans al verla se quedó embobado, cada vez la veía más hermosa pero…, sería la última vez que la miraría con vida, se besaron ligera y discretamente para a continuación ir a un buen restaurante que Hans conocía, al salir a la calle inmediatamente Irina notó la sensación de ser vigilados, el restaurante quedaba a unos diez minutos del Hotel por lo cual fueron andando, en el trayecto Irina descubrió a los dos hombres que les seguían aunque muy discretamente, al doblar una esquina Irina introdujo rápidamente en un bolsillo externo de la chaqueta de Hans el sobre que contenía el paquetito, Hans no se enteró.

Entraron en el restaurante donde cenaron opíparamente, Irina estaba muy seria y aparentaba estar preocupada, estaba tensa, en un rincón descubrió a los dos que les seguían, ella sabía quienes eran, esas dos personas eran policías secretos de la Stasi.

– ¿Te ocurre algo Irina? Té noto muy seria y preocupada.

– No, no pasa nada, lo que ocurre es que mis superiores de la redacción me ordenaron realizar un reportaje especial y no puedo regresar todavía, me tengo que quedar aquí una semana más, por lo cual si todo marcha bien la próxima semana nos veremos en Colonia.

Te he puesto un sobre en el bolsillo derecho de tu chaqueta ¡No lo toques ahora! Si no regresara a Colonia en ese tiempo abres el sobre y lees la nota, hay también un paquetito, este lo entregas en el consulado.

– Irina, me preocupas ¿qué ocurre?

– Te he dicho que no pasa nada simplemente son gajes del oficio, el trabajo de los reporteros es así, tu mañana por la mañana regresa a Colonia y no te preocupes por mí, no preguntes a nadie por mí, cuando tú te levantes yo ya no estaré en el Hotel, nos veremos en Colonia ¿Vale?

Regresamos al Hotel y cada uno se dirigió a su habitación yo estaba muy cansado y me quedé profundamente dormido, a las diez de la mañana después de desayunar cogí el coche y me dirigí a la frontera, allí me llamó enormemente la atención el registro al que me sometió la Stasi, no obstante, a nadie se le ocurrió registrar la chaqueta que estaba sobre la bandeja trasera, cuando les pareció me dieron orden de continuar sin mas explicaciones.

Irina a las ocho de la mañana salió de su habitación y se encaminó a la salida del Hotel, en cuanto cruzó la puerta a los pocos minutos notó la presencia de sus vigilantes, al doblar una esquina y en un lateral de la calzada estaba estacionado un taxi, Irina rápidamente penetró en él y le ordenó al taxista que arrancara a toda velocidad, unos metros mas atrás dos coches negros salieron en su persecución. Irina se sabía perdida pero tenía que ganar el suficiente tiempo para que pudiera cruzar Hans la frontera sin problemas, por lo cual y conociendo a los hombres de la Stasi se subió la falda, apartó su braguita a un lado y se introdujo en el interior de su vagina el segundo Microchip, a los pocos metros se cruzaron delante del taxi dos coches cerrándole el paso, bajaron rápidamente dos policías, violentamente la sacaron del taxi introduciéndola en la parte trasera de uno de los coches negros, dirigiéndose inmediatamente a la sede de la Stasi.

En la sala de interrogatorios tres formidables individuos procedieron a desnudarla parsimoniosamente, según la iban desnudando la manoseaban por todos lados, él más zafio de ellos en cuanto le quitó el sujetador dijo a los otros…

– ¡Joder! Que tetas tiene la zorra esta, vamos a quitarle las bragas a ver que esconde bajo ellas.

– Oye (dice el segundo) ¡Qué coño más lindo tiene! ¡Mira qué recortadito tiene el felpudillo! Esto es digno de admirar.

Mientras decía esas cosas sus manos no paraban de hurgar en la vagina de Irina la cual no podía hacer absolutamente nada, la habían esposado a una columna.

Uno de ellos (el más bruto) le soltó un puñetazo en un pómulo y le exigió le dijera donde había ocultado el Microchip, ella quedó totalmente atontada, el que hurgaba en el coño de Irina llamó la atención al bruto…

– ¡Quieto coño! De esa forma no vamos a conseguir nada, vamos a follarla los tres uno detrás del otro y ya verás como canta la guarra esta, pero tú el último, tienes la polla demasiado grande.

La soltaron de la columna y la esposaron con las piernas abiertas sobre una especie de diván, el que más hablaba de los tres rápidamente se colocó sobre ella y comenzó a introducir su polla en el seco coño de Irina, la polla que tenía el individuo era más bien pequeña por lo que no le hacía demasiado daño, de todos modos Irina previendo daños mayores cerró los ojos y se imaginó a Hans follándola amorosamente, su coño comenzó a mojarse, mientras el bruto se afianzó de sus tetas el otro individuo le abrió la boca e introdujo su polla hasta la garganta de Irina, el que tenía la polla en la boca de Irina soplaba como un toro, el que la estaba follando al ver a su compañero lo bien que lo pasaba con la boca de Irina le pidió cambio de sitio lo que el otro agradeció profundamente (quería correrse en el coño de la chica) se colocó sobre ella y se la clavó hasta las bolas, el individuo tenía una polla muy bien proporcionada e Irina aun sin querer comenzó a convulsionarse debido a un potente orgasmo, mientras uno de los policías se corría en su boca y el otro en su coño, el bruto apartó a un lado a su compañero y sin compasión alguna comenzó a introducir en el coño de Irina una especie de salchichón, aquello era descomunal tendría unos 26 centímetros de largo por 6 de diámetro, Irina lanzó un grito de dolor al ser perforada tan salvajemente, el bruto se reía bombeando al mismo tiempo con todas sus fuerzas hasta conseguir introducir totalmente aquella tremenda barra en el cuerpo de Irina, de pronto el bruto se paró…

– ¡Que coño pasa aquí! ¡Aquí dentro hay algo que rasca la punta de mi polla!

Sacó la polla del interior de Irina y sin miramiento alguno se remangó y comenzó a introducir su mano en el interior de la vagina de la chica Irina se desmayó, el dolor era insufrible, el bruto con la punta de sus dedos encontró algo pero no podía engancharlo por lo cual gritó a los otros que le llevaran unas pinzas, en cuanto se las entregaron las introdujo en el coño de Irina desgarrándola totalmente, el individuo enganchó el objeto y lo extrajo triunfalmente era el Microchip aunque como lo había apretado excesivamente lo había roto (nunca llegarían a saber si era el bueno o el falso) Irina tenía una tremenda hemorragia, ellos despectivamente miraron hacia ella y la dejaron que se desangrara.

EPÍLOGO

Pasados unos cuatro días de estos hechos en un bosque próximo a Colonia apareció el cadáver de una chica totalmente desnuda y con la vagina totalmente desgarrada, cuando se personó en el lugar Laurent Meisse inmediatamente reconoció a Irina, sin perder un minuto llamo por el celular a su amigo Hans…

– ¿Hans? Soy Laurent, dentro de dos horas preséntate en la Morgue, te estaré esperando.

– Pero… ¿Qué pasa Laurent?

– Allí te lo diré, sé puntual.

Pasadas dos horas Hans estaba ante las puertas de la morgue donde le esperaba su amigo Laurent

– ¿Qué ocurre Laurent? Me tienes sobre ascuas.

– Tienes que reconocer un cadáver (dijo Laurent escuetamente)

Pasaron ambos al interior, sobre una mesa estaba depositado un cuerpo tapado con una sábana, Laurent apartó un poco la sábana dejando al descubierto la cara de Irina, Hans lanzó un tremendo grito, su rostro se volvió tan blanco como el de su querida Irina a punto de desmayarse, Laurent cogiéndole de la cintura lo arrastró al exterior, cuando Hans se calmó Laurent le preguntó…

– ¿Sabes tú algo de esto Hans?

– Y cómo lo voy a saber ¡Espera! Eres mi amigo y voy a contarte algo, quizá despeje alguna duda.

Hans en pocas palabras relató a su amigo lo acontecido en Berlín cuatro días antes e inmediatamente Laurent le ordenó que le enseñara el sobre entregado por Irina, Hans sacó el sobre del bolsillo y se lo entregó a Laurent, este lo abrió vio el contenido y después de leer la carta se la entregó a Hans para que la leyese esta decía…

Querido Hans: si estas leyendo esto quiere decir que probablemente esté muerta, he de confesarte que en principio te he utilizado al igual que a tu amigo Laurent al cual pido perdón desde estas líneas.

Querido Hans, no soy reportera como te he dicho, soy una AGENTE ESPECIAL DE LA CIA, me encomendaron una misión en la Alemana Oriental, esta misión finalizará felizmente cuando tu entregues el paquetito que tienes en tus manos en el consulado de Estados Unidos, es importantísimo para todos que así lo hagas.

Hans, quisiera que me recordaras por lo menos con un poquito de cariño, yo por mi parte he de confesarte que TU HAS SIDO EL ÚNICO HOMBRE AL QUE REALMENTE HE AMADO EN MI VIDA.

Yo lloraba como un niño pequeño y Laurent estaba realmente emocionado, dándome un gran abrazo me dijo…

– Lo siento en el alma amigo mío, yo no sé absolutamente nada de esta historia, haz lo que tengas que hacer y que Irina descanse en paz.