La espía que me amó III: Laurent
Volvimos hacer el amor y luego nos quedamos profundamente dormidos, desperté a las 10 de la mañana, me acordé que debía llamar a mi amigo Laurent (Jefe de policía) cogí el teléfono, marque su número particular en la comisaría e inmediatamente se puso él…
– ¿Dígame?
– Laurent, soy Hans, oye necesito hablar contigo urgentemente ¿Estas ocupado?
– ¿Puedes venir dentro de dos horas?
– Por supuesto, a las 12 estaré ahí con una amiga.
– Hasta luego entonces.
Desperté a Irina, nos duchamos y todavía echamos un polvito rápido en la bañera, luego desayunamos y a continuación nos dirigimos a la comisaría, Laurent al ver a Irina se quedó patidifuso…
– ¿Cómo hiciste para ligar semejante bombón? ¡Joder! ¡Esto es una mujer y no lo que yo tengo en casa!
Irina sonriente, le dio dos besos y le contestó…
– Soy una mujer normal y corriente Sr. Comisario y perdone Ud. no me ligó él a mí, yo le ligué a él ¡Ah! Mi nombre es Irina.
– ¡Bien! Para ti no soy el Sr. Comisario, llámame Laurent ¿Qué os trae por aquí?
– De entrada debo presentar una denuncia (dijo Irina)
– ¿Una denuncia? ¡Tu dirás! Espera que llame a un funcionario para que tome nota.
Laurent regresó al poco rato con un Señor y pidió a Irina que hablara.
– A pesar de ser natural de Colonia me crié en los Estados Unidos de América y soy corresponsal para el extranjero, ayer mi avión aterrizó en Colonia a las 14 horas, tomé un taxi y éste en un punto que no sabría describir se salió de la autopista tomando un desvío, antes de que pudiera reaccionar paró y subieron dos hombres conminándome a que me estuviese quieta y callada que de ser así no me pasaría nada, a los pocos kilómetros en la entrada de un pueblo pararon y me ordenaron bajar marchándose ellos con todas mis pertenencias, desde ese pueblo conseguí que un amable señor me trajera hasta la Ciudad y al llegar fue cuando llamé a Hans.
– Irina ¡Eh! Ven conmigo (dijo Laurent)
Laurent nos condujo a una especie de almacén y en un rincón ordenó a Irina que mirara para identificar algo de lo que allí había, inmediatamente Irina identificó su bolso en el cual solo había algunos papeles y objetos sin valor alguno, entre ellos una carta del periódico dirigida a ella y también una bolsa de viaje con objetos sin valor, todo lo que tenía algún valor incluida toda su documentación había desaparecido. Irina sé hecho a llorar, yo la abracé tratando de consolarla y la mirada de Lauren era de que él también la abrazaría de lindo gusto.
Lauren nos condujo de vuelta al despacho y tomando la vieja partida de nacimiento que portaba Irina llamó a un funcionario para que inmediatamente preparara una nueva documentación a Irina, pidió el número de teléfono de su jefe en la redacción del periódico, en cuanto le pusieron con el, Laurent se presentó contándole lo que había ocurrido a su corresponsal sugiriéndole que con la mayor brevedad posible enviase a ser posible por valija diplomática la identificación, tarjetas de crédito y todo lo que su empleada pudiese necesitar, quedaron en que el próximo lunes a las 12 horas Irina podría recoger un sobre en el Consulado Americano con toda la documentación del periódico así como las tarjetas de crédito, sobre la misma hora podría también recoger en comisaría su documentación como Alemana.
Lo que Laurent desconocía totalmente era que acababa de hablar con el jefe.
Invité a Laurent a almorzar con nosotros el cual aceptó encantado (solo por estar cerca de Irina, se la comía con los ojos) Irina estaba radiante y me pareció observar en ella como una sonrisa de triunfo, yo suponía que sería por haber arreglado sus cosas sin mayores problemas.
Después de comer Laurent se despidió y nosotros nos fuimos de compras puesto que Irina como única ropa solo tenía la que llevaba puesta, recorrimos una serie de boutiques donde Irina me dejó la tarjeta de crédito temblando y la cartera vacía
¡Ah! Con la solemne promesa de devolvérmelo todo.
Después de las boutiques vimos unas cuantas tiendas de lencería y ahí me permitió a mi hacer algunas elecciones, en la última tienda y después de hacer acopio de unas cuantas prendas me permitieron entrar con ella en el probador con objeto de dar mi visto bueno, el probador era bastante amplio y tenía una especie de sillón en un rincón, ella zalamera me pidió que le quitara el vestido, mientras lo hacía se dedicó a acariciar mi polla sobre el pantalón como se puede suponer nuestra amiga se puso como una barra del mejor acero alemán (nunca mejor dicho) Irina rápidamente se agachó, lo sacó fuera y se puso a mamar como una condenada.
Después de unos minutos la icé le quité las braguitas, la giré y la coloqué con el culo en pompa y las manos apoyadas en los brazos del sillón, en esa posición apunté la cabezota de mi polla a su ya muy húmeda rajita y comencé a introducirla suavemente, los dos acompasamos nuestros movimientos y en unos minutos los dos tuvimos un glorioso orgasmo, por supuesto después de eso Irina no se probó las braguitas, volvió a vestirse y los dos salimos tan campantes y satisfechos, la empleada me miró sonriente y me guiñó un ojo como diciendo…
¡Que bien te lo has pasado eh! Irina y yo salimos de la tienda riéndonos y satisfechos.