La chica que encontré en el parque

Este relato me sucedió un día que salí a hacer ejercicio en un parque cercano a mi casa, y me encontré con una chica provinciana que acababa de llegar a la ciudad.

Vivo en un departamento de soltero y me gusta hacer ejercicio para conservarme en forma.

Fue un sábado como cualquiera que me levanté y me puse ropa de deporte para salir a un parque cercano.

Casi no había gente a pesar que eran las once de la mañana y de pronto pude ver a lo lejos que había una chica sentada en una de las bancas que ahí se encontraban.

Ella estaba sola y a su costado tenia un maletín de viaje.

Me acerqué un poco para poder verla mejor.

Tendría alrededor de 19 años y poseía un rostro atractivo.

Me veía con sus grandes ojos, que me daba la impresión de que quería preguntarme algo.

Estaba vestida con un jean y con una blusa que no podían esconder sus agraciadas formas.

Parecía una chica de la selva por los rasgos que tenia.

Me aproximé hasta donde estaba y la saludé.

Ella se me quedó mirando y me respondió el saludo sonriendo.

Le pregunté si podía ayudarla en algo, ya que me daba la impresión de que no era de Lima.

Me contó que hacía dos días que había llegado de la provincia, animada por un amigo que le había dicho que aquí podría conseguir trabajo, pero que nunca llegó a recibirla a la estación de autobuses, y había estado caminando desde entonces sin rumbo y que además ya no le quedaba dinero.

Mientras me hablaba con esa inocencia que tiene la gente que recién llega a la capital, aproveché para mirarla con detenimiento y a través de su blusa podía ver que tenia grandes pechos, sus labios eran carnosos y pensaba que rico seria que me diera una buena mamada.

A mis 32 años yo solo conocía chicas de mi zona, las cuales ya tenían bastante experiencia con hombres y el ver esta chica cándida, hizo que se me despertara un deseo morboso de tenerla en mi cama haciéndole lo que se me viniera en gana.

Le dije que si quería podría llevarla a mi departamento, para que descansara un poco mientras pensábamos que solución le dábamos a su situación.

Me agradeció y tomé su maletín conduciéndonos a pie a donde yo vivía.

Cuando subíamos las escaleras del edificio, hice que ella caminara delante mío, pudiendo así apreciar su caminar y el perfecto culo que tenía la muchacha.

Su cabello color negro caía libremente sobre su espalda.

Abrí la puerta y la invité a pasar, preguntándole si deseaba tomar un baño. Me dijo que sí y le indiqué el camino, a lo que ella tomó su maletín y se dirigió hacia él.

Me excité de pensar que la tenía en mi casa y deseé ver su cuerpo desnudo mientras se duchaba.

Como yo era soltero y a veces recibía visitas femeninas en mi departamento, había comprado un espejo que era de doble visión, de tal modo que podía ver a través del espejo la habitación de baño, sin que la persona que se encontraba en él se diera cuenta que la espiaban.

El cuarto de baño colindaba con la habitación que tenia y corrí para poder apreciar a mi invitada.

Lo primero que hizo ella es dejar su maletín en el suelo y se miró al espejo, sin saber que yo me encontraba detrás de él mirándola.

Se vio el rostro al espejo y la escuché que dijo, Que voy a hacer ahora que no conozco a nadie aquí?, luego de eso se bajó el pantalón dejándome ver sus piernas. Poco a poco sentí que se me paraba el pene, de saber que en un momento quedaría toda desnuda ante mis ojos.

Se desabotonó la blusa y se quedó en sujetador y braguitas, mostrando su espléndido cuerpo ante el espejo.

Puso sus manos en su espalda para desabrocharse el sujetador y en ese momento sentí un vuelco en mi corazón, que empezó a latir con fuerza por la proximidad del momento en que verías sus tetas.

Lentamente se lo quitó y parada frente al espejo me mostró un par de senos grandes y parados.

Sus pezones eran de color marrón y la aureola que los recubría también.

Sentí que un poco de liquido asomaba por la punta de mi pene, debido a la visión que estaba teniendo en ese momento.

Se bajó las braguitas mostrándome su chochito delicioso y yo me bajé el short que tenía puesto y me empecé a menear la verga, viendo cada detalle de su cuerpo.

Luego de esto se volteó y pude ver su par de nalgas mientras se dirigía a la ducha.

La vi a través de la puerta de vidrio mientras se enjabonaba el cuerpo, lavándolo detenidamente y eso me hizo desear que mis manos fuesen el agua que la acariciaba.

Sus manos lavaban sus tetas pasando el jabón por ellas, indicándome que eran suaves y no como otras tetas que había tocado, todas duras debido a los implantes de silicona. Esta chica era cien por ciento natural.

Cuando vi que termino de bañarse, salí de la habitación donde me encontraba y esperé a que ella saliese del baño.

Fui a la cocina y ella apareció donde yo estaba luego de un rato.

Le dije que fuera a mi cuarto para que descansara ya que la veía agotada.

Me dijo que desde que llegó aun no había dormido y que yo era muy amable de haberla ayudado y que esperaba poder hacer algo para retribuirme tanta gentileza.

Le alcancé una taza, diciéndole que era té y que eso la relajaría, pero previamente yo le había añadido al té unas hierbas que relajaban por completo.

Mientras ella se dirigía a mi habitación, observé que se había puesto un vestido de material delgado, que era holgado y que lo estaba usando para sentirse mas cómoda. Pasó una hora en la cual yo pensaba que esa hembra estaba acostada en mi cama, y yo en medio de una arrechura increíble.

Tocaron el timbre de mi departamento y fui a recibir una pizza que había ordenado para que almorzáramos.

La dejé en la cocina y fui a mi habitación para llamarla a comer.

Toqué pero no respondía, así que abrí sin hacer ruido y al entrar por la puerta, la vi echada de costado y con las dos piernas algo recogidas.

La posición en que ella se encontraba, me permitía ver que el vestido se le había subido un poco y podía apreciar sus muslos.

Me acerqué y la moví un poco, pero se encontraba profundamente dormida.

Me armé de valor y levanté su vestido por detrás, pudiendo ver que no se había puesto braguitas y se encontraba desnuda debajo de su vestido.

Acerqué mi cara hasta aproximarme a su culo y me llegaba el aroma de su cuerpo recién enjabonado.

Saqué mi lengua y se la pasé levemente por sus labios vaginales.

Mi pene se me puso como una tranca y volví a lamerla, cuando ella se movió para quedar boca arriba y quedó con una pierna estirada y la otra recogida hacia un costado.

Le levanté nuevamente el vestido, y como éste era holgado me permitió que se lo levantase totalmente, dejándome ver su cuerpo completo debajo de él.

Era un espectáculo increíble verla así dormida y a mi merced, toda desnuda con esa piel perfecta. Le abrí un poco las piernas con cuidado y volví a lamerle la concha.

Ella movió su cabeza un poco y pensé que se iba a despertar, así que salí de la habitación y cerré la puerta.

Ganas no me faltaron de ir a masturbarme al baño, pero decidí aguantarme para ver si podía seducirla cuando despertase.

Pasaron dos horas más y ella salió de la habitación. Me dijo que había dormido como un bebé. Puse la pizza en el horno y la calenté para que comiéramos.

Al parecer el baño y el descanso le habían caído muy bien ya que se veía radiante.

Lo que casi no me dejaba comer, era ver la manera que se llevaba cada trozo de pizza a la boca y el movimiento de sus labios gruesos, los cuales estaban brillosos por la grasa que tenia la pizza.

Luego de comer, ella se ofreció a lavar la vajilla que habíamos usado y yo no podía quitarle los ojos de encima y solo pensaba como podría hacer para tirármela.

Ella me contaba que no conocía nada de Lima y que estaba muy agradecida por la ayuda que le había dado.

Dentro de mi yo pensaba que ya habría oportunidad de que me agradezca como era debido.

Llegó la noche y vino el problema de donde podría dormir ella y le dije que si no le molestaba podríamos echarnos los dos en mi cama ya que ésta era muy grande, prometiéndole que no intentaría nada.

Ella se puso un poco colorada y me dijo que estaba bien, porque en el lugar donde ella vivía antes, a veces había ocupado la cama con dos de sus hermanos, durmiendo tres en una cama pequeña.

Me di un baño antes de irme a dormir y solo me puse un bóxer y ella seguía con el vestido que había utilizado para salir del baño.

No podía conciliar el sueño teniéndola a mi lado y cuando pensé que ya se había dormido, me acerqué por detrás y me pegué a su culo con mi verga totalmente parada.

Tanta era mi excitación de tenerla en esa posición que me saqué la verga y le puse la punta entre sus nalgas, sintiendo la calidez de las mismas.

Cuando estaba en pleno movimiento, ella se despertó y volteó a mirarme sorprendida. Yo solo atiné a decirle.

Quiero que me agradezcas ahora como me lo dijiste. Ella pensó un momento y se sacó el vestido, quedando totalmente desnuda sobre mi cama.

Yo me quité rápidamente el bóxer y le mostré mi verga parada. Que quieres que haga?, me preguntó tímidamente.

Chupámela, le dije. Ella miró mi verga y se inclinó para mamarla. podía sentir sus labios gruesos mamándome el pene.

Yo pasaba mis manos por su espalda y luego le agarré ambas tetas, masajeándoselas.

La tendí boca arriba y le separé las piernas.

Prendí la luz para poder verla a mi antojo y empecé a lamerle el coño. Se lo chupaba con fruición, lamiendo y jalando los labios de su chucha con mis labios. podía escucharla gemir, así que me puse sobre ella y empecé a culearmela.

Ella me abrazaba y abría mas sus piernas, facilitando que entre y salga mi verga.

Le lamí todo el cuerpo hasta llegar a sus nalgas, las cuales separé con mis manos y metí mi lengua en su ano.

En un momento la puse boca abajo y enfilé mi verga hacia su ano.

Ella no quería porque le iba a doler, pero yo estaba hecho un burro y la sujeté y se la empecé a meter igual.

Debido a lo apretado que estaba, solté un torrente de leche por su recto y la escuche llorar, no se si de dolor o de placer.

Apenas terminaba hacia que me la chupe para que se me paré de nuevo y me la volvía a tirar.

Me comía sus labios, chupándolos y le metía mi lengua, ocasionándole que sienta ahogo en algunas ocasiones, pero era la arrechura que me había provocado ella, lo que me hacia que me transforme en un animal.

Luego de culearla varias veces nos quedamos dormidos, y al día siguiente cuando desperté ya no estaba en el departamento.

Se había ido.

Me vestí rápidamente y corrí a buscarla pero ya no estaba.

La busqué toda la mañana y al volver había dejado una nota sobre la mesa del comedor.

Decía así, te agradezco por la hospitalidad que me diste y tome 50 dólares prestados que encontré en la mesa de noche, prometo devolvértelos cuando me haya establecido, firmado: Carmen.

Ahora siempre salgo a ejercitarme, con la esperanza de encontrar otra chica como ella.