En los vestuarios
Me llamo X y esto me sucedió hace tiempo cuando trabajaba en un gimnasio.
Como todos estos negocios cerrábamos tarde y me tocaba a mí la mayoría de los días quedarme a cerrar el sitio y comprobar que no quedara nadie dentro.
Con ese empleo conoces muchas mujeres que hacen aeróbic, y bueno, nunca tuve muchos problemas para relacionarme con el sexo contrario pero lo que me sucedió una noche hizo cambiar el resto de mi vida…
Yo soy alto (1.85), pelo castaño-moreno rizado y un poco largo pero no mucho, ojos castaños y claro, trabajando donde trabajo deporte pero no mucho, porque no me gustan los físicos hiper-desarrollados de gimnasio. Había en especial una chica que ocupaba mis fantasías.
Era un poco baja (como 1.60), rubia-castaña, pelo muy largo, rizado y unos preciosos ojos verdes que aún recuerdo al cerrar los ojos. Bien formada y con todo en su sitio. Solía venir tarde y a mí me encantaba mirarla trabajar su cuerpo en los aparatos.
Apenas nos dirigíamos más que unos saludos, pero yo sabía que ella se daba cuenta de cómo babeaba mientras se ponía a hacer pecho en la maquina.
Para aquellos no muy familiarizados les explicaré que es esa en la que pones los brazos atrás y tiras hacia delante con lo que consigue un realce muy interesante a la hora de hacerlo por una bella dama.
Esa noche ella llevaba unas mallas como siempre, y un top de esos de cremallera que dejan que el escote haga maravillas con la imaginación de un hombre.
Pasé 2 horas viéndola sudar deliciosamente hasta que llegó la hora de cerrar. Se lo comenté y dijo que iría a cambiarse, que fuera cerrando que ya ella se ducharía en casa. Yo fui a cerrar obediente sin imaginar si quiera lo que vendría a continuación.
Cerré la puerta del negocio y me acerqué hasta los vestuarios, ya no quedaba nadie y me preguntaba a mí mismo si debía mirar primero y anunciarme después para intentar ver algo o comportarme como un autentico caballero.
Al final opté por esto ultimo, dado que no quería tener problemas en el trabajo. Llamé varias veces pero no obtuve respuesta ninguna.
Al final me asomé y lo que vi me dejó helado…
El ambiente estaba húmedo, aún había vapor proveniente de las duchas y allí estaba ella, apenas a un par de metros. Se movía de espaldas a mí suavemente, mientras pasaba una camiseta pequeña por encima de sus hombros para quedarse sólo con el top.
Lentamente se despojó también de las mallas para dejar al descubierto un culo perfecto, duro como se podía adivinar por el ejercicio, apenas se veía el hilo del tanga que era su única prenda interior.
Desde donde me encontraba paralizado pude oír la cremallera de su top bajando hasta dejar su parte delantera en dos y vi cómo hábilmente se desprendía de él.
Con una sola mano se soltó el pelo, mientras seguía contoneándose al ritmo de una suave música que sólo ella escuchaba.
No podía creer a mis ojos mientras su pelo caía por su espalda, y menos aún cuando ella se inclinó para despojarse de su tanga ladeándose un poco y dejándome ver así un leve atisbo de esos pechos magníficos que me hipnotizaban a diario.
Despacio, sin decir nada, se dirigió a las duchas, dejando su ropa amontonada junto a su bolsa deportiva. Sólo se volvió un poco, dejándome ver su perfil, impresionante con esa luz suave y ese vapor que salía de las duchas, y fue para susurrar… ¿¿¿es que no piensas acompañarme???
Yo no podía despertar de ese sueño así que me apresuré a seguirla. Como en los gimnasios la calefacción es alta, llevaba yo sólo unos pantalones cortos y un polo, aparte de la ropa interior claro.
Rápidamente llegué a donde ella estaba, el agua caía sobre su pelo y suavemente se dedicaba a resbalar sobre su tersa piel.
Estaba hipnotizado, no sabía qué hacer, entonces ella, se giró, y creo que en ese instante morí, no podré nunca contemplar algo mejor a eso.
Qué hembra, un par de pechos generosos y aún desafiantes a la gravedad, una cadera de infarto, un arete en el ombligo, un pubis recortado y casi inexistente y un delicioso lunar en donde el escote suele dejar de verse, era su perla escondida.
Alargó la mano y me arrastró hacia el chorro, yo no pude resistirme pero casi me salí al notar cómo el agua me despertaba, pero claro, su lengua en mi boca mientras agarraba mi cuello con su mano fueron suficientes para iniciar un tórrido beso que me hiciera olvidar del agua.
Así iniciamos un desenfrenado beso en el que ella frotaba su cuerpo contra el mío, haciendo que la erección que ya me dolía se incrementara aún más si cabe.
Podía notar claramente sus pezones contra mi cuerpo mientras luchaba por agarrar mi culo y pegar así mi verga a su cuerpo.
Tras un rato así ella se separó, me miró con unos ojos cargados de lascivia y me quitó el polo, se entretuvo en quitarme el pantalón, acariciando mi miembro por encima de la prenda y finalmente me dejó en calzoncillos, se arrodilló y separándose del chorro de agua para no ahogarse, comenzó a morderlo por encima del calzoncillo.
La excitación era increíble, tenía a una diosa entre mis piernas, torturándome con su boca mientras daba suaves mordiscos a mi pene y me miraba con unos ojos que hubieran puesto nervioso a un ciego.
Cuando ya creía que sería capaz de correrme así, sin contacto directo, ella sin yo casi darme cuenta, lo sacó por un lado y se lo introdujo casi entero.
Empezó a trabajármelo con la lengua, repasando la cabeza de mi pene, chupando fuertemente y provocándome unas oleadas de placer indescriptible.
Acariciaba mis pelotas mientras torturaba mi glande con su lengua y agarraba mis nalgas cuando lo introducía violentamente en su boca hasta que tropezaban con su barbilla.
Rápidamente, el estado de excitación me provocaría un duro orgasmo pero a ella no parecía importarle, jadeando conseguí decir que estaba a punto de terminar y fue el momento en que se lo introdujo aumentando el ritmo, eso fue suficiente para mí y comencé a descargar mi leche en su boca.
Ella no paró de chupar y se lo tragó todo entero. Se recreó unos momentos en besar mi aparato y le dio unas rápidas lamidas más antes de levantarse mirándome con ojos que decían… es tu turno.
Yo no pude más que llevarla de nuevo bajo el agua caliente y besarla con fuerza, queriendo introducir mi lengua hasta lo más hondo.
Ella respondía a mis besos y de repente de un rápido salto se colgó de mi cuello, poniendo sus piernas sobre mi cintura .
Si no hubiera conservado las chanclas seguro que nos hubieran encontrado allí al día siguiente desnucados, pero el resultado fue que ella quedó contra la pared, con el chorro de agua caliente cayendo por su hombro, resbalando por un pecho, circulando por el canal que une ambos senos, jugando alrededor de su arete, cayendo por su cadera, resbalando por su pierna hacia mí.
Estiró los brazos para apoyar su espalda contra la pared de manera que sus pechos aparecían hermosos ante mí y la punta de mi verga rozaba su abertura más ardiente, despacio la balancee levemente para que mi punta rozara la interioridad de su cuerpo, arrancándola suaves gemidos de placer ella ahora cerraba los ojos, experimentando el correr del agua por su cuerpo y la caliente proximidad de mi punta en su interior.
Ya no podía más, de un fuerte movimiento me aproximé a la pared cargando mi peso y todo mi aparato entró en ella, abrió mucho los ojos y la boca, sin emitir un ruido, y luego se fue dejando caer, empalándose ella misma en eso que la acababa de conocer entera por dentro.
Lentamente fue iniciando un movimiento con la cadera y las piernas para ir moviéndose arriba y abajo, tras lo que yo ayudé empujando en sus caídas para acabar de meterlo hasta el fondo.
Me eché un poco para atrás, para darla más espacio y poder mordisquear sus pechos mientras ella apoyaba sus hombros en la pared y se movía y retorcía suavemente.
Es una posición increíble, pero un poco retorcida e incluso dolorosa, ya que en un descuido la puedes empotrar contra la pared, dejándola sin cuello, con lo que la atraje hacia mí en un abrazo y la llevé fuera a los bancos.
Me senté en ellos y ella comenzó a moverse sobre mí. Esta es una postura en la que con nuestras diferencias de altura podíamos besarnos con pasión, así ella comenzó a acelerar su ritmo produciendo cada vez más jadeos y gritos, empezó a inclinarse mientras apoyaba las manos en el banco y me volvió a ofrecer una gran visión de sus senos botando a escasos centímetros de mi boca que esta vez no pude desaprovechar.
Mordí con ansia esos pechos mientras sus gritos aumentaban y sus embestidas contra mí se hacían más fuertes, apenas notaba el dolor que me producía esto cuando un gran grito precedió a su arqueo de espalda y a un descenso notable de su movimiento, con movimientos circulares mientras abría los ojos y me obsequiaba con un cálido pero suave beso, que me encendió más aún si cabe.
Estuvimos así un rato apenas moviéndonos para conservar la intensidad mientras nos fundíamos en un hermoso beso, mucho menos ardiente pero mucho más agradable. La levanté y dejé que se pusiera cuatro patas sobre el banco dejando su cuerpo pegado al banco mientras la humedad que nos empapaba hacía que se resbalara ligeramente por el banco, mostrándome su hermoso cuerpo, su perfecta espalda, sus nalgas duras y bien abiertas por la postura, su pelo echado a un lado mostrando su gracioso cuello y el pecho apuntando por debajo de su brazo mientras se echaba el pelo hacia el mismo lado.
Lentamente la mordí el cuello, a lo que se resistió suavemente, no mucho, sólo una pequeña marca donde el pelo fácilmente tapa todas las señales de un ardiente encuentro.
Pasé mis nudillos despacio por su espalda, provocándola un respingo que hizo botar su cuerpo, amasé sus nalgas entre mis manos y me dispuse a darla el mismo tratamiento que ella me había dado antes, pasé mi lengua por sus labios vaginales, saboreando los restos de su final e introduciéndola en ella mientras seguía agarrando sus nalgas.
Después de un rato así, jugando con mi lengua y mis dedos en su interior, empecé a masajear su clítoris con mis dedos , mientras la levantaba un poco la cadera y separaba sus nalgas con mi lengua, acariciando suavemente su entrada de atrás con mi lengua mientras mis dedos se afanaban en delimitar su clítoris, encontrarlo, dibujarlo y acariciarlos mientras ella se contorsionaba de placer.
Comencé a humedecer su ano mientras ella gozaba y parecía no notarlo hasta que estuvo listo para recibir a mi dedo.
Por un momento se tensó y pareció dispuesta a protestar, pero el movimiento de mi otra mano en su clítoris la dejó lista para lo que fuera. Rápidamente un segundo dedo se unió al primero y cuando un tercero agrandó lo suficiente el espacio me dispuse a recoger el trofeo de mi esfuerzo, se giró como para pedir suavidad y lentamente se agarró a los laterales del banco y dispuso su gran culo a mi disposición, enterrando su cara en el banco y preparada para lo que viniera. Rápidamente introduje un par de veces mi aparato en su vagina, para lubricarlo con sus jugos y para darla confianza, y tras sacarlo y meterlo por completo un par de veces, lo introduje hasta la mitad en su parte de atrás, esperé para que se acostumbrara al intruso mientras la oía jadear y boquear en busca de aire.
Con una mano sujeté sus caderas, mientras la atraía hacia mí para que se fuera introduciendo poco a poco y poder así acariciar por delante su clítoris.
La mezcla del pequeño dolor y del inmenso placer, la volvieron a elevar a un frenético movimiento, empujándose ella mi aparato todo dentro de sí. Rápidamente comenzamos a movernos de manera frenética mientras cada vez ella gritaba más fuerte de nuevo, volvió a correrse al poco tiempo.
Se deshizo de mi verga en su trasero y se dio la vuelta, besándome de nuevo.
Yo esperaba que siguiéramos y ella me empujó suavemente para quedar tumbado sobre el banco y dijo… ahora yo, te follaré a ti, y de un solo golpe se montó en mi palo y comenzó a moverse y a cimbrear de manera espectacular, apretaba mi verga con fuerza en su interior y su calor era más de lo que podía soportar.
Cuando notó que estaba a punto de estallar se tumbó sobre mí y unió su boca contra la mía mientras notaba cómo me vaciaba en su interior.
Continuó moviéndose despacio, mientras los últimos retazos de placer invadían mi cuerpo. Volvió a besarme, cogió su ropa, y sin vestirse, se dirigió a la puerta, dejándome allí tirado y pensando si sería o no realidad todo eso.
De repente su cabeza se asomó por la puerta y mientras metía su ropa en la bolsa sin ponerse nada encima, más que secarse el sudor /agua con la toalla, dijo…
En fin, no tengo ropa para cambiarme, tendré que irme así, te sugiero que hagas lo mismo, además supongo que tendrás prisa.
Mañana tendrás que madrugar para llegar aquí desde mi casa y recogerlo todo… sonrió y se fue.
Rápidamente hice un bulto con mi ropa y la seguí.
Afuera no había nadie, me había engañado y estaba en la calle con mi ropa echa un guiñapo y sin nada más que ponerme cuando unos faros parpadearon en el parking… pero eso fue el comienzo de la siguiente historia, quizás se la cuente si ésta les interesó…