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El metro en Ciudad de México

El metro en Ciudad de México

En la ciudad de México como quizá en muchas otras grandes ciudades, el sistema de transporte colectivo se convierte en una fuente inagotable de placer al ver rebasada la capacidad del mismo para transportarnos a los que allí confluimos.

Producto de esto las verdaderas marejadas de gente que se forman en los andenes en espera de abordar los atiborrados trenes para llegar a tiempo al trabajo, producen contactos físicos como el siguiente.

Cierta mañana caminando entre la gente en el anden buscando donde poder abordar, de pronto uno de los botones de mi saco abierto se atoro en un sweater de una chica menudita de pelo castaño y con mirada tímida y apenada, pues el atorón nos dio un jalón a los dos que íbamos en direcciones opuestas.

Sin pensarlo mucho me voltee y con mi mano derecha tomé su cintura y con la otra desatore las prendas, ella continuo su camino y yo hice lo mismo, un segundo de reflexión me hizo virar nuevamente hacia donde ella se dirigía y comencé a caminar apresurado hacia ella. Mi respiración se iba acelerando y al verla parada tras un numeroso grupo de hombres, pudiendo haberse ido a la sección donde exclusivamente viajan mujeres, mi corazón palpitaba fuertemente.

Me coloque justo detrás de ella tratando de acercarme y que sintiera mi presencia lo más cercano posible a ella.

Al acercarse el tren casi podía jurar que me volvería loco pues mi corazón enloquecía, mi respiración se entrecortaba y mis manos y cuerpo temblaban de excitación. Al abrirse las puertas de un vagón completamente lleno aproveche los empujones para poner mi mano derecha en su cintura y la izquierda abrazándola por encima de su brazo diciéndole al oído cuidado, como si mi intención fuere el protegerla con este movimiento.

No sentí rechazo y al irse el tren permanecí en la posición señalada pero mi mano izquierda buscó ahora su cintura por un costado y se recorrió a su estomago, pude sentir como su cuerpo se estremeció y haciendo su cadera hacia atrás quedo restregada en mi pene ya erecto desde unos segundos atrás.

Al llegar el siguiente tren intentamos abordar y yo apretaba con desesperación tratando de que abordásemos para ya no esperar más pues estaba dispuesto a deleitarme con el cuerpecito que estaba entre mis manos, en este nuevo embate mi mano en su estomago aprovecho para ir debajo de un sweater tejido que traía puesto, mientras que la mano derecha hurgó su cadera y pierna del mismo lado, nuevamente fue infructuosa la excitante búsqueda de entrar al vagón.

Sin embargo ella permanecía restregándose contra mí, ahí los dos sin decir nada, sin siquiera voltearnos a ver.

En la siguiente llegada del tren empuje aun con más fuerza y como estábamos ya frente a la puerta esta vez si entramos con muchos trabajos al vagón, en el empujar dije al oído a la chica que quitara su brazo izquierdo, con lo cual tuve la facilidad de que mi mano izquierda que hurgaba su piel fresca y excitada sobre su estómago, llegara hasta su diminuto pero firme pecho, cosa que la hizo voltear a verme con una mirada que denotaba temor, excitación y confusión ante el atrevimiento y el quizá que dirán de la gente. Sin embargo yo proseguí y al entrar quede frente a ella completamente apretado, mi mano izquierda seguía recorriendo su pecho y la derecha ya sin temor a que me fuera a decir algún reclamo se dirigió hasta sus nalgas, sintiendo a través de su mezclilla sus bien formadas frutas, pero en mi mente un rayo de lujuria me dijo que porque lo hacia sobre su pantalón y ante el reclamo de mi mente enferma, mi mano busco el final de su pantalón sobre su cintura y sin pensarlo hundí mi diestra derecha sobre sus carnes magras que sentí frías y temblorosas y de manera casi instantáneas parecieron arder, las apreté dos o tres veces con la sangre quemándome por el temor a ser visto, la aventura que estaba viviendo y por la lujuria que llenaba mi pecho, traté de besar su boca pero ella no lo permitió, ni tampoco se atrevió a llevar su mano a mi pene como yo pretendía y suplicaba en tono bajo a su oído.

Mi derecha continuo recorriendo sus nalgas a flor de piel y se introdujeron por en medio de las mismas hasta sentir como su ano se fruncía al sentir cerca el hurgar de mis dedos que sin pasión pellizcaban, acariciaban su cuerpo, al sentir la punta de su toalla femenina jale la misma hacia arriba y aunque se atoraba un poco la furia y calentura con que lo hice la soltó de la pantaleta y quedo casi en su cintura, mis dedos hurgaron su vagina empapada y verdaderamente quede fuera de mi, ya que de pronto llegamos a la siguiente estación y yo no pretendía dejarla, sin embargo no pude contener más mi excitación y al momento de abrirse las puertas una eyaculación que me nubló la razón y saco de mis sentidos, pues al estar tan entretenido en el interior de la chica ni siquiera mire el grado en que me encontraba y me sorprendió a mi mismo el no poderme contener más y derramar ahí litros de semen justo cuando la gente empujo para salir y me vi envuelto en este mar que me separo de ella , sin embargo jamás la olvidare ya que sin duda es una super aventura que no la única que ya podré contar después, al reponerme tratando de disimular lo sucedido y empapado hasta los calcetines, seguí el día con mi rutina de trabajo.

Alabado sea el sistema de transporte colectivo que da vida a mí vida.

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