Todo empezó hace poco más de tres años, empecé a trabajar en una empresa dedicada a las ventas y la mayoría de personal en las tiendas eran mujeres, con lo que yo me sentía como un elemento algo diferenciador y extraño.
Las primeras compañeras que conocí fueron Judit y Claudia.
Claudia era mona y muy simpática pero no me llamaba demasiado la atención, en cambio Judit, no era especialmente guapa, pero tenía morbo. 😊
No había día en que la mirada no se me perdiera en sus pechos o en su culo, que el 90% de los días iba vestido por un tanga que se transparentaba por el pantalón.
Mi relación con ellas fue magnífica desde el primer día, y con Judit, a pesar de que ella tenía novio, siempre había más roce, parecía como si nos buscáramos el uno al otro.
A medida que pasaba el tiempo, mi relación con ella iba mejor, nos contábamos intimidades, algunas relacionadas con lo que le gusta a ella y a mí, y también conocí a más compañeras que incluso estaban más buenas que ella pero, Judit era Judit.
Con el tiempo empezaron a surgir rumores de que estábamos saliendo, que nos habíamos liado, etc. los típicos cuando un hombre y una mujer se llevan bien.
Y llegó el día en que, sin pensarlo en absoluto, pues pasó el motivo por el que escribo este relato.
Era verano, una cena de empresa, ya no trabajábamos en la misma tienda pero aún así nos seguíamos viendo.
Estuvimos cenando, bebiendo y bailando, todo el tiempo inseparables, porque ambos sabíamos que si nos sentábamos juntos lo pasaríamos perfecto.
Y en las discotecas a las que fuimos, estuvimos bailando pegados todo el tiempo, incluso en ocasiones cuando yo la cogía por la cintura por detrás, ella movía sus caderas contoneándose y provocándome, sintiendo como mi miembro estaba bien duro y caliente, y nuestras compañeras como es obvio, algunas sorprendidas y otras sonriéndose, pero allí no pasó nada más.
Al salir que nos despedimos todos, me ofrecí a acompañarla hasta su casa porque vivía en una zona no muy recomendable para nadie a esas horas, las 7 de la mañana, y fuimos todo el tiempo charlando, ella todavía andaba algo bebida pero todavía decía cosas con cordura.
Al llegar a su portal, y cuando ya estaba a punto de irme ella me abrazó, y al empezar a separarnos me dio un beso en la mejilla, y de repente un furtivo beso en los labios, yo me quedé que no sabía bien bien como reaccionar, pero seguí el juego y se lo devolví, poco a poco los picos se fueron alargando hasta convertirse en besos con lengua en toda regla, yo recorría sus labios y el interior de su boca y ella me mordía los labios, la temperatura iba en aumento y el aroma a sexo cada vez estaba más claro.
Ella puso sus manos en mi culo, que además sé que la traía loca desde que nos conocimos, y empezó a frotarlo, y yo hice lo mismo con el suyo, la pasión iba creciendo y yo me aventuré e introduje mi mano derecha por la abertura frontal de su falda, y empecé a acariciar su sexo por encima del tanga, y al mismo tiempo que ella empezaba a gemir, yo recorría su cuello y sus orejas con mi lengua y mis labios, aparté a un lado la minúscula pieza de ropa y pude comprobar como apenas una nimia tirita de vello cubría su sexo, cuyo olor me hacía acercarme para empezar a degustarlo, pero ella me detuvo y me dijo que fuera con ella, que sus padres no estaban.
En el ascensor ya le quité el tanga y le bajé el top que llevaba y ante la ausencia de sujetador, lamí sus senos y mordisqueé sus pezones, arrancándole un primer e inesperado orgasmo; al entrar en su piso no esperamos más y en la misma entrada empezamos a hacerlo, ella me quitaba los pantalones con prisa, mi pene saltó como un resorte ante sus ojos, y con una mirada llena de lascivia empezó a tragárselo milímetro a milímetro, haciéndome gozar a cada paso, chupaba y chupaba, lamía y lamía mientras me acariciaba mis testículos, cuando estaba a punto de venirme la avisé y me guiñó un ojo, con lo que descargué todo mi semen en su boca, tragándose hasta la última gota, cuando iba a levantarme me dijo que no, que ahora le tocaba a ella disfrutar de mi lengua.
Rápidamente descendí y le quité la falda, empecé a besar sus muslos, internamente, pasaba mi lengua alrededor de su sexo, acercándome cada vez más, y cuando contacté plenamente con él, agarró mi cabeza para que no la moviera de sitio, devoré su sexo de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha, la penetré con mi lengua y luego le tocó el turno a su botoncito, dándole suaves toquecitos conseguí hacerlo llegar a su estado de máxima excitación, con lo que sus orgasmos de nuevo, eran continuos.
Me levanté y en brazos la llevé a su habitación, no me fijé más que en su cama y en cómo la dejé, y tal como lo hice ella misma se acabó de desnudar y, como si de una actriz porno se tratara, me hizo señal de acercarme y mientras me miraba se clavó mi miembro hasta el fondo de su garganta, y cuando estaba ya en plena erección, se abrió de piernas y me dijo «Fóllame, es lo que deseo desde que te vi entrar en el trabajo, y ahora es el momento, fóllame hasta que no podamos más», como un muchacho bien obediente, me acerqué pero decidí hacerla esperar, primero rodeaba su sexo con mi polla, luego la penetraba un poquito y lo retiraba, así estuve durante unos minutos hasta que ella me la cogió y me hizo penetrarla, empecé fuerte, muy fuerte, tanto que ella en 2 minutos se había corrido de nuevo, seguí y seguí y luego me puse yo debajo y ella encima dándome la espalda, en esa posición pude imaginar que así como a quien me estaba tirando era a Judit, podía ser cualquiera de mis otras compañeras: Marta, Cristina, Laura, sus cabalgadas eran brutales y había veces en las que salía por encima de mi pene y luego se volvía a empalar de arriba abajo.
Mi segunda corrida vino pero esta vez mi aparato siguió en erección, con lo que la puse en posición de a cuatro y se lo hice por detrás.
Después de varios orgasmos más, nos quedamos descansando y ella se quedó dormida, aproveché para irme y la dejé durmiendo plácidamente.
Al día siguiente me envió un mensaje diciéndome cuánto había disfrutado pero que sólo quería que fuera aventura de una sola noche, pero gracias a esa aventura, pude comprobar como mis compañeras eran incluso más calientes que Judit, y me llevé muy gratas sorpresas pero, como se suele decir, eso es otra historia.