Una deliciosa ocasión en la que mi pene conoció una vez más el calor de tu ano… sentada sobre mi recibiste por tu propio peso el grueso y largo de mi sexo dentro de tu cuerpo.

Fue en un castillo donde mi deseo fue satisfecho por ti.

Nos reunimos después de algún tiempo en que no habíamos tenido la ocasión de vernos.

El día era bastante caluroso por lo que ansiábamos la frescura de una habitación amplia, así llegamos hasta un castillo que nos acogió en una habitación muy grande, de alto techo y decorado sobrio.

Una amplia cama para tenderse con un espejo de pedestal grande de marco dorado envejecido.

Una vez adentro nos besamos tiernamente para prometernos una tarde de amor mutuo. Entre besos nos quitamos la ropa tendidos sobre la cama. Como el calor aún estaba en nuestros cuerpos decidimos antes de continuar darnos una ducha para refrescarnos y así iniciar una jornada de amor.

Fuimos juntos a la sala de baño, allí nos terminamos de desnudar y primero yo me metí en la ducha, mientras tu te sentaste a orinar. Yo comencé a ducharme y pronto tu también te metiste al agua conmigo.

Te mojaste y limpiaste rápidamente y te abrazaste a mi, así comenzamos a besarnos mientras el agua nos mojaba, tus senos mojados se elevaban ante el abrazo que me dabas alrededor de mi cuello, mi pene se erectó sobre tu vientre, así refrescamos los cuerpos pero encendíamos la pasión.

Tus manos acariciaron mi espalda, mi trasero y apretaron mi tronco duro.

Yo te levante para buscar penetrarte pero no lo concluimos para dejarlo para la cama. Luego mutuamente nos jabonamos y limpiamos para finalmente concluir la ducha y secarnos. La cama nos esperaba.

Nos metimos entre las sabanas y prontamente estábamos besándonos y tu iniciaste un ataque sobre mi, estirada a lo largo de mi cuerpo tu sexo se junto con el mío y con la ayuda de tu mano mi pene fue besado por tus vaginales labios y luego recibido en su totalidad en tu interior, así estirados y tu sobre mi hicimos el amor suave y dulcemente dejándonos arrebatar por el gusto de nuestra unión, yo me deleitaba acariciando tus glúteos mientras nuestras lenguas se enredaban en besos sabrosos.

Mis dedos los hacia buscar entre tus glúteos por la entrada de tu botón anal, acariciando suavemente mientras mi pene en el interior de tu vagina recibía toda la atención de tu cuerpo, deleitándome en placeres que tú como mujer sabes proporcionar.

El orgasmo se anunció y tanto tu como yo nos sentimos arrebatados a ir a su encuentro, comenzamos a movernos acompasadamente y con fuerza, tus piernas las recogiste para quedar semi sentada sobre mi cargando con mayor comodidad tu sexo con el mío. Mi sexo comenzaba a temblar, pequeños espasmos se hacían más fuertes recorriendo como una corriente desde la base de mi tronco hasta la punta de la cabeza. Tú suspirabas y cargabas y relajabas hasta que te vi correrte y yo apuré mi orgasmo descargando mi placer en ti.

Me besaste y con palabras de amor me dijiste cuanto disfrutabas de nuestro encuentro.

Después el reposo nos hizo conversar nuevas cosas, nuestro encuentro, experiencias anteriores; tu cuerpo se encontraba por esos días en periodo, por lo que mi pene quedo cubierto de un tono rojizo, que tu delicada y tiernamente te dedicaste a asear, tomabas mi carne y la limpiabas hasta que quedaste conforme; nos refrescamos con una bebida y así comenzamos a recuperar nuestros apetitos.

Tu mano siempre ha sido un placer, y sin hacer la excepción comenzaste a preparar mi pene acariciándolo y aferrándolo, así con un suave sube y baja lo dejaste pronto en condiciones de darte el gusto que quisieras, y tu gusto fue besármelo y comerlo con las delicias que tu boca sabe darme, lo chupaste y lamiste haciéndome vibrar en el gusto… tanto fue el buen trabajo que hacías que tuve que detenerte para no acabar ahí en tu boca, tú me mirabas sonriendo y me abrazaste permitiéndome así relajarme, besos y palabras nos hicieron calmar la excitación que me habías provocado.

Cuando las ganas de hacer algo especial estaban ya dispuestas te pedí que me dieras tu entrada por atrás, gozar tu ano, con un puchero me dijiste que bueno pero que con cuidado pues duele, para facilitarte me tendí de espalda en la cama, tu sobre mí sentada con tus piernas abiertas y mi sexo busco tu calor y te penetré para empaparme de tu lubricada vulva y así acariciaba tus nalgas y tu te excitabas, tus caderas iniciaron un movimiento de atrás y adelante y además levantabas un poco haciendo que mi pene saliera para luego dejarte penetrar otra vez, y otra, y otra.

Después de un agradable momento en esta posición, tomé tus caderas y te levante haciéndome salir de ti, entonces te pedí que me llevaras a tu ano y tu, obediente, tomaste mi tronco y con tu mano lo dirigiste a la entrada pequeña, justo entre tus glúteos, que yo separé un poco para facilitar mi contacto con tu cuerpo, como mi cabeza venía lubricada por tus jugos, ubicaste entonces la punta de mi sexo justo en un beso con el botón anal, que aún cerrado quedó expuesto a la invasión.

Preocupada me dijiste que te iba a doler, yo te calme diciéndote que tu tendrías el control y que tu misma fueras penetrándote tanto como soportaras, con esta situación en tus manos, o en tu ano, te relajaste un poco y presione un poco para sin mucha dificultad lograr penetrar un poco de mi glande dentro de tu ano, que se abrió lo suficiente para esa primer intento, nerviosa te apretaste un poco pero yo te acariciaba y daba ánimo diciéndote que te relajaras y te dejarás clavar más, te preparaste tomando un poco de aire y dejaste que tu peso permitiera un nuevo avance y así te penetre otro poco colocando toda mi cabeza en ti… te detuviste diciendo que te dolía, yo te decía que relajaras, lo hiciste y mi tronco avanzó casi hasta la mitad, te detuviste otra vez acusando el dolor y quisiste retirarme, pero te afirme y te calmé, el estar un momento penetrada y relajándote te permitió soportar y disponerte a un nuevo avance, relajaste tu cuerpo otra vez y yo empuje otro poco alcanzando una buena penetración de ¾ de mi carne en tu apretado ano, que me envolvía y calentaba, gritaste tu dolor y me pediste que no te hiciera nada más… yo te tome de la cintura para lograr más agarre y empuje otra vez avanzando un poco más y mirando tu rostro que en esta ultima acción enrojeció y tu boca se abrió sin decir palabra, casi todo de mi estaba en tu interior y por unos instantes hice el juego de salir un poco y volver a penetrar, tu soportando la acción me diste en el gusto y te entregaste a mí, una vez más. Por segunda vez me has dado el gusto de penetrarte y gozarte analmente, pero mi mayor deseo es hacerte una experta en el sexo anal, y sé que lo lograremos.

Me pediste que te liberará, y con todo amor comencé a retirarme de tu cuerpo, suavemente hasta que al salir te levantaste para completar la liberación, me dijiste que te había dolido pero que lo habías podido soportar mucho mejor que la primera vez, y me prometiste que siempre habría más para mi y que me complacerías mejor. Ante tanto amor y entrega fue necesario hacernos el amor sexualmente y tomando mi pene lo llevaste justo entre tus piernas a tu deliciosa vulva, que húmeda y lubricada me recibió para en ritmo creciente iniciar los movimientos del amor y culminar en orgasmos mutuos que nos hicieron quedar abrazados.

Después de esto nos duchamos separadamente para asearnos, la hora de irnos se acercaba y una vez bañados comenzamos a vestirnos. Estando a medio vestir nos besamos y deseamos otra vez… te invite a la cama a hacernos el amor, pero me dijiste que mejor yo me tendiera y bajando mi slip que ya estaba puesto te diste a la tarea de darme una rica y deliciosa mamada de despedida por ese día, me das tanto placer.

Así terminó ese día, nuestro encuentro de amor, amistad y sexo. Nos despedimos en medio de la ciudad… hasta otra ocasión.