Carta a mis admiradores
Hola, soy Eva si, sexibom y este relato no es real aunque tambien podria haber sido.
Esto es una historia con la cual les mando saludos a todos los admiradores de mis relatos.
Eso si, no está dedicado a uno solo sino a todos en general.
Todos los que me conocéis sabéis lo que me encanta escribir relatos y ya tengo unos pocos publicados.
A raíz de ellos, he conocido mucha gente de varios países y ciudades con los cuales he podido conversar aunque, con algunos más que con otros.
Algunos simplemente me han preguntado por los relatos pero otros han sido más atrevidos.He recibido cantidad de fotos, algunas porno, muchas proposiciones de hacer el amor con ellos, en fin de todo.
Por eso este relato, va dedicado a todos vosotros para que lo disfruteis como mas os guste hacerlo.
Bien, todo esta historia comienza así…
No hace mucho, conocí a un chico a través de internet.
Me respondió a un anuncio de unos relatos que había publicado en una web. Simplemente se limitó a enviarme una de sus fotos ( yo ni tan siquiera sabía si esa foto era suya ).
Ni una frase, ningún comentario; sólo una foto suya bastante pornografica en la que se podía ver vagamente su rostro y su cuerpo.
La foto se centraba en su miembro y se las había ingeniado para hacerse la foto en el preciso instante en el cual su semen salía a una velocidad vertiginosa de su miembro.
Contemplé durante unos segundos la fotografía a lo cual, me excito un poco y finalmente la guarde por si acaso.Unos días después, recibí otro mensaje.
Sabía que era de él puesto que algo que me había llamado la atención había sido su dirección de correo electrónico. Era realmente simpática.
Ahora, no me enviaba ninguna fotografía suya, o supuestamente suya, sólo un pequeño texto: «Has visto mi foto…?. Ha sido en tu honor…»
A la semana siguiente, pude contemplar otra vez una de sus fotografías y un pequeño texto: » te espero en Valencia»( por poner una ciudad );me facilitaba su número de teléfono.En aquel momento y mientras leía los mensajes que había tenido, estaba apuntando datos en un papel. Sin saber muy bien porqué, cuando me di cuenta había anotado su número de teléfono. Inmediatamente y al ser consciente de ello, simplemente lo guarde.
Unos días después hablando con él, me invitó a pasar unos días en Valencia a lo cual, la idea no me agradaba mucho al no conocerlo y al no saber sus intenciones sobre mi.Al final me convencio y me fui a su encuentro.
Así que un Jueves me encontré en la estación dispuesta a tomar un tren, me acerqué a la ventanilla correspondiente y solicité el billete. Busque entre mis papeles su nota y la encontré junto a su numero de telefono.Le llamaría nada más llegar a Valencia, quizás no era mal «plan».
Estaba realmente cansada al llegar a Valencia. Quise tomar un taxi, pero mi economía no me lo permitía, así que decidí preguntar por la pensión más cercana a la primera persona con la que me tropezara.Tuve que caminar más de lo que hubiera deseado, así que ese día, me fui muy pronto para la cama. Además, había que controlar muy mucho la economía.
A primera hora y después de desayunar, lo primero que hice fue quedar con mi amigo. Nunca me imaginé tener que dar tantas explicaciones a nadie por teléfono; él no se podía creer que yo estuviera en su ciudad ni que le estuviera llamando a él. Sólo cuando le dí ciertos detalles del lugar donde me encontraba, el nombre de la pensión y los establecimientos que había alrededor fue cuando por fin parecía salir de dudas.
Esa misma tarde nos conocimos. No era muy alto, casi como yo de estatura. Tampoco aparentaba tener más de 25 años aunque él insistía en que hacía unos meses que había cumplido los 27. Era moreno, con el pelo un poco rizado y delgado. Lo que más me llamó la atención eran sus manos… Tenía unas manos grandes y fuertes y al mismo tiempo muy cuidadas; hermosas. En líneas generales, no estaba nada mal aunque no fuera nada de otro mundo. Eso sí, me hacía reirme, se podía hablar de todo con él y parecía bastante inteligente.
Por suerte o por desgracia, no pasé mucho tiempo con él. Era un chico muy ocupado. Por el día tenía cientos de cosas que hacer y por la noche debía acudir al trabajo. Si estaba con él o él conmigo, era a fuerza de quitarse horas de sueño, lo que tampoco yo podía permitir. Esos días pasaron muy pronto. Estuvimos un poco en la playa, por la noche en la disco, bares y pubs que él frecuentaba y la ultima noche, él tuvo la gentileza de invitarme a cenar la última noche. Un día antes y dado que mi tren partía de madrugada, me aconsejó que dejara la pensión un día antes de lo previsto; me ahorraría un dinero. Esa noche podíamos salir a cenar y de copas por Valencia. Acepté sin dudar la propuesta y pudo cambiar el día con un compañero de trabajo.
A las 8 de la tarde aproximadamente, ya estábamos por Valencia los dos disfrutando de la tarde/noche. Realmente fue un día maravilloso en todos los aspectos…
Hacía la mitad de la noche, él insistió en ir a visitar cierto ambiente de copas que él conocía y que estaba muy bien. Había que desplazarse en automóvil pero apenas eran 15 minutos. Confiaba por entero en él, así que me pareció una buena idea seguir sus consejos y sin dudarlo un momento me subí en su coche.
Tenía ciertas sospechas de las pretensiones reales, de la idea que a él se le había pasado por la cabeza. Cierto brillo en sus ojos y el tono de sus palabras me hicieron sospechar. Sin embargo, yo no esperaba nada de aquel encuentro… Obviamente me apetecía. El, sin ser mi tipo, no estaba nada mal y me hubiese gustado echarle un buen polvo. Pero, parecía un chico formal, tenía novia desde hacía unos cuantos años según me había confesado y entre nosotros excepto una buena amistad no parecía que podría haber otra cosa. No por ello pensaba que el viaje y mis cortísimas vacaciones no hubiesen merecido la pena. Había sido fenomenal.
Apenas llevábamos 10 minutos de trayecto cuando el desvió un poco el coche de la ruta que parecía la más correcta con el pretexto de mostrarme algo. No quitó su mirada de la carretera. Yo le miré durante unos segundos con una sonrisa en los labios.
Nos encontrábamos cerca de la arena; al fondo se podía ver el mar. Ciertamente, la noche era oscura. Él me invitó a bajar del coche para mirar el mar y el hermoso espectáculo que estábamos a punto de disfrutar. Sin embargo, no veía nada fuera de lo común.
Abrió las puertas del coche, sacó una manta y la tiró en el suelo. A continuación, encendiendo un cigarrillo se sentó, invitándome a mí a hacer lo propio. – Siéntate y verás…
Durante unos instantes me senté a su lado sin que pasara nada extraordinario. Al poco tiempo, mientras me pasaba uno de sus brazos por encima, por el horizonte empezaba a aparecer un halo blanco que iba iluminando el mar, hasta que una luna inmensa se dibujó en el horizonte. De repente, él se incorporó y se dirigió hacía el mar corriendo mientras se iba desprendiendo de toda su ropa. Nada más en el agua, me invitó a hacer lo propio.
Al cabo de unos minutos, los dos estábamos en el mar completamente desnudos, jugando. Los juegos dieron paso a besos, abrazos y caricias que muy pronto me excitaron. Durante unos instantes permanecimos en el agua, abrazados y quietos, besándonos y acariciándonos. Mis pezones comenzaron a ponerse duros de la excitación y el frío que comenzaba a apoderarse de nuestros cuerpos. Cogidos de la mano, nos dirigimos hasta el coche.
Después sacó del maletero una toalla de baño y los dos nos acurrucamos en el suelo, sentados, mirando la luna como iba haciendo su camino por entre el firmamento. Muy pronto nuestros cuerpos volvieron a entrar en calor.
Por debajo de la toalla, empezó a acariciar mi cuerpo y cuantas zonas de mi piel encontró propicias. Luego, mirándome a los ojos, se quitó la toalla de encima delicadamente. Mientras contemplaba mi cuerpo, arrojó la toalla a un lado.
Me empezó a besar mientras sus grandes manos comenzaron sobarme las tetas. Siguió descubriendo todo mi cuerpo acariciándome los muslos y jugando con mi vello púbico. Luego el cuello, pasando la lengua por el lóbulo de la oreja, jadeando muy cerca de ella para finalmente chuparme los pezones durante un buen rato.
Ya está completamente excitada y como pude, yo hice lo propio, acariciando sus pezones, el pecho y buscando luego su miembro que ya hacía rato que notaba por mi cintura. Empecé a sobarle la polla y notar los primeros líquidos que brotaban de ella, esparciéndolos por su glande. Luego, comencé a masturbarle suavemente hasta que su polla estaba jugosa, apetitosa. El simplemente se dejaba hacer.
No lo dudé más, me lo quité de encima como pude hasta conseguir que estuviera allí, sobre la manta, inmóvil y dispuesto a todo lo que a mí se me apeteciera. Le cogí la polla entre las manos y seguí sobándosela.
Después, la coloqué entre las palmas de ambas manos y suavemente se la fui frotando. Aquello parecía encantarle. Me fui acercando aún más y con la lengua saboreé los últimos líquidos que salían de ella, le pasé la lengua por todo el glande recorriéndolo de arriba a abajo hasta llegar a sus huevos que con delicadeza introduje en la boca. Finalmente, muy despacio, recorrí su polla nuevamente hasta que de golpe la introduje toda en mi boca.
Le seguía chupando la polla mientras el gemía de placer; entraba y salía de mi boca una y otra vez, a veces lentamente, otras con rapidez, mientras le tocaba los huevos o bien con una mano le masturbaba. Durante un buen rato el se dejó hacer… Viendo que su jadeos aumentaban y comenzaba a jadear y a mover el cuerpo de placer, me saqué su polla de la boca y sin hacerle daño le apreté la puntita con dos dedos…
Durante unos segundos se quedó completamente quieto, como concentrado en un punto del firmamento. Luego, se incorporó y poniéndose de pie me invitó a mí a hacer lo propio.
Me dió la vuelta y me apoyó ambas manos en el coche, separándome un poco las piernas y haciendo que yo agachara un poco el culito. Cuando lo hubo conseguido, comenzó con su lengua a recorrer mis espalda al tiempo que sus manos me sobaban y me apretaban el culo.
Pronto empezó a tocarme el conejito que para entonces estaba completamente mojado.
Finalmente se fue agachando pasando toda su lengua por mi espalda de arriba a abajo hasta llegar a mis nalgas; fue haciendo círculos sobre ellas, recorriéndolas una y otra vez hasta que con sus manos se hizo un hueco para llegar a chuparme la parte de mi sexo que en aquella posición le era posible.
Sentí su lengua sobre mi conejito saboreándolo, incansable, hacia arriba y hacia abajo hasta que noté su lengua en mi culito haciendo círculos y peleando por entrar en él.
Yo había comenzado a gemir de placer, me encantaba lo bien que «trabajaba» con su lengua.
Aún seguía disfrutando con ello cuando incorporándose, de un golpe certero me metió su polla hasta el fondo.
Ante la sorpresa y un poco de dolor, no pude más que gritar…
El pequeño dolor dió paso a un intenso placer que fue en aumento mientras me la metía y sacaba, cogía mis tetas y me las sobaba o me cogía por la cintura para conseguir penetrarme aún más hondo.
Después de un rato, comenzó a realizar movimientos más suaves, lo que al mismo tiempo me permitían sentir su polla más dentro de mí.
Con una mano buscó mi clítoris y me lo acariciaba mientras yo me movía suavemente gozando y gozando plenamente.
Al poco tiempo, y cuando yo ya estaba a punto de estallar, sentí que se aceleraba, apartaba su mano de mi clítoris, comenzaba a acariciarme la espalda y seguidamente, cogiéndome de la cintura, comenzó a hacer movimientos más rápidos y bruscos.
Le dejé hacer, ayudándole con sus movimientos y permitiendo que disfrutará.
Enseguida comenzó a gemir de placer. Sentí como repentinamente sacaba su polla y con la mano acababa la tarea.
Sin embargo, parte de su semen me arrollaba ya por la espalda, por entre la raja del culito e incluso por mi chochito.
Se dejó caer en el suelo, boca arriba.
Con la toalla se limpió rápidamente un poco el semen que tenía en las manos y también el de su polla y luego extendió sus brazos quedando mirando al cielo con cara de una inmensa felicidad. Yo le contemplé por un instante…
Miré como de su polla, aún en toda su plenitud, salían unas gotitas de semen; me arrodillé sobre él y con la lengua las introduje en la boca.
Cuando ya las hube saboreado, me introduje toda su polla en la boca chupándosela suavemente. Él cerró los ojos y comenzó a disfrutar nuevamente…
Al poco tiempo, me senté sobre él y le comencé a besar.
Nuestras bocas estaban repletas de jugos que íbamos saboreando. Era un sabor muy agradable.
El comenzó a acariciarme mientras yo le besaba, hasta que me cogió con los brazos y me acercó más a él, quedando mi sexo junto a su boca. Viendo sus intenciones, me puse en la mejor posición para que él consiguiera su objetivo.
Sus manos apretaban mis pezones y con su lengua, lamía todo su chochito aún repleto de mis jugos y de su semen. Luego, prestó una especial atención a mi clítoris, hasta que yo sentí como me corría…
Comencé a moverme, con suaves movimientos, como queriendo que su lengua penetrara dentro de mi chocho, restregándolo todo mi sexo con su cara hasta conseguir correrme.
Poco a poco mis movimientos se fueron haciendo más lentos mientras el intenso y prolongado orgasmo seguía inundando de placer mi cuerpo.
Apartándome un poco, volví a saborear sus labios y comer su boca.
No hubo tiempo para más… Al llegar a la estación, me besó largamente; luego, salimos del coche y me acompañó hasta el andén.
En la puerta y ya el tren a punto de partir, se limitó a estrecharme la mano. Habían sido unas vacaciones tardías y muy cortas, pero realmente intensas; maravillosas!!!.
Ya en el tren, mientras volvía de nuevo a la rutina, busqué la hoja donde tenía apuntados nombres, ciudades y teléfonos y con letras muy grandes apunté su nombre y su teléfono.