Carlos y su polla gigante
Me sorprendí mucho cuando Carlos se bajó los calzones.
En realidad que tenía una polla enorme.
-¿Y no te duele tenerla así de grande?-, le pregunté. Él solo me sonrió.
Carlos es un chico de piel blanca, como de un metro ochenta centímetros de estatura.
Es de cabello ondulado, tiene una boca carnosa y unos ojos café que te cautivan.
Es uno de esos tipos que enloquecen a cualquier mujer con solo hablar con ella.
Mi nombre es Viviana y soy oriunda de Jaén, aunque actualmente vivo en México.
Soy chaparrita, mido apenas un metro con cincuenta y seis centímetros.
Lo que le gusta a los hombres de mí es mi tremendo culito, es redondo y carnoso, como los de las estatuas griegas. Y mi cabello es rubio y largo, me lo peino de trenzas.
Mi cintura es bastante pequeña, al igual que mis senos, pero todo en su conjunto me hacen ver muy apetitosa para los varones.
Por fin se me había hecho irme a la cama con Carlos, y ahora que lo tenía delante de mí, totalmente desnudo, comenzaba a sentirme temerosa.
-Jamás he tenido un pene tan grande como el tuyo dentro de mi. Con eso vas a tocar lugares que nunca nadie ha tocado antes, soy como una virgen para ti.
Me subí a la cama mientras me miraba.
Esa noche llevaba puesta solo un vestidito floreado muy ligero, de esos que se usan en primavera, y una tanguita pequeña.
Primero me quité la tanga, muy sensualmente, agachándome para que Carlos me viera el ojete del culo.
-¿Y me lo vas a hacer por atrás?
-Claro que sí pequeña.
-Tengo miedo de eso. ¿Me va a doler? Es que tienes tremendo pollón. Tal vez me destrozas toda por dentro.
Me bajé los tirantes de mi vestido y lo dejé caer libremente al suelo. Alcé mis brazos y le dije:
-¿Qué te parece lo que ves?
-Veo que venías preparada. Me gusta tu chocho depilado. Pareces una muñequita.
-¿Una muñequita se comería eso que tienes colgando entre las piernas?-, le dije mientras le mostraba mis nalgas, abriéndolas con mis manos para que pudiera verme mejor.
-Y deja que la veas parada muñequita, te va a gustar mucho más. Baja de esa cama.
Acércate, vela de cerca.
Hice lo que Carlos me pedía.
Me paré junto a él y me sentí mucho más pequeña de lo que ya estoy.
Él es tremendamente alto. Sobre todo si estoy descalza.
Muy apenas le llego al pecho.
Parezco como una joven junto a un enorme jugador de baloncesto.
Me abracé a él y sentí como su polla se pegaba a mi vientre.
Sentí como comenzaba a crecer.
-Es enorme-, le dije, riéndome nerviosamente.
-No tengas miedo, agárrala. Vamos, anímate, dale un besito.
Entonces me arrodillé delante de él.
Tenerla cerca de mi rostro la hizo parecer aún más grande. En estado de semi-reposo era casi del tamaño de todo mi rostro.
-Vamos, agárrala-, me dijo.
Armándome de valor la tomé con una de mis manos.
Esta se veía tan pequeña.
Yo creo que ni con tres manos del tamaño de la mía podía cubrirla completamente.
Se sentía tan firme, tan gorda.
Su cabeza también era gorda, de un color entre rosa y morado. Era tan sexy su pene, que sin darme cuenta ya tenía toda mi vagina mojada.
-Ahora dale un beso.
Lentamente puse su polla entre mis labios.
Fue en verdad maravilloso. Era tan fuerte, tan grande.
Y le dije a Carlos,- Tú sí que tienes una gran arma. Con eso puedes hacer feliz a cualquier mujer.- E instintivamente la metí en mi boca. Muy apenas me cabía la cabeza dentro pero hacia un esfuerzo que me salía de los más caliente de mi ser. Carlos me acariciaba el cabello, parecía que le gustaba lo que le hacía.
-Me gustan tus nalguitas, siempre me han gustado. Me gusta tu culito rosado, tan pequeño, tan estrecho. Mira como me pones.
Y tu chocho depilado se ve precioso.
No tienes un solo pelo sobre tu cuerpo, eso hace que te veas como una muñequita de porcelana.
En la playa, con un bikini pequeño, has de ser encantadora.
Yo casi no lo escuchaba, estaba absorta con el sabor de su deliciosa polla. Juntaba mis piernas y las restregaba fuertemente una contra otra.
Ya no aguantaba más tener la vagina vacía, necesitaba tener dentro esa polla enorme.
-La quiero papacito, ya dámela-, le rogué.
-Aún no. Ahora quiero que me enseñes el culo, que te lo quiero chupar.
Me puse de pie y me recosté en la cama, parando las nalgas.
De seguro estaba dándole el mejor espectáculo del mundo.
Sentí como sus enormes manos me separaban los cachetes del culo y dejaban expuesto mi ojete.
Entonces sentí como se introducían los dedos de Carlos dentro de mi culito, mientras él me chupaba los dedos de los pies.
Con lo caliente que estaba me sentía en la gloria.
Él estuvo así un rato, hasta que me dijo: Ya tienes dentro cuatro dedos muñequita, creo que ya estas lista para recibirme dentro.
-Soy tuya papi, hazme lo que quieras, pero házmelo ya.
Lo vi ponerse de pie, y mientras con una mano me mantenía separada las nalgas, con la otra se agarraba la polla y la colocaba en mi culo.
Sentí la cabeza caliente de su pene apoyándose contra mi ano. Cerré los ojos.
-Esto te va a gustar más a ti que a mi-, escuché que dijo Carlos. Y de pronto la metió dentro de mi. Sentí como de repente estaba llena, que todo el cuerpo me hormigueaba, que mi calentura se hacía más llevadera al tenerlo dentro.
-¿Y cuanto mide tu pene?-, le dije entre pujidos.
-Lo cierto es que no lo sé. Pero mirarla metida dentro de ti, con tus nalguitas tan hermosas, tan pequeñas, hace que me siente muy bien. Tu culo está tremendamente dilatado. Si pudieras ver mi polla dentro de tu ano, tu trasero tan chiquito hace que mi polla se vea aún más grande de lo que es. Me encantas.
Cierto. Eso es algo que me hace aún más atractiva.
Pero lo que a mi más me gusta es que los penes se disfrutan aún más, ya que siempre los sientes aún más grandes de lo que son.
Me gustan las pollas, pero la que más me gusta es la de Carlos.
Muchas veces antes lo había hecho por atrás. Lo cierto es que me gusta mucho follar.
Pero con esto siento que en realidad me estoy graduando como una folladora profesional.
La mujer que aguante una polla como la que tengo dentro en realidad que es alguien que folla mucho.
Esto es delicioso, en realidad que se los recomiendo a todas. No hay nada como tener algo tan grande como esto metido en el culo.
-Hazme más fuerte papi, quiero más.
Carlos aceleró el ritmo y me dijo: Ahora si la tienes toda adentro muñeca, eres toda una campeona. Me encantas.
Comencé a sentir algo de dolor. Me agarré fuertemente de las sábanas y mordí mi almohada.
Eran tantas y tan fuertes las embestidas que comencé a sentir la llegada de un orgasmo, seguido tras otro y otro más. Mientras, Carlos me daba fuertes nalgadas.
-Échalo en mi boca, échalo en mi boca-, le pedí a Carlos.
El me la sacó y me volteé rápidamente, abriendo mis labios.
Carlos puso su pene cerca de mi rostro y, entre gemidos, descargó todo su semen dentro de mi boca.
Yo sentía como esa lefa caliente me inundaba la garganta mientras la tragaba. Sentía que salía y salía, y yo me la tragaba, encantada.
De repente sentí que él ya había terminado, así que cerré mi boca y disfruté el sabor que tenía su semen.
Pero Carlos aún no había terminado de echármelo todo, así que siguió descargándose sobre mi nariz y mi barbilla.
-Perdóname mi amor-, le dije- no era mi intención no tragármelo todo. Pensé que ya habías terminado.
-¿Te gusta el sabor del semen?
-Me encanta, es delicioso. Sobre todo el tuyo. No entiendo a las mujeres que no se tragan el semen de sus parejas, no saben de lo que se pierden. Es exquisito.
-Me gustas mucho. Eres tan caliente.
-¿Me la metes en el chocho?-, le dije. Carlos sonrió y me ayudó a ponerme de pie. En realidad que su polla erecta era aún más grande. Se la acaricié cariñosamente.
Me recosté y abrí las piernas, subiéndolas alto. Sonriendo me acaricie el clítoris.
-¿Y esto te gusta?-, pregunté.
-Me encanta. Se ve que es tan estrecho. Y lo que más me gusta es que está perfectamente depilado. ¿Alguna vez has tenido dos pollas dentro al mismo tiempo?
-Una vez, en una fiesta, dos amigos me follaron. Uno por delante y el otro por detrás, y luego viceversa. Fue muy divertido.
-Eres toda una guarrilla. Eso me encanta de ti. Un día de estos voy a invitar a mis amigos a que te follen. Eres increíble.
-Cuando quieras amor. Soy tuya. Tus amigos son también mis amigos, y pueden hacer lo que quieran conmigo. Me pueden follar las veces que quieran cuando quieran. Me encantaría sentirlos dentro.
-Me excitas tanto-, dijo Carlos. Se puso sobre mi y me metió su enorme tranca. Con un suspiro la recibí. Me sentía como un globo que están inflando, solo que estaba rellena de polla. Sentía los músculos de mi vagina ensancharse con cada arremetida.
Carlos estuvo encima de mí hasta que me dolieron las ingles. En realidad que tenía aguante.
Nunca había follado con alguien que pudiera estar tanto tiempo dentro sin venirse.
-Eres un sueño-; le decía mientras lo abrazaba. -No te salgas nunca papi, me gustas tanto dentro. Lo tienes tan grande.
Entre más cosas le decía a Carlos, él se movía más rápido. Sentía que mi vagina iba a explotar. -Quiero que te vengas dentro de mi, te quiero tener todo adentro.
Y eso fue lo que hizo.
Me sentí tan dichosa.
-Voy a ser tuya para siempre, quiero que me folles toda la vida, siempre que tú quieras, a la hora que tú quieras.
Quiero tener siempre tu polla dentro, me encantas. Que la metas en cualquier lado que quieras.
Todos mis hoyos son tuyos, para que hagas con ellos lo que quieras.
Esta es la historia de la primera vez que Hice el amor con Carlos.
Espero que les haya gustado, y que se les haya antojado follar conmigo.
Hoy solo quise narrarles la parte de la historia en la que me follan, pero en un futuro espero contarles más de mis aventuras, y de todas las pollas que me he comido.