Capítulo 1

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Laurita I

LUNES, 10:00

«… Entre los 4 me han llevado a un lugar apartado y me han ido quitando toda la ropa, casi sin darme cuenta. Mientras uno me soba las tetas, otro se dedica a lubricar mi coñito, aunque ya esta ampliamente mojado y no le hace mucha falta. Cuando quiero darme cuenta tengo una polla en la mano y otra en la boca, y una 3ª ensartada en el coño, haciéndome gozar como una verdadera zorra. Sin apenas darme cuenta el dedo que me acariciaba el ano se convierte en 2 dedos, luego en 3 y de pronto…».

BIP, BIP, BIP…, BIP, BIP, BIP…, BIP, BIP, BIP

Mierda, había vuelto a pasar, me había dormido. Era la última vez, lo juré, la última vez que salía todo el fin de semana de juerga por ahí. No había dormido nada hasta el domingo por la tarde, y eso había sido criminal. Joder, vaya puta mierda. Me revolví entre las sábanas y me quité el pantalón del pijama y la camiseta que usaba para dormir.

Me dirigí al baño y me senté en la taza del váter al tiempo que me bajaba las braguitas hasta las rodillas y soltaba una gran meada.

Pensé en los cubatas que se iban por el retrete. Esbocé una sonrisa y… me quedé dormida. A los 15 minutos me despierto de pronto.

Mierda, otra vez. Me incorporo y me lavo la cara para despejarme. Joder ya iba con media hora de retraso. Salgo del baño y cuando voy a dar un paso advierto que mis bragas están por mis rodillas. Me las quito como puedo y las lanzo a algún lugar del apartamento.

Alcanzo una blusa y una falda, cojo la mochila y abro la puerta para marcharme hacia la universidad, pero antes me doy cuenta de que me falta algo: voy descalza, me faltan los zapatos. «La última vez, lo juro», pienso una vez más. Me pongo unas sandalias y de paso cojo un par de magdalenas de la cocina para desayunar algo.

Me dirijo a la parada del autobús y… sorpresa! La parada está atestada de gente. Joder, encima hoy se retrasa el autobús, sencillamente perfecto. Tras casi 10 minutos de espera llega el autobús y, tras otros 10 minutos, sube todo el mundo y parte del otro.

Por supuesto asientos libres no hay, así que de pie, aplastada por la multitud. Bueno, por lo menos así no me duermo otra vez, lo cual ya sería el colmo. Sin embargo, allí de pie agarrada de la barandilla, con el brazo en alto y con el acompasado vaivén del autobús, me empiezo a adormilar de nuevo. Hasta que una desvergonzada mano se coloca en mi culo, entre las 2 nalgas, despertándome de pronto. Intento moverme a otro lugar pero es imposible, así que decido esperar a ver qué sucede.

La mano, que inicialmente me tocaba por su parte exterior, se da la vuelta y empieza a sobarme literalmente. No estaba dispuesta a permitirlo, así que cuando intentó pasarse de listo profundizando un poco más, aprieto las piernas y la mano queda atrapada por mis nalgas. Jeje, cada vez que intento imaginarme la cara que debió quedársele al tío… Y así todo el trayecto hasta mi parada. No sé si se pasó la suya o no pero me da igual. Por fin, la universidad. Miro el reloj y toma ya, 40 minutos de retraso. La 1ª clase a la mierda.

Resignada me encamino hacia un parque cercano, al que suelen (bueno, solemos) ir los estudiantes cuando se saltan las clases o falta algún profesor. Me senté en la hierba apoyando la espalda sobre un árbol, el cual proyectaba su sombra sobre mí. Por 1ª vez en la mañana pude pensar con tranquilidad. Recapacité sobre el fin de semana, cómo me había despertado, cómo me quedé dormida y cómo… mierda.

Qué coño había hecho con las bragas? Las había tirado en el pasillo, pero… me había puesto otras? Joder, encima iba con el papo al aire. Poco a poco fui cayendo otra vez en una ligera modorra hasta que de pronto surge un perraco a mi derecha y empieza a juguetear conmigo.

Yo, medio asustada, medio dormida intento zafarme del bicho. Entonces me doy de que el muy cabrón lo que buscaba era mi entrepierna.

Menudo hijo de puta, seguro que estaba en celo, y yo además de llevar el asunto al aire, no me había duchado así que claro, eso resultaba un suculento plato para el perrito. Era evidente que se había olido algo. En ese momento me acordé del domingo por la mañana en casa de Juan. Me lo había follado allí mientras sus compañeros de piso dormían. Este tío era un pelmazo.

Según me habían contado mis amigas, siempre que se enrollaba con alguna, quería algo más y seguir saliendo como novios y esas cosas. Me dio un escalofrío solo de pensarlo. Entonces apareció la dueña del perro. Era una muchacha rubia, con el pelo largo y suelto; con ojos color miel, y de una buena estatura, quizá 1,75 m. Y tenía un buen cuerpo. Seguro que rompía por las noches.

– Disculpa – me dijo – no debería llevarlo suelto, pero es que normalmente no hay nadie aquí a estas horas.

– Pues ya ves que hoy sí. Pero, bah, no te preocupes.

– Me llamo Alejandra, pero todos me llaman Álex. Voy a veterinaria. Tú también estudias aquí?

– Yo soy Laura. Encantada. Sí, estudio matemáticas, me he dormido y me perdí la 1ª clase. Bah, de todas formas era un coñazo.

– Qué, un fin de semana movidito, eh?

– Pues sí. Apenas he dormido el domingo, pero qué te voy a contar que no sepas…

– Ya veo, eres toda una fiestera.

– Se hace lo que se puede. Pero vamos, seguro que tú triunfas mucho más que yo…

– Yo? Que va, apenas salgo. No conozco a mucha gente aquí, y los que conozco no tengo mucha confianza. Es que soy de Cuenca.

– Aah, ya veo, pero vamos, aquí en la universidad todos nos conocemos rápidamente. Si quieres venirte algún día a dar una vuelta por ahí…

– Bueno, yo…

– Ten, mi nº de teléfono. Llámame para lo que quieras. Si necesitas algo o quieres que te acompañe para ir de compras o quieres salir o lo que sea, me das un toque y quedamos.

– Vale, gracias. Ten, toma mi móvil.

– Ok. Bueno, pues ya estará a punto de acabar la clase, así que me voy para allá no vaya a ser que también me pierda la 2ª, aunque no sé si aguantaré despierta.

– Hasta luego.

– Bye.

Y con una sonrisa de oreja a oreja se fue con el perro y yo me fui hacia la facultad. Antes de entrar fui a los servicios y me lavé la cara para despejarme un poco.

Me arreglé un poco y me miré de arriba a abajo, pensando si se notaría que no llevaba ropa interior. Estaba segura de que se darían cuenta. Llegué tarde, cómo no, y me coloqué en la 3ª fila.

Afortunadamente parece que nadie se dio cuenta de mi «secretito», aunque a veces el profesor me lanzaba alguna miradilla sospechosa. Así pasó la mañana, y cuando ya me disponía a marcharme para casa, apareció Juan. Vaya por dios, lo mío sí que era mala suerte.

– Hola Laura, qué tal te has despertado?

– Bien, he dormido bastante bien – tampoco había que ser muy dura, de momento no me había dicho nada.

– Me preguntaba si esta tarde o, quizá mañana, te gustaría venir al cine conmigo – oh, oh, ya empezamos.

– Eeeh, no…, eeh, tengo mucho que estudiar, no quiero que los exámenes me sorprendan.

– Sí, ya, pero algún ratillo tendrás no? No todo va a ser estudiar.

– Eeeh, bueno, sí, pero creo que lo aprovecharé para descansar.

– Ya veo… – Bien! Me lo había quitado de encima – Espera, ya sé, podría ir a tu casa y ayudarte a estudiar. – Mierda! – Tengo entendido que álgebra se te da bastante mal, en cambio a mí es una de las que mejor llevo, pero por otro lado necesitaría una ayudita en Cálculo. – Joder, este tío era un pelmazo de verdad. Follar, follaría de puta madre, ahora, era un coñazo por todos lados.-

– Bueno, yo es que… estudio mejor sola, me concentro mejor, ya sabes. – A ver si ahora me deshacía de él – Además con tu cuerpo… estaríamos toda la tarde en otros quehaceres y no estudiando – Lo dije acompañándolo de una sonrisa de niña mala que sé que vuelve locos a los hombres, al menos a mí me ha dado siempre muy buenos resultados.

– Vale, vale. Por lo que veo te gustó lo del fin de semana.

– Sí, estuvo fantástico. – Sólo me di cuenta de mi error cuando dije esto.

– Entonces quizá podríamos repetirlo el siguiente fin de semana. Y no me digas que vas a estudiar porque ahí sí que ya no cuela. – Vaya metedura de pata! – Aunque podríamos cambiar, qué te parece si nos vamos a la sierra, a un hotelito barato o algo así?

– Bueeno, no sé, ya veremos, aún queda mucha semana. – Aunque 5 días eran pocos para pensar en una buena excusa y liar a alguien para que fuera mi coartada. Desde luego no iba a estudiar por la tarde, pero tenía algo peor, pensar en una excusa para este gilipollas. Parece una tontería que le siguiera el juego de esta forma, que no le dijera tajantemente «Olvídame, vete a la mierda», pero no es mi estilo. Ya sé que cuanto antes se le diga la verdad mejor, pero esa mañana no tenía fuerzas ni ganas, ya se lo diría el viernes, así tendría el fin de semana para recuperarse de su depresión post-relación. Como ya dije antes, me lo había pasado muy bien el domingo, pero yo no buscaba para nada una relación formal. Además Juan no era el único con el que me lo había pasado bien.

– Vale, entonces quedamos en que sí, iré consultando precios y todo eso, vale?

– Vale, pero no te aseguro nada, en 5 días pueden pasar muchas cosas. – Pero muchas… En ese momento apareció Marta, pues tenía que devolverle unos apuntes de álgebra, que por cierto se me había olvidado no sólo llevar a la facultad, sino también fotocopiarlos. Joder, a quién se le ocurre pedir prestados unos apuntes un viernes para devolverlos el lunes, teniendo en cuenta que desde el viernes a las 7 no había parado en casa. Pues a mí, claro, a quién si no.

– Hola Laura, hola Juan. Cómo os va? – Sin embargo de algo me iba a servir Marta, pues a Juan le caía como una patada ahí donde más les duele a los hombres.

– Bueno, yo me voy a ir ya, hasta luego. – 2 besitos en la mejilla, dios mio… que vergüenza. Ojalá nadie conocido me haya visto.

– Adiós, Juan.

– Vaya, parece que os va muy bien juntos.

– Pero qué demonios estás diciendo?? Ése y yo juntos?? Ni de coña.

– Pues vaya forma de despedirse…

– Dejémoslo vale?

– Si, claro, por supuesto, yo lo único que quiero son mis apuntes.

– Sí, bueno, es que se me han olvidado, te los traigo mañana vale?

– Joder, dijimos hoy. Hoy iba a estudiar álgebra, precisamente.

– Bueno, pues estudia otra cosa.

– No, eso destrozaría el esquema habitual, y llevaría toda la semana TU error a cuestas. Joder, es la última vez que te paso mis apuntes, y si te jode levantarte los lunes, te quedas el fin de semana en casita.

– Bueno, tampoco te pongas así. – Tenía que arreglarlo, parecía una tontería pero dependía de ella para aprobar, más que nada por los lunes, porque a veces, aunque fuera a clase, no tomaba nada de apuntes del cansancio.- Mira, vamos a hacer una cosa, te invito a comer, y luego nos vamos a mi casa a por los apuntes vale? – La cara le cambió un poco, aunque no parecía muy convencida. Pedirle los apuntes de hoy lo haría con el estómago lleno, ahora estábamos las dos un poco irascibles, entre el hambre, los apuntes y el gilipollas de Juan.

– Vale, pero nada de pizza ni hamburguesa, vamos a un sitio en condiciones, tengo que cuidar mi línea.

– De acuerdo, vamos a un chino. – Tenía que cuidar mi economía también. De haber tenido dinero la hubiera invitado al Ritz, pero, claro…

– Vale. Voy a por unos libros a la biblioteca y vuelvo, espérame por aquí.

Me quedé a la sombra de un árbol, rogando a dios que no apareciera ningún gilipollas más a joder la marrana, y parece que surgió efecto. Hay veces que Dios es muy crédulo, jejeje. Tras degustar una buena comida, hay que joderse como traga la cabrona y lo bien que se mantiene, antes de pedir el postre le dije que antes de darle los apuntes tendríamos que ir a una papelería a fotocopiarlos, y que de paso me dejara los de hoy.

Puso una cara de mala ostia que asustó hasta al camarero cuando trajo los postres, y tuve que aguantarla todo el camino hasta mi casa echándome un sermón peor que los de la iglesia de que si era una irresponsable, que me merecía que no me volviera a hablar en la vida y un sinfín más de cosas, y por supuesto que los de hoy no me los dejaba ni de coña. Bueno, se los pediría el viernes.

Llegamos por fin a casa, le dije que se sentara un momento en el sofá, la invité a un refresco, que rechazó amablemente, y mientras me iba a la cocina a tomarme una cervecita, la dejé sola en el salón. Estaba ya apurando el bote cuando aparece por la puerta llevando en la mano derecha y con cara de asco mis bragas.

– Así que además de irresponsable una guarra de cojones. No tienes cesto de la ropa sucia o algo parecido? Dios, además apestan a semen.

– Gracias, no sabía donde las había puesto – le dije irónicamente al tiempo que se las arrancaba de la mano.

Me fui a mi cuarto y las tiré encima de la cama. Cogí los apuntes, que estaban sobre la mesa, y salí al salón de nuevo, avisando a Marta de que nos fuéramos ya. Tras fotocopiar los apuntes ella se fue por su lado y yo por el mío. Por su culpa ni siquiera me había acordado de ponerme unas bragas en casa, así que seguía igual que por la mañana. De camino a mi casa me encontré con Luis y Sandra, que me invitaron a una cerveza. Estuvimos charlando sobre el fin de semana y mi misteriosa desaparición a las 5 de la noche del sábado, mucho más misteriosa por coincidir con la desaparición también de Juan. Puse mi mejor sonrisa, y me disculpé para ir al baño. Sandra me acompañó y nada más cerrar la puerta del servicio, lo soltó.

– Así que el rumor de que os enrollasteis es cierto! Vaya, no me lo puedo creer. Con Juan!!

– Hija, lo dices como si fuera el peor tio del mundo.

– Bueno, el peor puede que no, pero sí entre los diez peores.

– Ja…Ja…Me parto de risa.

– Bueno, pero cuéntame, qué pasó?

– Nada importante, nos enrollamos y tal, y ya está…

– Sí, sí, pero hasta donde llegasteis??

– Pues creo que hasta su casa.

– No!, te lo has follado?? Jajajajaj, no me lo puedo creer.

– Pero eso no es lo peor, ya sabes lo que les pasa a las que se enrollan con él.

– Jajajajja, o sea que ya tienes novio.

– No tiene gracia Sandra. – Me metí en el retrete y me puse a mear.

– Que no la tiene? Cómo que no la tiene? Es lo más gracioso que me han contado en un mes. Jajajajja – Abre la puerta y entra, riéndose. – No me digas que no es gracioso: tú y Juan. Jajjajaja. Nunca pensé que acabaría así tu vida sentimental.

– Por favor, Sandra, estoy charlando con el Sr. Roca. – Termino, me limpio y me levanto.

– Jajajja, ostia tía no me había dado cuenta. Pero si vas sin bragas!!! Te habías dado cuenta?

– No, no es posible, se me habrán caído por el camino. – Dije sarcásticamente.

– Joder, te ha afectado ese Juan eh? A ver si es que oculta algo que deberíamos probar todas las mujeres…

– No, sólo que se me olvidó ponérmelas esta mañana.

– Ya, ya, menuda putita que estás hecha.

– No tanto como tú cariño. – Y le estampé un morreo en toda regla.

– Mmm, hacía mucho que no saboreaba tu boca, Laurita. Hacía mucho…

– Sí, mucho. – repliqué con nostalgia.

– A ver cuando me invitas a tu casa a jugar un ratito.

– Sí, estaría bien, un día de estos, pásate cuando quieras, por recordar viejos tiempos y eso.

– Por qué no montamos una fiestecita nocturna como hacíamos antes??

– En mi casa?

– Sí, por qué no? Hace mucho que no nos reunimos todas. Sonia no sé ni por donde anda ni con quién, y a Nuria y a Silvia las vi el fin de semana pasado. Y Raquel creo que sigue con Emilio, pero no sé mucho más. Además ahora estás solita no? La fulana aquella se fue con el rabo entre las piernas, jajaja.

– Sí, estaría bien, avísalas, y me dices cuando venís. Y deja de llamar fulana a Reyes, era una chica bastante maja, es que no vas a dejarla en paz ni ahora que se ha ido?

– Sí, majísima… Oye, sabes qué? Me has puesto cachonda con el detallito de no llevar bragas.

– Estás pirada.

– No me crees? Mira, toca. – Me cogió mi mano derecha y se la metió dentro de los pantalones y de las bragas, pudiendo yo notar la humedad que allí había.

– Sigues igual de ardiente que siempre, según veo. Tienes que tener a Luis destrozadito.

– Que va, le tengo castigado, sin follar, por engañarme la semana pasada. Te crees que me dijo que venía su familia, y luego lo que hizo fui irse al Bernabéu a ver el Madrid-Valencia.

– Joder, que cabrón, y tú en casita sin salir.

– Jajajja, y una mierda, me fui con Andrea y Virginia de copas. Mientras vivas no me verás un sábado en casa, jajjajaja.

– Joder, menuda cabrona.

– Ahora que lo pienso, podría invitarlas también a ellas.

– No va a haber espacio suficiente en casa para todas.

– No seas tonta, ya sabes que en nuestras fiestas hacemos de todo menos dormir.

– Bueno, haz lo que quieras. Pero que sepas que lo de Luis me parece una putada.

– Bah, que se joda.

– A ver si te va a dejar por otra. Ya sabes como son los tios.

– Buah, pues que se vaya, nadie se la va a chupar como yo, jajjajajjaja. – Nos reímos las dos juntas.

Cuando salimos del baño una mujer que esperaba nos miró con mala cara, y Sandra, para hacerla enfurecer más aún, me tocó el culo, y me dijo:

– Joder cómo me gusta tu culo!

No le vi la cara a la tía pero seguro que enloqueció de rabia. Jajajaj, que se joda. Cuando llegamos a la mesa, Luis se interesó por nuestra tardanza, a lo que repusimos que eso eran cosas entre mujeres, que no incumbía a los hombres. A los 5 minutos pasó la mujer del baño y nos dirigió una mirada de asco y mala ostia que nos resbaló como la lluvia. A veces la gente mayor es un poco gilipollas. Nos tomamos un par de rondas más, y Sandra , un poquito borracha ya, empezó a ponerse cariñosa con Luis, dándole besitos, y tocándole en diversas partes de su anatomía. En el fondo Sandra era una calentorra, y no sé quién sufriría más con ese supuesto castigo si ella o él, no creo que pasara de hoy. Yo me despedí y me marché a casa, no sin antes recordarle a Sandra que se informara del resto de nuestro antiguo grupo. Llegué a casa y me preparé un bocadillo, me cogí una cerveza y me puse a ver la tele. Me quedé dormida en el salón y a eso de las 3 de la mañana me desperté para ir al servicio a descargar todas las cervecitas del día. Oí a los vecinos, gimiendo y jadeando. Sin duda se llevaban bien como pareja. Supongo que ella aún no le había dicho que estaba embarazada. Aún me acuerdo del día que vino ella llorando a mi casa y me contó que se había quedado preñada por no haber tomado la píldora, y que no sabía qué hacer. En parte la envidio un poco. Cada noche se pegan entre una y dos horas de sexo, él tiene un buen puesto de trabajo, van desahogados de deudas, no como yo, y él, además de guapo, es cariñoso y buena persona. Sí, tenía mucha suerte. Me fui a la cama y me dormí.

MARTES 9:00

«… El muy cabrón me está comiendo el coño como el más experto, no puedo dejar de gozar, sin embargo encuentro fuerzas para levantar la cabeza y abrir los ojos, y lo que observo, además de dejarme anonadada me pone más cachonda aún, soltando un poco más de mis fluidos en su boca. Veo cómo Marta está siendo ensartada por un pollón inmenso al tiempo que le mama la verga a otro tío. Menuda zorra está hecha. Mirando un poco más allá veo a dos tíos montándoselo entre ellos y un poco más allá dos tías también se lo montan. Estoy en mitad de una verdadera orgía. De pronto noto como el tío que me está comiendo el coño se incorpora e intenta penetrarme, hasta que al final lo consigue y yo…».

BIP, BIP, BIP…, BIP, BIP, BIP…, BIP, BIP, BIP

Maldito despertador, siempre en el momento más oportuno. Últimamente no consigo terminar ningún sueño. Claro que también podrían aparecer al principio y no al final de la noche no? Aparto las sábanas, me desperezo. Subo las persianas y abro la ventana y los rayos de luz iluminan la habitación y mi cuerpo. No me da tiempo a notar la brisa fresca de la mañana cuando suena el timbre de la puerta. Quién cojones será a estas horas? Voy hacia la puerta y echo un vistazo por la mirilla. Sandra. Pero qué coño está haciendo aquí? La abro y entra, muy animada y habladora toda ella.

– Qué hay Laura, cómo te va?

– Pues igual que ayer cuando nos despedimos, qué quieres que cambie en una noche?

– No sé, lo mismo te habías tirado al casero, o algún jovencito desprevenido.

– Pero qué chispa qué tiene la niña!

– Joder, ya veo que te acabas de despertar, menudo humor. Anda, date una ducha y a ver si cambias un poco el chip. Ya no me acordaba de lo inaguantable que eres recién despierta.

– Si te digo yo… – voy a la cocina y enciendo el calentador. Me voy para el baño, abro el grifo y espero a que salga el agua caliente.

– Tengo novedades sobre lo de la fiesta.

– Qué ilusión.

– De veras no quieres saber de qué se trata?

– Estás muy animada hoy no? Por fin le levantaste el castigo a Luis?

– Le levanté el castigo y algo más, jaja, tanto se me nota?

– Ya te digo. – Me quito lo poco de ropa que tengo puesta, apenas una camiseta, y me meto en la ducha, notando como el agua caliente contacta con mis pechos y resbala entre ellos, mojando todo mi cuerpo. Regulo un poco el agua, pues sale demasiado caliente, y cojo la esponja y empiezo a lavarme.

– Bueno, pues te cuento lo de la fiesta. Ayer hablé con Andrea y Virginia y están de acuerdo. También llamé a Sonia, pero no la localicé, y las otras aún no he intentado nada. – Sandra seguía hablando pero yo no la oía. Estaba en un estado de pleno relax. Ojalá pudiera quedarme toda la mañana allí, en la ducha. Notaba la espuma resbalar por mi cuerpo, al tiempo que una sensación de pureza y frescura relajaba todo mi cuerpo. – … también tenemos que quedar para comprar algo, porque no creo que un par de cervezas y una bolsa de patatas satisfaga a nadie… Laura? Laura, me estás escuchando? LAURA!!!

– SÍ!, decías? – coño, me lo parecía a mí o me había quedado dormida bajo la ducha?

– Laura, no me estás haciendo ni puto caso, qué pasa? es que soy la única que tiene interés en esto o qué?

– No, no, perdona, estaba pensando en mis cosas, lo siento, de veras.

– Me parece que todo esto ha sido un error, en ningún momento he encontrado colaboración, será mejor que lo dejemos.

– No, Sandra, en serio – ya se había puesto en plan víctima, y cuando se ponía así era insoportable. – Perdóname, no lo he hecho queriendo.

– Creo que esto es una tontería, mejor lo dejamos como está y punto.

– No, Sandra, ven, acércate. – Asomé la cabeza de la ducha y le di un pequeño beso. – Lo estás haciendo muy bien, te lo agradezco, en serio, yo también tengo muchas ganas de saber cómo les va a ellas, y contarnos las cosas que nos han pasado a todas, y recordar los buenos momentos. En serio, cariño. – Otro besito.

– Vaaaaale, pero esta tarde me paso por aquí y ultimamos los detalles. Además habrá que adecentar esto un poco, parece una pocilga, no sé cómo puedes vivir aquí.

– Sandra, tampoco te pases, no creo que a ellas les importe mucho.

– No hay más que hablar. Esta tarde a las 6, espero que estés. Hasta luego, preciosa. – Otro besito más.

– Estaré. Adiós.

Y así se largó por fin, dando un portazo que me hizo temer que hubiera roto la puerta. Así era ella, tan cambiante como un día de tormenta en verano. Salí de la ducha, me sequé y me fui hasta la habitación. Durante unos segundos tuve el impulso de salir a la calle sin nada de ropa, sólo coger los libros e irme a la facultad. Era una sensación fantástica, de libertad, de pureza, de relax… Me tumbé en la cama, y pensé en qué ponerme. Pensé también en la fiesta. A qué tanta prisa? Por dios, no era tan urgente, pero en fin. Me acerqué a la cómoda y cogí unas bragas rosas y un sujetador a juego. Me puse unos calcetines, unos pantalones vaqueros y un top azul oscuro y las zapatillas de deporte. Desayuné con voracidad, cogí los libros y me largué a la facultad. Ese día tuve suerte de no toparme con el pelmazo de Juan. Bufff, menos mal. En clase, noté cómo Marta me miraba con mala cara. Estaba claro que aún no podía pedirle los apuntes. Lo estaba viendo, hasta el viernes otra vez. En un descanso se me acercó Alberto para interesarse por mi fin de semana. Él se había ido nada menos que a Barcelona con unos amigos, y ayer no había aparecido por la facultad. Me dijo que estaba casi seguro de que este año iba a repetir, pero que no pensaba en eso, sólo pensaba en divertirse todo lo posible, por si acaso sus padres se hartaban. Apenas quedaban dos meses para acabar el curso. Hasta ahora no lo había pensado. Tenía que ponerme las pilas, seguramente la semana que viene. En fin, quedamos para tomar algo el fin de semana, si bien él quería irse en ese mismo momento, pero conseguí una especie de prórroga. Ese día no tenía ganas de meterme en la cocina, así que resolví comer allí en la facultad. Allí me encontré con Alex.

– Vaya sorpresa, pero qué haces aquí?

– Pues ya ves, que hoy tengo clase por la tarde, y no tengo tiempo para ir hasta casa y volver. Y tú?

– Na, que hoy no tenía ganas de cocinar.

– Menuda perezosa…

– No lo sabes tú bien.

Estuvimos hablando mientras comíamos, y cuando terminamos nos fuimos al parque. Seguimos conociéndonos, y contándonos cosas. Se le notaba a ella muy relajada y sincera, resultando todo en una conversación muy amena, que fue desde los estudios hasta los chicos y el sexo, pasando por política, hobbies y demás. Me contó que era muy tímida, y que no salía porque no era capaz de hacer amigos. Se cortaba mucho ante desconocidos. Actualmente estaba viviendo con otras dos chicas, una de ellas de su facultad y otra de Químicas. Descubrí que apenas había salido con un par de chicos, y que uno de ellos le quitó la virginidad, pero que no había sido como ella esperaba. Yo también me sinceré, y la sorprendí en muchos aspectos, como por ejemplo cuando le conté que había estado con chicos y chicas, y que una vez estuve con dos chicos a la vez. Sin embargo, aunque se sorprendió, en ningún momento puso cara de asco o rechazo, aunque de vez en cuando sí que se sonrojaba. No sé por qué, pero decidí invitarla también a la fiesta, me había caído muy bien. Le dije que ya la llamaría. Finalmente, ella se fue a su clase y yo me fui a casita. Llegué sobre las 4:30, y como no tenía nada que hacer me metí un rato en internet, en el chat. Estaba aburrida y me metí en algún canal de ligues y sexo. Como no tenía nick de tía, no me vi asediada por decenas de privados, seleccioné a un par de chicos, y entablé conversación con ellos, si bien acabé aburriéndome y yéndome a dormir la siesta, hasta que a las 6 sonó el timbre de la puerta, despertándome. Sería Sandra. Fui a abrir y allí estaba ella con Andrea y con Virginia. Las había visto por ahí, pero no las conocía personalmente. Andrea, que parecía casi tan lanzada como Sandra, tenía el pelo largo y castaño, con mechas rubias, ojos negros muy profundos y, aunque le sobraban un par de kilitos no tenía una mala figura. Virginia, por su parte, tenía el pelo completamente teñido de rojo, un piercing en la lengua, y un cuerpo muy bien esculpido. Era sensiblemente más alta que Andrea y también que Sandra, y tampoco parecía muy tímida. Estuvimos hablando para conocernos mejor y todo, mientras Sandra llamaba a Nuria, Sonia, Raquel y Silvia, cargando las llamadas a mi factura de teléfono, por supuesto. Andrea y Virginia me contaron que nunca habían asistido a ninguna fiestecita nocturna entre amigas, sólo con chicas, si bien parecían intrigadas. Me preguntaron sobre lo que hacíamos en ellas y tal y yo les conté un poco, bebíamos, hablábamos, bailábamos, … Volvió al fin Sandra y nos dijo que había contactado ya con todas menos con Sonia, y que Raquel se pasaría ahora por mi casa, y que les mandaría un mensaje a Silvia y Nuria cuando quedáramos a alguna hora. También nos comentó que Nuria se encargaría de localizar a Sonia, que por lo visto últimamente se había despendolado mucho, y era difícil encontrarla. Puse un poco de música, y esperamos a que llegara Raquel. Cuando llegó estuvimos hablando sobre la fiesta. La haríamos el jueves, por la noche, a pesar de que yo me quejé de que el viernes había clase, acabaron ganando ellas argumentando que el viernes tendríamos que descansar porque el viernes noche y el sábado también estaban ahí, y no pensaban quedarse en casa. Así que mañana Sandra y Andrea se encargarían de comprar bebida y comida, y el jueves por la noche nos reencontraríamos todas. Como era pronto, les propuse ver alguna película de las que tenía en el ordenador, bajadas de internet. A eso de las 9 o cosa así se marcharon. Entonces llamé a Alex para comunicarle la hora. Y acto seguido me quité la ropa y me fui a la cama, pues me esperaban unos cuantos días moviditos.

JUEVES 9:00

«… La oscuridad invade la zona por completo. Me encuentro con las tetas desnudas apoyadas sobre el capó del coche, con las bragas por las rodillas y el vestido arremangado por la cintura. La inmensa polla de ese chico que se había ofrecido a cambiarme la rueda pinchada me estaba empalando continuamente, entrando y saliendo sin descanso. Puedo oír en la quietud de la noche sus jadeos y los míos y, si me esuerzo y me concentro un poco, también alcanzo a oír el chapoteo que hace su polla en mi increíblemente mojado coñito. Por un momento noto como engorda un poco más su polla, señal inequívoca de que va a eyacular en mi interior, hago un poco más de presión con mis labios sobre su polla y me preparo para recibir toda su leche en mi conejito hambriento, listo para hacerme sentir un orgasmo más…»

BIP, BIP, BIP…, BIP, BIP, BIP…, BIP, BIP, BIP

Grrrr, un día de estos estampo el despertador contra la pared más próxima. Dios, qué mierda de aparato, no vale más que para joder la marrana. Hoy es el día del reencuentro del grupo. Hacía mucho que no nos reuníamos todas juntas. Realmente, desde que habíamos comenzado la universidad nos habíamos visto muy poco. La única a la que veía frecuentemente era a Sandra. Y eso que seguíamos todas en Madrid. Me levanté y me lavé la cara. Me miré al espejo y vi a una mujer, no a aquella chiquilla de 17 años que jugaba con sus amigas a ver quién se ligaba antes a un chico en las discotecas, donde era una auténtica prueba de fuego entrar muchas veces debido a la minoría de edad. Habían pasado casi 2 años desde la última vez que se habían reunido. Habrían cambiado también las demás tanto? Decidí no ir a clase ese día. No tenía ganas. Además el día anterior habían faltado varios profesores; tampoco ellos tenían ganas de ir, se notaba. Y ese día pensaba hacerles un pequeño favor no asistiendo a clase. Tras desayunar tranquilamente busqué un viejo álbum de fotos, y comencé a hojearlo, viendo las fotos que habíamos ido reuniendo en fiestas, viajes y demás eventos. Raquel había cambiado muy poco, seguía siendo tímida y aún mantenía ese cuerpecito de niña grande. O se cuidaba mucho o tenía más suerte que todas juntas. Sandra, aunque seguía tan zorra y tan descarada como siempre, sí que había cambiado, resultando prácticamente ya una mujer hecha y derecha, o casi. Y yo había dado un buen estirón, sobre todo en altura. La verdad es que todas eramos unas niñas, y lo parecíamos casi todas. Sólo habían pasado 2 años, y en ese tiempo me habían pasado muchas cosas, y seguro que a ellas también. Volví a tumbarme en la cama, y cerré los ojos para descansar un rato más, a ver si retomaba el sueño de antes…

A las 12 aproximadamente me desperté, y me vestí para ir a comprar algo para comer; hoy tampoco quería cocinar. Llevaba casi 2 semanas así; la verdad es que era una vaga de cojones. Fue pasando tranquilamente el día, y por la tarde me fui al parque a dar una vuelta, a pasar el tiempo hasta las 7 en que llegarían Sandra y Raquel y respirar algo de aire casi puro, o al menos, menos contaminado que el resto de la ciudad. Veía pasar a la gente, y tan aburrida estaba que me entretuve pensando en sus vidas, imaginándome detalles morbosos. Vi pasar a un anciano apoyado en el bastón y me lo imaginé a la puerta del colegio con un gran bulto en los pantalones, esperando a que saliera su sobrina y llevársela a casa, donde no estaban aún sus padres, seguramente follando en el trabajo con algún compañero/a, y allí la tocaría sus vírgenes tetitas y quizá la parte más íntima de la pequeña, hasta que eyaculara con la ropa puesta, impregnando sus pantalones con su ya amarga leche. Vi a una mujer de unos 40 años, que venía con prisa del supermercado, donde seguramente se habría cepillado a todo el personal en el almacén, y ahora se le hacía tarde e iba pensando una excusa para su marido, el cual había pasado por casa de su vecina a pedir un poco de azúcar cuando su mujer había salido y acabó tomando un poquito de miel natural, directamente del depilado chocho de la guarra de su vecina, la cual si no se cepillaba al menos a 3 tíos al día, no se quedaba tranquila y no podía dormir, teniendo que salir a la calle de forma desmesuradamente provocativa y follarse a algún desprevenido viandante que tuviera insomnio, y tampoco pudiera conciliar el sueño. Al rato vi pasar a 3 chicos que se dirigían a entrenar con el equipo de fútbol. Lo que no sabían dos de ellos era que el tercero se duchaba siempre el último debido a que tenía un vergajo de tres pares de cojones, que seguramente doblaba a las tristes pollas de sus compañeros todas juntas, si bien lo peor era que el chico era absolutamente homosexual, y no sentía más que repugnancia y aversión hacia el sexo femenino. Su hermana había intentado follárselo repetidamente, y apenas podía dormir, porque la muy puta, entraba a hurtadillas en su cuarto y comenzaba a mamársela hasta ponerla bien durita, y en ese momento trataba de ensartarse con aquel inmenso trabuco, el cual adoraba como al mismísimo dios. El chico odiaba a su hermana, pero no sólo por intentar cometer incesto con él, sino porque sabía bien lo puta que era. Se había follado a todo el equipo de fútbol, más de una vez, y todos sus amigos la habían conocido más que íntimamente, probando todos y cada uno de los agujeros de su cuerpo susceptibles de ser penetrados. Finalmente obsevé pasar a una pareja de monjas, las cuales muy posiblemente eran las que montaban las orgías lésbicas de la iglesia del barrio, donde no había mujer que se quedara sin un coño que mamar y otra mujer que le comiera el coño. Una iglesia en la cual los párrocos filmaban las múltiples orgías para posteriormente ponerlas en venta en internet a desorbitados precios, y mientras filmaban se cascaban las pollas corriéndose todos a la vez en un cuenco, con el cual elaboraban el agua bendita, que tan bien le supo a aquella chica de apenas 12 años cuando decidió echar un sorbo, porque llegaba con una gran sed, y agotada de que sus dos amiguitos le hubieran estado metiendo mano toda la tarde por debajo de la falda, haciéndola llegar varias veces al orgasmo, mojando sus infantiles braguitas, que le quitaron para correrse en ellas y limpiarse de la paja que ella misma les había hecho con sus pequeñas manitas. Despúes de dejar volar mi imaginación, advertí por fin que eran casi las 7. También advertí que estaba empapada de sudor, y que mis braguitas estaban empapadas también, pero no de sudor. Así que me marché a casa, para darme una duchita y recibir a Sandra y Raquel, que vendrían con las cosas de la fiesta.

Nada más meterme en la ducha y sentir el agua templada sobre mi cuerpo me deshice completamente, como en el mejor de los orgasmos, me hubiera quedado horas bajo el chorro de agua tibia. Mmm, qué sensación! Casi mejor que el sexo, «casi». Tras limpiarme bien todos los rincones de mi cuerpo me demoré un poco más bajo el agua sintiendo como su tibieza abría mis poros y me sumía en un estado de relax total. Me hubiera gustado darme un largo baño de más de una hora, pero no tenía tiempo suficiente. Bueno, ya veríamos el domingo. Salí y mientras me estaba secando llamaron a la puerta. Fui a abrir con el albornoz puesto; eran ellas: Sandra y Raquel. Traían unas cuantas bolsas, con todo tipo de patatas y chucherías y, por supuesto, un buen surtido de bebida: vodka, tequila, martini, ginebra, 43, y algún licor sin alcohol para las combinaciones, pero estos eran los menos.

– Vaya, veo que no habéis reparado en gastos, nos va a salir la fiestecita por un ojo de la cara.

– Ya hablaremos de la pasta, mañana o pasado.

– Esta noche, nada de mañana, mañana por la mañana tiene que estar todo listo. -dije en tono serio

– A la orden, señora.

Me fui a mi cuarto a vestirme. Unas braguitas, un sujetador, unos pantalones cortos y una camisetita. Algo ligero para estar cómoda. Cuando ya estaba terminando, apareció Sandra en la puerta.

– Necesitaremos cojines o almohadas, donde tienes más?

– Cómo que más? Es que no tienes suficiente con lo que hay? Además para qué los quieres?

– Joder, no pretenderás que estemos sentadas en el sofá o en las sillas. Tendremos que ponernos en el suelo. Somos unas cuantas, no sé si te acuerdas.

– Buff, pues yo qué sé. No tengo más, lo único, que el sofá se hace cama, y el colchón lo podemos usar para ponerlo en el suelo.

– Bueno, vale, pero siguen haciendo falta cojines o lo que sea, bueno, ya se verá.

Sandra parecía muy entusiasmada con todo este tema de la fiesta, no paró de un lado para otro en toda la tarde, cualquier detalle le parecía importantísimo. Raquel y yo de vez en cuando la ayudábamos en algo, pero más bien poco. Y finalmente llegó la hora. La primera en llegar fue Alex, la cual no conocía a ninguna del grupo salvo a mí. Vino un poco demasiado arreglada, bueno, no, miento, vino un mucho demasiado arreglada. Se ve que no tenía mucha idea de qué iba la cosa.

– Vas a alguna boda, chica? – Sandra no se pudo reprimir la gracia

– Qué? Cómo? Yo… pensaba que… bueno…

– No te preocupes Alex, es que Sandrita es un poquito gilipollas a veces.

– Sí, pero sólo a veces, jajaja

– No le hagas caso, ven te dejaré algo para que te pongas. – nos dirigimos a la habitación. – Debí habértelo dicho, pero supuse que lo sabías. Es una fiesta, pero entre amigas, aquí en casa. Beber, hablar, escuchar música, etc… Ninguna vamos tan formales.

– Vaya, menudo ridículo. Habrán pensado que soy una estúpida.

– Qué va! Han pensado que estás muy buena y que tienes un culo estupendo. – Le dije al tiempo que le daba una palmada en la nalga derecha, la cual solo estaba cubierta en ese momento por unas delicadas braguitas rosas. – Jajaja

– Jaja

Alex me rió la gracia, pero no se imaginaba cuánta verdad había en mis palabras. La expresión de la cara de Sandra se había iluminado en el momento de ver aparecer a Alex tras la puerta, y eso, sólo tenía un posible significado. Así que dejó el vestido, precioso por cierto, sobre mi cama, y le presté unos pantalones cortos y una camiseta para que se los pusiera.

Más tarde aparecieron Andrea y Virginia.

– Ah, hola, habéis traído lo que os dije?

– Sí, claro, aquí tienes.

Andrea mostró una bolsita con algo de costo, para «amenizar» el ambiente decía Sandra. Menuda golfa estaba hecha. Finalmente llegaron Nuria, Silvia y la desaparecida Sonia. Ya estábamos todas. Mientras Álex terminaba de presentarse ante todas, fui poniendo algo de música en el cd, y me dirigí a la cocina a por los vasos para tomar nuestra primera copa de la noche.

VIERNES 0:00

La verdad es que todas estábamos bastante cambiadas, aunque para mejor, por supuesto. Sin duda la que más cambiada parecía era Sonia. Hace unos años era tímida como nadie, hablaba estrictamente lo necesario, no bebía, no fumaba… Muchas veces nos preguntábamos por qué se venía con nosotras, porque era realmente sosa, no como el resto de nosotras. Sin embargo, ahora se encontraba allí, contando batallitas, recordando viejos tiempos, cosas de las que yo ya ni me acordaba, con un cubata en una mano, y un porro en la otra, dándole continuas caladas. Definitivamente era la más cambiada. La conversación fue larga y tendida. Comenzamos contando cómo nos había ido últimamente, los últimos rollos, las últimas alegrías, el último polvo… Seguidamente fuimos recordando poco a poco situaciones del pasado. Andrea, Virginia y, sobre todo, Álex se encontraban un poco apartadas, pues eran nuevas en el grupo. Fundamentalmente me llamó la atención lo callada que estaba Álex, aunque no se perdía ni una palabra de todo lo que decíamos, riendo cualquier tontería que hacíamos o habíamos hecho. Me recordaba mucho a la antigua Sonia, la que no hablaba ni opinaba nunca, sólo iba con nosotras, como una sombra. Poco a poco fuimos dando buena cuenta de las botellas más «suaves»: martini, 43, vodka…, y también de la bolsita que había traído Andrea. Mientras Sonia liaba otro porro con los últimos restos que quedaban (la verdad es que le estaba quedando demasiado cargado, pues los restos eran demasiado para un porro sólo, pero Sonia era una cabezota), Raquel comenzó a recordar una de las historia bastante curiosa del decimoséptimo cumpleaños de Sonia:

– Aunque muy a su pesar, al final hicimos un pequeño botelloncete, bah, poca cosa la verdad, jeje, Sonia nunca fue una expléndida, pero en fin, a lo que iba… Pues que nos reunimos aquella tarde casi todas, menos Sonia y alguna más que no recuerdo. Como era un viernes, estaba todo abierto, y creo que fuiste tú Sandra la que sugirió el «regalito» para Sonia no??

– Eeeh, bueno, estoooo, tengo que ir al lavabo…

Serás zorra! Así que fuiste tú la guarra que lo planeó todo – gritó Sonia, levantándose bruscamente, desparramando patatas por el suelo, un vaso casi vacío con el último martini que se había servido y dejando caer el recién liado porro. Se avalanzó contra Sandra, sujetándole los brazos. Parecía que estaba furiosa de veras. Sandra no paraba de reírse.

– Cabrona, deja ya de reírte! – todas se reían, pero Álex tenía una cara de espanto tremenda, parecía como si pensara que se iba a producir un asesinato. Nada más lejos de la realidad, se notaba a la legua que Sonia estaba de cachondeo, pero fingía muy bien y Álex no la conocía tanto como para saberlo.

Andrea y Virginia también estaban un poco sorprendidas. En ese momento Silvia se lanzó a por Sonia en un placaje digno del mejor quarterback de la NFL. Aquello se convirtió en una batalla campal. Cojines por aquí y por allá, algunas graciosillas que cogían hielos y los metían en cualquier lugar susceptible de ello. Justo cuando conseguía sacarme un hielo de la espalda, me fijé en Álex: estaba apartada en un rincón, observando la escena, tomando ligeros sorbos de un vodka ligerito. Me acerqué a ella y le pregunté si le pasaba algo.

– No, nada, me lo estoy pasando muy bien, lo que pasa es que… bueno, me siento un poco a un lado.

– Si, lo entiendo, es normal, pero no te sientas avergonzada, todas son unas chicas estupendas.

En ese momento una camiseta fue a parar a la cabeza de Álex. Era la de Sandra, que había sido despojada salvajemente por Sonia. De hecho, la manga derecha estaba aún en la mano de Sonia. Todas, excepto Álex, que estaba tapada aún por la camiseta vimos los pechos de Sandra bambolearse al aire, al tiempo que Sonia la tenía cogida por el cuello. Virginia, en un momento rápido que todas notamos, excepto claro está Álex, le tocó el pecho derecho a Sandra, de una manera realmente sensual. Al instante Sandra se deshizo de Sonia, y se dirigió a por la camiseta, pero Nuria se adelantó y tirándose sobre Álex, le quitó la camiseta de Sandra, y empezaron a pasarla de unas a otras. Sandra iba y venía en busca de la camiseta, pero se hartó pronto y se sentó de nuevo en el suelo, cogiendo la botella de ginebra y sirviéndose un cubata bien cargadito.

– Por mí como si os la fumáis, me suda el coño lo que hagáis con la camiseta. – digo haciéndose la chula.

– Ah, si? – dijo Sonia, arrebatándole la camiseta a Silvia. – Pues vete acostumbrando zorrita – y abriendo la ventana la tiró a la calle.

Nos quedamos estupefactas. Nadie sabía qué decir. El silencio ocupó la habitación entera. De pronto se oyó una carcajada: la de Virginia, y en seguida se unieron otras, y al final nos reíamos hasta tal punto de casi mearnos. Todas reíamos menos Sandra y Sonia.

– Serás cabrona, era una de mis preferidas!! A saber qué maldito borracho piojoso la coge ahora.

– Jajaja, haberlo pensado antes de sentarte.

Cuando todo se hubo calmado un poco, y nos echamos otro cubatita para cada una, Sonia retomó el porro terminándolo y encendiéndelo, al tiempo que Álex, temerosa le preguntaba a Raquel:

– Bueno, y cual fue ese «regalito».

– Jajajja, es verdad, pues no era más que un consolador, pero Sonia era una niñata, y cuando lo vio, jajaja, cada vez que me acuerdo, jajaja, vaya cara de espanto que puso!!

– Jajjajaja, es verdad, jajajajaj, Sonia te acuerdas?? – le dijo Sandra.

– Hija de puta, encima recochineo, verás ahora, y volvió a lanzarse contra ella, dominándola fácilmente, pues Sandra no coordinaba de las carcajadas que soltaba. La puso boca abajo con el brazo cruzado a todo lo largo de la espalda, haciéndola incluso daño, pero Sandra no paraba de reírse.

– Pídeme perdón, cabrona.

– Jajajaja

– Que me lo pidas!!

– Jajaj, ay!, coño que me estás haciendo daño!

– Sonia, déjala! – intervine.

– NO! No hasta que me pida perdón.

– Vale, vale, de acuerdo, ay!, lo siento.

– Y qué más?

– Hija, y yo que sé! Ayyyy! No aprietes tanto.

– Dilo.

– Vale, vale! Yo deseaba más ese consolador para mí que para tí. Ahh, joder, suelta ya ostia! – Sonia la soltó.

– Bueno, pero tampoco era para tanto no? – intervino Álex.

– Noooo, qué va! No era para tanto. Si te hubieran regalado una polla de plástico delante de todos tus amigos y amigas, y más aún con todos chispaos y soltando burradas me comprenderías.

– Yo… – Sonia se quedó muda. Raquel había pasado por alto aquel pequeño detalle, de que estaban incluso los chicos que por aquel entonces venían con nosotras.

– Que lo pruebeeee!!! – gritó Sandra, volviendo a romper a reír.

– A ver si va a estar defectuoso! jajajaj – soltó Raquel.

– No vaya a ser demasiado pequeño!! – dijo Nuria.

– Sí, sí, vosotras reiros, nunca sabréis lo mal que lo pasé.

– Oye, que las demás tampoco hemos pasado por nada ahora, según se ve… no te digo.

– Joder, no comparéis.

– Que no comparemos, joder, a mí me vino la regla en mitad de clase de matemáticas – apuntó Raquel.

– Joder pero no es lo mismo! A mi me estuvieron recordando lo del consolador todo el curso. Que si iba bien, que si necesitaba un sustituto, que si la revisión de las 10000 pajas, fue un infierno. Y todo por tu culpa!!

– Oye, yo sólo lo sugerí, la que lo compró fue Laura.

– Serás cabrona, a mí no me eches las culpas. – respondí lanzándole un cojín a la cabeza.

– Además, nosotras también pasamos un mal trago al entrar en el sex-shop a comprarlo. El hijoputa del vendedor no nos quitó un ojo de encima, y nos hablaba de una forma realmente asquerosa.

– Por cierto, Sonia, nunca nos dijiste si te sirvió de algo el regalo… – intervino Nuria.

– Uhmm, bueno, estooo, pues la verdad es que…

– Venga suéltalo – apremió Sandra.

– Pues sí, no lo voy a negar! Algunos de los mejores orgasmos los conseguí gracias al «regalito».

– Woooow!!! – Se oyeron silbidos y gritos un poco subidos de tono.

– En el fondo sabía que acertaba con el regalo.

– Así que admites que fuiste tú!

– Jeje, bueno, sí, pero es que te veía siempre tan callada y tan modosita, que, bueno, en fin, lo propuse y todas lo vieron bien. Que conste que si ellas no hubieran aceptado no lo hubiéramos comprado!!

– Bueno, Sandrita, en el fondo, a pesar de toda la vergüenza que pasé, os lo he agradecido todas las noches que me corría con el regalito dentro de mí. Además aprendí muchas cosas de él. Y también, y esto es en exclusiva, fue el regalito el que se llevó mi virginidad.

– No me digas! – Solté – Pero Sonia, hija mía, eso se usa con más cuidado!

– Yaaaaa, pero qué quieres que te diga, en algunos momentos me emocionaba y chocaba con la telita, y un día me emocioné demasiado, jeje, y ahí se acabó.

– Pues la verdad es que mejor eso que perderla con un patán como el que me montó por primera vez, dios mío, cada vez que me acuerdo! – Comentó Nuria.

– Cuenta, cuenta – Sandra siempre pinchando, quién si no?

– Pues algunas ya lo sabéis. – dijo señalándome con la mirada. – Os acordáis de Jorge?

– Jorge? Uhmm, el de octavo?

– El mismo.

– Joder, ese tío estaba cañón! Era de lo mejorcito de la clase.

– Sí, pues menudo desastre en la cama. Apenas duró 3 minutos, no me corrí, y cuando termina me da un beso en la mejilla y se larga.

– Jajaja, quién lo iba a decir? Todas las tías iban detrás de él…

– Pues ya ves, de lo peorcito que te puedes echar en cara. Y tú Sandrita? A tí se te cayó mientras paseabas, o qué?

– Jajajajaj. Pues yo la verdad es que me lo pasé de vicio. Vamos, todas sabéis con quién, con Alberto, mi primer novio fijo. Cuando íbamos a 2º de bup, ya ves que yo no me di tanta prisa como tú guarrona…

– Jaja, pero seguro que ya me has adelantado.

– Porrrr supuesto. JAJAJA. Pues tras llevar 6 meses, decidí darle la oportunidad, y me lo hizo de putísima madre, casi ni me dolió. Y desde entonces, pues eso, le cogí el gustillo. El tío follaba muy bien, me pregunto qué habrá sido de él.

– Tienes toda la razón. -comentó Silvia.

– A qué te refieres? – preguntó Sandra muy mosqueada.

– Pues a que follaba muy bien…

– Grrr, serás zorra! O sea q también tú te lo follaste. Algún putón más que se haya follado a Alberto??

– Joder, tú lo dejaste, él estaba sólo, mi hermano me lo comentó, y bueno, una cosa lleva a la otra…

– Y tú, guarra, llevas a la cama a to dios.

– Joder, y qué más te da? Tú ya no estabas con él…

– Nos ha jodio! Porque le pillé con la Susi en pleno jaleo! Te puedes creer que no sólo me pone los cuernos, sino que encima en mi propia casa!! Hay que ser cabrón, a parte de gilipollas, claro.

– Ostia, ni idea tenía… Qué hijos de puta los tíos!

– Ya, pero cómo follaba… Si no tuviera el pronto que tengo, habría seguido con él. Quizá si me hubiera pedido perdón… Pero es que ni eso, apenas le dio importancia. Le faltó poco para invitarme.

– Menudo desgraciao, si lo sé no me lo follo, jajajja.

– A ver, siguiente, tú Virginia…

– Pues yo a los 18 en un coche prestao, de lo más incómodo… Jajajaja

– Y tú Andrea?

– Yo en casita, to mu romántico, con musiquita suave y con velas… me falló el pibe, que era de lo peor en la cama. Tú te quejas Nuria, epro no sé yo cuál de los dos sería peor…

– Jajaja, te aseguro que el mío era de lo peorcito.

– A ver… Silvia, te toca.

– Pues pocos recuerdos tengo la verdad. Porque, como buena española, la perdí completamente borracha, con un pedo tremendo, así que casi ni me di cuenta. Sólo al día siguiente cuando vi los pantalones y las bragas llenos de sangre lo supe. Luego ya lo repetí con más sobriedad, jeje.

– Laura, zorrita mía, cuéntanos, seguro que tú la perdiste en una de tus múltiples orgías de 5 contra una, verdad?

– Pues, no, eso fue despúes, además acuérdate que fuiste tú la que me invitó, jajjajajaja – el costo era muy bueno la verdad, estábamos todas un «poquito» idas, aunque el alcohol también tenía que ver – Yo fue con Juli, sólo le conociste tú, Raquel, iba a inglés con nosotros. Un chaval muy tímido muy tímido, tardó más de dos meses en pedirme salir, y si no llega a ser por mí ese no folla, jajajaja. La cosa es que a los dos meses, y como el curso se acababa y yo me piraba todo el verano, pues qué mejor despedida que echando un polvo, no? Era algo inexperto, también fue su primera vez, y ya ves, entre los dos novatos, pues nos costó un poco empezar. Además recuerdo que es uno de los que más grande la ha tenido de los que he visto. Debía llegar a los 20 seguramente, todo un monstruo, jajjaja.

– Laurita, hija mia, solo de 20 has probado?? Qué penita me das! Yo me comí una vez una de 25 y no exagero!

– Sandra, tú como siempre tan fantasma.

– Que no coño! Que es verdad, no me cabía en la boca!

– Bueno, pues eso, lo que decía que los dos novatillos y tal, él se corrió antes de meterla, mientras le ponía el condón, sólo tocarle y me soltó todo lo que tenía que soltar, además me dejó toda pringada. Pero vamos, no me enfadé mucho, y luego, despúes de consolarle, por supuesto, se puso otra vez y por fin lo hicimos. Además como era su segunda vez aguantó mucho más y me dejó bastante satisfecha. Aunque tanto tamaño y sabía hacer más bien poco. Otros me han demostrado mucho más.

– Como Juan…?

– Sandra, intuyo que tienes envidia…

– Yo? Qué va! Yo no quiero marido tan pronto, jajjaja.

– Qué graciosa, tú siempre igual.

– Bueno, a ver… quién queda… Álex, cielo, te toca…

– Yooo, bueno, la verdad es que…

– No te preocupes cariño, esto no saldrá de aquí, sólo es posible que Sandra lo emplee en algún momento para chantajearte, pero nada más… – la intenté tranquilizar.

– Eso sólo pasó una vez! Y porque te interpusiste entre Álvaro y yo! Pero no cortes más aún a Álex. Seguro que tuvo una experiencia muy bonita. Dinos, cielo…

– Pueees, como decía, yo es que… aún noooo…

– Cómo?

– En serio?

– No me lo puedo creer…

– Dejadla terminar, ostia!

– Pues que soy… virgen – dijo con un hilito de voz.

Todas nos quedamos estupefactas, hasta que Sonia comenzó a reírse a pleno pulmón, seguida por todas las demás.

– Estás de coña no, cariño? Jajaja – preguntó Sandra.

– No… – los ojos comenzaron a ponérsele llorosos, pero no se movía, no se levantaba de allí. Yo me compadecí de ella y traté de poner orden.

– Venga, joder, callaos! Álex, no te preocupes, el primer paso es reconocerlo. Si tú quieres, hoy mismo te podemos ayudar, tengo un vibrador que es la caña, es capaz de hacerte que te corras 5 veces en 1 minuto, y sólo con apretar un poquito, serás como Sonia, una desvirgada frustrada, jejej.

– De frustrada nada, cabrona.

– No, yo en realidad, bueno, quisiera hacerlo con algún hombre, pero no me decido.

– Bueno, eso nos pasa a todas, solo que unas tardan más en decidirse que otras. Además si no has encontrado a nadie digno de ti, mejor así. No tienes por qué entregarte al primero que te cruces.

– Ahí tiene toda la razón Laura. Álex, si tú no has querido tus razones tendrás, anda ven aquí.

Y Sandra se acercó a ella y le puso la cabeza en el hombro consolándola. Yo no tenía ninguna duda de las intenciones de mi amiga de toda la vida, pero Álex evidentemente no se temía nada. Raquel, viéndolo todo, se acercó a la habitación a por la cámara y capturó este momento tan tierno en nuestra primera foto de la noche.

Al rato estábamos de nuevo un poco más calmadas, el momento tierno ya había pasado y Sandra seguía intentando sonsacar más cosas de nuestra adolescencia, y no se le ocurrió mejor modo que el famoso juego de la botella. Casi todas le protestaron que eso se juega con chicos a lo que la muy …. les respondió:

– Bueno, si queréis yo puedo hacer de chico y podéis darme todos los besos que queráis…

– Tortillera!! – Saltó Andrea.

– Uhmmm, tiene gracia que me lo digas tú, cielito, JJAJAJAJJA. Bueno, preparadas? Allá vamos! – La botella giró y se paró en Nuria. – Beso, verdad o atrevimiento?

– Verdad.

– Bien, veamos, uhmmm, con cuántos en una misma noche, zorrita?

– Jajaj, cree el ladrón que todos son de su condición… Sólo con uno, zorrona.

– Y cuántas veces?

– Eeeh! Sólo una pregunta!

– Contesta putita.

– 3.

– Jajaja, qué triste! Sólo con uno y apenas 3 veces, jaja.

– A ver la guarrona, y tú qué?

– Yo me he líado con tres en la misma noche, y sin ir más lejos, Luis el lunes me lo hizo 5 veces!

– Sandra, por favor, si quieres te nombramos putón del reino, pero por favor deja de contar trolas! – la verdad es que no dudaba que lo hubiera hecho, conociéndola bien, pero era más por joder que otra cosa.

– Laurita, cielo, tú sabes muy bien de qué soy capaz. Y también sabes que Luis se porta muy bien, más aún cuando llevaba tiempo sin poder meterla en caliente.

– Qué pasó? Tenías el coño irritado? O sólo eran las ladillas? JaJaJaJa – Sonia estuvo muy bien en esta, hay que reconocerlo, jeje.

– Ladillas sólo tuve cuando me las pasó tu madre, capulla, y a mí el coño me aguanta muchos más asaltos que a tí. Luis sólo estaba «castigado».

– Joder, menudo castigo – se atrevió a decir Raquel, y Sandra ya iba a contestarla cuando Sonia replicó muy seria:

– Eso habría que verlo, mi querida Sandrita.

– Me estás retando? Mira que nos buscamos un pub y la armamos…

– Estaría entretenido.

– Joder con la Sonia, se ha convertido en un zorrón – dije, quitándole hierro al asunto.

Desde que Sandra oyó la historia, supuestamente verdadera, de que dos chicas se habían apostado a ver cuál de las dos follaba más tíos en una hora, siempre le produjo la idea un morbo tremendo. Resulta que en nuestra época de quinceañeras, un día se extendió el rumor de que Gema y Sandra (dos chicas de nuestro instituto, pero de otra clase) que iban bastante pasadas de copas, se subieron a la barra y le dijeron al camarero que parara la música y gritaron que iban a hacer una apuesta, que se trataba de ver cuál de las dos follaba más en una hora. Se pusieron medio en bolas y se tumbaron en dos mesas. Se hicieron 2 colas y ala, a correr. Sin embargo era sólo un rumor, o quizá algo más, pues ya se sabe, éstas son de las historias que siempre alguien te asegura que sí sucedió, que él mismo estaba allí y lo vio todo, y luego están los que te dicen que estuvieron en aquel garito toda la noche y eso nunca pasó. En fin, toda una leyenda urbana.

Sandra siguió haciendo preguntas de este estilo, que dónde lo habíamos hecho, que dónde se nos corrían, que si qué fantasía, que si nos depilábamos… Vamos, sexo total y en estado puro. Con cada pregunta se pasaban un buen rato contando sus batallitas, y Sandra casi siempre intentando superarlas. Yo, la verdad es que me estaba cansando y la charla más que excitarme me daba sueño, así que para que la fiesta no decayera decidí escoger beso. Y Sandra ni corta ni perezosa, dijo:

– Pues adelante, soy toda tuya. – Decía mientras se situaba de rodillas en el centro, sonriendo y mirando a las demás, sobre todo a Álex, que miraba la escena estupefacta, pero Sandra se esperaba un pico, o algo similar y no el señor morreo que le planté durante 2 minutos, al menos no se lo esperaba tan pronto, porque he de decir que casi siempre acabábamos en estas fiestecitas Sandra y yo liadas, sé que suena un poco fuerte, y las demás muchas veces ni se enteraban, excepto a lo mejor alguna cotilla, pero que afortunadamente luego no soltaba nada a las demás. La verdad es que la pillé de sorpresa, pero en seguida supo ponerse a la altura de las circunstancias y comenzó también a besarme apasionadamente. Sobre dos minutos o así después nos separamos y, ahora sí, le di un piquito poniendo cara de niña buena. Todas estaban anonadadas, miré a Álex y tenía la boca y los ojos abiertos de par en par. Fue Sandra la que rompió el silencio:

– Bien, veamos, dónde está la botella? Ah, aquí – la hizo girar de nuevo y… – Sonia! Te toca.

– Be..so – dijo con un hilillo de voz.

– Estupendo! Hoy me voy a poner las botas – exclamó Sandra entusiasmada, pero…

– No, no, beso, pero con Laura.

– Grrr, Laurita, mona, la próxima vez mejor córtate, que me espantas la clientela – Sandra intentaba hacerse la enfadada, pero yo sabía que lo que estaba era cachonda perdida, pues parecía que las chicas habían aceptado. Así que no tuve más remedio que darle otro buen morreo a mi querida amiga Sonia. Esta vez estuve alrededor de 5 minutos seguidos, mientras todas las demás miraban atónitas la escena. En esto que Raquel se acordó de la cámara y flash! Exlusiva para el Qué Me Dices!

– Sonia entonces pegó un salto y empezó a correr tras de Raquel.

– Arghhh, cacho guarra, dame esa puta cámara!

– JAJAJAJJA – de nuevo todas nos estábamos partiendo el culo de risa, cuando al ratillo oigo cómo llaman a la puerta dando golpes fuertes. No había reparado en que eran más de las 2 de la mañana y estábamos armando un jaleo de padre y muy señor mío, así que les dije que se callaran al tiempo que me dirigía a la puerta. Miré por la mirilla, era el casero. Con un último «Sssh!» parece que se callaron un poco. Abrí.

– Hola Paco, qué deseas a estas horas?

– Señorita, lo sabe usted de sobra, no son horas para armar este escándalo, varios vecinos me han llamado quejándose, y que si no se callaban llamaban a la policía y yo, ante todo, quiero evitar escándalos en el barrio, así que si es usted tan amable… – Al tiempo que me decía todo esto intentaba mirar hacia el salón, aunque la verdad es que prácticamente no se veía nada. De pronto suena la voz de Sandra:

– Laura, es el stripper?? Dile que pase!! Que no podemos esperar!! Jajjajaj – Yo casi no pude contenerme la risa, pero a duras penas me controlé.

– Paco, no te preocupes, intentaré callarlas, les pondré la almohada en la cara o algo de eso, no te preocupes – tenía que poner mi mejor carita de niña buena, y parece que lo estaba consiguiendo – Ah, y dile a Marian que se meta en sus asuntos y deje de olisquear en la puerta de los demás.

– No sé de qué me hablas Laura, Marian no ha tenido nada que ver en esto, han sido otros los vecinos que…

– Mira, vale, me da igual, tú dices no, yo sé que sí, en fin, ya nos callamos, vale?

– Vale, eso era lo que quería, nada más, muchas gracias – en ese momento cuando ya se iba Paco, oí cómo se cerraba una puerta en el piso de arriba. Ja! Y que Marian no había tenido nada que ver. Menuda hija de la gran puta. Justo también en ese momento oigo como una voz que reconocí la de Andrea, exclamaba:

– No dejes que se vaya ese cuerpo! Dile que pase a darnos alegría!!

Al tiempo que cerraba la puerta pude notar que Paco hacía una pequeña parada antes de empezar a bajar por las escaleras, como esperando a que hiciera caso a la voz que habíamos escuchado, pero apenas paró 2 segundos, siguió bajando desilusionado. Al llegar al salón me las encontré desmadradas, todas descojonándose de risa y diciendo «cositas» sobre el supuesto stripper Paco. Bueno, todas menos Álex, que aún estaba muy confusa por lo de los besos, o al menos ésa era una de las cosas que le preocupaba. A pesar de mis continuas advertencias y de rogarles que bajaran la voz, apenas duraban así 2 minutos y volvían las carcajadas a pleno pulmón y las risotadas. Yo empezaba a preocuparme, porque al fin y al cabo yo vivía allí y no quería problemas con Paco. Lo que dijera Marian me sudaba el coño, pero si Paco había subido quería decir que le habían tocado las pelotas bastante, y no sólo ella, sino más vecinos, y eso no me gustaba nada. Yo seguía intentando callarlas, cuando de pronto a Álex le dio una arcada e hizo un amago de vomitar. Vaya por dios! Rápidamente me acerqué a ella y le dije que si quería ir al baño, me dijo que no, pero antes de que volviera a mi sitio, le dio otra arcada, aún más fuerte. La hice levantarse y la llevé rápidamente al baño. Las demás seguían partiéndose el culo. Llegamos justo a tiempo para que Álex comenzara a potar en el suelo del baño, la acerqué al lavabo y se desahogó un poco.

– Estás ya mejor, Álex? – me hizo un gesto afirmativo con la cabeza y al mismo tiempo volvía a vomitar aún más en el lavabo. – Sí, ya veo, de puta madre! – decidí hacer lo mejor en esos casos, me situé detrás cruzé las manos formando un puño en la boca del estómago y apreté, haciéndola soltarlo todo, que no era poco, la verdad. Poquito a poco se había tragado al menos una botella enterita. Y no quise pensar qué era lo que había cenado aquella pobre chica. Entonces, vuelven a llamar a la puerta, esta vez al timbre. – Cojonudo! Raquel haz el favor de abrir la puerta, yo estoy ocupada. – En el salón Sandra comentaba:

– Seguro que se están enrollando, jajajja. Espera, Raquel, déjame a mí. A ver cómo está el Paquito este, lo mismo hasta lo hago pasar…

Sandra se dirigió con paso tambaleante hacia la puerta, con las tetas al aire, no lo olvidemos, y los pantaloncitos cortos arrugados y mal colocados. No miró por la mirilla, y antes de abrir la puerta, dio un par de carcajadas y miró al resto de las chicas. Entonces adoptó una pose seductora en el marco de la puerta al tiempo que abría y decía:

– Hola, Paqu… Ohh mierda! – y cerraba dando un portazo. Estaba blanca, las chicas fueron rápidamente a ver qué ocurría, y la encontraron allí paralizada. Se abrió paso entre ellas y volvió al salón. – Joder, joder, son los maderos!

– Abre tú Raquel – le comentó Sonia.

– Qué dices? Ni de coña, yo no le abro a los maderos, que luego me fichan.

– Ostia, pues llama a Laura, coño, haz algo. – el timbre volvía a sonar, ahora con más insistencia.

– Diosss, diosss, le he abierto a los maderos medio desnuda, jodeeeeer…. la que me va a caerrr – Sandra estaba nerviosita perdida. – Dios, dios, dios.

Yo seguía en el baño con Álex, algo más calmada, pero muy mareada. Le estaba mojando la cara, y la estaba limpiando. Me preguntaba qué cojones había pasado, por qué habían dado un portazo, y por qué cojones seguía sonando el timbre. En ese momento llegó Raquel, toda sofocada.

– Laura, tía, tienes que salir a abrir. Sandra está histérica.

– Joder, Raquel, no puedo salir ahora, abrir vosotras.

– Que no coño, que es la policía, que Sandra dice que es la policía.

– JODER! – exclamé en alto – Es que todo se tiene que joder? Raquel, por favor, sujeta un momento a Álex, podrás hacer eso por lo menos?

– Sí, vale, tía, no te preocupes, yo me encargo. – me dijo al tiempo que abría la puerta y salía, con la camiseta manchada del vómito de Álex, el suelo lleno, y la pobre Álex, mareada, que no se podía tener casi en pie. Y parecía tan pancha 10 minutos antes! Salí y abrí la puerta justo cuando comenzaban a aporrear la puerta y a decir que era la policía.

– Hola.

– Buenas noches, señorita, hemos recibido quejas sobre el ruido que proviene de esta casa. Le importaría darnos su documentación?

– No, claro, esperen aquí, un momento.

Con la puerta abierta podían escuchar algo del interior, pero ahora estaban todas calladas, excepto Sandra que seguía susurrando en un rincón completamente nerviosa:

– Diosss, qué he hecho, joderrr…

Mientras iba a mi cuarto a por el DNI, uno de los policías le comentó al otro, naturalmente sin que ninguna de nosotras pudiéramos oir nada:

– Joder, has visto el culito que tenía la chava? Madre mía, no me importaría callarla a pollazos…

– Ostia, Manolo, que te van a oir.

– Pero no me digas que no… buff, madreee, ya vuelve…

– Aquí tienen.

– Bien, señorita… Gómez, creo que podremos prescindir de la multa, parece que ya se han callado un poquito. Sin embargo, recuerden la hora que es, y espero que no tengamos que volver por aquí, ok?

– Sí, sí, claro. Todo ententido, ok, gracias.

– Gracias a usted, y buenas noches.

– Bue…buenas noches. – Bufff, menos mal, por lo menos no había multa, sólo un pequeño aviso. Una vez hubo cerrado la puerta, el policía volvió a comentar:

– Has visto qué cuerpo tenía, joder, yo le hubiera multado que me chupara la polla, menudas mamadas que tiene que hacer esa.

– Manolo, vete a la mierda, estamos de servicio. Bastante que paso por alto que te has «olvidado» de la denuncia.

– Joder, no creo que fuera tanto escándalo, habrá llamado una vieja amargada. Joder, déjalas que se diviertan, yo también lo hacía cuando era joven. Acaso tú no?

– Eso no tiene nada que ver, te has pasado las reglas por el culo.

– A la mierda tú y a la mierda las reglas… Vamos a pasarnos por el parque, a ver si pillamos a algún morito o alguien con hachis, que ando escaso últimamente.

– Manolo, eres lo peor que hay, te lo juro. Un día acabarás mal…

De vuelta a casa, me acerqué al salón a ver qué diablos pasaba con Sandra. Seguía nerviosa, pero menos. Le dije a Nuria que le preparara una tila, y se fueron ella y Nuria a la cocina. Dejé a Andrea, Virginia y Sonia con Sandra, después de darle un par de besitos en la frente tranquilizándola y diciéndole que no venían por ella, que venían buscando al comando de Al Qaeda, que por lo visto había habido un chivatazo. Cuando vi una sonrisa en su cara, me volví al baño. Allí seguía Raquel con Álex.

– Joder, Laura, menos mal que llegas, yo ya no puedo más, aquí huele que apesta.

– Ya está la niñita, tú nunca la has echado o qué? Haber abierto la puerta que es lo que tenías que hacer y no dejar que la abriera Sandra, que ya sabes cómo es, coño.

– Lo siento, tía, pero se me adelantó y…

– Déjalo, a ver, ayúdame a llevarla a mi habitación.

Entre las dos la llevamos a mi cuarto y la tumbamos en la cama. Estaba medio sobada ya, en el fondo era lo mejor, que durmiera la borrachera. Al día siguiente me comentó que se había empezado a sentir mal como media hora antes, pero que había tratado de aguantar. En ese momento Álex era como un tronco, le quité la ropa manchada, y la dejé en ropa interior, sin embargo, decidí ponerle el pijama, para que no cogiera más frío del necesario. A duras penas conseguimos entre Raquel y yo ponérselo y la metimos en la cama y la tapamos bien. Cerré la puerta de la habitación y volvimos al salón, no sin antes pasarme por la cocina para coger la fregona y limpiar el estropicio del cuarto de baño. En el salón las chicas recogieron un poco amontonando la basura. Cuando llegué Sandra se había quedado frita también. Tenía otra habitación, la que había usado Reyes hasta dos meses antes, pero la cama estaba sin sábanas ni nada de nada, y prácticamente no era usada la habitación para nada, así que, como además ya estaba dormida la dejamos ahí y seguimos el resto charlando bajito. Después de las movidas que habían sucedido estábamos más calmadas y serenas, y pudimos llevar la conversación correctamente. Estuvimos así hasta las 5 o cosa así, si bien poco a poco iban cayendo dormidas todas. Primero Andrea y Virginia que comenzaban a aburrirse, al hablar nosotras sobre nuestras aventuras y desventuras pasadas juntas. Luego Nuria, Silvia y Raquel también cayeron rendidas, y finalmente sólo aguantamos Sonia y yo, que intimamos bastante. Me preguntó acerca de lo del beso, y le conté toda la historia, aunque bastante resumida, de las relaciones que había mantenido con Sandra. Ella estaba completamente sorprendida, si bien ella me sorprendió más aún cuando me comentó que cuando éramos más jóvenes ella se había sentido como enamorada de Nuria, si bien nunca se atrevió a contar nada a nadie. También me contó que se había lanzado en un viaje a Francia, y allí se enrolló con una francesa primero, y luego con el novio de la francesa también, los tres juntos en el famoso mènage à trois. Al final, medio nos enrollamos un poco y estuvimos besándonos por un buen rato, aunque nada más, hasta que definitivamente nos dormimos.

VIERNES 8:22

«… Me encuentro en una sala amplia con imponentes columnas. Por ropa apenas llevo un gran manto blanco. Voy descalza. Avanzo por el pasillo que forman unas inmensas estatuas de hombres de mármol desnudos, con unos también inmensos aparatos colgando, perfectamente modelados. Llego a lo que parece una gran puerta. Del otro lado viene un coro de gemidos y jadeos. No puedo evitar la curiosidad y me acerco a la puerta a ver quienes pueden estar gozando tanto como para gritar de esa forma. Asomo la cabeza y lo que observo me deja de piedra. A lo largo y ancho de toda la sala hay un sinfín de mujeres, todas completamente desnudas, besándose, acariciándose, lamiéndose. Sin poder evitarlo mis pezones también se quedan de piedra, y por el contrario mi dulce coñito se ablanda recibiendo espesos flujos, culpa de mi excitación. Justo en ese momento noto unas manos en mi cuello, en mis tetas, en mi cintura, en mis muslos. Giro ligeramente la cabeza y veo a 4 preciosas muchachas que me dan la bienvenida de la mejor forma, y me empujen suave y constantemente hacia el centro de la sala, donde veo algo aún más sorprendente…».

Me despierto azuzada por Sonia, que me indica que no haga ruido. Tengo la boca seca. Necesito un café. Me incorporo y la cabeza me da vueltas. Cómo no! La inevitable resaca. Echando un vistazo al reloj observo la hora: apenas había dormido tres horas! Miro con muy mala hostia a Sonia buscando una respuesta. Me dice con una sonrisa y en voz muy baja, casi un susurro, que me levante. Me coge de la mano y me lleva hacia mi cuarto. Me parece haber oido algo. Pongo más atención.

– Mmmmm….

Miro a Sonia de nuevo. Asiente con una sonrisa. Vuelvo al salón y tal y como sospechaba, compruebo que no está Sandra. Maldita salida hija de puta, estaba segura de que acabaría intentándolo. Lo que no me esperaba es que lo consiguiera tan fácilmente.

– Cuánto llevan ahí?

– Nose, yo me levanté hace un cuarto de hora a mear y beber agua y vi que no estaba Sandra. Y al acercarme oi esto mismo. No quise abrir, porque ya sabes…

– Si, si. Bueno, déjalas…

– Celosa?

– Qué dices?

– Qué te molesta más? Que se enrolle Sandra con otra o que haya sido con Álex?

– Me parece a mí que todavía te afecta la borrachera de anoche, eh?

– Vale, vale, no me pegues…

– Voy al baño, podrías hacer café.

– No prefieres que vaya al baño contigo y nos duchemos juntas? – me dijo cariñosa pero jocosamente a la vez.

– A lo mejor eres tú la que tiene envidia de Sandra y te gustaría entrar con ellas.

– A lo mejor…

Me metí en el baño a mear y lavarme un poco la cara. Bueno, y para qué cojones me despierta? Esta niña es tonta. Me voy a la cocina y percibo el olor del café. Sonia está sentada de espaldas a la puerta, mirando al vacío, pensativa. Me recuerda a la antigua Sonia. Le rodeo el cuello con los brazos y la beso en la mejilla.

– Ya vienes?

– Sí, le queda mucho?

– 5 minutos. Las otras dos siguen a lo suyo no?

– Eso parece.

– Dime la verdad, estás celosa?

– No. Pero me ha sorprendido bastante. No esperaba que Álex aceptara eso.

– Por qué no? Ella misma ha dicho que es virgen. Quizá sea lesbiana.

– No lo creo. A mí no me lo ha parecido.

– Yo te parecía una chica capaz de hacer un mènage à trois?

– Tienes razón. A lo mejor me equivoqué. Aún así, no sé, me sorprende mucho, además a Sandra apenas la conoce de hace unas horas.

– A lo mejor todavía está un poco colocada.

– No creo, ha dormido bastante más que nosotras. Por cierto, podrías haberme dejado seguir durmiendo. No creo que esto fuera tanto como para que me jodieras el sueño.

– Chica, cómo te pones! Pensé que te gustaría saberlo, y a lo mejor luego no me creerías. Vete a dormir otra vez si quieres. Yo es que no tengo nada de sueño.

– No, que va, una vez que me despierto me desvelo completamente. Tendré que echarme una buena siesta si es que quiero salir esta noche.

– Claro que vas a querer, vamos a salir todas juntas no? Como en los viejos tiempos, en busca de hombres, jajaja.

– No sé, ya veremos cómo estoy esta noche – Dije esbozando una sonrisa.

– Igual de buena que ahora – Me respondió con voz sensual y dándome un pico.

Nos servimos un par de cafés bien cargados, y retomamos la conversación de anoche, bueno, de hace 3 horas. Estuvimos hablando durante un buen rato, y a la media hora aproximadamente, aparece por la puerta Sandra, con una sonrisa de oreja a oreja. Al entrar se sorprende al vernos a Sonia y a mí despiertas.

– Qué hacéis aquí? No deberíais estar durmiendo?

– Sí, como tú, no? – Le respondo.

– Claro, yo acabo de levantarme a beber un vaso de agua.

– Ya, ya… y qué es eso que tienes por la barbilla? – Sandra se tocó la barbilla instintivamente, pensando que se había dejado algo ahí, sin embargo estaba completamente seca, pero sirvió para que ella solita se descubriera.

– Cabrona… Lo sabéis, no?

– Sí, Sandrita, has triunfado, jejeje. – dijo Sonia.

– Muy graciosa.

– No pensé que fueras capaz, la verdad, te suponía más… menos «hirviente».

– Ay, Laura, qué quieres que te diga? Las cosas surgen.

– Sí, claro, por error abriste la puerta, entraste en mi habitación, te caíste en la cama y te enrollaste con Álex. Un error muy común.

– Y que lo digas, a mí me pasa constantemente. Jajaja.

– Bueno, vale y qué? Ella está contenta, yo también y cómo estéis vosotras como que me suda el coño.

– Oye, tampoco te enfades, eh! A mí me da igual lo que hagas. – Le recriminó Sonia.

– Sandra, por cierto, no la habrás obligado, verdad?

– Laura, parece que no me conocieras…

– Porque te conozco, por eso precisamente te lo pregunto.

– Bueno, al principio no se enteraba de mucho, estaba dormida y se fue despertando muy lentamente. Debía de creer que estaba soñando. Cuando se dio cuenta se sorprendió bastante, pero ya sabes que yo soy muy convincente… – y me sonrió con su cara pícara.

– Sandra, eres una zorra, tú tienes un problema.

– Joder, Laura, vete a la mierda, si hemos estado 1 hora es porque las dos queríamos, no te parece? No será que te hubiera gustado estar en mi lugar?

– No me levantes la voz, y menos en mi casa. Además están todas durmiendo. Y dejad ya de una puta vez que me hubiera gustado estar en tu lugar. Estáis las dos muy mal me parece a mí.

– Vaya, o sea que no te gusto, eh? – Miré a mi espalda y allí estaba Álex, apoyada en la puerta y mirándome insinuante, sólo con la parte superior del pijama, y las braguitas asomando por abajo.

– Qué…Qué estás diciendo? Estáis todas locas aquí o qué?

– Lo decía en broma. Pero no discutáis más por mí. No me gusta ser el tema de discusión.

– Discusión? Qué discusión? – dijo Sonia en tono jocoso.

– Laura, no te preocupes, Sandra me ha tratado muy bien, y yo he aceptado en todo momento. Si no hubiera querido no hubiéramos hecho nada.

– Me es difícil de creer conociendo a mi «amiga»

– A qué viene eso de «amiga»? Me parece que estás un poquito tensa, eh!

– Tú cállate, so guarra. Serías capaz de cualquier cosa por echar un polvo.

– Laurita, eres la ostia, ni que me hubiera follado a tu novio. De verdad que no te entiendo. Tú supiste que me gustó Álex en cuanto la vi, y no dijiste nada, ni a ella ni a mí. Si tanto te molestaba, podrías haberme avisado. No creí que estuviera haciéndote tanto daño.

– Joder, no pensaba que fueras capaz. Si la conociste anoche!

– Y qué? Nunca te has follado a ningún rollo o qué? A ver si ahora vas a resultar una santa.

– No es lo mismo.

– Cómo que no?

– Por favor, callaos de una puta vez! – Me sorprendió ver a Álex exaltada y alzando el tono de voz. – Os he dicho que no me gusta que discutáis por mí.

– Quién discute? Yo sólo comento mi opinión.

– Sandra, además de puta, eres gilipollas.

– Ves? Lo ves? Es ella la que quiere discutir.

– Álex, no les hagas caso – interrumpió Sonia -. Es evidente que se quieren demasiado. Yo me voy al salón a dormir un rato, te vienes?

– Sí, vamos.

Al salir cerraron la puerta de la cocina y nos dejaron a las dos solas. Sonia se había vuelto loca o qué? En ese momento yo era capaz de liarme a ostias con Sandra. No sé por qué exactamente. Me había jodido mucho que se lo montara con Álex, que era mi amiga, no suya, y encima que lo hiciera en mi casa, en mi propia cama y seguramente usando mis juguetitos. Pero exactamente no sé por qué estaba tan cabreada con Sandra. Supongo que no esperaba que tuviera relaciones con otro chica que no fuera yo, o quizá sí tenía algo de celos de no haber sido yo quien estuviera con Álex. Sin embargo, creo que en el fondo, Sonia tenía razón. Además ella conocía toda la historia, yo misma se lo había contado hacía unas horas. Pensé que debía disculparme. Me había portado como una niñata a la que no la dejan montar en el tiovivo. Iba a decir perdón cuando se me adelantó Sandra:

– Lo siento, Laura. No sabía que fueras a molestarte tanto. No lo hubiera hecho si hubiera sospechado que te ibas a poner así. O quizá sí, no lo sé. En realidad se suponía que no tendríais que haberos enterado de esta forma. Iba a contártelo mañana o pasado, pero bueno, las cosas surgen así, y así es como deben ser. Lo siento.

– No te preocupes. Además, la culpa la tengo yo, he reaccionado muy mal. No me esperaba ni de lejos que fueras a atreverte, por eso no quise comentarte nada.

– Supongo que Sonia tenía razón no?

– Sí, yo también lo creo. En paz?

– En paz.- Nos abrazamos en mitad de la cocina.

– Bueno, y ahora cuéntame: quiero saberlo todo. Venga, empieza.

– Laura, en el fondo eres igualita que yo…

– Qué dices, soy más alta, jajaja. Bueno, venga, cuéntame cómo empezó todo.

– Pues fue muy raro, me desperté a las 8 más o menos para ir al baño, y yo no sabía que habíais acostado a Álex en tu cuarto. Así que, despúes de mear, pensé en dormir un ratito a tu lado – me pone cara de enamorada, o de tonta, que es lo mismo – y, cuál fue mi sorpresa al ver a ese ángel acostado en tu cama, completamente destapada, con tu pijama puesto. Así que decidí seguir con mi plan inicial. Y me tumbé a su lado, sólo contemplándola. Estaba preciosa durmiendo. Respirando acompasadamente. Así que comencé a acariciarle la cara, el pelo, muy suavemente. No tenía muy claro lo que iba a hacer, en realidad pensaba marcharme en seguida, pero pensé: «Está dormida, no se va a enterar», y le di un beso en la mejilla. Le estaba acariciando la espalda, la rodeaba con el brazo derecho y volví a besarla, más cerca de los labios, hasta que le di un beso en la boca, un pico sin importancia, pero cargado de sensualidad y excitación. Ya no me quería ir. La volví a besar y ella se revolvió y me pareció que abría los ojos, pero seguía medio dormida. En ese momento no creo que fuera muy consciente de lo que hacía, pero lo cierto es que entreabrió la boca y de esa forma me dejó seguir besándola, pero más amplia y cómodamente, un beso completo – Yo seguía alucinando, aún no me creía que Sandra hubiera sido capaz. Me había servido otro café y seguía su relato con inusitado interés. Ella notaba este interés, y ponía aún más énfasis -. Yo no me esperaba eso, pero me lo ofreció ella, y no lo rechacé. Ella, aunque medio dormida como ya te he dicho, respondía tímidamente con su lengua. Por otro lado la seguía acariciando, ya sabes lo cariñosa que soy… – y me ofreció otra carita de niña buena.

– Ya… Conociéndote ya le estarías sobando el coño.

– Hija, qué desagradable eres a veces. Le seguía acariciando la espalda, la nuca, y comencé a darle besitos en el cuello también. Me hizo gracia que al volver a su boca ella había seguido «besando» y movía la lengua como si me estuviese besando. Ya te digo que seguía como dormida. Sin embargo al volver a besarla, pareció tomar conciencia y se apartó ligeramente. «No te preocupes, cielo, esto te gusta tanto como a mí, verdad?» le dije. Ella parecía dudar, combatir con los prejuicios, ordenaba sus ideas. Me volví a acercar y en un susurro me dijo que no. Cedí, ella tenía la última palabra, si no quería se jodía la fiesta, pero no iba a atarla y obligarla no?

– Perfectamente capaz eres…

– Vas a seguir metiéndote conmigo?

– No, no, perdona, sigue…

– Entonces la dejé, me incorporé en la cama, la miré a los ojos y le pregunté: «Por qué?». No me contestó, agachó la cabeza, y siguió ordenando ideas. Tanto tú como yo creo que sabemos las cosas que se piensan en un momento así. No sé si habrás pensado como yo, pero cuando Álex dijo que era virgen, yo pensé que no le gustaban los hombres, que era lesbiana – asentí con la cabeza -. Quizás también fuera un poco por eso por lo que me animé a echarme en la cama e intentarlo. Sin embargo tantas dudas, me hicieron dudar también a mí sobre esa idea que tenía yo de Álex. Quizás no era lesbiana, sin embargo tampoco lo rechazaba abiertamente. Yo seguía esperando una respuesta. El silencio en ese momento era mi mejor aliado, y ella seguía ordenando ideas al tiempo que era acosada por ese mismo silencio. «No sé…» me contestó en otro susurro. No me pareció una respuesta adecuada, pero la tomé como un «De acuerdo», y volví a acercarme. Volví a comenzar de cero, la tomé del pelo, acariciándola, acerqué mi cara a la suya, la besé en la mejilla, muy suavemente, un leve roce. Miré sus ojos, ella los apartó a un lado. Estaba terriblemente avergonzada, pero no reaccionaba, lo interpreté como un «Adelante». Junté mis labios a los suyos, y los dejé alrededor de 10 segundos. Fue un pico intensísimo, saltaban chispas, se me erizó el cabello de la nuca, no sé si ella notaría lo mismo. Estaba súper cómoda en ese momento. Seguía acariciándola, en ningún momento dejé de usar mis manos sobre su pelo, su cuello, su espalda. Tras separarnos, volví a mirarla a los ojos, la obligué a mirarme. Con gesto amable le pregunté gestualmente si me dejaba seguir. No respondió ni verbal ni gestualmente, lo volví a interpretar como un sí. La volví a besar levemente, ahora con la boca ligeramente entreabierta, la punta de la lengua asomando. Por el contrario ella seguía con la boca cerrada. Humedecí sus labios con mi lengua. Los abrió un poco, lo que me permitió introducir por esa insignificante ranura mi lengua, tratando de ensancharla poco a poco. Ella seguía quieta, mirando hacia otro lado, sintiendo mis manos masajear su espalda y mi lengua juguetear en su boca. Su lengua parecía ir cobrando vida, progresivamente, según movía yo la mía en su boca. El resultado fue un largo y encantador morreo que no nos dejó indiferentes a ninguna de las dos. Al separarnos nos miramos a los ojos. Una pequeña sonrisa parecía asomar en su cara. Le devolví la sonrisa, y la hice recostarse en la cama, apoyada en la almohada. Estuvimos morreándonos durante unos 5 minutos, y yo pensé que era el momento de pasar a mayores. Ahora, dado que se hallaba recostada sobre su espalda, le acariciaba el cuello y el pelo, y pasé a acariciarle también los pechos. Temía ese momento, por cómo pudiera reaccionar Álex. Pero para entonces ya se dejaba llevar sin poner ninguna pega. En ese momento era enterita para mí. Incluso gemía ligeramente, lo cual…

– Debió ser en ese momento cuando Sonia os descubrió y me llamó.

– Ah, o sea, que encima estuvistéis espiando, eh?

– No, en seguida nos vinimos a la cocina y estuvimos hablando hasta que apareciste tú.

– Ya… Bueno, como iba diciendo. Nos estábamos pegando unos morreos de infarto, esa chica besa condenadamente bien para ser virgen. Te la recomiendo, jeje. – Le puse cara de mosqueo, aunque en parte me provocaba cierta curiosidad. – Bueno, yo seguía sobándole las tetas en toda regla, con la mano izquierda por dentro, intentando desabrochar el sujetador. Ella lo nota y se incorpora ligeramente, lo cual aprovecho para quitarle la parte de arriba del pijama y el sujetador todo de una vez, dejando su busto completamente a mi merced. Y así estuvimos durante un buen rato. Ella, aunque se dejaba hacer, estaba bastante pasiva; me atrevo a decir que estaba gozando ampliamente, y también me acariciaba, tomando algo de movimiento a parte de su lengua. Yo por mí hubiera estado así indefinidamente, pero en las relaciones hay que saber dar un paso adelante a tiempo, y yo vi que era el momento oportuno, para empezar a chupar esas preciosas tetas. Al mismo tiempo ella me tocaba y acariciaba la cabeza, e incluso las tetas de vez en cuando. Tiene unos pezones pequeñitos, más oscuritos que su dulce piel, realmente preciosos. Y las tetas, aunque no llegan a mi nivel, son fantásticas.

– Eres muy modesta, no crees?

– Ya lo sé. Como te decía, ahora ya la cosa iba subiendo de tono exponencialmente, y no pude evitar seguir acariciando y chupando, al tiempo que seguía descendiendo hacia la tripa y el pubis. Me entretuve jugando con su ombligo y la miraba a la cara como buscando su aprobación, que yo sabía me daría. En cuenta vi en sus ojos que lo deseaba, bajé los pantalones junto a las bragas hasta sus tobillos y mientras volvía hacia arriba iba besando sus muslos. Aunque no es lo mismo que tu encantador conejo, cada coño tiene su encanto, y ver aquél tan poblado, me calentó de una manera increíble a pesar de que me echara un poco para atrás al principio. Tras hacerle un comentario sobre el «ramaje» que cubría su monte de Venus, le di un par de lamidas, pudiendo comprobar que todo mi trabajo previo había dado excelentes resultados, y ya se encontraba bastante húmeda. Así que, tras reconocer un poco el terreno y localizar su lindo clítoris pensé que lo mejor era volver a darle otra sesión de besos, y así lo hice. Mientras tanto, le tocaba el chumino con la mano, introduciendo un dedo en los momentos clave, acariciando su clítoris, peinando su abundante vello, volviendo a acariciar con la palma de la mano. Ella apretaba mi culo con sus manos, y me acariciaba a lo largo de toda la espalda como si la estuviera follando. Todo esto mientras saboreaba su boca, su cálida boca. Ahora ya no tenía tanta vergüenza como al principio y me miraba frecuentemente a los ojos, lo cual me proporcionaba una complicidad muy reconfortante. Precisamente mirando sus ojos descubrí cómo llegaba su primer orgasmo, y me miraba agradecida directamente a los ojos. Justo en ese momento, aprovechando su relax, me deshice de los pantalones, y volví a meter mi cara entre sus piernas sin apenas darle tiempo a reponerse del orgasmo, atenazando el clítoris con los labios, y succionando profundamente, pasando la punta de la lengua por la cabecita del clítoris, devolviendo su cuerpo al estado de excitación que se merecía. Me dediqué a hacerle un buen trabajito con la lengua y mis manos, llevándola al borde de otro orgasmo, momento en el que volví a recoger su clítoris en mis labios, haciéndola correrse de nuevo. Lo que yo no me esperaba es que se pegara cerca de 2 minutos corriéndose. Luego al final me ha comentado que tuvo 3 o 4 orgasmos seguidos. Qué te parece? Toda una bomba eh?

– Ya lo creo.

– La cosa es que no estaba preparada para eso, pero si hay una próxima vez, se correrá durante 10 minutos, jajaja.

– Lo que yo digo, la modestidad que tienes es de lo que no hay…

– Eso sí, se quedó rendida, así que volví a ponerme a su altura, a besarla y complacerla en el post-orgasmo, acariciándole las tetas de vez en cuando, y cubriéndola de besos. Ella se quedó dormida, y yo me quedé completamente embobada mirándola. Al rato me entró sed y me vine para la cocina, y en ese momento empezaste a lanzarme improperios y a llamarme de todo delante de Sonia.

– Vaya, pobrecita. Osea que la pobre Sandrita no ha podido correrse aún. Pobreee!

– Yo seré modesta, pero tú eres gilipollas…

– Vas a empezar ahora tú?

– Pues no me apetece especialmente discutir ahora. Bueno, qué opinas?

– Sigo pensando que eres una lagarta, aunque ella permitiera que le hicieras todo eso.

– Es tu opinión.

– Por otro lado… Me has puesto muy cachonda, y tú aún no has terminado, no?

– Me estás proponiendo algo, Laurita? – con voz melosa.

– Uhm, tú que crees? – Me levanto y me siento sobre sus rodillas, mirándola directamente a los ojos, con las piernas abiertas. – Qué dices? Quieres?

– Claro cielo. – Y estampa sus labios con los míos.

Siempre han dicho que lo mejor de las discusiones son las reconciliaciones, y yo, la verdad es que creo que sí. A mí las narraciones de sexo siempre me han encantado, y la que acababa de oir no tenía desperdicio. Aunque, definitivamente, con el pedazo de morreo que nos dimos, acabé de soltarme el pelo. Debimos estar al menos 10 minutos dándole a la lengua, yo montada encima de ella. Pero para eso están las amigas, no? Para darse cariño. Y eso es lo que hicimos, aunque con un poquito de sexo extra, bien es cierto. Después de tan fantástico beso, empecé a magrearle un poco las tetas, que tenían mejor aspecto que nunca.

Intenté recordar la última vez que habíamos hecho algo similar. Había sido hacía cerca de 4 meses, en una excursión a la montaña. Hubo un día que no paró de nevar y tuvimos que quedarnos todos en el albergue. Coincidía que había un partido de fútbol y Luis no le hacía ni caso a Sandra, la cual acudió a mí a desfogarse. Estuvo bastante bien, como en ocasiones anteriores. Realmente es cojonudo ser joven, este tipo de cosas es difícil de hacerlas cuando pasas una cierta edad, tienes una pareja estable y demás, pero ahora con la excusilla de ser joven todo vale. No me negaréis que es genial!

Sandra ya soltaba algunos gemiditos, estaba a punto de caramelo. No sólo había tenido una sesión de sexo con Álex sin recibir casi nada, aparte de la recompensa de saber que la había hecho gozar, sino que además había aguantado estoicamente el relato, rememorando momentos tan grandiosos, mordiéndose a veces los labios. Mientras seguía saboreándola y le tocaba un pecho con la mano izquierda, con la derecha, iba tocando su pubis, por encima de las bragas. Durante los pequeños lapsus de tiempo en que no tenía mi lengua en su boca, ella emitía jadeos y gemidos, pudiendo notar que le faltaba realmente poco, así que decidí ir al grano.

Me arrodillé en el suelo y le bajé las bragas hasta los tobillos con su colaboración, acto seguido la hice separar los muslos, y me lancé a su conejito bien aseado, que olía tan bien y sabía aún mejor. Apenas dos minutos de lametones y mordisquitos fueron suficientes para que Sandra llegara al éxtasis del orgasmo, derrumbándose en la silla. Tenía los ojos cerrados. «Vaya!»- Pensé. – «Ahora soy yo la que se va a quedar sin terminar». Sin embargo, pensé que no tenía por qué ser así, de modo que volví a auparme sobre ella, que entreabrió los ojos, y tras volver a besarla apasionadamente, le puse el pecho izquierdo en la boca, de forma que pudiera chupármelo sin demasiado esfuerzo. Mientras tanto, comencé a tocarme por abajo tras haber apartado las bragas a un lado, acariciando los labios a todo lo largo, introduciendo de vez en cuando algún dedo y sobando mi clítoris, hasta que tras cinco minutos de frenético ejercicio masturbatorio me corrí y me derrumbé sobre Sandra.

Como no era un sitio idóneo para dormir, la llevé a la cama, que estaba ahora vacía, la tumbé y me eché a su lado. En seguida caí dormida, y es que, si hay algo que me puede ayudar a superar los desvelos o el insomnio es hacerme un buen dedito.

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