Capítulo 1

Las nubes decidieron cubrir la totalidad del cielo, el viento corría cálido y la humedad se hacia sentir.

Leo se encontraba caminando por el costado de la ruta como lo venia haciendo desde hacia ya unas cuantas horas. Por la mañana su amigo Gustavo lo había llevado en su coche hasta el pueblo donde comenzaba la ruta nacional, luego de un abrazo de despedida y una palmada en el culo, Leo comenzaba el camino hacia su nuevo destino.

El joven recorría el sendero paralelo a la ruta, la cual bordeaba el bosque que parecía no tener fin, con hectáreas de enormes pinos y la mas variada vegetación.

El aire se sentía distinto al de la ciudad, notas de pureza y aventura eran llevados por el viento y se golpeaban contra el rostro de Leo. La pesadez de la sensación térmica no le fastidiaba, antes de salir consultó el servicio meteorológico, un señor de calva prominente y bigote fino aseguraba que el día se iba a prestar con mucha humedad y calor, el viento correría lento y cálido durante el día. Eso iría a cambiar al caer la noche, el veterano informante, aseguraba fuertes lluvias y un cambio radical en la dirección del viento.

Leo caminaba mientras el viento le empujaba por la espalda, tomaba esto como una señal, era el destino acompañándolo en su decisión. Pasaron varios vehículos para que al joven se le ocurra la idea de hacer autoestop, de momento no lo sentía una necesidad, el estar al aire libre le hacía bien y admiraba los paisajes del bosque los cuales variaban a media que avanzaba por el camino.

De pronto le invadió la imagen de Gabi pasando en un coche, frenando y ofreciéndose a llevarlo hacia el norte, imaginaba parando en algún lugar remoto para echar un polvo y seguir viajando.

La idea de hacer el amor con Gabi le infló el pecho y afirmó los pasos para avanzar más rápido hasta su destino.

Había pasado ya casi una hora y lo que empezó como una llovizna y algún trueno sonando a lo lejos ya se había transformado en una tormenta con todas las letras.

El pulgar era lo único que se erguía del cuerpo del joven, la cabeza gacha escondida dentro de la capucha del rompevientos, hacia juego con lo que sucedía en su mente. Ya el viento no se sentía como una ayuda, había cambiado de frente y lo tenia en contra, este hacia que se le saliera la capucha y llevaba la lluvia directamente hacia su rostro. La idea de abandonar su casa, ahora, se tornaba una locura.

Todo era mala energía en la mente del joven Leo. De pronto, su cuerpo sintió una descarga eléctrica al sentir de cerca el fuerte sonido de la bocina de un vehículo.

“PIP – PIP”

Leo giró sobre sí y su mirada se iluminó, al ver el gran sedan blanco que había parado detrás suyo. Dentro de este, se encontraban dos mujeres haciéndole señas para que se acercara, Leo retrocedió hasta la ventana de la acompañante. Esta mujer bajó el vidrio, detrás de la puerta se encontraba una señora mayor, las arrugas de su rostro delataban su avanzada edad, por detrás de ella, como conductora, se encuentra una mujer delgada y con el cabello rubio recogido, su mirada demostraba preocupación.

-¿Te encuentras bien? — preguntó la anciana, se podía distinguir la preocupación de una abuela detrás de sus palabras.

-Si, me sorprendió la lluvia, no la esperaba tan temprano. — contestó Leo mientras les sonreía con amabilidad.

-¿Para donde vas? — preguntó ahora la conductora.

-Hacia el campamento de Serrana, queda a unos pocos kilómetros por esta ruta.

Las mujeres se miraron entre ellas, y, sin decirse nada la conductora se ofreció a llevarlo.

Leo se sacudió el cabello con sus manos antes de subirse, al abrir la puerta trasera se encontró intercambiando miradas con una joven de la que no había percibido al hablar con las otras mujeres. Se quedó pasmado apenas unos segundos viendo los oscuros ojos de esta chica, hasta que la señora mas grande le incitó a meterse en el coche y salir de la lluvia.

La chica en el asiento trasero era rubia e incluso mas delgada que la conductora. Llevaba el pelo igual de recogido que esta y se podía asegurar a golpe de vista que eran madre e hija.

-“Soy Sofía, un gusto, ella es Mariana mi madre y ella Ester, mi abuela.—le dijo la joven con una amable sonrisa dibujada en su rostro, mientras estiraba su mano, para luego señalar y presentar a las demás ocupantes.

A medida que el vehículo avanzaba por la ruta, Leo se sentía mas cómodo, las charlas banales y el lindo ambiente familiar que generaban las mujeres lo hacían sentirse uno más y entrar en confianza con ellas. Mariana le preguntó si ya contaba con reserva en el campamento, ya que ella de joven pasaba sus veranos allí y sabia que en esta época era normal que no hubiera muchos cupos disponibles. Leo le confesó que no y que no iba a pasar el verano ahí, sino que se dirigía al norte a iniciar en un nuevo trabajo.

-“Nosotras vamos hasta la casa de Ester, planeamos llegar por la noche, si quieres te podemos dejar en el hostel del pueblo“ — comentó Mariana haciendo contacto visual con Leo a través del retrovisor. El joven aceptó con gusto, avanzaría unos cuantos kilómetros hacia su destino mientras evadía la temprana tormenta.

Durante sus charlas, Sofía comentó que estudiaba en la universidad y que había vuelto unos días para acompañar a su madre y su abuela. “Veintidós años y ya agotada de los exámenes”, dijo riendo. Leo sonrió con simpatía, sabía lo que era estar cansado de los exámenes, sintió conexión y empatía con la joven.

La tarde se marchaba mientras la tormenta empeoraba, Ester y María charloteaban en voz baja, Sofía dormía mientras Leo entraba y salia de bloqueos creativos al avanzar en su tesis. Cuando el sedan blanco tomo una curva cerrada, el cuerpo de Sofía se deslizó y se apoyó en el de Leo y su cabeza se reposó en el hombro del joven. María observo el movimiento por el retrovisor y volteo para pedirle a su hija que se alejara y no molestara al joven. Leo le hizo un gesto a la conductora indicándole que no le molestaba y que la dejara descansar, él, acomodó su cuerpo con suavidad para no perpetuar el sueño de la chica y continuó escribiendo.

Los kilómetros pasaron y la noche llegó. La lluvia golpeaba con fuerza el exterior del coche, la radio y la conversación que se estaba llevando a cabo en el frente del auto era apenas audible desde el asiento de atrás.

Leo ya había decidido abandonar la escritura, ya no había luz para continuar, se encontraba absorto en sus pensamientos mientras miraba el apenas visible paisaje. De pronto, sintió una apretón en su muslo, la mano de Sofía le apretaba, no sabia cuando había depositado su mano sobre él, pero ahora esa mano le apretaba el muslo.

Leo giro la cabeza rápidamente, la cara de Sofía mostraba una paz imperturbable,sus ojos permanecían cerrados, asumió que la joven dormía y seria un espasmo normal.

La mano ahora había aflojado el apriete pero comenzaba a acariciarle la pierna. El miembro de Leo comenzó a erguirse gracias a las inconscientes caricias de la joven, el muchacho tragaba saliva intentando pensar en otras cosas, lo ultimo que le faltaba era que Sofía despertara a los gritos por sentir un miembro erecto por debajo de su mano, así que Leo le retiró la mano con suavidad procurando no despertarla.

No pasaron dos segundos y la mano de Sofía se apoyó directamente sobre el ya duro pene de Leo, el joven giró su cabeza nuevamente, esta vez, se encontró con los oscuros ojos de Sofía mirándolo fijamente y su rostro ahora portaba una sonrisa que denotaba lujuria con un toque de maldad. La joven llevó su mano libre hacia su boca y levantando el indice hizo la señal de “silencio”.

Anonadado, Leo solo atino a mirar al retrovisor, Mariana tenia la mirada fija en el camino mientras conducía a a través de la lluvia.

La mano de Sofía acariciaba el miembro de leo por encima del pantalón, el joven giró su rostro hacia la ventana, cerró los ojos y se dejo llevar.

La joven sentía la dureza del miembro por encima de la tela, subió su mano hasta toparse con la parte de abajo del rompevientos, con un hábil movimiento la introdujo por debajo del abrigo y la remera, la suavidad y calidez de la mano de la joven empataban con el abdomen de Leo, cuando este atinaba a voltearse a ver a la Sofía, esta le pellizcó haciéndole entender que le siguiera el juego, simularían estar dormidos para no levantar sospechas.

La falta de luces de la ruta y el ruido de la lluvia jugaban a favor de los jóvenes, Sofía había pasado de acariciar el lampiño abdomen de Leo, para ahora comenzar a tocarlo por debajo del bóxer.

El joven acomodó su cuerpo con suavidad para darle mas libertad de movimiento a la intrépida mano de su acompañante. Sofía no daba crédito al tamaño del miembro de Leo, estaba acostumbrada al tamaño del de su ex, pero no se asemejaba a este que acariciaba ahora. La joven podía sentir que el pene que sostenía estaba humedecido sin necesidad de habérselo llevado a la boca, eso le decía que estaba haciendo un excelente trabajo, la piel que sostenía estaba que ardía y le palpitaba en la mano.

Concentraba sus caricias en el glande, masturbándolo en movimientos cortos, tendría que limitarse a ellos ya que de recorrer el camino de la punta hasta los huevos delataría lo que sucedía detrás de su madre y abuela.

Sofía masturbaba a Leo con una técnica excelente, el joven podía apreciar como la chica utilizaba su mano libre para acariciarse a si misma por encima de sus shorts. Antes de poder atinar a detenerla, Leo sintió el tirón de la tela y ahora su miembro se encontraba fuera de su ropa interior, Sofía no perdió el tiempo y se lo llevo a la boca.

La húmeda sensación le generó un espasmo, Leo miraba de reojo a la conductora mientras su hija le hacia una tremenda mamada. Sofía no emitía sonidos al hacerlo, llevaba la punta del glande atrapada entre sus labios mientras la acariciaba en su circunferencia con la lengua, luego engullía mas del miembro del joven, solamente recorría hasta la mitad, quería seguir, pero sabia que ello le generaría arcadas y no estaba en el lugar para poder satisfacer al joven como ella quisiera.

Los movimientos de la boca de Sofía eran acompañados por su mano, la cual continuaba el recorrido donde se detenía su boca y seguía hasta la base del pene de Leo.

La operación se repetía a medida que Leo ojeaba lo que sucedía en el asiento de adelante y por lo visto, las ocupantes no le prestaban atención.

Leo no aguantaba más, el morbo era muy grande, una desconocida le estaba haciendo un exquisito felatio sin el solicitarlo, no solo eso, lo hacia dentro de un coche en movimiento, detrás de su madre y abuela.

La joven sintió como el miembro comenzaba a hincharse, sabía que Leo no aguantaría mucho más, entonces, apretando con la firmeza justa, bajó la mano hasta hacer contacto con los testículos del joven, tensando, llevando su prepucio hasta atrás mientras retenía el glande entre sus labios y con su lengua le acariciaba el frenillo. El joven se tensó, no esperaba eso, Sofía sabia lo que se venia, entonces ahora si introdujo la mayor cantidad de miembro que pudo y abrió la garganta esperando su recompensa.

Sentía como la bestia palpitaba en su mano como si fuera un corazón, dentro de su boca el semen era disparado con fuerza y en grandes cantidades, inundando su boca. La joven tragaba todo lo que salia del miembro del pasajero.

Cuando Leo terminó de eyacular no daba crédito a lo sucedido, esta chica lo había llevado hasta el tope y ahora ingería su semen como si de agua se tratase.

Ahora si, leo giro su rostro hacia ella, Sofía aun con la mano en su miembro le guiñó el ojo al mismo tiempo que le apretó una vez más. La chica se acomodó nuevamente en el asiento mientras se limpiaba la comisura de los labios. Leo se subió rápidamente los pantalones, una vez hecho miró hacia adelante, su corazón dio un vuelco cuando hizo contacto visual con la madre de la joven a través del espejo. Los ojos de la conductora lo observaban con ímpetu, luego se volvieron a fijar en el camino, Leo se preguntaba si la mujer había visto el espectáculo que su hija había propuesto en el asiento de atrás.

Pasaron pocos minutos y a lo lejos se empezaban a divisar las luces del pueblo.

El sedan blanco se detuvo en la puerta del Hostel, las mujeres se despidieron del joven, este agradeció su ayuda, antes de cerrar la puerta se giró a ver a Sofía, la joven se despedía haciendo gestos de saludarlo con la mano. Sin mas preámbulos, el joven se entro trotando intentando escapar a la lluvia dentro del Hostel.