Capítulo 2
- Un taxista más en mi vida I
- Un taxista más en mi vida II
Un taxista más en mi vida II
Prometí contar la segunda visita a los baños de vapor acompañado de mi taxista Martín.
Sucedió que la tarde siguiente fue por mí a la oficina, le indiqué ir a los baños y le pregunté si se animaba a llegar conmigo, porque de no ser así, yo iría a la sala general y no a un privado.
Mantuvo silencio el resto del trayecto, no contestó a mi pregunta, pero al llegar al edificio subió la rampa del estacionamiento y fue cuando me di cuenta que era pan comido. Entramos, pagué las entradas, repetí el ritual de las bebidas y nos desnudamos ahora con mayor confianza.
Cuando él se volvió ya tenía aquella hermosa verga en toda su espléndida dureza….
Nos metimos a la ducha juntos, nos enjabonamos mutuamente y luego le pedí que se sentara en la banqueta para el efecto y yo me arrodillé en el piso para dirigir mi boca a su tranca, con cierta dificultad engullí casi la mitad y el tipo gemía y gritaba de placer. Puse en práctica mi técnica felatoria y lo dejé a punto de acabar.
Me retiré, le pedí que se acostara, tomé posición de 69, volví a meter su verga en mi boca y apunté con la mía a su boca… mientras yo le propinaba tremenda mamada y a la vez le apretaba suavemente los huevos para detener su corrida, él atinó al principio sólo a sopesar mis huevos y a recorrer lentamente mi verga con sus manos, de pronto, en una chupada que le di él tomó con energía mi verga y la puso en su boca…. inició una mamada en la que imitaba mis propios movimientos.
Llevé mi mano a una de las suyas y le sugerí acariciar el agujero de mi culo, que estaba palpitando… con maestría empezó a darme dedo… yo a gemir de placer… en esos momentos, hago lo mismo y le presiono su culito con uno de mis dedos, gime, puja, grita y entiendo que es de placer, entonces llevo todo mi dedo índice hasta el topo dentro de su culo….. el casi llora, pero seguí interpretando asentimiento placentero…. de pronto, me retiro totalmente, me levanto, me voy a la ducha, él hace lo propio, siempre en silencio, es decir, sin emitir comentario alguno.
Volvemos a la banqueta, le pido que se ponga de espaldas, es decir viéndome de frente, le doy una nueva mamada…. le coloco un condón de superficie estriada, rugoso y de olor a vainilla… lo deslizo hasta donde alcanzó porque la verga superaba la longitud del condón y entonces empiezo a sentarme en aquella poderosa pistola… él gemía y yo me ensartaba…. logré meterla toda y sentir sus pelos púbicos rozando la raja de mis nalgas…. fue una penetración total.
Inicié movimientos de ascenso y descenso, le tomé una mano y le hice masturbarme… nos coordinamos y tuvimos el mismo ritmo, él en la puñeta que me realizaba y yo en la cabalgata sobre su dura verga… instantes después, experimenté una especie de cortocircuito….. una explosión en mi interior, caliente, muy caliente y prolongada, a la vez que una eyaculación abundantísima de mi parte… mis mecos bañaron su abdomen e inundaron el pequeño saloncito con un riquísimo olor a sexo…
Me retiré suavemente de su verga, cuidando que no se saliera el condón…. su verga seguía dura, retiré el condón cargado de mecos y su verga estaba pegajosa, olía riquísimo.
Tiré el condón, fuimos a la ducha…. en silencio como siempre.
Nos secamos, vestimos, pagué las bebidas, salimos, enfilamos al coche. Me llevó a mi casa, nos despedimos «hasta mañana».
A la semana siguiente le invité a los baños y me dijo que no.
Que lo había pensado mucho y que eso que habíamos hecho es «pecado», que él es un hombre «normal».
Entonces, creo yo que los «anormales», sabemos gozar mejor de la vida y de nuestra capacidad y creatividad sexual.