¡Uy que calentito estás! Me decía subiéndome la camiseta y acariciándome con sus manos. Quédate así, que me das calorcito con tu cuerpo, me susurraba al oído, mientras me mordisqueaba la nuca y pellizcaba mis pezones con sus dedos.
Juan era un hombre muy atractivo, 1.80 de altura, de contextura física grande, les aseguro que sus cejas en composición con sus ojos claros hacían una bomba explosiva que insinuaba sexo y derroche de pasión. Su pelo era largo y enrulado, su piel blanca y lisa. Sus piernas eran grandes y fornidas. Todo un toro.
Yo estaba parado en el terminal esperando un carro que saliera para Florencia cuando veo que viene mi profesor de Educación Física, hombre alto de unos 38 años y muy peludo como a mi me encantan. Hasta ese momento yo no creía ser homosexual por que hasta tenía novia pero a mi siempre me había llamado la atención mi profesor.
La posición en que me tenia le permitía acomodarme a su gusto a pesar de mis pataleos y corcoveos estaba entrando en mi y sentía con dolor como se derrumbaba el estado de mi virginidad anal ya que con cada empujón en mi traste sentía que esa arpía ganaba terreno victoriosamente.
No quería creerlo, supongo que aun tenía dudas sobre él y yo. Además Santi no parecía querer algo más que sexo. Seguía sintiendo que me hundía, que no podía apoyarme en nada. No sabía a quien acudir, en quien confiarle algo tan intimo.
Se levantó completamente y se bajó su ropa interior, la tiró por ahí. Se volvió a sentar y metió su mano por debajo del mí bóxer y agarró de nuevo fuertemente mi miembro. Volvió a agarrar mi barbilla y acercó su cuerpo a mi cara. Soltó mi verga y cogió la suya. La acercó a mi boca.
Entramos ambos en el aseo, y como uno de los urinarios estaba atascado, no me quedó más remedio que esperar a que él terminara de mear, para luego hacerlo yo. Cuando saqué la polla y me disponía mear, el chabolista, me agarró la polla y huevos, diciéndome que tenía ganas de darme por el culo. Que te parece, me decía meneándome la polla y acariciándome los huevos, a la vez que con la otra mano me acariciaba y sobaba el culo.
Mientras deslizaba mi bóxer ajustado por mis piernas fuertes y peludas, lo observaba al Doctor detenidamente, dejándome llevar por su belleza, esas manos me llamaron la atención, porque al verlo escribir se me cruzaban imágenes en donde tomaba mi verga con esa misma dedicación con que tomaba la lapicera.
Hacía unos días que había ido con Andrei, el rumano, a la casa que tiene el cura pegada justo detrás de la iglesia, y había sido follado por ambos. Ese día al pasar por debajo del viaducto, para ir hasta el puerto, no vi allí aparcado el monovolumen de Andrei. Al ir con prisas, no me paré a echar una ojeada, por si lo había cambiado de sitio; lo haría a la vuelta; y es que ya deseaba volver a ser follado por aquel guapo rumano, que tan ricamente me daba por el culo,
Durante el transcurso de la cena y el posterior descanso las muchachas de la nobleza local acosaron al apuesto príncipe con sus escotes desmesurados y sus sonrisas falsas, todas y cada una suspiraban por el. Pero los ojos de Phillipe estaban puestos tan solo en una persona.
En esa época pensaba en las chiquillas, sobre todo en una rubiecita de mi cuadra, pero también pensaba en chiquillos, aunque me confundía y no sabía el porque de este pensar en chicos, claro que mis pensamientos no pasaban de caricias, abrazos y besos, y todo esto sin ninguna malicia.
Yo ni tardo ni perezoso le comenté que sabía dar unos muy Buenos masajes y que tenía practica en ello, que si le interesaba le ayudaría en ese aspecto, a él le encanto la idea, así que le indiqué que como yo era muy profesional tenía el equipo indicado en casa, así que me despedí rápidamente para volver en unos minutos con todo mi equipo.
Entramos a la casa, yo empecé a acariciarlo, sus nalgas me atraían como hacia un abismo, llegó enfundado en un pequeño pantaloncito de licra, delicioso, mi verga estaba a punto de reventar y él la acariciaba sobre mi short, sin embargo, nunca me dejó tocarle en medio de las nalgas, cuando yo lo intentaba, él me llevaba la mano hacia su poderosa verga.
Estaba bromeando con el ejercicio que estaba realizando y de pronto la toque la pierna, el rápidamente me quito la mano de su pierna y me dijo que si yo era marica que era lo que me pasaba, se la volví a tocar y se enfado mucho, lo dejamos hasta allí.
Apoyó la mano sobre mis hombros, bajándola suavemente por mi espalda, hasta llegar a mi culo. Ahí la dejó y muy disimuladamente me acariciaba diciéndonos que pasáramos, y que nos sentáramos en el sofá que allí había.
Apenas me subí al taxi, la primera vez, me llamo la atención, mas bajo que yo, media 1.70, yo mido un 1.83, el de ojos verdes tez blanca, un tipo interesante, bueno el hecho que estábamos rumbo a su domicilio, llegamos, resulto que vivimos muy cerca, entramos a su casa, pasamos a su dormitorio, y me dijo sin mas.
¿Acaso pensaba que se quedaría a vivir conmigo o que? Igual estaba confundido, como yo. Pero no me lo creí. Él no estaba confuso, Santi era mayor que yo y yo ni siquiera tenía los 18. ¿Porqué tendría que quedarse conmigo?
Le confesé que escribo relatos eróticos para publicar en Internet, y se rió muchísimo, entonces le ofrecí pasar a mi habitación, donde estaba la PC, para que leyera alguno si así lo deseaba.
Esto me dio valor y nos abrazáramos, volviendo a besarnos. Esta vez acogí la lengua y empecé a rozarla con la mía. Una de mis manos acariciaba su nuca mientras la otra acariciaba su espalda, las suyas recorrían mi espalda hasta que una de ellas me pellizcó una tetilla.
Hacía unos días que, al salir del bingo de 4 caminos, en la ciudad de La Coruña, ciudad donde vivo, al irme para casa tuve que parar justo debajo del viaducto a causa de la tromba de agua que ese día estaba cayendo. Estando esperando a que amainara un poco la lluvia, había salido de un monovolumen que había allí aparcado, un joven rumano, Andrei, se llamaba, con el que había estado follando; bueno más bien me había dado por el culo, y por cierto que me había dejado bien satisfecho.
Pues en ese momento, al verle la polla al rumano, me vino al recuerdo aquella anécdota. Andrei se dio de cuenta cómo me quedaba mirando para su herramienta, y cómo poco a poco mi polla se iba poniendo dura.
En un momento me pidió mi lapicero para endosar su cheque y me preguntó si era del interior del país; empezamos a conversar sobre la situación política y económica y los minutos pasaban; la fila iba avanzando y en un momento sentí que su cuerpo se acercó demasiado al mío y sentí su miembro en mis nalgas (acto seguido me dio un escalofrío de la excitación), él se dio cuenta y nuevamente reiniciamos la conversación.
El miércoles cuando llegué por la mañana y coincidimos en los vestuarios, estaba el gitano empezando a cambiarse de ropa. Cuando estuvo completamente desnudo, vi que tenía la polla totalmente empalmada. Se giró hacia mí, y mostrándome la verga, me dijo: Mira cómo me tienes payo. ¡Dios! Aquella visión hizo que me relamiera. Pasé la lengua por los labios, sin quitar la vista de aquella verga que me mostraba el gitano. En un instante me había puesto caliente a tope. La polla se me puso tiesa al momento, y el culo me temblaba, si llegamos a estar en otro sitio, me hubiera agachado y llevaría aquel manjar a mi boca.
Yo me estaba duchando en una de las 2 duchas que teníamos para los eventuales, cuando llegaron ellos. Los 2 colegas del gitano se metieron en la que estaba libre, y el gitano se metió en la que estaba yo. Deja que me remoje payo, mientras te enjabonas, me dijo metiéndose en la ducha que yo estaba.
Lo vi acercarse poco a poco, hasta que se colocó justo detrás mía. Miré cómo sacaba su polla totalmente empalmada, se pegaba a mi culo, me rodeaba con sus manos, haciendo que dejara de menearme la polla, y agarrármela él.
Después de lo que me paso el 4 de julio anduve con una depresión fuertísimo con ganas de no vivir, mis pocos amigos se dieron cuenta y trataban de animarme pero como podría decirles que me había enamorado de otro hombre, sin embargo conforme pasaron los días me empecé a meter en los llamados chat y ahí conocía a alguien que cambio mi vida por completo.
Estuvimos platicando, recordó la boda, me dijo que me había visto en el sauna y que se sorprendió con el grosor de mi verga y el tamaño de la cabezota, que con gusto se la comería, pero no allí, porque podrían reconocerlo, que tomara todas las cervezas que quisiera, que él iba a pagarlas y que cuando yo lo decidiera podíamos marchar a un "nidito" donde estaríamos muy a gusto y me enseñaría "cositas celestiales".