Capítulo 1

El vagabundo y su dama I

Me encontraba fumando al pie del portal de mi casa, antes de subir a dormir. Eran las 2 de la madrugada, la calle estaba oscura y silenciosa, cuando de pronto se empezó a escuchar el ruido de algo siendo arrastrado. Miré hacia la derecha viendo que Venía por la calle tirando de un carrito, un vagabundo. Al llegar a mi altura se paró junto a los contenedores de basura que hay, empezando a buscar en ella, quitaba bolsas de basura, luego metía en el contenedor un palo que llevaba, e iba revolviendo toda la basura para ver si detectaba algo que sonara. En el carrito llevaba algunos palés de madera, y otros objetos que parecían de metal.

Al principio no hizo caso de mi presencia, pero luego de un rato rebuscando en la basura, miró para donde yo estaba, se me quedó mirando y hablando en bajo, murmulló algo que no entendí; era sobre la basura que había en el contenedor.

¿me das un cigarro? Me dijo mirándome a los ojos.

Sí, le contesté. Saqué el paquete de tabaco ofreciéndole un cigarro que él cogió llevándolo a la boca, dame fuego también, me dijo.

Dándole fuego, le contesté que sí, y si quieres también te presto un pulmón y luego te pongo el culo.

Se echó a reír diciendo entre sonrisas, que no le vendría nada mal. Llevó su mano a la entrepierna, y agarrándose el paquete dijo que lo llevaba a tope.

La verdad es que se le veía joven y guapo. Si no fuera aquella ropa y barba de 2 o 3 días, que le hacían parecer un vagabundo; que era lo que realmente era; llamaría la atención por su físico y buena planta, joder si hasta cuando se había reído, se le había visto una dentadura blanca y perfecta.

¿Tu vives aquí, ¿verdad?

Sí, por qué lo preguntas.

Es por si sabes de algún vecino que tenga ropa, muebles o cualquier electrodoméstico que no le sirva, y quiera deshacerse de ellos.

Pues la verdad es que no tengo ni idea.

Siguió hablando mientras fumábamos el cigarrillo; me iba contando de su vida, de los problemas, etc.

Cuando terminó de fumar el cigarrillo, me pidió si le daba otro.

Toma, le pasé el cigarrillo, dándole a continuación fuego. A este paso voy a terminar por tener que dejarte el pulmón y ponerte el culo, para que vayas completo.

Volvió a sonreírme mirándome a los ojos, mientras chupaba para que se encendiera el cigarro.

Joder, me estoy meando, dijo echando la mano a la entrepierna y agarrarse el paquete. Y así cómo estábamos se arrimó a la pared del edificio, quedando unos pasos más abajo de donde me encontraba yo.

Sacó la polla sin importarle mi presencia, empezando a soltar una tremenda meada.

Yo me quedé embobado mirando para su polla cómo meaba. Joder menudo rabo tenía el vagabundo, sí que era larga la polla que se gastaba. Cuando levanté la vista hacia su cara, él estaba viendo cómo yo miraba y no sacaba los ojos de su verga.

Te gusta, me dijo girándose hacia mí y mostrándome la polla que estaba terminando de mear.

Levanté la cabeza mirándole a los ojos, ruborizado y sin saber que contestarle, me encogí de hombros diciendo que no estaba nada mal.

Acercándose a mí con la polla de fuera me dijo, ¿quieres tocarla?

No no, tartamudeé terminando de ponerme colorado. Yo no no, tartamudeaba mirándole a los ojos sin saber que decirle.

Toma, me decía acercando la polla para que se la cogiera. Anda cógela y acaríciamela un poco. Como yo no reaccionaba, agarró mi mano llevándola a su polla que estaba media empalmada. Cuando mi mano sujetó aquella larga verga, la apreté con mi mano empezando a acariciarla, haciendo que bajara y subiera la piel del prepucio, haciendo que esta, se fuera poniendo cada vez más dura.

¡Ufff! Suspiró el vagabundo cuando le agarré la polla empezando a acariciársela.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Siiii, sigue sigue. Así, así, siiií, jadeaba mientras movía sus caderas para que mi mano le meneara más la polla.

Yo le acariciaba la polla suavemente, gustándome la suavidad que desprendía su piel, y le acariciaba los huevos cuando le bajaba la piel del prepucio.

Chúpala, anda chúpamela un poquito, me decía acercándose más a mí. Puso sus manos sobre mis hombros, empujándome para que me agachara y le chupara la polla.

No no, a a aquí no que nos pueden ver, le dije tartamudeando.

Nos metemos en el portal y me la chupas un poquito nada más.

No no, que puede venir alguien, y, y si me ven ¿Qué?

Como veía que no me convencía, se pegó más a mí, llevó su boca a la mía, pegó sus labios a los míos y sacando la lengua empezó a saborear mi boca. Anda no seas así, chúpamela un poquito nada más, me decía saboreando mis labios.

O prefieres dejarme que te dé por el culo. Ya verás que rico se siente, ya verás cómo te va a gustar. Anda no seas malo, anda.

Yo ya estaba caliente y salido a tope, pero allí no podía ser, así que le dije que allí no. ¿No sabes de otro sitio a donde podamos ir?

Si me dejas que te dé por el culo, sí. Podemos ir a mi casa que esta allí abajo, señaló con la mano hacia el final de la calle.

Vale, le conteste. Vamos para allí.

Pero antes me tienes que dar una chupadita, solo la chupas un poquito y nos vamos.

Me quedé pensando unos segundos, pero como las ganas de que me sodomizara, y lo salido y caliente que estaba en esos momentos me nublaban la razón, no lo pensé más, y sujetándome a sus piernas, me agaché, abrí la boca llevándola a la polla que se erguía mirando al cielo, y la introduje en mi boca. Joder, todavía estaba mojada y tenía gotas de la meada que terminaba de echar, pero aquello más que darme asco, me hizo excitar más. Le di 4 chupadas, y cuando iba quitarla de la boca, el vagabundo, sujetándome la cabeza, me la metió hasta los huevos.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Exclamó el vagabundo, haciéndome tragar toda la polla.

Dios que hijo de puta, me la había enterrado hasta los huevos, haciéndome que me abriera en arcadas y no pudiera respirar. Como pude saqué la polla de la boca y abriéndome en arcadas, le dije que ya, ya está, si quieres vamos a otro sitio, si no me voy para mi casa.

El vagabundo guardó su polla, y agarrando el carrito que arrastraba, me dijo, está bien, vamos.

En menos de 3 minutos, ya estábamos frente a la puerta de la casa donde dormía. Era una de las pocas casas que quedaban en la calle, de una sola planta. Por supuesto que él estaba de okupa en ella, ya que la casa estaba abandonada y en semi ruinas.

Empujó la puerta, entró metiendo el carrito, y luego me ordenó que pasara. Aparcó el carrito en la entrada, y sujetándome por la mano, tiró de mí llevándome hasta una de las habitaciones que allí había.

Era donde dormía, ya que, sobre unos palés de madera, había un colchón con unas mantas encima.

Me abrazó por la espalda, y aferrándose a mi cintura, empezó a morderme y lamer el lóbulo de la oreja, mientras restregaba su polla en mi culo.

¡Ohhh que ganas tengo! ¡ooohhh que ganas tengo de follarte! Jadeaba mientras me mordía la oreja y el cuello.

Me sacó así cómo estábamos la cazadora, tirándola luego sobre el colchón, haciendo después lo mismo con la camiseta que llevaba puesta.

¡Ohhh que rico! ¡ooohhh que pezoncitos! Decía acariciándome los pezones apretándolos con sus dedos, mientras me seguía mordiendo el cuello y hombro.

Aquello me excitaba y hacía temblar de gusto, y es que además el cuello es una de las zonas más sensibles que tengo, y que más me excitan.

Ahora había agarrado el cinturón aflojándolo, y se disponía a desabrochar el pantalón. Cuando me lo tubo desabrochado, tiró por él para abajo, haciendo lo mismo con el slip. Me dio la vuelta mientras me manoseaba los cachetes del culo, y mordiéndome los pezones que los tenía hinchados y duros por la excitación que estaba sintiendo, Jadeaba lo bueno que estaba.

¡Ohhh que culito! ¡ohhh que culito tienes! Cómo te lo voy a follar, decía entre jadeos.

¡Ay que ganas tengo! ¡ay que ganas tengo de follarte este culito! Iba diciendo entre jadeos sin dejar de morderme los pezones, e irme metiendo mano por todas partes.

Agarró mi polla y huevos manoseándolos, y mientras me meneaba la polla, yo iba desabrochándole el pantalón, bajárselo junto al slip, apoderándome de su larga polla, empezando a descapullarla, mientras con la otra mano le acariciaba los huevos.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gustazo! Que gusto me daba tocar aquella polla y acariciarle los huevos de aquel vagabundo. Se notaban muy suaves y daba gusto acariciárselos.

La polla la tenía tiesa como el mástil de un velero; se le pegaba al vientre de tiesa que estaba; e hinchada con la cabeza enrojecida cómo si fuera una fresa; daba ganas de meterla en la boca y comérsela.

Y eso hice, me agaché llevando la boca a aquella polla, y metiéndola en mi boca, empecé a chupar y succionar aquella cabeza que se parecía a una fresa enrojecida.

¡Ohhh maricón! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Chillaba el vagabundo mientras yo le comía la polla.

Para para, que me vas a hacer correr, y primero quiero darte por el culo hostias. Me dijo haciéndome parar de chuparle la polla. Es que tienes un culito muy apetecible joder, y primero quiero sodomizarlo y hacerte mío. Quiero preñarte y hacerte un hijo, quiero embarazarte con mi semen. Quiero hacerte mi dama, quiero que seas mi dama toda la noche.

Joder, eran las 2 de la madrugada, y hasta que amaneciera faltaban por lo menos 6 horas, si iba a estar dándome por el culo el resto de la noche, no es que me fuera a dejar embarazado, cosa imposible, es que me iba quedar el culo en carne viva. Sí, iba a ser su dama, pero su dama con el culo al rojo vivo.

Me empujó hasta el colchón, haciendo que callera boca arriba. Entonces me sacó los zapatos, terminando de sacarme el pantalón y slip.

Allí me tenía, totalmente desnudo, dispuesto a ser sodomizado y complacerle en ser su dama toda la noche.

Me senté sobre el colchón apoderándome de su tiesa polla, mientras él se terminaba de quitar la ropa, la sujeté con ambas manos llevándola a la boca. Empecé a lamer y chupar aquella enrojecida cabeza, a la vez que le acariciaba los huevos que le colgaban. ¡Ohhh que calentita y dura estaba! ¡ooohhh que gusto chupar aquel manjar! Y que gusto daba acariciar aquellos suaves huevos. Estaba excitadísimo y caliente, deseando que aquella sabrosa y rica polla me la metiera en el culo, me follara bien follado, haciéndome gemir como si fuera su damita.

Hostia tío, y eso que no querías darme una chupadita. Tú querías comerla toda, joder.

Me sujetó la cabeza con sus manos, y moviendo su cadera, me iba metiendo la polla hasta el fondo de mi garganta.

Con el movimiento que le daba a su cadera al meterme su polla en la boca, los huevos que le colgaban me iban pegando en la barbilla.
¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gemía el vagabundo, mientras yo le chupaba la polla.

Quieres que me corra en tu boca, o prefieres que primero te dé por el culo y te lo preñe de leche, y te deje embarazado.

Dame por el culo primero, le contesté, sacándome la polla de la boca y sujetándola con mis manos.

Puso sus manos sobre mis hombros, empujándome para tumbarme sobre el colchón, echándose él sobre mí.

Primero se apoderó de mis labios, empezando a lamerlos y mordisquearlos. Luego metió su lengua en mi boca, haciendo que se la saboreara, haciendo él lo mismo con mi lengua, para seguir poco a poco bajando por mi cuello e ir dando pequeños mordiscos, cosa que me hizo temblar y gemir, a la vez que lo abrazaba fuertemente.
¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh! Gemía y temblaba retorciéndome de gusto abrazándome fuertemente a su espalda.

Esto te gusta ¿eh?

Mira cómo tiemblas y gimes.

Tenías ganas de que te follaran ¿eh?

Andabas caliente y salido con ganas de que te dieran por el culo ¿eh?

Pues no te preocupes, que te voy a dar por el culo. Esta noche vas a ser mi dama, te voy a dejar el culito bien preñado.

Siguió bajando por el pecho hasta las tetillas. Allí lamió y mordió los pezones haciéndome dar más gemidos, mientras su mano acariciaba mis huevos e iba meneándome la polla.

Yo cada vez estaba más caliente y deseaba ser enculado por la polla del vagabundo. Gemía sin parar, mientras mis manos sujetaban su cabeza, ¡ooohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gemía mientras el vagabundo me torturaba con su boca.

Por fin el vagabundo, llegó con su boca a mi pobre polla. Sujetándola por los huevos, la engulló toda de una sola vez. ¡Ohhh! ¡ooohhh! Grité de placer al sentir como su boca succionaba mi pene.

¡Paaaara! ¡Paaaara que me vas a hacer correr! Le gritaba sujetando su cabeza con mis manos. ¡Ohhh dios! ¡ohhh dios!

Dame por el culo que no aguanto más, le gritaba enredando mis manos en su pelo.

Sacó mi polla de su boca, siguiendo con su lengua bajando hasta los huevos, los lamió con sus labios, parándose en el perineo, y dar pequeños mordiscos, que volvieron hacerme gritar de placer.

Me hizo levantar las piernas, y dejarle así expuesto el esfínter de mi ano. ¡Ohhh que culito! ¡ohhh que culito tienes!

No tienes ningún pelito, decía mientras llevaba su lengua y lo lamía.

Yo no paraba de gemir y gritar, pidiéndole que me diera por el culo. ¡Ohhh! ¡ooohhh! Métemela, métemela ya y dame por el culo, le pedía.

Después de lamer mi agujero fue metiendo un dedo en él, haciendo que yo abriera más las piernas y soltara un suspiro al notar entrar su dedo en mi culo.

¡Ohhh! Fóllame, fóllame, le gritaba, mientras empujaba mi culo para que se metiera más su dedo.

Después de un rato abriéndome el culo con 2 de sus dedos, y dejarme el culo listo para meterme su polla, me ordenó que me pusiera de rodillas sobre el colchón, quedando de perrito, listo para que me diera por el culo.

Se colocó detrás mía, y diciéndome que me agachara más y levantara el culo, yo agaché la cabeza apoyándola en el colchón, dejando que mi culo se elevara un poco más.

Colocó la cabeza de su polla en mi agujerito, y fue metiendo poco a poco su polla en mi ano. Una vez el glande abrió y traspasó el esfínter, movió las caderas, haciendo que entrara toda la polla en mi culo.

¡Ohhh! ¡ooohhh! grité al tener toda la polla del vagabundo dentro de mí.

¡Ahhh! Ya, ya está, ¡aaahhh que gusto! ¡aaahhh que gusto! Decía el vagabundo sujetándome por las caderas, y terminando de colocarse mejor y meterme toda su polla dentro mía.

Empezó a mover despacio sus caderas, haciendo que su polla fuese entrando y saliendo de mi culo. Me sujetaba con sus manos por la cadera, moviéndome en un vaivén, que hacía que la enculada que me estaba dando me hiciera gemir y gritar pidiéndole más.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba el vagabundo mientras me daba por el culo, ¡ooohhh que culito!

Mientras me estaba dando por el culo, llevó su mano a mi polla, empezando a meneármela al ritmo que me iba follando. Esto lo que hizo fue que yo empezara a correrme, y lo hice dando un gran grito de placer, ¡ooohhh me corro, me corro! Y empecé a escupir semen sobre el colchón, mientras el vagabundo seguía dándome por el culo.

Ahora me culeaba más rápido y gritaba, así, así, decía mientras yo terminaba de eyacular sobre el colchón y me seguía dando por el culo.

Aún siguió dándome por el culo un buen rato el vagabundo, hasta que empezó a mover las caderas mucho más rápido, y empezar a gritar que se corría, ya, ya me vengo, me vengo, ¡ohhh! Me vengo, me vengo, ¡ooohhh me corro!

Gritaba soltando todo el esperma que contenían sus huevos en lo más hondo de mi culo.

Cuando terminó de descargar todo el semen, sin sacar la polla de mi culo, fue recuperando la respiración, y sudando cómo estábamos, quedamos tumbados en el colchón, yo abajo, y el vagabundo sobre mi espalda, y con la polla metida en mi culo.

¡Ohhh que bueno! ¡ohhh que bueno! Decía el vagabundo montado sobre mi espalda y teniéndome la polla insertada en el culo. Me besaba y mordía la nuca mientras me mantenía abrazado a él.

Sin movernos de cómo estábamos, Estiró la mano cogiendo y tirando de la manta que allí había, quedándonos ambos tapados por ella.

No te muevas, quédate así, me decía el vagabundo al oído, vamos a descansar un poco, y luego seguimos follando.

Pero quédate así, que quiero sentir el calorcito que me da tu cuerpo.
¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que calentito tienes el culo! ¡ohhh que gusto me da! Decía el vagabundo, sin despegarse de mí.

La polla todavía me la tenía insertada en el culo, notaba cómo palpitaba y poco a poco se iba deshinchando y escurriendo de mi culito. No dejaba de besarme la espalda y morderme la nuca, mientras me abrazaba y acariciaba con sus manos. Me acariciaba los huevos y meneaba la polla, mientras con la otra mano pellizcaba y retorcía uno de mis pezones.

Te ha gustado cómo te he follado ¿eh?

Te gusta cómo te doy por el culo y te hago mi damita ¿eh?

Pues esta noche vas a ser mi damita, y te voy a hacer gozar con mi polla que tanto te gusta.

A mí me gusta tu culito, es calentito y muy bonito. Y estos labios rojos y carnosos que tienes, y también estos pezoncitos tan ricos que tienes, me decía al oído retorciéndome el pezón.

Estuvimos así tumbados un buen rato, él sin dejar de acariciarme, su polla y huevos pegados a mi culo, y sin parar de hablarme al oído. Yo me había quedado medio adormilado durante algún tiempo, hasta que, a causa de las caricias y magreos a mi polla, volví a despejarme, volviendo mi polla a empezar a ponerse dura de nuevo.

Me di la vuelta quedando frente a él, pero el vagabundo no dejó de tenerme abrazado. Ahora se apoderó de mi boca y labios, empezando a morderlos y pasar su lengua por ellos.

¡Ohhh mi damita! Que calentita y buena estás, me decía mordiéndome el labio y pasando su lengua por ellos. Llevó su mano a mi polla, y cuando la agarró de nuevo empezando a meneármela, me decía, ¡uy ya la tienes durita de nuevo! Ya estás calentito otra vez. Quieres que te vuelva a follar ¿eh? Mi damita necesita más polla en su culito ¿¿verdad?

Yo sin contestarle nada, llevé mi mano a su polla y huevos, empezando a acariciarlos y menearle suavemente la polla.

Cuando empezó a ponerse algo erecta, la metí en medio de mis piernas pegada a mis huevos, mientras él seguía mordiéndome y saboreando mis labios. Ahora yo llevé mis manos a sus pezones, empezando a acariciarlos y retorcer y apretarlos con mis dedos, mientras apretaba mis piernas para acariciarle la polla.

Saqué la lengua para saborearle los labios, luego dejé que la metiera en su boca y la saboreara, empezando yo a darle un morreo en la boca, morderle los labios y no dejar de acariciarle.

Poco a poco su polla empezaba a reaccionar, volvía a estar dura e hinchada de nuevo. El vagabundo movía sus caderas, haciendo que su polla se fuera meneando con el roce de mis piernas, y esta se fuese poniendo más dura cada vez.

Mi damita está caliente y salida ¿eh? Me decía el vagabundo viendo cómo gemía y le comía la boca de una manera desesperada.

Me agaché metiendo la cabeza entre aquella manta, y llevándola hasta su polla, me la metí en la boca, empezando a chupar y succionar aquel glande que ya volvía a estar enrojecido cómo si de una fresa se tratase.

¡Ohhh! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gemía el vagabundo sujetándome la cabeza mientras yo le chupaba la polla.

Después de un buen rato chupándole la polla, me dijo que me diera la vuelta, que me iba a dar por el culo de nuevo.
¡Ay mi damita! Quiero que me des tu culito, quiero follarte otra vez y preñarte hasta dejarte embarazado.

Sacando la polla de mi boca, me di la vuelta, quedándome boca abajo. El vagabundo se montó sobre mi espalda, y haciéndome abrir las piernas, se tumbó sobre mí.

Llevó su boca a mi nuca mordiendo suavemente en ella, a la vez que me pedía que levantara un poco el culo. Anda, levanta un poco el culito, que te voy a meter la polla.

Levanté un poco las caderas, y ya noté cómo colocaba la cabeza de la polla en mi caliente agujerito.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí al notar su cabeza abrir mi esfínter y notar cómo entraba en mi culo.

Dio un movimiento a su pelvis, terminando de meterme toda la polla dentro. ¡Ohhh! ¡ooohhh! Volví a gemir al notarla toda dentro de mí, y al vagabundo echarse sobre mi espalda.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba el vagabundo metiéndome la polla dentro mía. Así así, decía mientras empezaba a cabalgarme.

Así mi amor, así, levanta el culito para que te entre mejor, me decía mientras no paraba de cabalgarme y jadear dando gemidos de placer. ¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh cómo me gusta!

El hijo de puta me cabalgaba el culo a toda velocidad. La polla rozaba mi próstata haciéndome que mordiera los labios y gimiera por el gusto que me estaba dando aquel rozamiento. ¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemía mientras levantaba más el culo para notar como su polla me estaba follando.

Notaba sus huevos pegar en mi culo cada vez que su polla me llegaba al fondo, y el ruido que hacía la polla del vagabundo entrando en mi culo, chof, chof chof chof, chof, chof chof chof.

Dios, mi polla ya estaba volviendo a gotear semen sin parar, y yo ya empezaba a sudar por todos mis poros, teniendo sobre mi espalda al vagabundo cabalgándome el culo.

Esta vez el cabrón del vagabundo tardaba más en correrse, pero dando gritos de placer, terminó por volverme a llenar el culo de leche, y dejármelo bien preñado.

¡Ohhh! Me corro, me corro Gritaba el vagabundo, ¡ooohhh me corro! Mientras su polla iba soltando todo el semen en mi culo.

Yo notaba cómo palpitaba su polla dentro de mi culo, e iba eyaculando dentro mía.

Cuando terminó de correrse, volvimos a quedar así cómo estábamos, hasta que poco a poco su polla fue saliendo de mi culito. Volvimos a taparnos con aquella manta, y abrazándome el vagabundo por la espalda, volvió a morderme el hombro y nuca, y agarrarme la polla, empezando a meneármela suavemente.

Te ha gustado mi amor, me decía, te ha gustado cómo te he preñado el culito, eh mi damita.

Si, sí me ha gustado, le conteste recostando mi espalda sobre su pecho, dejando que me abrazara.

Después de un buen rato donde llegamos a quedarnos adormilados por algo más de 2 horas, le dije que tenía que ir a mear, y de paso, fumaría un cigarrillo.

Nos levantamos, diciéndome él, que no hacía falta que me vistiera, que allí tenía servicio. Pues espera, que voy a coger el tabaco para fumar.

Saqué del bolsillo de la cazadora el paquete de tabaco y el mechero, y poniendo un cigarrillo sobre la boca y ofrecerle otro a él, lo encendí, pasándole luego el mechero al vagabundo.

Fumando y desnudos cómo estábamos, me llevó hasta donde estaba el baño.

La única luz que había en el baño era el reflejo de la luna, que entraba por una desvencijada ventana que tenía aquel baño. Nos quedamos allí de pie mientras terminábamos de fumar, y yo revisaba aquel aseo; No es que fuera el baño de un hotel, pero no estaba nada mal; tenía la taza del váter, un lavabo y una bañera bastante grande, que incluso tenía un grifo con maneral para usar cómo ducha. Se veía que el vagabundo, era un manitas y tenía aquello bien organizado.

Al estar así desnudos, notaba una ligera brisa que entraba por la desvencijada ventana, cosa que hizo que me pusiera a temblar al notar aquella suave brisa. ¡Uy mi damita! Te está cogiendo el frío, que veo que estás temblando, dijo el vagabundo abrazándome.

Deja que te de calorcito con mi cuerpo, me susurraba al oído abrazándome mientras seguíamos fumando aquel cigarrillo. ¡Ohhh que bueno estás! ¡ohhh cómo me gusta abrazar a mi damita! Me susurraba mientras me abrazaba e iba metiendo mano, restregando su polla y huevos contra mi culo.

Cuando estábamos terminando de fumar, sujetándome por la mano, me dijo cogiendo la colilla de mi cigarrillo y tirarlo junto al suyo por la taza del váter, ven, que quiero hacer una cosa. Tiró por mí, metiéndose en la bañera y haciendo que yo también me metiese.

Espera le dije, déjame mear primero.

No, vamos a hacer una cosa que quiero hacer con mi damita.

Se tumbó en la bañera, ordenándome que me sentara sobre él. Ven, ponte a horcajadas sobre mí.

Y eso hice, agachándome de rodillas, me senté a horcajadas sobre su cuerpo.

Así, pon tu culito sobre mi polla, y ahora trae tu boquita para que te bese. Llevé mi boca a la suya, y sujetándome el vagabundo por la nuca con sus manos, empezó a meter su lengua en mi boca. Así mi amor, ahora quiero que empieces a mear, y lo hagas encima mía.

Y así lo hice, aflojé la vejiga, dejando que mi polla empezara a mear por el cuerpo de ambos, estando a horcajadas sobre el vagabundo, y este metiéndome la lengua en la boca y saboreándome todos los recodos de mi boca.

¡Ohhh mi amor! ¡ooohhh que gusto! Te estás meando mi amor, ¡ohhh que calorcito se siente!

Cuando terminé de mear y el vagabundo dejó de besarme, nos incorporamos, pidiéndome que me quedara así agachado de rodillas. Agacha más la cabeza y levanta un poco el culito mi amor. Así, así, abre más las piernas que quiero ver el agujerito de mi damita.

Y así agachado cómo estaba, empezó el vagabundo a mear sobre mí. Apuntaba a mi ano y huevos, dándome el chorro de su meada sobre el agujero de mi culo, perineo y huevos, dándome un gusto que nunca había sentido, al notar cómo pegaba el chorro de aquella meada que me estaba echando el vagabundo.

Al caer el líquido de su meada por mi ano y huevos, me producía unas cosquillas en la zona que me gustaba.

Terminó de mearme el vagabundo, ordenándome que así cómo estaba de rodillas, le chupara la polla.

Así mi amor, ahora abre esa boquita, y chúpame la polla.

Abrí la boca, y poniendo una mano debajo de los huevos del vagabundo, metí aquella polla que terminaba de mearme el ano y espalda. Nada más meter la polla en la boca y empezar a chupar, el vagabundo sujetó mi cabeza, soltándome dentro de la boca, un chorro de meos que aún le quedaba. Me sujetó la cabeza para que no pudiera retirar mi boca, diciéndome, así mi amor, así bébete mis meos ya verás cómo te van a gustar.

No me quedó más remedio que tragar aquel chorro de meos, ya que me estaba ahogando.
Joder, exclamé escupiendo cuando pude sacar la polla de la boca, eres bien cabrón, le dije. Eso no me gusta.

Ya mi amor, ya está, ya ves que no te ha pasado nada me decía el vagabundo acariciándome la cara. Anda, chúpala que ya no te voy a mear más.

Volví a coger la polla del vagabundo, y colocándole una mano debajo de los huevos, abrí la boca, metiéndome aquella verga que tanto me gustaba. Le acariciaba los huevos mientras chupaba aquella polla cómo si fuera un caramelo. La succionaba en la cabeza llevándola hasta el fondo de mi garganta, y así estuvimos durante unos cuantos minutos, hasta que el vagabundo me dijo si quería tragarme su leche.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto mi amor! ¿Quieres tragarte mi lechita mi amor? Anda di que sí mi amor, que quiero ver cómo mi damita se traga mi lechita. Quiero correrme en tu boquita mi amor.

Cerré los ojos asintiendo con la cabeza, dándole a entender que sí quería que se corriera en mi boca. Y es que en esos momentos estaba tan caliente, excitado y me sentía tan guarro, que estaba dispuesto a todo.

Cogió la polla con su mano el vagabundo, empezando a menear su polla mientras me decía que le acariciara los huevos y abriera bien la boca. Abre bien la boca mi amor, y sigue acariciándome los huevos.

Así mi amor, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Abre la boquita que ya me voy a correr, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh me corro! ¡ooohhh me corro! Toma, toma mi amor, toma tu lechita.

Y abriendo la boca todo lo que podía, fue eyaculando el vagabundo su semen sobre ella.

Me había dejado 3 chorros de esperma sobre la lengua, y uno que fue directo a mi garganta. Chupé y saboreé aquel esperma que salía de la polla del vagabundo, terminando por tragarlo todo.

¡Ohhh mi damita! ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto me has dado!

Después de dejarle la polla sin una gota de semen, me levanté incorporándome sobre la bañera y abrazado a él, me estuvo saboreando la boca y mordiéndome el cuello, mientras con su mano me pajeaba la polla para que me corriera.

Córrete mi amor, córrete. Quiero que te corras, no quiero que te vayas con ganas de follar y los huevos calientes, me susurraba el vagabundo, mordiéndome el cuello mientras me iba pajeando.

Me empezaron a temblar las piernas, y abrazándome más a él, empecé a gritar que me corría. Me corro, me corro, gritaba, empezando a escupir semen por mi polla.

Había soltado 4 chorros de semen sobre las piernas del vagabundo, mientras me abrazaba fuertemente a él, sin dejar de temblarme las piernas.

Así mi amor, así, suelta tu lechita, me decía sin dejar de pajearme y morderme en el cuello.

Cuando nos dimos recuperado y de nuestras pollas ya no salía ninguna gota de semen, el vagabundo cogiendo el maneral de la ducha, abrió el grifo empezando a salir agua por el maneral, mojándonos los pies.

Joder, sí que salía el agua con bastante fuerza, y por supuesto fría cómo el demonio. Tranquilo mi amor, que solo es un momento para lavarnos un poquito.

Dios, se me habían encogido los huevos cuando empezó a echarme agua por la cintura abajo. Me ordenó que abriera las piernas, y después de mojarme el culo, metió el maneral por entre mis piernas, haciendo que me pegara de lleno el chorro de agua sobre el agujero del ano y los huevos; la hostia, aquello me estaba haciendo cosquillas en el ano y los huevos; entre lo frío que estaba el agua, la fuerza del chorro y lo esparcido que salía el chorro, aquello me estaba haciendo unas cosquillas que me hicieron gemir y agarrarme a sus hombros. Le mordí los labios, pidiéndole que parara, para, para que me haces cosquillas, y el agua está muy fría.

Por fin cerro el agua, y cogiendo una toalla que había, me secó primero a mí, para luego secarse él.

Cuando terminamos de secarnos, volvimos a donde él dormía, nos tapamos con la manta para entrar en calor, y luego de un rato donde estuvimos hablando de volver a quedar para otro día, y repetir lo de esa noche, y es que él quería que fuese de nuevo su dama, y darme por el culo toda la noche, me empecé a vestir, y despedirme de él.

Aquel iba ser mi hombre durante bastante tiempo, y yo su dama. Y eso pasó, él fue mi hombre y yo su damita todas las noches que estuvimos juntos. Siempre me dejaba el culito preñado con su semen, pero eso sí, no consiguió dejarme embarazado. Solo consiguió dejarme el culito abierto, lleno de lechita y por supuesto muy contento y feliz.

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