Capítulo 4
- Compañeros de trabajo
- Compañeros de trabajo II
- Compañeros de trabajo III
- Compañeros de trabajo IV
Patrício o Pato era el hombre que Gallo había estado buscando en sus fantasías. Era un oso vergón, que tenía lugar de encuentros. Gallo lo contactaba por skype en su compu y compartían ardientes charlas en la madrugada. Acordaron encontrarse un viernes, a su mujer le dijo que se iba a lo de su amigo el Cura, y al Cura le dijo que saldría con su mujer y lo vería al día siguiente.
Cuando llegó a casa de Pato estaba excitado y nervioso como un adolescente, se saludaron efusivamente, y se sentaron a charlar en el living comedor. Pato dijo que iba a la cocina a buscar un par de latas de cerveza y al rato, cuando volvió, estaba completamente desnudo.
A Gallo le voló la cabeza verlo así, todo su cuerpo velludo, esa poderosa barriga, la enorme y gruesa verga colgando de lado dejando ver un poco sus huevos, sus piernas también peludas, sus pies descalzos, su cabello rebelde y su rostro barbado, además con una cerveza en cada mano. Se arrodilló, aspirando ese aroma a macho caliente, tomando ese enorme pedazo de carne comenzó a chupar con fervor.
Gracias a el Cura había aprendido a dominar muy bien las artes del sexo oral, claro que esta gran polla apenas cabía en su boca; Pato con una mano bebía su cerveza y con la otra empujaba la cabeza de Gallo para que no dejara de chupar. No lo dejó soltar prenda hasta eyacular en su boca, después le ordenó que se desnude y Gallo le preguntó si necesitaba descansar
-No te preocupes, tengo mis trucos- dijo Pato con algo de sarcasmo. Gallo había pensado en usar una tanga para ese encuentro pero al final se decidió por usar un suspensorio para destacar su pequeño culo masculino.
-Ah, pedazo de puto! Viniste preparado para calentarme!- dijo Pato complacido. Le abrió las nalgas y comenzó a meter su lengua mientras Gallo se excitaba más con esas lamidas y el roce de la tupida barba.
Después fue metiéndose centímetro a centímetro la enorme y lubricada pija de Pato con un placer indescriptible. Pato era un hombre dominante, un macho alfa que lo cogía fuerte, con potencia, no solo lo clavaba en distintas poses sino también le daba órdenes de que debía hacer y eso era lo que Gallo había estado deseando. Dominio y sumisión.
De a poco Gallo fue alejándose del Cura, poniendo cualquier excusa para no verlo, el Cura se dio cuenta que algo o alguien más había. Hubo cuestionamientos, mentiras, discusiones, ruegos y se alejaron el uno del otro. No hubo arreglo.
Con Pato, Gallo liberaba su pasividad afeminada sintiendo que esa era su verdadera sexualidad. Sin embargo eso no duró mucho porque llegó el día en que Pato le confesó que el gustaba de gays masculinos, no de maricas amanerados, hombre versus hombre. Reconoció que la pasaba bien con el, que le gustaba su culo y su boca experta mamadora, pero no aguantaba que actúe como un princeso maricón. Le dijo que mejor cortar el mambo ahí. Para Gallo fue un baldazo de agua fría, tan inesperado que no supo que hacer.
El tiempo pasó, los años pasaron, Gallo se separó de su mujer, se fue a vivir a otra provincia donde asumió con plenitud su homosexualidad, conoció a otros hombres, sobrevivió al Covid, y en plena madurez empezó a preguntarse con mucha nostalgia.
Qué sería de su viejo amigo el Cura?