Cuento versionado de Hänsel Gretel Alimentación forzada

Ya he escrito algún relato sobre la humillación de ser alimentado a la fuerza. Es un fetiche más o menos reciente y queda mucho por descubrir. He recibido algún correo de alguien que también le ha interesado y me propuse escribir un cuento.

Espero que les guste, sino te gusta este tipo de humillación mejor no seguir leyendo.

Vivo en un recóndito pueblo, alejado de toda civilización donde muy pocas personas conocen su ubicación exacta. Hace muchos años los ancestros de mis ancestros forjaron este pueblo con su trabajo y sudor. Levantaron de la nada una bonita aldea o civilización donde la vida en ella es muy sencilla y hoy en día sigue perdurando. La comunidad está muy bien organizada, a cada persona se le asigna un trabajo para cooperar en el mantenimiento de ella. Unos se dedican a recolectar trigo, otros se dedican a cazar, otros cultivan y entre otros muchos grupos al cual yo pertenezco talamos arboles para recoger leña para los hogares. Vivir en esta comunidad es muy sencillo pero a la vez puede resultar la vida muy aburrida. Nunca sucede nada especial.

Todos los viernes tras terminar mi trabajo diario me dirijo hacia el molino, en el cual me espera mi amada, la hija del molinero. Nos juntamos a escondidas de su padre en la parte trasera del molino donde hay un granero, allí hacemos el amor salvajemente como todos los viernes. Una vez terminamos de practicar sexo, hablamos de cómo nos ha ido la semana y llega un momento en que nos quedamos en silencio ya que no hay nada más que contar en nuestras vidas rutinarias. Así es la vida semana tras semana en aquella comunidad.

Descortés de mí, no me he presentado, me llamo Hansel y mi amada Gretel. Somos jóvenes novios desde hace tiempo, mi idea siempre ha sido pedir la mano de mi novia a su padre, formar una familia algún día y continuar viviendo en la comunidad, no se puede aspirar a mas en aquel pueblo, no hay mucho más que poder hacer en aquel lugar, a parte de las fiestas anuales del aniversario de la fundación de la comunidad donde todos comemos y bebemos como si no hubiese un mañana.

Una vez terminado este pequeño receso para presentaciones , continuo la historia donde la había dejado. Habíamos terminado nuestro sexo semanal y mientras fumaba un cigarrillo me puse a pensar que me gustaría hacer alguna pequeña locura. Hacer algo diferente a lo habitual, se me ocurrió la brillante idea de hacer una pequeña excursión fuera de los límites de la comunidad, es decir a través del bosque, donde solo podíamos adentrarnos hasta las colinas, una vez llegábamos a las colinas estaba totalmente prohibido traspasar esos límites. ¿Por qué estaba prohibido?, cuenta la leyenda que cuando mis ancestros formaron la comunidad toparon con una bruja que vivía en el denso bosque, desde aquel día se inició una guerra contra ella, al final solo hubo víctimas y daños que lamentar en ambos lados. Tras una larga y ardua lucha de poder, llegaron a un acuerdo, podrían formar la comunidad con la condición de no traspasar las colinas, desde esa zona era propiedad de la bruja. Mientras todos respetaran esa condición todo iría bien.

Yo nunca he creído en esa leyenda, es un cuento de viejas. Es más, había llegado el día de averiguar porque los demás habitantes de la comunidad no querían que nadie traspasase aquellos límites.

– Gretel, ¿Qué te parece si hoy hacemos algo diferente, una pequeña excursión? – Le pregunte con intriga a mi amada.

– ¿quieres ir al rio? – me preguntó o más bien insinuó.

– No, una aventura. ¿Qué te parece si nos adentramos en el bosque? – La pregunté con una sonrisa de pícaro en mi rostro.

– Sabes perfectamente que está prohibido, allí vive una bruja y es muy peligroso – Me contesto tajantemente.

– Eso son cuentos de viejas, allí no vive ninguna bruja, es todo mentira. Pienso que en el bosque esconden algo que los demás no quieren que descubramos, quizás innumerables riquezas que no quieren que las encontremos – La dije con convicción.

– No sé, puede ser peligroso – Me dijo a la vez que sonreía dando a entender que la encantaría realizar aquella aventura.

Agarré de la mano a Gretel y nos dirigimos hacia el misterioso bosque más allá de las colinas. Atravesamos la colina y nos adentramos en el escondido bosque. Quedamos maravillados por la cantidad de arboles inmenso que había a lo largo y ancho, había una naturaleza completamente silvestre con plantas y árboles de muchas formas. Continuamos andando durante unas dos horas mas pero pronto nos dimos cuenta que no había nada mas allí escondido, solo arboles y naturaleza, no había ningún tesoro, ni piedras preciosas ni nada misterioso que estuviese oculto. La aventura había sido genial pero ya empezamos a estar aburridos de ver solo arboles y mas arboles, así que decidimos regresar a nuestra comunidad. Anduvimos el camino durante otras dos horas pero todo el rato pasamos por el mismo lugar, era como si anduviésemos en círculos sin poder salir del espeso bosque, siempre llegábamos al mismo lugar.

Varias horas después, se hizo de noche y perdimos la orientación por completo, comenzamos a desesperarnos , no encontrábamos el camino de vuelta, caminábamos en circulo una y otra vez. Presos de la desesperación nos apoyamos en el tronco de un gigantesco árbol y nos acurrucamos el uno con el otro por el frio que comenzaba a hacer, unos minutos después comenzó a llover. Nuestra situación comenzaba a ser más delicada, estábamos perdidos, nadie sabía que nos habíamos adentrado en el bosque y hacia frio y comenzaba a llover con intensidad.

Cuando empezábamos a pensar que podíamos morir allí congelados de frio, vislumbramos una luz a lo lejos. Comenzamos a correr hacia la luz por el denso bosque. Quizás era alguien buscándonos con una linterna pero no fue lo que esperábamos, fue algo mucho mejor Llegamos ante una casa de piedra de grandes dimensiones con un faro en su puerta que iluminaba el camino de entrada. Entusiasmados corrimos hacia la casa empapados de agua de lluvia , tocamos a la puerta pero nadie abrió. Giré el pomo de la puerta y estaba abierta. Gretel me miro indicándome que no debíamos entrar si no nos invitaban, pero yo entre igualmente, nuestra situación era delicada y estábamos empapados y medio congelados de frio, era cuestión de supervivencia.

Tras la puerta de entradas había un gran salón de piedra, con una chimenea encendida y en el medio de la habitación una mesa de madera con varias tartas de colores. Tenían un aspecto exquisito, lleno de dulces de todos los colores y adornado con pequeñas figuritas. Me acerqué a una de las tartas, introduje un dedo, manchándome de dulce el dedo pulgar con un poco de tarta y me lo llevé a la boca. MMMmmmm estaba deliciosa aquella tarta. Gretel me imitó y también probó un pequeño cacho de la tarta. Ambos saboreamos un pequeño bocado de tarta, estaba deliciosa. Contentos y alegres comenzamos a reír. Cogí un fragmento de la tarta entre la palma de mi mano y se lo tiré a la cara a Gretel riéndome juguetón. Mi amada comenzó a reírse y agarró un trozo de tarta y se vengó tirándome una porción más grande de dulce a mi rostro. Ambos comenzamos a reírnos a carcajadas y comenzamos una guerra de tartas, comenzamos a tirarnos todos los dulces por todo el salón corriendo y riendo, éramos felices en aquel salón lleno de dulce y tartas.

De pronto, la puerta de la entrada se abrió y apareció una mujer mayor, de unos sesenta años de edad, quizás más o quizás menos. Ambos la miramos de arriba abajo sorprendidos. Vestía un chubasquero negro de charol con el gorro de lluvia puesto sobre su cabeza empapado de agua de la lluvia. Bajo el chubasquero asomaban unas medias negras que terminaban en unas grandes botas de goma para agua hasta sus rodillas . Aquella mujer era muy grande, de aspecto voluptuoso, grandes piernas, brazos, caderas anchas. Unos 100 kg de peso o quizás mas.

La señora se bajó el gorro del chubasquero y pudimos comprobar su rostro curtido y demasiado serio. Su cabello negro completamente rizado y ondulado pero sin formar melena, más bien una capa de rizos oscuros que sobresalían de su cabeza. La señora nos miró fijamente con su rostro juicioso y finalmente sonrió.

– Hola jóvenes, que hacéis en mi casa? – Nos preguntó amablemente.

– Nos hemos perdido en el bosque y encontramos la luz de este casa, esperamos no haberla molestado – Me disculpe.

– En absoluto, son bien recibidos en mi casa. Ya veo que os han gustado mucho mis tartas caseras. – Afirmó mientras examinaba el destrozo que habíamos realizado en el salón tirándonos las tartas en forma de guerra el uno al otro.

– Sentimos el destrozo – Dijo Gretel disculpándose.

– No os preocupéis, no pasa nada. Eso sí, quien prueba mis tartas, prueba mi vino dulce, lo hago yo misma, esta riquísimo y es especial para el dulce – La señora agarró dos vasos de cristal y los lleno con su vino dulce. Gretel me miro y ambos sonreímos probando su exquisito vino dulce de un trago. Era realmente bueno, muy dulce.

Al cabo de unos minutos comencé a sentir mucho calor, excesivo calor, la cabeza comenzó a darme vueltas y me encontraba mareado, miré a Gretel y ella estaba en la misma situación. Pocos segundos después caí desplomado en el suelo, Gretel hizo lo propio. Aquel vino dulce llevaba alguna sustancia adormecedora, nos había drogado la señora con su vino dulce.

Me desperté después de un tiempo desconocido, había perdido la noción del tiempo preso de la sustancia que nos había ingerido en aquel vino dulce. Desperté sin saber donde me encontraba, en una inmensa cocina de piedra con una mesa de madera frente a mí. Estaba sentado en una silla muy grande, me sobraba respaldo y asiento de lo grande que era. . Miré a mi derecha y vi como mi amada Gretel se encontraba a un metro de mi, sentada sobre otra silla igual que la mía, de madera con un respaldo grande lleno de barrotes de madera. Quedé sorprendido al observar como Gretel estaba atada a la silla, tenía las manos atadas a la espalda de los gruesos barrotes de madera con una cuerda gruesa que sujetaba sus manos en el respaldo. Sus pies estaban atados a las patas de la silla, cada pie a una de las patas con otro fragmento grueso de cuerda.

Recordé de inmediato como habíamos sido adormecidos y me dispuse a levantarme para desatarla y salir de aquel lugar , pero comprobé que yo también estaba atado a mi silla. Ahhhhhhhhh estaba atado demasiado fuerte, una gruesa y áspera cuerda rodeaba mis muñecas sujetas a los barrotes del respaldo de la silla. Volví a quejarme, la cuerda estaba demasiado apretada, la cuerda oprimía y rasgaba mis muñecas, me hacia daño. ¡¡ Estaba muy apretada ¡¡¡ ahhhh.

No pude levantarme de la silla, tanto Gretel como yo estábamos atados a nuestras sillas de una manera muy dura, las cuerdas estaban muy apretadas a nuestros pies y manos, tanto que causaban dolor en ellas.
Ante nosotros apareció en la cocina la vieja señora, o quizás debía de reconocer que se trataba de una bruja. Se acercó a nosotros mientras chirriaban sus botas de agua mojadas, criiiiccc criiicccc resonaban a cada paso sus botas de goma que cubrían sus grandes y anchas piernas.

– ¿Que está pasando aquí? ¿Qué quieres de nosotros? – La pregunté nervioso a la vez que trataba de desatarme sin éxito de sus apretadas cuerdas.

– ¡¡Sssshhhhhh , ¡¡¡ no quiero oír una sola palabra ¡¡¡ – Nos respondió llevándose su dedo a su boca como gesto para guardásemos silencio.

Se situó frente a nosotros y se quitó su gabardina de charol empadrada de agua. Comprobé como era una mujer muy grande, fuerte, voluptuosa y rechoncha. Debajo de su chubasquero iba vestida con un vestido negro hasta sus rodillas y sin mangas dejando al descubierto sus poderosos y carnosos brazos. Aquella mujer pesaba el doble que Gretel y yo juntos, era muy grande y rechoncha. Nos miró fijamente mientras introdujo una de sus manos en un bolsillo de su amplio vestido.

Sacó unos guantes de goma gruesos de fregar los platos, de color amarillo original, utilizo el adjetivo original porque tenían un aspecto repugnante, su color amarillo se había vuelto marrón oscuro de suciedad y de tanto uso y con aspecto húmedo y grasiento. Comenzó a enfundarse los guantes de goma en sus amplias manos y robustos brazos carnosos mirándonos fijamente a los ojos. Me fijé en el rostro de Gretel que denotaba una sensación de miedo por la situación que estábamos viviendo. Observé de nuevo a la vieja y voluptuosa señora y temor aumento al comprobar cómo comenzó a enfundarse los guantes sucios en sus manos.

La sensación de miedo de Gretel se apoderó de mí también. Era la escena de una típica pelicula de terror donde la malvada se ajusta sus guantes observándonos fijamente mientras lo hacía. La señora o la bruja como quieran llamarla continuó ajustándose los guantes sucios en sus manos con mucho esfuerzo, sus manos y brazos eran tan amplios y robustos que la costaba mucho trabajo introducir sus manos en unos guantes de un tamaño más pequeño. El sonido de la goma resonaba en la cocina mientras continuaba aplicando fuerza con su mano para que entrara dentro de los guantes. Croooockkk crriiiiccccck croooockkk resonaba la goma de sus guantes intentando entrar en sus manos. Tras un par de minutos consiguió ajustarse los guantes en ambas manos, la quedaban terriblemente apretados hasta el comienzo del codo, parecía que en cualquier momento sus guantes reventarían de lo ajustado que la quedaban a sus brazos y manos.

Terminó de ajustarse los guantes tirando por última vez del extremo de ambos guantes y dio una palmada con ambas manos produciendo un fuerte sonido al chocar mutuamente la goma de la palma de sus manos. La vieja bruja era consciente que al estar tan ajustados los guantes a sus manos tendría mayor facilitad de movimiento.

Abrió su boca y dirigió su palabra hacia nosotros que la contemplábamos completamente atados y asustados.

– Os habéis colado en mi casa sin permiso y habéis destrozado todas mis tartas caseras que había preparado. Así que ahora debéis pagar por vuestros actos. Vais a comeros todas y cada una de las tartas que habéis destrozado, hasta la última migaja os lo aseguro , me encargaré de que así sea, os las daré con mis propios guantes una tras otra – Nos amenazo con un tono muy serio y de desprecio.

– Suéltanos inmediatamente, no vamos a comer tus asquerosas tartas brujas – La dije levantando la voz enfadado.

La bruja voluptuosa se acercó hasta mí y me soltó dos tremendas bofetadas en la cara de izquierda a derecha. Plaaaaaaaaafffffff, Plaaafffffff . Vi literalmente las estrellas al chocar la goma de su guante de goma en mi cara. Sus guantes produjeron un gran sonido que resonó en la instancia al chocar en mi cara.

Gretel al observar cómo me abofeteó, increpó a la bruja que no se la ocurriese hacerlo más . Aquel gesto de honor de Gretel solo empeoró las circunstancias ya que se acercó a ella e hizo lo propio, la abofeteó fuertemente en la cara con su mano enguantada.

– No quiero escuchar ni una sola palabra más, la próxima vez que vuelva a escuchar una queja no serán dos bofetadas, serán el doble y así sucesivamente – Nos dijo con un tono furioso.

– No vas a intimidarnos maldita bruja- Volví a replicarla sin dejarme asustar utilizando un pequeño adjetivo.

Acto seguido sucedió lo esperado, me abofeteó de nuevo con mucha fuerza, esta vez me propinó cuatro bofetadas terribles en mi rostro. Mis mejillas quedaron sonrojadas del picor de su goma al chocar contra mi cara.

Plaaaaaaaaaaffffffff. Su robusta mano enguantada me abofeteó severamente en mi rostro.

– Muy bien estúpido, vuelve a quejarte y seguiré duplicando el numero, te aseguro que me da igual si tengo que darte doscientas bofetadas – Me recrimino.

Esta vez entendí el mensaje, no abrí la boca de nuevo, no deseaba ser abofeteado más veces, la cara me ardía, la goma de sus guantes producían un escozor terrible. Había descubierto que unos guantes de goma pueden ser muy dolorosos al chocar en la cara.

Después de nuestro enfrentamiento verbal con la bruja, ella continuo haciendo una serie de preparativos. Comenzó a colocar las tartas y fragmentos que habíamos destrozado encima de la mesa dentro de un cuenco. Observamos despavoridos como comenzó a espachurrar y aplastar las tartas con sus manos para hacerlas trozos y mas trozos hasta dejarlos aplastados, quedando las tartas con un aspecto deplorable y completamente trituradas hechas añicos.

– Empezaré por ti, que te crees el más chulo de los dos – Me dijo mirándome mientras agarró un trozo grande de tarta triturada entre la palma de la mano de sus guantes. Acercó su mano repleta de trozos de tarta a mi boca. Pretendía introducirme aquel pedazo de tarta dentro de mi boca para que lo masticase y tragase. Por supuesto me negué y cerré la boca apretando los dientes. No iba a abrir la boca.

Acercó su otra mano que tenía libre a mi cara, apretó mi nariz con fuerza impidiendo pudiese respirar por ella. Al hacerlo descubrí que sus guantes olían muy mal, estaban completamente sucios, eran deplorables. Pasaron unos segundos atenazando mi nariz y no tuve más remedio que abrir la boca si quería respirar y fue el momento en que su mano derecha introdujo la porción de tarta machacada dentro de mi boca. Presionó con l dos dedos de sus guantes para que entrará por completo dentro de mi boca. La tarta era exquisita, una receta fantástica, era una repostera estupenda pero me llegó un sabor amargo de sus guantes sucios al introducirlos en mi boca. puaaaaggggg que asco, un sabor a goma rancia muy desagradable.

La bruja continuó tapando mi nariz y a la vez colocó la palma de su mano en mi boca para que no pudiese escupirlo.

– Traga todo o no te dejaré respirar – Me dijo con un tono muy serio y enfadado.

No tuve más remedio que tragar todo y ella liberó mi boca y nariz. Al terminar respiré exhausto, no me había dejado respirar, tuve que tragar todo .

– Muy bien estúpido, así me gusta. Ahora tu novia – Me dijo con una sonrisa burlona.

– Ni se te ocurra maldita zorra o te prometo que lo pagaras muy caro – La dije gritando enojado.

Acto seguido suponéis lo que ocurrió. Levanto su brazo y comenzó a abofetearme una y otra vez. La goma de su guante comenzó a estrellarse en mi cara repetidas veces contundentemente.

– Te lo he advertido varias veces, cada vez que te quejes, duplicaré el numero de bofetadas, además me han insultado, no muestras respeto, veremos qué tal te sientan 20 bofetadas, y la próxima serán el doble. Te advertí que no tengo reparo en abofetearte las veces que sea necesario, la próxima vez serán 40 , te aconsejo que no lo vuelvas a hacerlo porque será mucho peor- Me dijo furiosa tras haberla insultado y vuelto a quejar.

Me dejó la cara completamente escocida y dolorida, me abofeteó repetidas veces, la goma de su guante se estrelló con fuerza en mi cara una y otra vez. Volví a guardar silencio, no quería ser abofeteado más veces, tenía la cara ardiendo. Sus sucios guantes de goma eran dolorosos.

Se acercó hasta Gretel con un puñado de tarta entre sus manos y la dijo que abriese la boca, asustada la abrió e introdujo su guante lleno de tarta en su boca hasta el fondo. Noté su cara de miedo y repugnancia a la vez, debido al mal sabor de sus guantes y la cantidad de dulce que debía masticar y tragar.

Regresó de nuevo hacia mí, agarró un fragmento machacado de tarta mucho más grande que los anteriores.

– Como se que no abrirás la boca por las buenas, tendré que hacerlo por las malas – Atenazó de nuevo mi nariz impidiendo pudiese respirar y al abrir la boca introdujo el amasijo de tarta triturada dentro de mi boca sin dejarme respirar hasta que tragara por completo.

Comenzó a darnos de comer tarta de su mano enguantada una y otra vez sin detenerse, alternaba una porción a cada uno, un trozo para Gretel y otro para mí. Comenzábamos a estar empachados y la barriga repleta de dulce, pero a ella no la importaba, era tremendamente cruel.

– Muy bien, lo estáis haciendo muy bien, ahora vamos a por la siguiente tarta – Nos dijo mientras colocaba otra tarta de otro sabor sobre la mesa de la cocina que había junto a nosotros.

– No, no queremos más, déjanos en paz bruja – Volví a replicarla.

A continuación sucedió lo que todos pensáis, volvió a abofetearme una y otra vez, esta vez mucho más fuerte y sin detenerse. La goma húmeda de su guante sucio se estrelló en mi cara una y otra vez sin descanso. Mi cara me ardía como un volcán, sus bofetadas escocían mucho. Odiaba sus guantes de goma, eran muy dolorosos y a la vez su sabor cuando lo introducía en la boca era muy detestable.

– ¡¡Sigue por ese camino estúpido¡¡ siempre cumplo lo que prometo, la próxima vez serán 80 bofetadas, puedo estar abofeteándote toda la noche si es preciso. Vuelve a quejarte ¿te atreves? – Me dijo con su mano enguantada levantada y mirándome fijamente.

Guarde silencio, ya no aguantaba más bofetadas, había recibido muchísimas. La bruja agarró de nuevo otro fragmento de tarta y lo introdujo dentro de mi boca, forzó con sus dedos para que entrara por completo hasta la garganta y no se desperdiciara ni una sola migaja.

Continuó y continuo introduciéndonos tarta y mas tarta dentro de nuestra boca, ninguno de los dos podía digerir mas, estábamos empachados y con el estomago repleto pero ella continuaba y continuaba y por supuesto no podíamos quejarnos si no queríamos ser abofeteados.

Habíamos terminado la segunda tarta, Estábamos completamente cansados y con el vientre hinchado. La bruja colocó otra tarta más sobre la mesa.

– Eres una zorra malnacida, cuando me desate te las hare pagar muy caras, desearas no haberlo hecho – La dije presa de ira por lo que nos estaba haciendo pasar.

Fui abofeteado contundentemente una y otra vez. Sentí la palma de su guante en mi cara de forma seguida. La bruja completamente enfadada me abofeteó duramente, no se detuvo, me propinó un sinfín de fuertes bofetadas.

– Te aseguro que no volverás a quejarte mas, vas a aprender a obedecerme y no quejarte, si yo digo que lo comas lo comerás, si no lo haces te abofetearé – Me reprochó mientras continuaba abofeteándome de izquierda a derecha.

Una vez terminó de abofetearme durante diez largos minutos no volví a abrir la boca mas, ella tenía razón aprendería a obedecerla, termine lloriqueando del escozor que producían sus bofetadas de su mano enguantada. Comimos todo cuanto nos introdujo en la boca proveniente de sus repugnantes guantes sin rechistar hasta que comimos la última migaja.

– Por hoy es suficiente – dijo la bruja conforme con el castigo que nos había aplicado. Gretel y yo respiramos aliviados completamente hinchados de tanto comer dulce.

La vieja bruja tiró del extremo de sus guantes y se los quito de sus manos dando por terminada la lección.

– Tengo una buena noticia y una mala para vosotros. La buena es que ya he terminado, os dejaré descansar. La mala es que mañana continuaremos. Voy a preparar más tartas para mañana que gustosamente comeréis sin rechistar. Si escucho una queja os abofetearé todas las veces que sean necesarias. JAJAJAJA – Comenzó la vieja bruja a reírse de tal manera que se pudo escuchar en todo el bosque.

Mire a Gretel y ambos estábamos aterrados, lo que habíamos sufrido hoy se repetiría mañana. ¡¡ No queríamos más dulce ¡¡ y mucho menos de sus sucios guantes.

La bruja una vez se quito sus guantes comenzó a sonreír y comprobamos como empezó a guardar los guantes en un sitio inesperado. Se levantó su vestido de tela negra hasta la cintura y nos enseño sus grandes muslos y piernas rechonchas y fofas. Se bajo sus bragas negras que llevaba puestas e introdujo los guantes en sus bragas bien estirados , de tal manera que al volver a subir sus bragas y ajustárselas a su cintura quedaron los guantes bien encajados en su culo. Ambos quedamos horrorizados, ahora sabíamos porque desprendían aquel olor tan detestable.

– Descansar, porque mañana seguiréis comiendo todas y cada una de las tartas que prepare de mis guantes .JAJAJAJAJAJA. No voy a sacar los guantes de ahí hasta mañana, serán más sabrosos – . Nos dijo burlándose de nosotros.

– NOOOOOOOOOO, sueltanoooooooooos – Gritamos los dos a la vez.

La vieja bruja agarró un rollo de cinta americana y se acercó a nosotros. Envolvió nuestra boca con la cinta americana, dio varias vueltas con la cinta sobre nuestra boca y cabeza y se aseguró que quedase muy tensa y no pudiésemos emitir el más leve sonido.

– Nadie podrá escucharos, nadie vendrá a salvaros – Nos dijo burlándose de nuevo mientras intentábamos gritar sin poder emitir sonido alguno debido a su mordaza de cinta.

¿Conseguiríamos escapar o la bruja volvería a alimentarnos de sus apestosos guantes una y otra vez ?

Fin.