La historia que les cuento tuvo lugar este mes de Junio, cuando acabó mi último curso del bachillerato. Mi historia salió con motivo de la nota que me hacía falta para entrar a estudiar Biología. Soy una chica de dieciocho años. Los tenía recién cumplidos en Junio.

Había pasado unos meses de estudios muy duros y esa mañana esperaba junto al resto de mis compañeros la salida de las notas. Estábamos todos pendientes de la nota media que saldría. Soy rubia y de ojos azules. Vivo en Sevilla. Ese día hacía un montón de calor. Estaba ya un poco morena porque había ido ya algunos fines de semana a la playa. Llevaba una minifalda y una camiseta de manga corta. Soy una chica estilizada, bastante alta, pero tengo buen cuerpo, por que tengo un pecho bastante desarrollado y un culo bastante bien puesto. La verdad es que siempre he tenido éxito con los chicos.

No sabéis el disgusto que me llevé cuando vi la nota final. Un 7,6 de media. Necesitaba un 7,75 para entrar en Biología. Ni corta ni perezosa, después de recibir los consejos de las amigas me dirigí a hablar con Doña Francisca, La Paca, que era mi tutora y que precisamente, en filosofía me había puesto suficiente. Fui a hablar con ella porque precisamente, si ella me subía la nota a un notable, podría entrar a estudiar Biología.

La Paca era una mujer de treinta y tantos años, morena y de ojos verdes achinados. Miraba de una forma por encima de las gafas por la que la llamábamos la gata. Era una mujer divorciada y sin hijos, amargada y a nosotros nos parecía, por su mal humor y sus nervios, que estaba desquiciada.

La Paca estaba muy caliente. Los chicos repetían siempre eso, y otras cosas peores. Las chicas lo escuchábamos y nos reíamos. La Paca tenía una guerra continua con nosotros en clase. Le hacíamos la vida imposible y nuestras notas eran cada vez peores, pues nos exigía mucho. Por lo demás, era una mujer hecha, más baja que yo pero de mayor envergadura. Tenía el tipo de una mujer bien hecha, de caderas anchas y vientre bastante abultado, aunque su conjunto era armonioso en su conjunto. Sus pechos eran bastante grandes. Una mujer de treinta y tantos años, en definitiva.

La Paca vestía ese día con una falda larga y estrecha y un niki ajustado y escotado. Entré en la clase.-¿Da su permiso?.-

La Paca me miró con su cara de gata y me dijo que entrara.-Le expliqué mi problema. Me dijo que no me merecía l notable.-¡Pero Doña francisca! ¡No me puede hacer Usted eso!-
A la Paca le cambió la cara. Me miró enfurecida y subió ligeramente la voz.

-Mira, Leonor.- me dijo ya un poco calmada. – parece mentira que vengáis ahora a pedirme favores, después de que me hayáis estado haciendo la vida imposible.-

-Pero yo no he hecho nada.- ¿Cómo que no? ¡Tú eras de las que me llamaban gata!.- La verdad es que yo a ella le había llamado más de una vez gata, y cuando pasaba por la ventana, más de una vez había maullado para irritarla.

– Doña Francisca, le pido que me perdone.- No. No y no.-

– Pero doña Francisca- Le dije llorando.- Tiene Usted que ayudarme.- Estaba realmente llorando. Entonces vi que la Paca se levantaba y se me acercó y cogiéndome la cara con una mano, pasó sus labios por mis mejillas, bebiéndose mis lágrimas. Aquello me dejó muy mosqueada.

– Me llamaste gata y eso lo tienes que pagar. Si quieres un notable tendrás que ganártelo.- Y me decía esto mientras me cogía ahora la cara fuertemente con la mano. La miré y me fijé en su expresión casi sádica. Tenía la mandíbula inferior encajada en la superior y un ricitos marcaba sus pómulos. Sus ojos reflejaban una crueldad que me asustaron.

-¿Qué me dices? ¿Estás dispuesta a ganarte el notable?.- Si, Haré lo que Usted me diga.-
Entonces vamos a empezar por ver cómo maúllas.-

Me soltó. Se sentó en el sillón del profesor. Cruzó las piernas y se reclinó sobre el respaldo, dejando sus gafas sobre la mesa. Yo empecé mi unción, allí de pié. -Miauuuu, miauuuu.- Vamos, nena, pon más emoción .- Miiiiiaaaauuuuu Miiiiaaaauuuu.-

La paca se levantó y cerró la puerta del aula con llave. -Ahora quiero que vengas a cuatro patas, como los gatos y me vengas a hacer la pelota.-

La obedecí. Me puse a cuatro patas y avancé hacia su sillón. -Miiiaaauuu, Miiiaaauuu.-

-restriégate contra mí como hacen los gatos.- Comencé a frotar mi costado contra su pierna. La Paca me acariciaba la cabeza mientras me decía: -¿Sabes? Tengo un gatito en casa que se dedica a lamerme todo el cuerpo.- La Paca se levantó la falda. Poniéndose de pié brevemente para volverse a sentar. Sus muslos quedaron desnudos.

Era la primera vez que tocaba de esa forma a una mujer y la primera experiencia de este tipo, así , tan fetichista. Comencé por lamerle las rodillas. Aquella ternura de carne de mujer no me desagradaba. Luego le lamí por encima de las rodillas y los muslos, cada vez más arriba. Ella abrió las piernas y mi lengua se acercaba cada vez más a sus bragas. Su olor, el olor de su sexo me asustaba y me embriagaba a la vez. ¿Olería de aquella manera mi propio sexo?

Miré hacia arriba y noté en la cara de la Paca la excitación de su cuerpo. Ella me seguía cogiendo de mi cabellera rubia. Me cogía con las dos manos. Entonces me insultó: – ¡Puta! ¡Jovenzuela puta! ¡Todas sois iguales!-

Me agarró de los brazos y me obligó a levantarme y a ponerme sobre sus rodillas. Entonces levantó mi falda. Mi trasero asomaba bajo mis bragas. Sentí como tiraba de mis bragas y cómo las costuras de mis bragas se me introducían entre los cachetes. Mis nalgas debieron asomar casi en su totalidad.

-¡Vaya! ¡Esta puta de Leonor utiliza unos bañadores muy atrevidos!- Dijo aquello mientras me sobaba mis nalgas. De repente me las pellizcó.-¡AY!- Grité

-¡Caya puta!.- Me dijo y tras decirlo empezó a azotarme. Me pegaba con ganas. No me hacía un daño exagerado, pero no eran caricias lo que me daba. Yo ya no me atreví a levantar la voz ni decir palabra. Me dio como diez azotes. Luego, de repente sentí que algo se metía entre mis nalgas, junto a mis bragas. Miré y vi que era la punta de un lápiz que la Paca tenía entre su mano. De repente sentí la punta del lápiz en la punta de mi culo. Nadie antes había osado tocarme ese agujero. Pegué un respingo.

-¡Vaya! Veo que aún tienes un poco de vergüenza.- La Paca dijo aquello y presionó un poco sobre mi agujero. Comenzó entonces a presionar más fuerte, pero con el otro extremo, el que tiene la punta mate. Sentí que mi agujero se me abría. Me parecía increible, pero aquello me excitaba. Sentía por otra parte, sobre mi pecho, la presión de sus muslos, sobre los que estaba.

-¡Sigue maullando, puta!.- Miiiaaaauuu Miiiaaauuu.- La señorita me bajó las bragas hasta las rodillas y comenzó a colocar un dedo sobre mi coño. Yo había dejado que algunos chicos me hicieran eso, pero nunca una chica, y menos una mujer. Maullaba mientras la voz me temblaba. La paca presionaba su dedo y sentí como me lo introducía, mientras me agarraba del pelo y me obligaba a tirar la cabeza hacia detrás.

-¡Quitate la falda y desabróchate la camisa!.- La obedecí desabrochando mi falda, quitándome los botones. Luego tiré de la camiseta con dificultades, pues estaba echada sobre sus muslos. Por fin estaba en ropa interior. La señorita me abrió el gancho del sostén y pronto mi sostén era un guiñapo del que me deshice.

Sentía ahora la piel de los muslos fuertes de la señorita sobre mis pezones. Estaba caliente y pronto el calor era la atmósfera común entre su cuerpo y el mío. La Paca me penetraba con el dedo mientras yo de vez en cuando me olvidaba de maullar.- ¡Puta! ¡Te he dicho que maúlles!.- Plasss. Un sonoro azote sentí sobre la piel.- ¡Ay!. Miiiiaaauuuu miiiaaauuu.-

Pronto comencé a sentir que un segundo dedo se introdujo en mi sexo, y sentía su tacto en las paredes de mi interior. Me estaba excitando de manera inimaginable. Aquella mujer me poseía como sólo los adultos saben hacer el sexo. -Miaauu Miaauuu Miaaaaaahhh aaaahhhh aaaahhhh.-

Me corrí como una cochina, sobre las piernas de mi tutora. Pero mi tutora no estaba satisfecha. Me quitó de sus muslos casi violentamente y se quitó las bragas. Eran unas bragas muy bonitas, de encajes y bastante atrevida. Nadie que conociera a la Paca podía imaginarse que las llevara. Vi su sexo cubierto de pelos negros, tupidos. Y no entendí muy bien lo que quería decir.- ¡Venga!¡Come!.- No reaccioné. No me lo podía estar pidiendo.- ¡Nena, si quieres un notable, te tienes que comer el conejo de la gata!.-

¡Come te digo!.- Me agarró la cabeza e hizo que la incrustara en su coño. Por que un conejo con tanto pelo es un coño. Sentí la humedad de su sexo y su perfume penetrante y comencé a pasar la lengua por su raja. Ella se encargaba de que no pudiera separar mi cabeza de ella.

La sentía menearse contra mí y eso provocara que a veces mi lengua se metiera en su sexo más de los que a mí me hubiera gustado. La Paca empezó a moverse contra mi cara de manera casi violenta, desbocada. De una manera loca. -¡Sigue niña! ¡Sigue y no pares!….AAAhhhh AAAhhhh AAAAAAAAhhhhhh.-

Mi cara se cubrió de su flujo y sólo cuando hubo dejado de menearse contra mí me permitió limpiarme. No sabía que utilizar, así que cogí mis propias bragas y me sequé con ellas. Luego quise ponérmelas pero ella me interrumpió. -¿No creerás que ya te has ganado el notable? ¿No?. Y diciendo esto, me cogió del brazo y pegó un tirón de mí.

-¡Anda! ¡ Súbete a la mesa! ¡Pero a cuatro patas! ¡Y maullando! ¡No te he enseñado filosofía pero te voy a enseñar a ser puta!.- me subí primero en la silla y luego en la mesa mientras maullaba. Estaba sobre la mesa a cuatro patas, desnuda y maullando. De repente la sentí detrás mía, sus manos sobre mis nalgas y su lengua lamiendo una de ellas, luego la otra, cada vez más cerca de la parte trasera de mi sexo, pero de repente, su boca se posó entre mis nalgas y sentí la punta de su lengua mojar mi ano y jugar con él.

Una de sus manos se deslizaba por debajo de mí y agarró mis pechos y los amasaba y rascaba con sus uñas casi con fiereza. Mis senos se excitaron enormemente y mis pezones se pusieron duros, durísimos. Su boca ahora se posaba sobre mi vagina. Sentía su lengua entre mis labios inferiores mientras su mano me separaba los labios para que su lengua se introdujera en mi sexo. Volvía a sentirme muy excitada.

-¡Échate sobre la mesa!.- Fue así de tajante y fría, con un tono de voz siempre dominante. Yo la obedecí. Me tiré sobre la mesa. Ella se apartó de mí y luego volvió a extender su mano para acariciar mis senos. Tenía el bolso a la altura de su mano y la vi meter su mano en él para sacar algo que realmente no sabía que era. La Paca comenzó a lamerme el botoncito, causándome un cosquilleo casi eléctrico. Luego comenzó a lamerme el vientre, me inundó el ombligo con su lengua y recorrió el circulo exterior de mis senos con su lengua esta que su mano fue sustituida por su lengua.

Un dedo me volvió a profanar, metiéndose en mi sexo de nuevo y yo me agitaba pidiendo clemencia.- Por favor, doña Paca, otra vez no, déjeme.- pero la Paca, al ver que se me escapaba lo de Paca en lugar de Francisca agitó su dedo con malicia.

-¡Ay! ¡No! ¡Doña Francisca!.- De pronto cesó la maestra en sus caricias. La miré y la ví lamiendo un consolador. Eso era lo que había sacado del bolso. Era un consolador de color rosa.- ¡No! ¿Qué va a hacer con eso? ¡No!.-

Pero antes que pudiera reaccionar, la Paca había metido aquello entre mis muslos y presionaba. Separé mis piernas y ella ponía una mano sobre mi vientre y separaba mis labios con los dedos, de manera que mi clítoris estaba bien visible. Su boca volvió a apoderarse de él, lamiéndolo y haciendo sentir el objeto que me penetraba a la vez que la electrizante sensación en mi botoncito.

El consolador estaba dentro de mí. Lo sentía enorme en mi interior y no me atrevía casi ni a moverme. Ella comenzó a meterlo y sacarlo .-¡Venga puta! ¡Venga, gatita puta! ¡Muévete ya! ¡Correte de una vez!.-

Al oír esto me animé a moverme lentamente al compás que mi cuerpo me pedía para conseguir arrancarme un orgasmo. Me movía y ella procuraba hacerlo acompasadamente al principio, pero luego comenzó a agitarlo velozmente. A mí me flaqueaban las piernas y era yo la que procuraba ahora seguir el ritmo que ella imponía. Me sentía ya muy cerca lo sentía aquí cuando ya no pude esperar más y comencé a moverme a mi bola y a gritar.-¡AAAhhhh! ¡AAAhhhh!.- ¡Cállate, que va a venir el conserje!.-

Mitigué mis quejidos de placer mordiéndome el dedo, pero seguí mis movimientos sufriendo un orgasmo duradero y fuerte, muy fuerte.

La Paca me quitó el consolador y se recompuso. Se alisó el pelo y se puso sus gafas de nuevo y recuperó su expresión dura tras meter el consolador en el bolso.- Siempre hay alguna putita que viene a última hora a que le suba las notas, anda vete ya.-

No sabía que hacer. No sabía si llorar o abrazarme a aquellas mujer horriblemente folladora. Me vestí mientras me fijaba que ella ya ni me miraba, leyendo un libro raro, El lobo estepario o siberiano, o algo así. Luego las chicas me esperaban en una cafetería cercana al instituto. Algunas se habían ido porque era ya casi la hora de comer.- ¿Te subirá la nota?.- Creo que sí.-

A los pocos días fui a recoger mi boletín de calificaciones. La gata me miró a los ojos, mientras me los entregaba, como era su cometido de tutora. Me aparté para observarlas. -A ver… Filosofía. ¡Sobresaliente!.- No se lo dije a nadie, pero me volví a Doña Francisca y le di un beso corto en la cara y salí corriendo. Las chicas me dijeron después que la cara de la Paca cambió y una expresión risueña y feliz se apoderó de ella. Espero que este año haya alguna tonta que quiera que le suba la nota final. Se lo va a pasar de rechupete.