EL REGALO DE NAVIDAD, PARA VOSOTRAS.
CHARLINES
Queridos lectores, este es un regalo para ellas. Estoy seguro que alguna amable escritora, hará lo mismo por vosotros. Un abrazo y felices fiestas
Nada más entrar me fijé en ti. Estabas al final de la barra, en la esquina, esa esquina que tanto me gustaba. No sé te veía muy bien, la iluminación era excesivamente tenue, no dejaba ver con claridad. Pero algo en ti, me llamó la atención y me quedé mirando.
- Carlos, haz el favor de invitar, a esa señorita.
Carlos se acercó a ti y te propuso la invitación, levantaste tu copa ofreciéndomela en señal de aceptación.
Me acerqué hasta donde estabas y comenzamos a hablar. Tras casi una hora hablando, te miré a los ojos. Estos brillaban y tus labios abultados denotaban tu principio de excitación. Te movías nerviosa en la silla y estirabas tú pelo con la mano. Me acerqué más a ti, entrando en tu zona de confort. Mi mano se posó en tu cadera y acerqué mi cara hasta dejarla pegada a tu oído.
- ¿Estás a gusto, lo pasas bien?
Tú me miraste y asentiste con la cabeza. Me alejé un poco y recorrí tu cuerpo con mis ojos. Me paré en tus ojos y los miré fijamente. En ellos leí, “vamos, a que estas esperando”. Acerqué mi boca a la tuya y besé tus labios, suave, acariciándolos con los míos. Otro beso un poco más intenso, otro y por fin mi lengua se enredó con la tuya. Tu abriste tu boca y me dejaste entrar, moviste tu lengua para enredarla con la mía, a la vez que gemías y te sujetabas de mi cuello. Mi mano bajó hasta tu culo y lo amasé, pegándome a ti todo lo que pude. La tenue luz nos separaba del resto del mundo.
Tímidamente acerqué mi mano a tu pierna y la posé en tu rodilla. Te miré a los ojos y no vi signos de evitar el roce. Por lo que, seguí ascendiendo por tu pierna, por el interior de tus muslos. Tu abriste tus piernas y me dejaste llegar hasta tu cálido tesoro. Lo acaricié un ratito por encima de tu ropa interior y me retiré un poco. Continuamos hablando tranquilamente mientras mi mano contactaba con tu pierna, subiendo y bajando muy lento por ella. Tus ojos cada vez se abrían más y eran más brillantes. Tus gemidos eran constantes y tu excitación se podía palpar.
Tus risas junto con las mías, resonaban en todo el lugar. Ya era un poco tarde y te invité a tomar la última en mi casa, la cual estaba muy cerquita. Sorprendida me miraste y besaste suavemente mí boca, mientras me decías que sí.
- ¿te portaras bien?
Te sujeté por la cintura, caminamos abrazados a un ritmo lento hasta llegar al portal. Entramos en él y te volteé, ahí te apreté contra la pared y te besé. Un beso apasionado, un beso lascivo, que llevó mi mano a tu entrepierna y pegó mi pecho al tuyo. Tú te sujetabas de mi cuello, mientras meneabas tus caderas. Me gustaba sentir tus pechos apretados contra mí. Mi mano se adentró entre tus piernas, notando como estabas empapada.
- Niña estás muy mojada.
- Usted sabrá que ha hecho, para tenerme así.
Aparté tu braguita aun lado y te penetré con uno de mis dedos, gemiste y te apretaste más contra mí. Lo meneaba muy lento dentro de ti. Tu gemías en mi boca y cimbreabas tu cuerpo. Un ruido nos asustó, entramos en el ascensor y marqué el número de mi piso. Nos comimos enteros en el corto espacio de tiempo que esa caja tardó en llegar.
Te comí entera en la pared de la entrada, mientras mis dedos entraban nuevamente en ti. Esta vez los moví más rápido hasta que te noté ligera.
- Siii, que rico, que rico.
Nos tranquilizamos un poco y te acerqué al salón, te ofrecí un combinado y aceptaste. Nos sentamos en el sofá, calientes y excitados. La conversación seguía fluida, ahora ya entrando en temas más íntimos. Tú me contaste que ese día habías discutido con tu marido y no deseabas volver. Necesitabas alguien que te hiciera reír y que te hiciera sentir bien mujer, deseada y guapa.
Me cogiste las manos y me pediste que te hiciese gozar. Querías disfrutar como nunca y yo te pregunté por tus fantasías y tus deseos. Me dijiste que podía hacer contigo lo que quisiera, sin dañarte, que me dejabas hacer lo que yo quisiera, estabas segura que te haría gozar.
Nos sentamos en el sofá donde te besé suave y lento, mientras desabrochaba todos los botones de tu blusa. Acaricié tus caderas y mis manos subieron lentas hasta tus hombros. lentamente fui bajando tu blusa hasta sacarla por tus muñecas. Besé tu cuello, bajé lento besando tus pechos y mordí tus pezones hasta hacerte gemir. Desabrochando lentamente tu sujetador, lo saqué hacia mí. Tus preciosos pechos aparecen ante mí, poderosos. Los beso, los muerdo y los acaricio lentamente. Sigo bajando mi mano y desabrocho tu falda. Levantando tu culito me ayudas a sacarla por tus piernas. Un precioso tanga de encaje negro se enrosca entre tus piernas. Bajo mi lengua surcando todo tu cuerpo hasta llegar a tu sexo. Te muerdo suave entre las piernas, lamo entre tus muslos. Me impregno de tu sabor y tiro de los lados de tu tanga bajándola con lentitud por tus piernas, a la vez que admiro tu sexo, húmedo y abierto para mí.
Te miro a los ojos y veo el deseo en ellos. Mi cabeza se cuela entre tus piernas y poso mis labios en los tuyos. Mi lengua te lame de abajo arriba. Noto tu clítoris duro y abultado. Lo recorro con la lengua y vuelvo a bajar hasta tu ano. Lentamente, sin prisas, me introduzco levemente en ti y ahora es cuando noto tus manos en mi nuca, apretándome contra ti.
Gimes, te retuerces, me pides más, quieres más. Sigo impertérrito, lamiendo tu sexo, sin prisa y sin pausa. Tu sabor me embriaga, me vuelve loco. Lamo tu sexo, entre tus labios y estos se abren ante mí. Mi lengua recoge todos tus jugos y los saboreo muy lentamente. La punta de mi lengua choca contra tu clítoris una y otra vez
Subo por tu cuerpo hasta llegar a tu boca. Te beso con pasión, mientras mi mano busca tu sexo, para recorrerlo lentamente, con las yemas de mis dedos. Puedo sentir tu humedad, pero, aun así, mojo mis dedos con saliva, quiero que estes muy húmeda. Te recorro con facilidad, ahora, estás húmeda, muy húmeda. Esto facilita mi tarea y mientras te voy besando con pasión. Recorro despacio el canal que me dejan tus labios. Te retuerces entre mis dedos mientras bajas tú mano a mi polla, apretándola sobre el pantalón. Gimes y vas desabrochando los botones de mi bragueta hasta dejarte sitio para sacarla y apretarla. Vuelves a gemir con ella entre tus manos.
- Desnúdate, por favor, desnúdate.
Me levanto raudo y bajo mis pantalones y saco mi camisa sobre mi cabeza. Me acuesto a tu lado en el sofá y sigo mi interminable caricia sobre tu sexo. Te aprietas contra mí, sujetando mi polla y meciéndola en tu mano. Tu sexo cada vez está más húmedo y mis dedos resbalan por él, cómo un barco en el mar.
Subo mi mano y aprieto tu pezón derecho con mi pulgar y mi índice. Lo aprieto fuerte, muy fuerte, aguanto así unos segundos, lo suelto y lo acaricio con mi lengua, lo sobo con mis labios y lo muerdo suave con mis dientes. Gimes, aprietas mi polla con fuerza y me dices.
- Mira que duro estás cabrón, mira.
Sigo inexorable en la caricia, ahora ya, solamente dedicada a tu clítoris. Tu coño es un mar y mis dedos y tú, lo agradecéis por igual. Tu clítoris se deshace entre mis dedos, tu boca busca la mía y te fundes en un beso largo y húmedo. Me regalas tu orgasmo que tomo de ti y lo saboreo en tu boca.
- Ponme el coño en la boca y chúpame la polla. -Te digo
Te levantas y pasando tus piernas sobre mi cabeza, te vas dejando caer sobre mi boca, a la vez que abriendo tu boca, me comes casi entero. Mi lengua golpea tu clítoris en un lento vaivén. Tan lento que mueves tus caderas para sentir mejor esa lengua que se va haciendo contigo, para darle más intensidad a la caricia, para dejar que me haga con tu sexo y con tu cuerpo.
Tu boca lentamente succiona mi polla, mi gorda polla, apenas te cabe entera en la boca. La rodeas con tus labios, la chupas, la saboreas y te deleitas en su sabor. Procuras tragarla entera, la sujetas por la base y te la comes entera, en ese momento, tu cuerpo abre las puertas de tu sexo y me regala todos tus jugos. Tu pelvis vota sobre mi boca. Tu boca acoge mi polla entera y pequeñas arcadas dejan escapar chorritos de tú sexo. tu orgasmo se nota intenso y largo.
- Sii, así, joder, si, si, joder.
Te levanto en mis brazos y te llevo a la cama. En cuatro te pongo ante mí, desde detrás de ti, sujetando con fuerza tus caderas, te penetro, entrando en ti muy lentamente. Noto la opresión de tus carnes en mi polla y como roza con las paredes de tu sexo. La punta de mi polla, te penetra, sin dejar entrar nada más, rozando tu punto G. Entra y sale de ti, rozando esa zona tan sensible. Sigo aumentando un poco la penetración, cada vez tus gemidos son más altos. Me salgo de ti, te golpeo con mi polla en tu clítoris y un chorrito de tu ser se desborda de ti, mojando mis muslos. Sigo poco a poco con la labor, chorrito a chorrito. Ya no aguanto mucho más y te penetro con fuerza, bombeando con todo mi ser entrando en ti con todas mis fuerzas. Te doblas, caes hacia delante con mi polla dentro de ti. No paro sigo, sigo, ya está, me voy te lleno de mí.
- Así cabrón, así, no pares, no pares, me matas, me matas, joder, sii, mas, mas.
Caigo sobre ti, besando tu cuello, te sujeto un pecho y aprieto tu pezón. Subo las sábanas y nos tapamos.
Despierto, ¿no sé cuánto tiempo ha pasado? Me siento terriblemente duro. Me acerco a ti, te acaricio y ronroneas. Pego mi polla a tu culo y empujo, no entra, estás cerradita. Muerdo tu cuello y aprieto tus pezones. Te beso, sujeto tu mano y la llevo a mi polla.
- Penetrate tú.
- Jamás lo hice por ahí.
- Tranquila.
Te doy la vuelta y bajo hasta tú sexo. Mi lengua se hace con él y lo lamo lentamente, voy directo a tu clítoris. Al primer gemido, mojo mi dedo y lo acerco a tu ano, doy vueltas con él notando como te abres a mí. No tengo prisa, mi dedo lentamente y gracias a la saliva va entrando en ti. Cuando mi falange está en tu interior gimes.
- ¿paro?
- No, no se te ocurra.
Sigo lamiendo tu clítoris y entrando en ti. Ya tengo mi dedo dentro de ti, lo muevo lento adentro y afuera, muy, muy lento. Te mueves buscando más penetración. Tras unos minutos entrando en ti. Chupo tu esfínter, meto saliva e introduzco dos de mis dedos. Gimes, solamente la primera falange está dentro.
- ¿quieres más?
- Si por favor, sí.
Lentamente mis dedos entran en ti hasta tocar con el resto tu culo. Los muevo lentamente adelante y atrás. Mi lengua recoge los líquidos que ahora fluyen de ti como una cascada. Abro mis dedos dentro de ti, gritas.
- Si cabrón, sí.
Sigo abriéndolos y cerrándolos mientras tú te retuerces sobre mi boca. Gritas, gritas con fuerza, sujetas mi cabeza, te pegas a mí y te dejas ir en un potente orgasmo que me regala tu esencia.
- Joder cabrón, joder, joder, joder.
Subo lentamente por tu cuerpo mientras te dejo saborear ese intenso orgasmo. Me coloco detrás de ti, aprieto tus pezones y beso tu cuello.
- ¿Qué quieres cabrón?
- Ya sabes, ya.
Sujetas mi durísima polla con decisión.
- Mójame el culo.
Te lo ensalivo, acercas mi polla a tu agujerito, una, dos, tres, cuatro. Por fin estoy dentro de ti.
- Tranquilo por favor, tranquilo.
Me muevo muy lento, empujando un poco cada cierto tiempo, la mitad de mi polla está dentro de ti. Me muevo con tranquilidad, muy lento. De repente, empujas tu culo hacia atrás y te la clavas entera.
- Si, joder, si, que ganas, que ganas. Muévete, dame lo mío.
Me muevo lento al principio, ese culo me aprieta, me estruja, me va a ordeñar. Sigo lento, aumentando muy suavemente el ritmo. Tu gimes estás muy excitada, aprietas tu culo contra mí.
- Vamos, más fuerte, más duro, rómpeme el culo, rómpelo.
Sujeto a tus caderas, aceleró el movimiento, cada vez un poco más hasta tener un ritmo infernal.
- Si, no pares, no pares, mas, mas, mas, si cabrón, si me corro, me corro.
A la vez que gritas me corro, yo clavo mi polla en ti y te lleno los intestinos con mi semen. Aun con mi polla dentro, te aprieto los dos pezones y noto como tu cuerpo tiembla y como gimes de placer.
Tras un buen rato de tranquilidad, te vuelves.
- Me has hecho gozar mucho, me has tratado muy bien, me he sentido muy deseada.
Te aprietas contra mi pecho, suspiras y me preguntas.
- ¿Puedo pasar aquí la noche?
FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO 2025
Espero os guste el regalo. Este será mi relato doscientos cuarenta, increíble cuando empecé muy torpemente.
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