Una clase que le di a mi profesor que nunca podrá olvidar

Ya habían pasado varios meses desde que este maestro misterioso el cual tenia fama de tener algo más que ver con las alumnas me daba clases.

Pasado el tiempo noté que el maestro se volvía cada vez más interesado en mí y en lo que pensaba sobre su clase pero yo no le prestaba atención.

Cierto día en clase me llamó «amor» y no dejaba de mirarme, fue ahí cuando yo me di cuenta de que algo se traía entre manos.

Ese mismo día más tarde, una compañera de clase me dijo que parecía que yo le gustaba al maestro por como me trataba y me llamaba.

Así pasaron varias semanas hasta que ya fue bastante notoria la atracción que él sentía hacia mi y yo no dejaba de pensar en él.

Su mirada que me derretía, que me desnudaba en un instante era tan inquietante.

Pero no pasaba de ahí.

Cuando estábamos en exámenes, me vi en la necesidad de ir a pedirle un libro a su oficina.

Cuando llegué ahí noté que estaba ocupado atendiendo a una persona yo me di la vuelta pero él me indicó que lo esperaba que ya se iba a desocupar.

Al par de minutos la otra persona se fue y el maestro se levantó me dijo que me sentara y cerró la puerta.

Le comenté que necesitaba un libro y él abrió una gaveta de su escritorio y me lo dio y justo en el momento en que su mano rozó la mía besó mi mano muy tiernamente, eso en lugar de molestarme me agradó (yo estaba ya bastante nerviosa y no dejaba de pensar en esa mirada que él me daba, aún era virgen pero siempre tuve la curiosidad de saber cómo sería el tener relaciones con alguien mayor, experimentado).

Ya levantados los dos él buscaba mi boca con ansiedad, yo quería disfrutar el momento verlo padecer, que me deseara que yo fuera alguien diferente a las demás chicas que nunca me olvidara.

No hubo necesidad de decir nada él trató de besarme pero yo no lo dejé, comencé a quitarle la corbata, lo empujé hacia su silla y lo dejé ahí sentado, me aseguré de que la puerta estuviera bien cerrada y también cerré las cortinas y él sentado ahí me veía muy curioso.

Ya me sentía yo para ese momento bastante caliente y noté como un voluminoso bulto empezaba a crecer dentro de su pantalón (y eso que aún no dejaba que me tocara).

Con su corbata le vendé fuertemente los ojos y le dije muy suave al oído «ahora yo quiero enseñarte a ti»

Comencé a besar su oreja, a limpiar cada parte de su rostro con mi lengua, me acercaba a su boca pero aún no lo besaba, empecé a bajar por el cuello y a desabotonarle al mismo tiempo la camisa.

El ya estaba bastante excitado entonces y me pidió que lo dejara ver pero yo no podía permitirlo (aunque moría por ver esa mirada de él) Le quité su camisa y pude ver un muy marcado y masculino vientre.

Empecé a besarle los pezones y con mi mano derecha le daba un pequeño masaje cerca de su miembro pero sin tocarle esa parte, (empecé a disfrutar el que el quisiera que le diera más pero que yo no se lo daba, quería llevarlo hasta el éxtasis).

Suavemente le quité el pantalón y bajó sus calzoncillos noté que su «amiguito» era enorme, carnoso, firme.

Introduje mi mano en sus calzoncillos y le empecé a dar un masaje especial en sus genitales, él se moría por besarme, tocarme.

Yo me quité la blusa y el sujetador ya para entonces mis senos estaban firmes, exquisitos, listos para aquel que quisiera probarlos.

Me subí encima de él (aún sin penetrarme) y le dije que quería que me oliera, puse mis senos sobre su rostro y él comenzó a morderlos, lamerlos, acariciarlos con su lengua, el quería más y más (debo confesar que yo también, pero debía disfrutar del momento) me levanté la falda, me bajé las braguitas (que ya estaban bastante húmedas por cierto)

Lo besé salvajemente en la boca, fue un beso tan caliente, tan apasionado.

Me levanté de la silla y le quité la corbata de los ojos, el estaba tan extasiado (sé que se moría por penetrarme) y ante su mirada lasciva tomé su mano derecha y la introduje en mi sexo y me empecé a masturbar con su mano, era tan agradable y yo ya estaba bien mojada para entonces, él se levantó y me empezó a besar sin dejar de hacer el trabajito J .

Nos tocamos, nos exploramos por otros minutos más cuando yo ya no podía, ahora era yo la que le rogaba que me dejara sentirlo, que me dejara sentir toda su masculinidad dentro de mi.

Y fue ahí en esa misma silla donde perdí mi virginidad, fue delicioso, fue algo que no he vuelto a repetir, primero empezó lento y suavemente y empezó a acelerarse yo sentía que me venía, sentí un ardor dentro de mí una explosión ya no pudimos más y nos venimos los dos, el roció su semen ardiente sobre mis senos y empezó a limpiarme mientras yo encontré su lengua con la mía y nos besamos por un largo rato.

Fue un momento tan especial tanto para él como para mí que sé que nunca lo podrá olvidar.

Ahora cada vez que me ve caminando por la escuela él obtiene una tremenda erección y no deja de mirarme como lo hacia lo cual me hace sentir muy bien ya que sé que se muere porque le vuelva a hacer un trabajito que nadie más fue capaz de hacerle.

Ah y por supuesto me gané un 10 y puedo repetir esa experiencia cada vez que a mi se me antoja.