Desvirgada por mis alumnos

Me llamo, Mariana, tenía casi 21 años cuando ocurrió, lo que les relatare, soy una chica normal, unos pechos atrayentes y apreciables glúteos, he sido una chica criado a la antigua, donde en mi casa no se hablaba sobre el sexo, mis padres eran demasiados santulones, y hasta diría, algo represores conmigo, tuve un par de noviecitos, con los que solamente, nos besamos, impidiéndoles hacer más. Siempre he tratado de preservarme, aunque he tenido fantasías eróticas, pero nunca se dio la oportunidad, ni tampoco la busque.

Me había recibido de Maestra Normal, con medalla de honor, había sido una muy buena alumna, pero deseaba estudiar algo más, por ejemplo, Economía, para eso debía ir a vivir a otra ciudad, mis padres me alquilaron un departamento de dos ambientes, cerca de la facultad, a pesar que ellos me mantenían, no quería ser demasiado aprovechadora, así que traté de encontrar algún trabajo como maestra, después de haberme anotado en un montón de lugares, solo me ofrecían alguna suplencia, que no pasaban los quince o veinte días.

Me gustaban enseñar a los chicos, me llevaba bien con ellos, pero apenas comenzaba a conocerlos, se acababa la suplencia, pero a pesar de eso, seguí intentándolo, no teniendo, además, una remuneración interesante.

Así que durante la mañana iba a la Facultad, y por la tarde daba clases, cuando lograba conseguirlo, hasta que un día una compañera me comentó que necesitaban una maestra para enseñar y hasta podía ser, prepararlos en varias materias, que eso sería algo extra.

“Realmente no sé si estaré capacitada para darle clase, en la secundaria”

“En realidad son tres materias, matemáticas, historia y anatomía”

Me encantó, solo que le comentó a mí amiga:

“Me gusta el trabajo, solo que se muy poco del cuerpo humano”

“No te preocupes, tengo algunos libros de mi hermano que estudiaba medicina”

Me pareció interesante la propuesta, además tengo buena capacidad para aprender, hablé con la Directora, aparentemente le agradé, y así sin más, me dio el trabajo. El sábado, salí de compras, algo de ropa, y encontré el libro que utilizaban en clase, llamado “Higiene y el cuerpo humano”

Para mí era un reto interesante, además tres horas, tres veces a la semana, realmente era un muy buen honorario. Sabía que tenía facilidad de palabra y que, a pesar de ser algo tímida, era muy sociable como para convivir con los chicos.

Esa sábado y domingo, me dedique a prepararme para darle clase a estos chicos,

También salí de compras, necesitaba adquirir unos libros, para repasar un poco las materias, además necesitaría un poco de ropa para dar clases de manera adecuada, generalmente solía usar jeans, minifaldas y ropa cómoda que seguramente no sería bien vista por los directivos del Colegio. Así que me lancé a buscar algo más formal. Todo el día me la pasé de tienda en tienda viendo conjuntos, faldas, blusas etc. Finalmente, al caer la tarde y después de comprar varias cosas vi unas medias largas negras, que

Llego la tarde del lunes y tomé el autobús para ir a mi nuevo trabajo, estaba muy feliz y a la vez nerviosa pues nunca antes había enfrentado a un grupo de jóvenes, pero tenía confianza en que eso no sería mucho problema. Al llegar, la señorita Esmeralda, que era la directora del Colegio, me recibió y me comentó que tendría que tener un poco de paciencia pues solía darse el caso de que los chicos del turno vespertino eran más intranquilos y desordenados que los del turno de la mañana, en especial el grupo que me iba a tocar.

Le comenté que no había de que preocuparse, que yo me encargaría de que todo estuviese bien. Al acercarnos al salón, se escuchaba mucho desorden y gritos, no sabía en la que me estaba metiendo. La señorita. Esmeralda entró conmigo al aula y con el fin de implantar orden, grito:

«Jóvenes!!, hagan el favor de regresar a sus asientos y guarden silencio», los chicos a pesar de tener fama de indisciplinados no dudaban en obedecer a su directora a quien le temían bastante.

Traté de imponerme desde el primer día, aplicando métodos que se habían aplicado en mis años que estudiaba. No me fue fácil, pero con mi simpatía, intente ser uno de ellos, ya que por mi edad les podría llevar 3 o 4 años, a lo sumo.

No me fue fácil, mantener la disciplina ese día, ya que mi carácter nunca fue agresivo ni autoritario, yo más bien era dulce y consentidora. Comencé presentándome y hablando un poco de mí, después les pedí que me fueran diciendo su nombre, su edad y las cosas que les gustaba hacer para irme familiarizando con ellos. Descubrí que la mayoría tenían edades de entre 15 y 17 años, y si bien era una escuela mixta había pocas mujeres.

Al pasar el tiempo, mi relación con los alumnos resulto aparentemente buena, no tuve tantos problemas como yo pensaba, lo raro es que a otros maestros les hacían la vida imposible y hasta se escapaban de sus clases. Después de dos meses los chicos y yo éramos realmente amigos, la directora y otros maestros no podían creer que todo fuera tan bien entre ellos y yo.

Sin embargo, a pesar de la aparente buena disciplina había un grupo de 5 chicos que presentaban problemas con sus calificaciones así que un día hable en privado con ellos para poner un remedio al asunto. Me comentaron que tenían dificultad para entender algunos temas y que estaban preocupados por un examen que yo aplicaría unos días después.

Debido a lo anterior se me ocurrió darles clases de repaso el fin de semana pensando que la instalaciones de la escuela estarían disponibles. Fue cuando uno de ellos me dijo:

«Es muy buena idea lo de repasar la materia, pero no sé, si será factible acá.

“Hablare primero con la directora”

Así que fui a verla, pareciéndole una buena idea, y hasta podría conseguirme una retribución extra, ya que los padres eran en general gente pudiente. Alegrándome doblemente, obteniendo algo que no tenía previsto y que me ayudaría muchísimo.

Así que después de hora reuní a los cinco chicos, explicándole lo que había conseguido, que lo haríamos el día sábado, por la tarde, ya que debía concurrir ese día a la Facultad por l

El sábado llego, asistiría al laboratorio de informática de la universidad a capturar un trabajo que debía entregar para una clase. Cuando acudía a la universidad solía vestirme más cómodamente que cuando iba a trabajar a la escuela por lo que ese día me puse una minifalda escocesa roja con cuadros negros, con las largas medias negras, con una blusa blanca, busqué unos zapatos con tacos, que me quedaba todo muy bien.

Al verme al espejo, me veía bastante sexy, mi altura de casi 1,70 m. y mi agraciado rostro, y la ropa que llevaba, que, si bien no era demasiada llamativa, me sentía una mujer atractiva, pinte mis labios preparándome para ir a la Facultad. Ya en ella varios compañeros me alagaron por mi vestimenta, proponiendo salir con ellos, a lo que me negué.

Estaba feliz, eran esos días, positivos, que todo va surgiendo fluidamente, al salir de la Facultad, a pesar de estar cerca de mi casa, decidí ir a comer unas hamburguesas, que me encantan, que siempre trato de evitar para no engordar demasiado.

En un principio había pensado ir a cambiarme al departamento, pero, el día estaba lindo, no estaba demasiado lejos del Colegio, así que trate de disfrutar, decidida a ir caminando, aprovechando lo lindo de la jornada.

Apenas llegue al establecimiento había cuatro de los chicos, al verme uno de ellos, me dice:

“Maestra Mariana, que bonita que esta”

“En serio, está súper guapa” Comentó otro.

Les agradecí el elogio, quedándome charlando con ellos a la espera del quinto chico, cuando llegó, abrí la puerta de entrada, y cerré con llave, mientras decidíamos a que aula ir, hasta que nos quedarnos en una que le daba todo el sol, muy luminosa y cálida. Uno de mis alumnos trabo la puerta con traba, realmente no le di importancia en ese momento.

El tema que íbamos a desarrollar era sobre el cuerpo humano fundamentalmente sobre los órganos femeninos y masculinos y la reproducción en el ser humano. Sabía que eso, daría pie a comentarios picarescos, con doble sentido y atrevidos, pero estaba preparada para darles la contestación adecuada.

Comencé a tocar el tema y a pedir que me hicieran preguntas. Con el paso de los minutos algunas de sus cuestiones, se tornaron como tenía previsto. Cuando Luisito, me dice:

“Maestra, Ud. Ya debe haber tenido relaciones, ¿supongo?”

“No he venido acá, a hablar de mi vida privada” Cuando me contesta:

“Por supuesto, pero si estamos en una clase sobre relaciones sexuales, queremos saber, nosotros nunca hemos tenido relaciones, y queremos aprender” No sabía bien que contestarle, considerando que no había nada de malo, decirles la verdad:

“En realidad nunca tuve”

“Y le gustaría tener?

“Bueno si, pero eso, cuando me case”

“Y va a esperar tanto tiempo, señorita”

“Bueno ya me enseñara mi esposo, en el momento adecuado”

Las preguntas se tornaban bastante atrevidas, y temía que no podría controlarla, así que traté de continuar la clase, cuando otra vez alguien interrumpe, diciendo:

“Sería bueno, que tenga algo de experiencia, maestra” Me puse algo colorada, contestándole:

“Les repito, mi esposo, me enseñaría”

“Pero cuanto tiempo se va a perder, sin probarlo”

Dentro de mi reflexioné acerca de eso y pensé en las muchas veces que mis compañeros de la universidad me habían propuesto de manera indirecta acostarme con ellos, así como lo hacían con varias de mis amigas, la verdad siempre los rechacé debido a mi moral y a la forma tan recta en que fui educada por mis padres.

Pero eso no hacía, que no sintiese de vez en cuando curiosidad y morbo como cualquier otra mujer, y cuando eso sucedía reprimía dichos deseos tratando de distraerme con otras cosas, como por ejemplo la lectura y el estudio.

La lección continua y mientras les leía un texto levanté un poco la mirada descubriendo que mis cinco pupilos no quitaban la mirada de mis piernas cruzadas, fingí no verlos y seguí en lo mío. Luego me di cuenta que con el tema que estaba exponiendo y la forma en que yo estaba vestida se estaban excitando ya que poco a poco se fueron formando unos bultos entre sus piernas que trataron de disimular tapándose con sus cuadernos. Ahí fue cuando capte que hubiera sido correcto cambiarme de ropa.

Comencé a sentir vergüenza y mis mejillas se tornaron coloradas, después tenía todo el rostro rojo de vergüenza. Dany, el más atrevido de todos me pregunto:

«¿Maestra, porque se pone tan roja, que le pasa, acaso le afecta el contenido de la lección?», nerviosamente le contesto:

“Que no era eso, solo que no me atrevía a decirlo”

Mi nerviosismo, pareció alterarlos, estando a punto de dar por finalizada la clase.

Cuando alguien comento:

«Maestra, no nos atrevíamos, pero queríamos pedirle un favor», no atiné más que a preguntar qué de que se trataba a lo que Dany contestó:

Los libros no nos gustan, queremos aprender de la práctica, ver los órganos femeninos los masculinos lo conocemos”

«Si, quisiéramos ver como son los órganos femeninos en la realidad y no por medio de ilustraciones», a punto estaba de reprenderlos y correrlos a todos, pero sentí que me faltaba la respiración, les pedí disculpas y me fui al baño a tomar un poco de agua ya que había quedado muy impresionada con su actitud y sus comentarios

Tarde varios minutos en regresar al aula, tratando de calmarme y enfrentar las cosas como una mujer adulta, simplemente los reprendería y continuaría con la lección. Entreabrí un poco la puerta del aula, y quedé verdaderamente atónita e hipnotizada al ver que en mi ausencia se habían abierto los cierres y se estaban tocando sus partes mientras comentaban que seguido se pajeaban en sus casas imaginando fantasías conmigo, por fortuna no me vieron. Me quede en el pasillo, tratando de escuchar oyendo la voz de Dany que decía:

«Ya hay que guardarnos las vergas, no vaya a venir la Seño,”

“Si claro, pero esta tan buena hoy, que me cogeria”

No daba crédito a lo que veía y escuchaba, nunca me pasó por la cabeza que a sus cortas edades pudieran ser tan calentones, que, al entrar al aula, parecía que mi temperatura se incrementaba, posiblemente al ser deseada por estos adolescentes.

Hasta llegó a pasar por mi cabeza, estar acostada en el suelo, y a ellos desnudos rodeándome, comencé a excitarme en contra de mi voluntad hasta que no soporte y como acto reflejo me acomodé en la silla y comencé a tocarme instintivamente bajo la falda, sin importarme demasiado si se daban cuenta o no.

Cuando, me percaté que me observaban intensamente, traté de disimular, sin saber que decir, sacando mi mano de la ropa, bajando la cabeza. Cuando uno de ellos dice:

«No se preocupe maestra, la vimos, es normal, a nosotros también nos pasa a veces.» Diciéndoles y a su vez confirmando mi estado:

«Por favor no vayan a decir nada de lo que vieron ni a sus papas ni en la escuela»

«No se preocupe maestra, pero también nosotros quisiéramos que coopere con nosotros» dijo Luisito

“En qué sentido?”

“Bueno, explicarnos las cosas, más al natural, sin tanta laminas” Comenta, tratando de ocultar las risas el resto de los alumnos.

“No lo tome a mal maestra, pero Ud., es lo mejor que hemos tenido, es muy compinche con sus alumnos, y además de ser muy bonita, no podemos negar, que nos encantaría verla desnuda o parte de su cuerpo”

“Lo siento Luisito, pero eso no será posible”

Quedándome pasmada, ante esa proposición indecente, pasando por mi cabeza, pensamientos de moralidad, aunque sentí una especie de excitación, imaginando como se alterarían estos chicos al verme mis partes indecorosas, intente retomar la clase, para evitar este malentendido.

Pero había encontrado una brecha, donde el resto de los chicos se hicieron insistentes, sintiéndome acosada, aumentando mis pulsaciones, mientras la obstinación era cada vez más aguda, donde mi falta de carácter, me hacía difícil negarme, sin saber cómo contener esa impertinencia. Nuevamente intente retomar la clase, aunque mi mente estaba enfrascada en lo que estaba sucediendo, perdiendo el hilo del tema.

Me sentí apresada, la insistencia no mermaba, y no podía controlar la situación, además de ceder, que no era mi intención, podría llegar a ser un gran problema, pero de no hacerlo no sabía cómo podrían llegar a reaccionar estos pendejos. Nunca había transitado por una situación de esta índole, pero, si bien intentaba mantener la calma, el hecho de imaginar lo que podría suceder, me llevaba a un estado de exaltación involuntaria.

Descontrolada totalmente solo pude atinar a decir:

“Está bien chicos, podría llegar a mostrar algo, pero nada más”

En ese instante, no era yo la que actuaba, les hice prometer que no contasen a nadie lo sucedido, al que se comprometieron a no decirlo. Sentí un morbo placentero al saber que expondría mis encantos ante los chicos, y que se excitarían, sin tener demasiado en cuenta que eso no sería un paliativo, sino a incitarlos más, sin embargo, no iba a permitir que me tocaran.

Me puse de pie y sin decir más nada, me bajé nerviosamente un poco las bragas, que en ese momento ya tenía algo húmedas, levanté un poco la parte frontal de mi falda dejándoles apreciar mi depilado triangulo y parte de mis carnosos labios inferiores, durante varios segundos, diciéndoles:

“Están conformes?”

“Es una preciosidad, maestra, habría que tocarlo para sentirlo mejor”

“Lo siento, es todo lo que verán” Mientras me subía las bragas, cuando uno de ellos me agradece diciendo:

«Maestra, gracias de todos modos por mostrarnos su intimidad, me preguntaba yo, si usted conoce un órgano masculino» rápidamente conteste algo molesta:

«No!, ¡por supuesto que no!, como les dije antes, nunca he estado con un hombre»

«¿Y le gustaría conocer, como es uno?»

“No, no me interesa”

“Está segura?”

Me quede callada, con un calor en mis mejillas, y mi respiración alterada, con ganas de salir corriente, aunque no dejaba de atraerme la propuesta.

Pero a pesar de negarme, dos de ellos ya habían sacado su verga, no muy flácidas, que, en lugar de horrorizarme, me quedé estupefacta observándolas, sintiendo humedecerme, sin poder contener mi exaltación.

Que si bien, traté de disimular, fue evidente para los chicos que me impactaron, invitándome a sentarme cerca de ellos, en los bancos, que, como un zombi, me acerqué, como atraída, acelerándose mis palpitaciones.

Cuando me di cuenta, Ariel que estaba sentado a mi lado había puesto mi mano sobre su sexo erecto que también lo había liberado. Mi primera reacción fue retirar la mano, y levantarme, pero guiada por una fuerza extraña se lo volví a tomar y lo empuñé para sentirlo.

«Le gusta Señorita?» Sin saber que hacer quité nuevamente mi mano, pero la volvió a tomar para apoyarla sobre su verga, acariciando mi rostro, diciéndome:

“Tranquila maestra, no se intimide “Que sin decir nada comencé a acariciarlo, notando que iba adquiriendo determinada rigidez, diciéndome:

“En esta clase, todos aprenderemos algo, ¿no cree?” Apenas le sonreí, cuando quedé completamente atónita, cuando los chicos empezaron a quitarse su ropa, que inútilmente, trataba de detenerlos, la situación se me escapaba de las manos, cuando uno de ellos dice:

«Maestra, queremos aprender a tener relaciones sexuales»

«Es que no estoy acá, para eso, además nunca lo hice» contesté estúpidamente, sin saber qué hacer, mientras observaba, bastante alterada. Desde ese momento la situación se puso más caliente, dejando de usar la cabeza, llevándome por mis impulsos.

“Nosotros tampoco, aprendamos entre todos”

Mi cabeza giraba a mil, sin saber qué hacer, tenía algo de miedo, aunque confiaba en que no, me hiciesen daño, tampoco tenía, la fuerza de escaparme, estaba como paralizada, sintiendo algunos roces y voces, en un estado de letargo, sin llegar a comprender que me estaba sucediendo.

Cuando no se bien en que momento, aparecía sentada sobre la mesa, con tres de ellos, estando con mis piernas cruzadas, Ariel que estaba, por atrás acercó su cara a la mía y con una mirada tierna me dijo:

«Maestra Mariana, desde que la conocí he tenido deseos de besarla.», tomando mi rostro para girarlo, pegando sus labios con los míos, cerré los ojos y no dije nada, su boca estaba tibia, comenzó a besarme despacio, después introdujo su lengua que trató de enroscar con la mía, los besos se hicieron más intensos, me sentí como atrapada por él, cuando me rodea con sus brazos.

Me fui entregando a este chico, que su calidez y ternura me atraparon, mientras el resto de los muchachitos no perdían su tiempo, sentí inmediatamente como por encima de mi ropa me estaban acariciando los pechos y las piernas.

Era algo irónico, yo tan recatada estaba entregándome a los juegos de estos adolescentes, cuando deshacen mi cruce de piernas y mientras seguía con los ojos cerrados, recibiendo los besos de Ariel, pudiendo detectar más de cuatro manos, meterse bajo mi falda, produciéndome cosquillas, pero a su vez una fuerte excitación, alterándome al rozar mis nalgas y palpar mi sexo, atinando solo a intentar cerrar mis piernas, cuando me quitan los zapatos, diciendo uno de ellos:

«Le quitamos las medias”

“No, que la hace más sensual” Mientras Ariel no paraba de besarme, metiendo su lengua hasta contactarse con la mía, oyendo lo que decían, recordé una foto de una chica que estaba con unas medias largas solamente, que la hacían muy sexy.

Dejé de besar a Ariel, al sentir, que trataban de quitar mis bragas, y les grito:

“Por favor chicos, eso no” Pero Ariel, volvió a besarme, queriendo distraerme, mientras varias manos, pretenden quitar mis bragas, llegando a cerrar mis piernas, como intentando protegerme, pero entre los besos y aspirar a luchar contra cuatro más, me era imposible, así que ya resignada a lo que venía, termine levantando mis posaderas, mientras iban deslizando mis bragas. A lo que Ariel, sin dejar de besarme, metió su mano bajo mi blusa, desplazando el corpiño para oprimir mi teta.

Al carecer de mi ropa íntima, volví a cerrarlas, cuando uno de ellos toma fuertemente mis rodillas para separarlas. Diciendo:

“No lo complique señorita, dejemos actuar, así aprendemos pronto” mientras abría más mis muslos elevando mi faldita para observar mi sexo, sumado a la mirada curiosa de sus compañeros, el chico se hinco ante mí y nuevamente manoseo mis piernas, después de eso se puso a lamerme la entrepierna, subiendo poco a poco hasta llegar a mi ingle, aumentándose mi excitación, teniendo una sensación espectacular al sentir su violenta respiración junto a mi sexo, esa impresión, aumentó, cuando comenzó a succionar la cara interna de mis muslos. Nunca había experimentado algo así, su lengua era caliente y tenía una textura que me estremecía.

Comencé a relajarme, disfrutando de ese sexo oral, cuando comienzan a desplazar mi corta falda, acosándome cada vez más intensamente con su lenguas y manos, sin determinar quién era quien.

Cuando mi cuerpo comenzó a humedecerse por las babas de estos chicos, donde mi excitación iba en un aumento constante, después de tan acaloradas y excitantes lamidas, acabe acostada en el escritorio, realmente extenuada, suponiendo que ya estaba todo finalizado. Pero, solo estaba mis largas medias, y mis piernas bien separadas, como una doncella en el “altar” del sacrificio, dando la sensación de estar en una ceremonia pagana.

“Maestra, su cuerpo tiene una sensualidad especial, lo vamos a convertir en el Templo del Amor”

A pesar de la situación, me causaban gracia sus palabras, realmente me sentía alagada, pero ciertamente tenía una lucha interna, en la que pesaba de sobremanera el “pecado”, lo “prohibido” y la “moral”

Mis pezones eran succionados sin respiro, estirándolos deliberadamente, donde el dolor y la excitación se fusionaban. Mi cuerpo era sometido sin descanso, llegando a arquearme y gimiendo ante ese ímpetu acosador de mis alumnos, viendo como esos chicos se deleitaban con la sensualidad de mi cuerpo, acariciándome suavemente en algunos momentos, sin dejar esa mirada lasciva, de deseo.

Que, como desesperadas sanguijuelas, chupaban, lamian, y hasta mordisqueaban mi desprotegida piel. De a poco fue todo rotando, donde cada uno tenía su forma de besar o chupar mis partes sensibles, entrando en esa vorágine terminando disfrutando de ese acoso insaciable, llevándome a orgasmos intensos y prolongados.

Durante un buen periodo de tiempo, permanecí recibiendo esa serie de caricias y lamidas, percibiendo esas bocas y manos apoderarse de mi cuerpo inerte, comenzando a disfrutar algo que nunca había llegado a imaginar, reiterando mis convulsiones.

Terminando, sumando a ellos, besándolos, sintiendo su lengua introducirse en mi boca, mientras otros succionaban mis pezones, o lamian mi alterada vagina, llevándome a un estado de catalepsia. Donde mi respiración entrecortada se iba acrecentando segundo a segundo.

Sentí como una especie de morbosidad, al pensar que estos pendejitos, llegarían a desvirgarme, cuando toda mi vida, pensaba que mi flamante esposo lo haría, pero el destino cambio mi sueño, comenzando a llegar a disfrutar con este avasallante momento.

Hasta que me corrieron, quedando mi cabeza colgando en el extremo del escritorio, mientras no paraban de devorar mi cuerpo, llevándome a unos orgasmos indescriptibles, donde cada convulsión parecía ser una catarsis. Estaba como en una nube, donde me manejaban a su antojo, dejándome llevar en esa orgia incontrolable, preparándome, sin duda alguna, para el postre final.