Capítulo 5

Una vez D. José había dejado a su hija en la institución para señoritas, llegó el turno de Carlos. El instituto masculino del Pilar era la institución mas prestigiosa de la región y, sin duda alguna, estaba regida por sádicos. La vara estaba al orden del día.

El director y máximo responsable era Don Venancio, hombre recto, religioso hasta el fanatismo, miembro de la Falange y de todos los grupos afines al régimen y muy, pero que muy autoritario.

Era viudo y tenía una hija, Margarita, bastante fea y con déficits en su manera de combinar la ropa, lo cual no la favorecía. La muchacha claramente echaba de menos los consejos femeninos de una madre u otra figura femenina en la familia.

Su padre la educaba en casa y no le permitía ir al colegio. Don Venancio, además de dirigir la institución daba clases de Matemáticas y Física, el resto de las asignaturas las daba Don Fulgencio, soltero, también afecto al régimen y por supuesto autoritario. Eran muy raros los días en que ningún alumno era obligado a bajarse los pantalones en clase para recibir la vara de Don Fulgencio delante de sus compañeros.

El personal lo completaba la señora Gertrudis, ama de llaves , cocinera, limpiadora y mujer para todo de Don Venancio y, al igual que el, viuda, aunque ella sin descendencia. Los muchachos estaban convencidos que el director se beneficiaba a la criada.

Nada mas bajar del auto de su padre Carlos se acercó a una higuera que había en un lateral del edificio y se apoyó en ella para hacer tiempo antes de las clases. Al momento escuchó un sonido que le era familiar que procedía de la parte de atrás. Con disimulo se dirigió a esa zona y se percató que había una ventana entreabierta, se subió a una piedra y asomó la cabeza para ver lo que ocurría.

Ya estaba claro porque el sonido le resultaba familiar, Gertrudis blandía con energía una zapatilla de felpa con estampado de cuadros y suela de goma gris, que caía inmisericorde contra las nalgas desnudas y ya muy coloradas de Margarita. Que hacía verdaderos malabares por no caerse de las rodillas del ama de llaves.

PLAS, PLAS, PLAS cochina, que eres una cochina

Ayyy, no más por favor

PLAS, PLAS, PLAS las niñas decentes no se tocan ahí

PLAS, PLAS, PLAS ya veras cuando se lo diga a tu padre

Noooo, por favor, a padre noooo

PLAS, PLAS, PLAS ¿no te da vergüenza?

PLAS, PLAS, PLAS ¿Dónde has aprendido eso? ¡en esta santa casa no!

Yo, yo….

PLAS, PLAS, PLAS habla desvergonzada

PLAS, PLAS, PLAS cochina, más que cochina

Carlos asistía a la escena embelesado, la paliza estaba siendo soberbia y la verdad es que Margarita, en contra de lo que todos pensaban, tenía un culo de infarto…

PLAS, PLAS, PLAS ya me estás diciendo donde lo has aprendido o voy a ver a tu padre…

Lo leí en un libro de la biblioteca de papa, exclamó Margarita rota en llanto

¿un libro pone que las señoritas deben ser unas perdidas y tocarse sus partes sin pudor?

Dice que da placer….

PLAS, PLAS, PLAS esto te dará el placer que tu necesitas… PLAS, PLAS, PLAS

PLAS, PLAS, PLAS ¿has aprendido la lección?

La campana de llamada a clase interrumpió la escena y Carlos maldijo su suerte, mientras bajaba de la ventana le dio tiempo a ver como Gertrudis tiraba la zapatilla al piso y se enfundaba su calloso pie en la zapatilla ejecutora del castigo y como al incorporarse Margarita dejó a la vista una mata de vello púbico muy, pero que muy poblada… mientras caminaba hacia la parte de delante Carlos se reafirmaba en sus pensamientos, realmente lo que merece la pena de la muchacha es ese tremendo culo…

El día transcurrió sin novedades en el colegio, varios de sus compañeros probaron la vara por no hacer los deberes y cuando llegó la hora de salir Carlos se dirigió a la vereda que llevaba hacia su finca. Por el camino se encontró a la flaca. La flaca era una chica de su edad cuya familia era muy pobre y vivían en la miseria, la Flaca siempre andaba mirando como sacar unas perras y acostumbraba a interceptar a Carlos cuando este volvía del instituto.

¿Qué quieres Flaca?

Si me das una peseta te enseño una teta

Que no pesada, quítate de ahí

Venga hombre que te enseño dos tetas por una peseta…

¡Si estas muy delgada Flaca!, eso no son tetas ni son nada…

¿Qué quieres, dime, venga señorito que tengo hambre?

Alguna que otra vez Carlos le había pedido una mamada, pero estaba tan sucia que le había cogido asco…

¿Te has lavado? Preguntó Carlos

Esta mañana en el rio Señorito Carlos, por estas, y se besó la uña del pulgar…

A ver, levántate el vestido. La flaca llevaba un vestido que le habían dado en la Acción Católica y que estaba bastante raído…

La muchacha se lo levanto rauda y veloz, sin ningún pudor…no llevaba bragas y la mata de pelo de su monte de venus parecía una selva agreste…

¡Date la vuelta!

La muchacha se giró y Carlos le miró el culo, estaba delgado y no muy apetecible, pero el solo pensaba en el culo de Margarita. Le dio dos cachetes, uno en cada nalga para calibrarlo, y le dijo…

Te doy dos duros si me dejas entrar por detrás…

¿por detrás…es por el culo?

Si Flaca…es por el culo…

¿por ahí no se pueden tener niños verdad?

No Flaca…por ahí no…

Ummmm  ¡cuatro duros!

¡Veinte pesetas por ese culo escuchimizado! ¡tu estas de atar niña!

Pero la Flaca era buena negociando y agachándose rápidamente, se levantó la falda y se separó las nalgas…¡pues usted se lo pierde señorito!

Ese gesto no hizo sino avivar el deseo de Carlos, que al momento echo mano al bolsillo y saco las cuatro monedas de 5 pesetas. Toma desgraciada. A continuación agarró a la muchacha de la muñeca y la llevo a una zona más apartada.

¡Desnúdate!

Al momento la muchacha se quedó en cueros y Carlos la puso a cuatro patas sobre la hierba. Mientras ella esperaba desnuda, Carlos se sacó del bolsillo un condón hecho con intestino de oveja que siempre llevaba con el por si surgía alguna oportunidad. Con cuidado de no manchar la ropa, se desnudó por completo y comenzó a menear la verga para conseguir ponerla dura. La Flaca se ofreció, por un duro más, a chupársela, pero Carlos se negó. El muchacho cerró los ojos y se la meneó pensando en el culo de Margarita y en la tremenda tanda de zapatillazos que había visto esa mañana. Al momento la verga se le puso dura, rápidamente se enfundó el rudimentario condón y tras escupir en la mano y restregar la saliva por el culo de la muchacha, apoyó la verga en el orificio anal y comenzó a penetrarla…

Ayyyy, ay, ay… duele, duele, duele señorito

¡Calla coño que me desconcentras! Exclamó Carlos que, haciendo caso omiso a las quejas de la Flaca, seguía percutiendo en el orificio pensando en el culo de Margarita…

Ufffff, ay, ay, uffff Jesús, María y José… exclamaba la muchacha con cada centímetro que entraba de la polla del muchacho…

De pronto la resistencia inicial de la entrada fue desapareciendo y la verga del muchacho ¡ BLOP! se coló al interior del culo como si de un supositorio gigante se tratara…

Agggggg gruño la Flaca, mientras el joven meneaba la polla dentro de su culo ¡esto vale lo menos 100 pesetas! Exclamó furiosa

100 azotes te daba yo por aprovechada, que este culo no vale nada… y mientras decía esto fue acelerando sus embestidas AH, AH, AH, AH…

Uffff, aggggg. Siguió gruñendo la Flaca con las embestidas cada vez más furiosas…

Pufffffffffffffffff sintió el aire en su cogote mientras el joven se corría…al terminar los espasmos el joven comenzó a retirar su verga y la muchacha ya no sabía si le dolía mas al entrar o al salir… un sonoro PLOF coronó la salida de la polla con el condón y la joven sintió el alivio de la presión en su esfínter…

¡la próxima vez tetas, mamada o nada! Exclamó ella tratando de recomponerse de la sodomización.

¡estas hecha una poeta Flaca! Se rió Carlos… ¡el próximo día te daré unos buenos azotes!

¡a peseta por azote! Exclamó ella tratando de cerrar el trato rauda y veloz…

¡tu estas loca! Ya veremos qué precio cerramos…

Vaaaaaale se resignó ella…pero por el culo no ehhh

¿Y si te pago mas?

¿Cuánto?

Pon precio

¡Cien pesetas!

Para cien pesetas te tienes que dejar azotar y luego sodomizar…

¿Sodo que?

Que te la meta por el culo mujer…

¡Ahhh pues hable claro coño!

PLAS un sonoro azote le cayó en las nalgas aprovechando que aun no se había vestido

¡a mi no me hables así! Exclamó Carlos

Perdón señorito…Jo como se pone…

Carlos se levantó todavía desnudo y agarró el condón y se dirigió al arroyo cercano a lavarlo para poder usarlo de nuevo. Mientras estaba arrodillado en la orilla limpiándolo con la abundante agua corriente del riachuelo, no se percató que la Flaca se había acercado sigilosamente por detrás y, de repente, le enchufó un dedo por el culo a Carlos ¿Qué, que se siente? Gritó mientras metía el dedo hasta lo mas profundo del ano del joven señorito.

¡Hostia, Joder, pero que haces guarra! Gritó sobresaltado Carlos, que al intentar erguirse por la sorpresa resbaló con la tierra húmeda de la orilla y se venció cayendo sobre su trasero y dejando que el dedo se le clavara en lo mas profundo de su ser…La Flaca no tenía ninguna intención de quitarlo, aunque después la castigara quería que el sintiera la sensación que ella había sentido…Carlos nunca lo reconocería, pero la molestia inicial se estaba tornando en placer y, aunque amagaba con parecer querer salir, fingía seguir resbalando para clavar una y otra vez el dedo de la Flaca en su culo…¡si hasta parece que le gusta al señorito! Exclamó la joven que, imbuida de un halo de valentía, se sentó en una piedra cercana y acercó al muchacho sin sacar el dedo de su interior…

Vaya, vaya, mira quien va a recibir ahora su merecido y, sin sacar el dedo de su mano derecha del culo del muchacho, comenzó a azotar las nalgas con la mano izquierda…Carlos no protestaba, la sensación le estaba resultando excitante…pero en ese momento por la otra parte del arroyo apareció Don Fulgencio que se quedo mirando la escena. Nada mas verlo la Flaca sacó el dedo del culo de Carlos y lo tiró de sus rodillas al suelo. Como alma que lleva el diablo desapareció por la espesura del bosque.

Carlos estaba rojo de vergüenza, Don Fulgencio cruzó el arroyo a través de unas rocas y se acercó al muchacho que se tapaba como podía sus partes púdicas…El maestro lo cogió por una oreja y le dijo:

¡Vaya, vaya, lo que hemos pescado hoy! Donde está su ropa desgraciado…

Carlos señalo con la cabeza en la dirección por donde se había ido la Flaca y tomaron rumbo hacia allí, Carlos iba delante y Don Fulgencio lo azuzaba en las nalgas con el bastón.

Una vez llegaron a la zona apartada donde el muchacho había sodomizado a la flaca Carlos hizo ademán de vestirse

¿Qué hace? Preguntó el profesor

Ves…Vestirme, dijo Carlos…

De eso nada, primero va a explicarme que han hecho aquí y que estaban haciendo en el rio…

Yo, vera, es que…

Es que nada, o quiere usted que se lo diga a su señor padre, D. José.

No, D. Fulgencio por favor, castígueme usted pero no se lo diga a mi padre que me mata…

Está bien, cuénteme con pelos y señales lo sucedido…

Carlos comenzó a relatarle cómo había sodomizado a la joven y como después ella le había sorprendido en el rio, solo que en su relato insistía, en que estaba luchando por librarse de ella.

Yo no lo he visto luchando precisamente, pero vamos a comprobarlo inmediatamente. ¡Dóblese y agárrese los tobillos! Esa era la orden que recibían en la escuela cuando iban a proceder a azotarle el trasero. Carlos se mordió el labio inferior mientras se ponía en posición pues entendía que los azotes serían muy duros (aunque seguro que mas suaves que el castigo de su padre si se enteraba).

Carlos se preparaba para recibir su primer azote, cuando sintió como le agarraban de las caderas y con un movimiento brusco, noto un dolor punzante en el ano mientras la verga de Don Fulgencio le penetraba…

Ayyyyyyyyyyyyy gritó Carlos con el dolor intenso de la penetración forzada…

¿no era esto lo que querías? Le inquirió el profesor, mientras seguía empujando su verga hacia el interior.

Ufffff, ayyy, profesor no, ufffff balbuceaba el muchacho mientras la verga del maestro le perforaba una y otra vez, una y otra vez…

Poco a poco la tensión en el esfínter se fue tornando placer y el enculamiento le empezó a resultar satisfactorio, máxime cuando D. Fulgencio comenzó a alternar las embestidas con cachetes en las nalgas…antes de que se diera cuenta noto algo caliente en el interior de su ano, era el semen de su maestro que se había corrido en su interior…

Sin mayor delicadeza el maestro sacó su polla del culo del muchacho del que comenzó a salir un hilillo viscoso de color rosado, mezcla del semen con la sangre de la rotura del esfínter por la violenta embestida.

¡muy bien joven, mañana nos veremos en el instituto y allí recibirá los azotes que se ha ganado! Y le dio un cachete en las nalgas, creo que repetiremos…

Mientras el maestro se marchaba silbando, Carlos se quedó doblado, sintiendo el ardor en su ano y sin saber muy bien que pensar, le había dolido, le había gustado, le gustaban las chicas, pero le había forzado un hombre… su cabeza era un torbellino de ideas…

Al rato se recompuso, se vistió y comenzó a caminar de regreso a casa, con cada paso las molestias del culo le recordaban lo sucedido, pero sacando fuerzas de flaqueza, trató de obviarlas para que nadie se diera cuenta de lo sucedido ¿nadie?…

Continúa la serie