Aprendiz de sexoservidora

Eran ya pasada de la media noche, cuando sonó mi celular, era Enrique, primo hermano de mi esposo.

Un hombre apuesto y educado, hombre de recia figura; me llamaba para invitarme a cenar con mi cuñada, pues yo sabía de antemano que ella estaba cumpliendo años ese día, y mi esposo estaba en el trabajo; así que decidí acompañarlo.

Le pedí de favor que me diera tiempo de darme una manita de gato, así que me metí a la ducha, y me puse una faldita color blanca, pero antes me puse mis pantimedias sin nada abajo, pues nunca uso ropa interior.

Me puse mi blusa y como estaba algo fresco, tomé mi saquito color rojo y me lo puse sobre la blusa; me miré al espejo y sentí como mi cuerpo se estremecía, pues tal parecía que no traía falda, mis pompas se veían más grandes y  más redondas, mientras que mis piernas dejaban escuchar el roce de las medias.

Me senté en el sofá en espera de que llegara mi cuñado por mí, mientras, aproveché para mirarme en el espejo, parecía una puta; al mismo tiempo me tocaba mi vagina, y practiqué cruzándome de piernas y figurando mis mejores poses, de manera que dejara algo a la imaginación; pero mi vestuario no me lo permitía, por lo que decidí vestirme mejor a la antigüita.

Fue entonces que sonó el claxon del carro, anunciando que ya estaba Enrique y que venía por mí.

Salí apresuradamente y me subí al carro, fue tan rápido que no me di cuenta que mi cuñadito tomaba otro rumbo que no era el de su casa; lo miré y al mismo tiempo le dije:

– Enrique, ¿a dónde vamos?-, fue cuando me di cuenta que sólo traía puesto la camisa y que todo su cuerpo estaba desnudo.

Pude ver con la luz que entraba por el cristal del vidrio polarizado, su pene bien duro, y sus ojos brillosos, al darse cuenta de cómo le veía la verga, me dijo:

– ¿Te gusta putita?, no te hagas pendeja que ya sé que engañas a mi primo y que te gusta la verga de corazón-, y tomándome de la mano me atrajo hacia él. Yo, toda mensa, le dije:

– Esta bien, pero dime, ¿qué sabes de mí?-

– Espera, espera… -, y así llegamos a una dirección que no era conocida para mí.

Se puso el pantalón y me dijo:

– Bájate, y espérame-

– Enrique, ¿qué tienes?, esto lo va a saber mi esposo, ya lo veras…, al momento me contestó:

– Claro que lo tiene que saber-, y tomándome de la mano y cargándome sin ninguna compasión, me introdujo a la casa y me aventó sobre la cama, y me dijo: -Espérame…-, y se salió.

De pronto se abrió la puerta del clóset y salieron tres chavos que burlonamente me dijeron:

– ¿Qué onda güera?, ¿cómo estás?-, y sacando valor les contesté:

– Bien, pero bien buenota-, tiraron la risotada.

Me tomaron varias fotos de mi trasero, y fue cuando les dije:

– ¿Quieren mi cuerpo?, pues aquí lo tienen-, y acercándome a uno le dije:

– ¿Te gusto papacito?, adelante, aquí estoy-, y con movimientos sexy me fui quitado la ropa.

Les bailaba a los tres y ellos emocionados no dejaban de aplaudir gritando a la vez «Tubo, tubo, tubo»…, y así me quité la ropa y me acaricié todo mi cuerpo, metiéndome suavemente el dedo en mi vagina, sacándolo y llevándomelo a la boca y preguntándoles al mismo tiempo si les gustaba. Los desnudé a los tres a la vez, tomándoles el miembro y mamándolo uno a uno.

– Por parte papacitos, para todos tengo…, uno por uno y verán y sentirán a una puta de verdad-

Así estábamos cuando apareció mi cuñado ya desnudo:

– ¿Lo ves cabrona?, ¿ves que puta eres y que buenota estás? Lástima, de lo que me estaba perdiendo…, y tomándome de las nalgas me dijo: ¡Qué ricura! ¡Mira nomás que lindo culo te cargas, perra! Será mío, hoy y siempre mamasota, ahora si sentirás lo bueno de esto-

Yo también lo tomé de los huevos y lamiéndoselos desde mero abajo, dejé correr mi lengua desde su trasero hasta la punta de la verga, moviendo mi mano hacia arriba y hacia abajo, dejando salir mis babas pegajosas.

Me mostraba babosa, muy babosa, dejando salir el chapoteo de mi boca, mientras que uno de los chavos ya me estaba apuntalando por el culo; no dije nada, sólo me acomodé para que se metiera sin dificultad toda la mazacuata y no me lo lastimara.

Y así entre movimiento y movimiento, ya tenía la verga completamente mojada con mis babas:

– Perra, qué bien mamas-, me decía mi cuñado moviéndose hacia dentro y hacia fuera.

De pronto dejó salir su semen, chorreándome toda la cara y gritando a la vez:

– Trágatelos puta… -, y con un movimiento, me penetró hasta la gargantilla; la verdad no sentí el chorro, pues me los depositó casi hasta el estómago, y así se la seguí mamando, pues no se le bajaba.

Mientras que el otro, también terminaba en mi culo. Me levanté y me dirigí al baño, donde me di una enjuagada, pues me corría el semen por la cara. Tomé la pasta dental y la usé como que si fuera el jabón, lavándome mis partes nobles.

Me unté crema en mi culito así como en mi vagina y salí del baño.

Ahí estaban los cuatro, se miraron unos a otros y no dijeron nada, sólo uno se paró y puso a tocar un estéreo, dejando salir música disco y fue ahí cuando empecé a hacer mis movimientos más sexys, tocándome la pucha y acariciándome las nalgas, sacando la lengua y dejando salir mis babas.

Se paró uno y empezó a bailar conmigo bien abrazaditos, sintiendo otro por atrás tocándome las nalgas y mi bizcochito; mientras que el de enfrente, besaba mis chiches y yo, lamiendo su cara y dejando el sabor de mi saliva por su rostro, oídos y cuello.

Lentamente me fui bajando y al encontrar la primera verga, la empecé a mamar y seguí mamándole la verga a los dos, mientras que mi cuñado y sus dos amigos se masturbaban; mientras bailábamos, me la fueron metiendo por mi vagina y el otro por mi ano, gritaba de placer.

De pronto se detiene mi adorado cuñadito y lleno de celos, me los quitó de encima gritando:

– Pinche puta corriente, pinche perra; y pensar que yo te deseaba tanto y hasta ahora me animé-

Tomándome de la mano me dijo:

– Vamos, hija de tu pinche madre, vístete y vámonos-, salimos de la casa y tomamos su carro.

Nadie decía nada, los dos permanecíamos en silencio, fue cuando le pregunté:

– Dime… Sé sincero, ¿por qué me hiciste esto? ¿por qué me violaste así?-, volteó y me dijo:

– Te dice algo est@ agarrándole la verga le dije:

– Sí, sí me dice algo-

– ¿Qué?-

–  Que me pongas a trabajar de puta, anda, llévame, ya viste soy calientísima y quiero probarme en el trabajo mas antiguo del mundo-

Abrazándome me dijo al oído:

– Está bien, y que me perdone mi primo-

Y así llegamos a un bar del que no recuerdo su nombre pero es algo así como jarocho y ahí entramos, diciéndole:

– Papito déjame sentarme sola, ¿ok?-

Me dejó y caminando con movimiento galante llegué hasta donde estaban sentadas varias chicas, ahí me senté y con un ademán, le solicité un cigarrillo a un caballero, al mismo tiempo dejé ver mis vellos vaginales, pues no traía ni tanga siquiera; él levantándose del asiento me invita a bailar.

De pronto me encontré bailando bien abrazada de ese hombre que despistadamente le tocaba el miembro y echándole los brazos al cuello.

Lo empecé a besar en la boca y meter mi lengua dentro, mientras él me agarraba el trasero.

Aprovechando la ocasión le susurré al oído:

– Entonces que papi, ¿vamos al cuarto?-, y me contestó:

– ¿Cuánto mamacita?-, no supe ni cómo pero le contesté:

– Doscientos varos, pero tu pagas el cuarto-, y así salimos del negocio.

Cruzando la calle entramos a un hotelucho y ahí entre rechinidos y rechinidos me cogió y se la mamé, pagándome después por el servicio. Y así me convertí en la mujer más puta y más sexy y con mayor clientela…