_Me darías tu número? _Me preguntó mirándome a la cara, seguro de si mismo.

Solté una risita histérica y para mi propia sorpresa, como en los viejos tiempos me sentí algo excitada.

_Mmm… no lo creo conveniente. Estoy casada y por si no lo sabías mi marido es el director.

Atrevido el nene, porque no era más que eso con sus escasos 24 años. Pero esa chispa y su falta de vergüenza lo destacaba del resto de los ingresantes. Ya tenía su propia estrella.

_Ademas para que querrías mi número? Me imagino que a tu edad debés salir todos los fines de semana y tendrás muchas chicas para elegir.

_Muchas para elegir no creo… No es tan así, además ya tengo una elegida, me respondió deslizando una sonrisa que compraba cualquier voluntad.

Y así Adriano me compró la mía con su actitud arrogante y por ser directo y decidido (aunque también por ser tan alto y con esa carita de niño bueno idéntico a Ashton Kutcher, ese actor que me traía loca desde que tuvo un romance con Demi Moore. Aunque solo eran tontos detalles que al menos a mí me motivaban para darle rienda suelta a lo que podría venir).

Adriano se perfilaba como el líder de aquel grupo de nuevos residentes. Sin dudas el más destacado, callejero, halagador y simpático. Y mirando su historial de calificaciones me encontré con puros 9 y 10.

Desde que nos conocimos supe que iba a tener futuro profesionalmente hablando (y ahora que se animó a hablarme tan decididamente y tal vez si se alineaban nuestros planetas podría tener algo conmigo).

Y prestada al juego me dije a mí misma «Y por qué no?», imaginando con que pueda ser mi Ashton Kutcher argentino y yo su Demi Moore. La fantasía de la milf con un púber me doblegó, accedí y le di mi tan codiciado número.

Charlamos banalidades un rato más y cuando me iba a ir se acercó para darme las gracias pero en su carita noté que buscaba algo más.

_Me vas a invitar a salir? Vamos a ir a tomar algo o querés llevarme a la cama?

_A donde vos quieras María José. Te llevo al fin del mundo si querés. Pero llevarte a la cama sería un sueño.

Para mi sorpresa no le bastó con hablarme y pedir mi número de celular. El residente iba por todo: apenas bajé la guardia se perfiló a darme un beso que por reflejos, aunque más por instintos (las conocía a todas esas artimañas masculinas) me aparté y ese misil que tenía como objetivo mi boca por error de cálculo fué a parar a mi mejilla. Tuvo mala puntería el novato jaja.

Me alejé dejándolo con un hilo de esperanza y a decir verdad me tenté al tener ese incipiente coqueteo con un residente otra vez.

Y digo otra vez, porque pasaron cuatro años de aquel primer «coqueteo» (y algo más) con Gastón y Bautista, esos dos residentes que me hicieron de todo y le dieron un giro rotundo a mi aburrida vida.

Capítulo 1: Una nueva aventura de la Doctora Orsi

Han pasado cuatro años de aquel episodio en donde tuve sexo en el consultorio con Gastón y Bautista, para después ser chantajeada y obligada a dejarme someter por el director de la clínica con tal de no perder mi puesto de trabajo.

Y después de tener un primer contacto con ese viejo abusivo volvió a insistirme en más oportunidades para tener algo conmigo dándome todo tipo de atenciones y regalos costosos. De alguna manera lo acepté, me convenció y fuimos amantes por mucho tiempo.

Y será que lo volví tan loco en la cama y se hizo adicto a mi cuerpo que dejó a su esposa por mí.

Y así un buen día dejé de ser la amante del director, me pidió matrimonio y sin dudar le di el sí para convertirme en su señora esposa.

Sii… me casé con el viejo, ahora soy María José Orsi de Cohen. Estoy recién casada estrenando mis 40 años y puedo decir que llevo una apacible vida.

Mi marido es un buen hombre y a pesar de que lo intente no logro amarlo ni lo amaré nunca, es mi compañero de vida y nada más y a pesar de que tenemos mucho sexo cuando me monta no logro conexión, es todo tan mecánico que no lo siento, finjo orgasmos, simulo disfrutarlo pero no es así, y lo peor es que a pesar de todo él me adora. Alfredo no me priva de nada, me malcría, soy su locura y también su perdición.

Yo con 40 y mi marido con 69 años, digamos que hay una franja etaria importante y supongo que algo de morbo causa en algunos señores el hecho de vernos juntos tomados de la mano en cualquier evento o cenas a beneficio y eso a Alfredo eso lo enciende. Se muestra orgulloso conmigo por tener una hermosa mujer a su lado. Cambió una septuagenaria aburrida rubia teñida por una mucho menor con curvas y cabello lacio negro azabache que hasta podía ser su hija.

Y yo por mí parte me siento segura, protegida y empoderada por estar con alguien tan influyente.

Recuerdo una madrugada al volver a casa luego de un evento lo noté con ganas y confieso que yo un poquitín de ganitas también tenía.

Estando el ya acostado ante su presencia me fui sacando el adherente vestido rojo pasión idem al de Jessica Rabbit que usé en aquella fiesta y cuando le di la espalda le llamó mucho la atención de que no traía ropa interior.

_Majo mi amor…estuviste toda la noche sin bombacha?

_Si gordi y qué tiene? .. es un vestido de fiesta y no me puse nada abajo para que no me deje marcas.

_Con razón todo el mundo te miraba en la fiesta. Mi hembra de rojo.

_Y a vos no te tiene que molestar que otros hombres me miren, si sabés que soy tuya y de nadie más_ le respondí buscona, ya totalmente desnuda y le di un beso para luego meterme a la cama.

Alfredo se mostró más que predispuesto que de costumbre a hacerme el amor y sin dudas me cogió mas que bien. Además yo estaba con un apetito sexual más elevado que el habitual, por las insinuaciones y cosas subidas de tono que me dijeron algunos hombres en aquella cena a beneficio, los efectos del alcohol o tal vez porque alguien me estaba revoloteando desde hace días.

Tuvimos un descanso, me quedé mirando el techo y luego volví a buscarlo…

_Amor no tenés miedo de que pueda acostarme con otro tipo?

_Y eso a qué viene?

_Solo pregunto….

_Para nada mi vida, no creo que me engañes, llevamos tantos años juntos y confío mucho en vos lo sabés muy bien. Se que no me vas a engañar.

Sus palabras me reconfortaron y de repente sentí que su mano empezó a acariciarme suavemente.

Los dedos iban recorriendo mi cuerpo con lentitud, hasta que llegaron muy cerca de mi sexo.

Y Alfredo me tomó de la cintura e hizo que me suba sobre él. Sentí su aliento agitado y sin vueltas con una sorprendente erección me penetró. Gemí cuando me la hizo entrar casi por completo ya que ambos teníamos muchas ganas y juro que en ese segundo round lo sentí distinto.

La tenía más dura que lo habitual porque al parecer se estimuló con algún fármaco, cosa que mucho no me importó. La cuestión es que me cogió hermosamente bien tanto que alcancé un orgasmo.

Acabé… si… acabé!!.

Rendida me sentí tan aliviada y complacida y quedamos así como estábamos, yo sobre él con su miembro adentro de mi sexo.

Luego me dormí con una sonrisa maligna en mi rostro porque lo tenía comiendo de mi mano. Si quería portarme mal ya tenía luz verde para hacerlo. Alfredo mi marido confiaba en mí y yo por mi parte ya lo tenía todo planeado.

Me mortificaba la idea de solo pensar en darme un permitido, un nuevo touch de colágeno, un poco de adrenalina y diversión. Tanto me gustaban chicos jóvenes que tenían la mitad de mi edad? En verdad gustaba tanto la pija que no me importaba traicionar a mi marido?. Quizás sí, porque todo eso me marcaron en la piel Gastón y Bautista a quienes no lograba olvidar pero en éste momento no dejaba de pensar en Adriano, aquel nuevo residente de la clínica.

Capítulo 2: Luz verde para la doctora.

Con la venia de mi marido pasé a tener un rol mucho más activo, me sentí más liberada y Adriano era el objetivo.

Me pregunté si lo estaba haciendo bien y pensé si tal vez no me estaba apurando demasiado. Debía mostrarme accesible pero tampoco parecer una regalada.

Y así días después como tanto lo planeé por fin nos encontramos en nuestro lugar de trabajo. Cuando por fin el resto de sus compañeros se fueron nos las ingeniamos para quedar solos y hablamos casi una hora y ya me mostraba tonta y risueña charlando con ese chico.

_Noto que aunque seas un niño sabés cómo endulzarle el oído a una mujer_ Deslicé sutilmente dándole pie a que continúe.

Entonces me miró inclinando su rostro con una sonrisa y sus ojos tan expresivos se mostraron aún más vivaces y hambrientos que antes. La diferencia de edad entre nosotros debía hacerlo dudar pero no fué así: tenía una envidiable seguridad.

_Y a vos te endulcé el oído? _me preguntó con su cara de pícaro.

… Y si… Me hago cargo. Me dejé endulzar los oídos.

El tema es que ahí no era ni el momento ni el lugar indicado, además no estaba dispuesta a cometer los mismos errores que en el pasado ya que estaba al pendiente de todos por ser la mujer del director, y no solo eso, Alfredo puso un sistema de monitoreo tan preciso que no me daba margen para portarme mal, los ojos en el techo lo veían todo por lo que me las ingenié para hacerle saber que me gustaría encontrarme con él en otro lugar.

Ahora se había puesto serio y sus ojos irradiaban lascivia y todo porque estaba muy cerca de lograr su objetivo.

_Aqui no podemos no quiero que mi marido se entere_. Le dije y me sugirió un lugar neutral para encontrarnos. Y así quedamos en vernos al día siguiente por la tarde.

Esas 24 horas y un poco más de espera se me hicieron eternas, o tal vez por mi ansiedad y mis ganas de verlo las agujas del reloj caminaban más que lentas.

Y cuando la tan esperada tarde llegó le mentí a Alfredo al decirle que iba a trotar a los bosques de Palermo con Paula, una amiga de años a quien él conocía, así que para no levantar sospechas me vestí de manera muy casual, con una campera deportiva, un pantalón jogging gris claro, zapatillas y una remera básica blanca.

Había querido verme lo menos sexy posible para poder salir y que Alfredo no desconfíe pero buscaba exactamente lo opuesto: verme deseable, muy perra y sobretodo muy cogible para ese bonito residente.

Así que cuando por fin nos encontramos con Adriano en los bosques de Palermo, aquel lugar elegido, la química estaba en el aire que respirábamos. Desde que me vió el pendejo me miraba con unas ganas y de una forma tan descarada a pesar de mi aburrido pantalón jogging gris, que a decir verdad marcaba mis atributos como si fuese una calza, la campera negra de la marca de las tres rayas, gafas oscuras y mi pelo atado.

_Reconozco que si no fueras un niño, o tal vez si yo tuviese 20 años menos me hubieras interesado._ Así empezó mi alocución cuando nos sentamos en el verde césped después de trotar juntos en el parque hablando tonterías distendidos y entre risas fuimos conociéndonos un poco más.

Dudé de si no estaría siendo demasiado directa. Pero igual los hombres no tienen tanta chispa para captar indirectas, y yo no tenía mucho tiempo, así que no me quedaba otra que ser todo lo clara que podía.

_Majo a mí no me molesta la diferencia de edad_ dijo él, con esa seguridad que lo caracterizaba y a su vez mostrando firmeza.

_Es más, me encantan las MILFS_ agregó después, con una mirada tan penetrante diría un tanto violenta.

_MILFS?. Qué es eso? _pregunté, haciéndome la tonta.

_Una mujer que tiene edad para ser mi madre, pero que está tan buena que me la cogería.

Esperaba que Adriano fuera directo, pero no tanto. Tragué saliva y se puso de pie, y aprovechando mi silencio me tomó de la mano e hizo que yo también me levante y quedamos cara a cara.

Teniéndolo cerca era mucho más alto que yo. Un chico realmente imponente y me pregunté qué haría si ahora daba marcha atrás y me negaba a seguir con lo que habíamos empezado? Y a pesar de que había mucha gente alrededor paseando en bicicleta y haciendo deportes yo me sentía indefensa aunque quería saber hasta dónde íbamos a llegar y no pensaba negarme, si en definitiva para eso vine.

Intentó besarme pero no quise.

_Esperá aquí no… alguien puede reconocernos_ le ordené y me sorprendió que obedeciera. Entendió y se quedó parado a unos centímetros de mí mirando para todos lados con cierta paranoia.

_Vamos a un lugar mas privado le dije al oído y me hizo caso una vez más, lo noté con ganas y parecía que apenas podía contenerse.

Tomé los debidos recaudos, subimos a mi auto y nos dirigimos al departamento de soltera que aún conservaba y cada tanto visitaba.

El viaje se hizo eterno, mi corazón palpitaba a mil y lo único que deseé es que nadie nos viera entrar juntos, y para mi paz así fué.

Apenas cerramos la puerta me abrazó, mis pechos se apretaron en él y el tan esperado primer beso llegó de manera natural.

Más allá del romanticismo de ser besada otra vez por alguien tan joven, me sentía con mucha adrenalina. Era muy divertido manipular asi a un hombre en tan poco tiempo. Siempre supe que sería capaz de hacerlo, nunca dudé de mí pero llevarlo a la práctica me resultaba muy estimulante.

Adriano pasó de un tímido primer beso a hacerlo con furia. Si fuera por él me metía la lengua hasta la garganta y sabía que yo se lo dejaría hacer. Sus manos en segundos bajaron hasta mi culo y empezó a palparlo con mucha obscenidad mientras continuaba besándome. Se lo notaba nervioso pero con ganas de seguir descubriendo mi cuerpo.

A pesar de su aspecto y de su actitud, quizás no tenía ni la mitad de la experiencia de la que de seguro alardeaba. Igual, con inexperiencia o no, su lujuria y su juventud compensaría cualquier cosa. Adriano me gustaba. No habían dudas de eso.

_Majo qué buena estás _me dijo mientras agarraba mis nalgas por sobre el pantalón gris.

Sus manos me tocaban de una manera tan impúdica y me trataba ya de una manera que yo misma le había permitido para que lo haga.

_Tanto te gusta? —le pregunté en alusión a que no quitaba sus manos de alli. Y la manera en que me manoseaba el culo era una respuesta en sí misma.

_Ahora besame el cuello pendejo. Chupame toda… Dale así!!.

Y lo hacía más que bien. Por lo visto no solo era un chico diez solo en las calificaciones. Mi propio Ashton Kutcher era perfecto!!.

Me sentí en el cielo mientras lo hacía. Estábamos perdidos en el delirio y el placer y dejó mi cuello para sacarme la remera y a su vez yo misma me quité el corpiño para permitirle que tome mis tetas y asi me las chupó con tal desesperación que me hizo poner los ojitos en blanco para acto seguido bajarme el pantalón hasta las rodillas.

Jugó un buen rato con mis tetas estaba más que entretenido con ambas mientras me sacaba la diminuta tanga que elegí para la ocasión.

Y una vez más me estaba entregando a un jovencito atrevido, de manos inquietas y un tanto degenerado que me gustaba mucho.

Ya estaba despojándome de toda mi ropa saboreando mis tetas y acariciando mi culo como si tuviese la certeza de que jamás en su vida volvería a posar sus manos en algo tan redondo y firme.

Tal como lo dije, me desnudó por completo y sin que me diera cuenta, terminé con las manos apoyadas contra la pared para que Adriano me diera un beso negro tan intenso como aquellos a los que acostumbraron Gastón y Bautista.

Su lengua curiosa y vivaz parecía querer meterse en ese recoveco de mi cuerpo y saboreaba mi ano como si fuera un manjar. Era normal que a un hombre le guste chuparle el culo a una mujer, lo sé porque todos y cada uno con los que estuve en estos 40 años de vida me lo hicieron, pero ahora con mis 40 recién cumplidos no imaginé que a mí me gustaría tanto que Adriano me lo hiciera.

Y ese nenito atrevido me lo hacía tan rico que empecé a gemir, me entregué sin tapujos y sentí que mi sexo ya estaba empapado.

_Ahora cogeme nene. Cogeme ya mismo!!_ Se lo ordené con voz firme.

Tuve un dejavú y vino a mi mente el hecho de estar en el mismo lugar donde Gastón en una de tantas veces me hizo suya de parada después de que Bautista me cogiera hasta cansarse sobre la mesa. Fueron incontables las veces en que fui la hembra de los dos al mismo tiempo en mi departamento. Era la puta de ambos. Ellos me moldearon así.

Lo cierto es que apoyé las manos en la pared, separé más las piernas y en puntas de pie levanté un poco el culo.

El nene que me traía loca de deseo me abrazó por detrás. Sus manos se cerraron en mis tetas apoderándose de ellas que prácticamente ya eran de su propiedad. Luego hundió su verga en mí. Era grande pero por suerte no era enorme, como había pensado. Igual no era para nada despreciable.

Lo sentí meterse en mi interior. El placer fue inmediato y juro que desde hace muchos años necesitaba sentir carne joven otra vez. Lo busqué inconscientemente desde hace tiempo y por fin logré concretar con alguien que yo misma elegí.

Me sentía como una adolescente descubriendo su sexualidad por primera vez. De nuevo joven y por demás excitada como si tuviese la misma edad de Adriano. Cuánto daría por volver a tener 24 otra vez!.

En ese instante, mientras esa pija bien proporcionada entraba y salía de mi sexo ya lleno de flujos, todo la culpa que me atormentaba desapareció. Solo era mi cuerpo reaccionando placenteramente a los estímulos y las embestidas de ese chico.

_Majo qué culo tenés!!… Y estás toda mojada!! Te la voy a meter entera vas a ver_ me dijo con un tono casi amenazante.

_Si hermoso, hacé lo que quieras conmigo. Soy tuya!!.

Adriano empezó a moverse, metiéndome su gorda pija con paciencia. Cada vez me enterró más y más su miembro, hasta hacerme sentir los testículos golpear en mis nalgas.

_Pendejo degenerado siempre cogés así de bien? Me gusta mucho… dale metémela con más fuerza!!_ le dije gimiendo envuelta en sudor.

Mientras mis pechos estaban apretados contra la pared mis pezones erectos parecían rayar esa superficie. Nunca me sentí así de plena y eso me producía una sensación muy agradable.

_Cuando vas a acabar, avisame. Quiero tomarme toda tu lechita _le dije con cierta dificultad ya que no podía parar de gemir cuando me metía esa pijota hasta el fondo.

Se rió y parecía que todos los hombres del mundo compartían el fetiche de hacerle tragar el semen a una mujer. Pero en realidad temía que me acabara adentro, era mucho para una primera vez. Por otra parte, no pude evitar recrear en mi mente todas las veces en las que me tragué el semen de Bautista y Gastón.

La apacible Doctora Orsi estaba convertida en una puta otra vez. Una completa degenerada.

_Maria José vení para acá, te acabo. _dijo cuando sacó de un modo brusco su pija de mi interior.

Sacó sus manos de mis caderas y me puse de rodillas rápidamente sacando la lengua afuera dispuesta a recibir la pronta descarga y él me arrimó su verga, metiéndola en la boca.

Me percaté de que aún faltaba un poco para su eyaculación, pero lo que Adriano quería era que se la chupe y le di el gusto por supuesto. Se la chupé con una obediencia inquebrantable y de verdad me gustaba hacerlo, le puse tantas ganas que la boca no se me iba a acalambrar jamás, hasta que por fin lo sentí venir y me largó una bocanada de leche tan potente que me la tragué toda!!.

_Debés pensar que estoy loca._ le dije, agitada mientras me pasaba la mano por la comisura de los labios limpiando todo ese enchastre, saboreando lo que aún quedó.

_Pienso que estás buenísima. Tenés un culazo tan perfecto y me gustaste desde el primer día que te ví.

No sabía cuánto tiempo había pasado, lo cierto es que me dió una hermosa cogida de ese modo en que a mí me gustaba.

El hecho es que perdí la noción del paso de las horas. Eso sí, estaba segura de que quería uno más. Total Adriano iba a tener otra erección en cuestión de segundos, lo sabía. Además, yo todavía estaba caliente y a decir verdad nunca me saciaron con un solo polvo. Y conociéndome y después de tan grata experiencia hasta estaba dispuesta a que me acabe adentro si mi macho me lo pidiera en ésta oportunidad.

Pero las cosas por algo suceden, y al intentar buscar en el bolso una hebilla para alzarme el cabello éste cayó al piso y con él mi celular.

Al levantarlo descubrí que lo puse en silencio y tenía un audio de WhatsApp más 6 llamadas perdidas. Todas de Alfredo, mi marido que lógicamente estaba como loco.

_Se puede saber dónde estás? Atendé el celular ya mismo!!_ exigía su voz enojada en aquel audio.

Upsss… Estoy en problemas. Pensé.

Lo llamé y aduje que no atendí sus llamadas porque estaba manejando en plena autopista porque la llevé a mi amiga Paula a casa de su madre que vive en provincia de Buenos Aires.

_Ya voy para casa Amor… Esperame en la camita que tengo muchas ganas de vos_

Obviamente eso fué una mentira descarada (de que tenía ganas de estar con él, obvio) pero debía hacer buena letra ya que comprendí que Alfredo no se tragó mis argumentos.

Y al escuchar mi pedido tan sugestivo alguien se me arrimó desde atrás haciéndome marca personal con una tamaña erección.

_Adriano ya basta, por favor_ le dije con el celular en la mano totalmente vestida dispuesta a partir.

Todo terminó, debía volver a casa de modo urgente pero él ya estaba con el pito duro otra vez provocándome.

Y la tenia enorme para mi debilidad, aunque a decir verdad por el solo hecho de verlo desnudo con una nueva erección mi fuerza de voluntad estaba en sus niveles más bajos, y él lo sabía.

No tuve energías para negarme de manera rotunda, por lo que le dije: _Bueno dale, una vez más y ya!!.

Me agarró de la cintura y me hizo sentar en el banco de madera que tenía en la cocina. Me desnudó otra vez y la tanga fué a parar al piso. Yo completamente sumisa, incapaz de insinuar una negativa, no dije nada y permití que me hiciera eso que tenía ganas de hacer. Si en el fondo yo también tenía ganas, para qué negarlo.

Sentada sin ropa en ese banco alto con asiento revestido en cuerina marrón sentí cómo su lengua se frotaba en mis nalgas llenándolas de saliva. Luego esa lengua se fue al medio y lamió lo que allí encontró con mucha pasión.

_Sos un cochino degenerado!!… basta por favor!!!… me da vergüenza _le dije, recordando que apurada tras los llamados de mi marido no tuve tiempo a ducharme.

_Pero si está riquísimo… Majo me vuelve loco tu culo!!_ Dijo Adriano mientras por segunda vez en la tarde preparaba el terreno para cogerme otra vez.

Su lengua se frotaba sin descanso en medio de mis piernas y ya entregada dejé el celular sobre la mesada, me olvidé de mi marido y sentí un estimulante placer mientras Adriano me comía concha y culo desde abajo.

Cuando se sació de hacerlo y me tuvo más que lubricada me cogió por segunda vez, yo sentada en la misma posición y él dándome desde atrás. No pude contenerme y acabé primera y cuando por fin eyaculó dejé que lo haga dentro de mí. Sin dudas se lo ganó.

Volvimos a la realidad y nos vestimos. Ya se hizo muy de noche y los dos seguíamos allí jugando y sin poder soltarnos. Acordamos volver a vernos y salí más que apurada rumbo a casa.

Cuando llegué Alfredo se mostró por demás molesto y no era para menos. Ésta vez no lo pude anular su ira ni con mi cuerpo desnudo y enojado me pidió hacer un careo de a tres con Paula porque no lo convencieron mis argumentos.

Estoy en graves problemas y espero que Paula pueda ayudarme. Confío en que mi amiga sea mi cómplice y me ayude con una buena coartada.

Lo malo es que tendré que contarle todo de ésta infidelidad y con lujo de detalles. No puedo dejar cabos sueltos.

Será el fin de mi matrimonio? Lo volveré a ver a mi nuevo amante? No lo sé… pero eso será motivo de una nueva historia.