Capítulo 1: Momento de empezar una nueva vida
Después de esa primera noche con Gastón y Bautista vinieron más encuentros de a tres y ya no volví a ser la aburrida Doctora Orsi de antes.
Estaba experimentando una serie de cambios en mi vida y necesitaba desintoxicarme de tanta lujuria, aclarar mi mente y volver a empezar, por lo que nos fuimos unos días de vacaciones a Mendoza con mi novio. Alejarme de todo era más que necesario y de verdad lo necesitaba.
En cuanto a mi novio, en esos días en la provincia cuyana se mostró más predispuesto que de costumbre a hacerme el amor, y no solo en frecuencia, también me lo hacía con demasiadas ganas, hasta a veces algo violento porque según él yo estaba distinta y demandante, al menos eso me dijo.
Pasa que ya estaba moldeada por esos dos chicos de 22 que hacían de mí lo que querían y cuando querían, insaciables y posesivos me penetraban por todos mis orificios y no lo niego la pasábamos bien. Gaston y Bautista eran hermosos no podía negarlo y pensaba mucho en ellos. Y bueno… como me acostumbraron a tanto sexo yo estaba con una voracidad que hasta me asustaba.
Después de un polvo con mi novio y cuando éste se quedó dormido me puse reflexiva.
Los dos sacaban lo mejor de mí, me hacían sentir más viva que nunca aprovechándose al máximo.
Y viéndolo bien no era nada bueno. De hecho no existía un horizonte claro en todo esto. Tenía que ponerle un fin, por lo que al volver me decidí a darle un stop definitivo a esa locura de entregar mi cuerpo a esos dos residentes.
Por eso el primer día cuando volví a la clínica, armándome de valor los cité en mi consultorio a ambos para hablar.
_Decidí que no voy a volver a acostarme con ustedes. Ya les permití demasiadas cosas. Nunca tuve que haberles dejado que me pusieran un dedo encima y asumo mi culpa por ser tan permisiva.
_Es que si no pongo un límite ahora, ustedes me van a usar como su juguete sexual siempre. Todo ésto ha sido una locura y me propuse hacer una vida sana junto a mi novio, el hombre que amo.
_Así que les pido de corazón que se olviden de todo y me dejen en paz._
Me pidieron un minuto y hablaron entre ellos tapándose la boca para que yo no leyera sus labios.
Cuando por fin llegaron a un acuerdo, Bautista, el rubio fué el elegido para hablar.
_Tiene razón Doctora Orsi, todo fue una locura, con Gastón decidimos dejarla en paz… Pero como condición nos gustaría hacerlo por última vez, una despedida aquí mismo y después todo queda en el olvido._
Y como era de esperar no me dejó responder, se puso detrás de mí, me agarró de la cintura y me manoseó toda, mientras que Gastón se me puso adelante y me aprisionaron con sus cuerpos una vez más.
_No… No quiero. Si los dejo hacerlo una vez más, después van a querer hacerlo de nuevo una… Otra y otra vez… Y no confío en ustedes.
_Va a ser la última vez, le damos nuestra palabra_ Dijo el rubio.
_Majo por favor una sola vez más._ Me dijo Gastón al oído, con su voz de hombre que siempre me transmitía calma, y yo por acción natural y cerrando los ojos ya estaba excitada.
Y mientras éste me hablaba tan suave, Bautista más decidido me hacía sentir su pija en mis nalgas tanto que con lentos movimientos se le iba parando cada vez más. Esa parte de mi cuerpo que era mi orgullo a su vez era su perdición.
_Basta chicos no quiero!!_
Pero «los chicos» estaban tan excitados que no parecían dispuestos a dejarme ir. Se apretaron más en mí, haciéndome sentir esos miembros viriles que se encontraban con una erección óptima. Duras al tope.
_Ya suéltenme…Déjenme en paz, estamos en nuestro lugar de trabajo!! Acaso se volvieron locos?!!.
Pero fue en vano. Apenas pronuncié esas palabras, las manos de quién tenía atrás se empezaron a mover con más ganas.
Me hice la idea de que no se iban a detener, por más que se los pidiera de rodillas. Por suerte puse llave a la puerta del consultorio porque si alguien la abriese al vernos así sería un escándalo, una catástrofe.
_Basta me están lastimando…No quiero!_ les dije al borde del llanto.
Bautista me agarró de la cintura, y con fuerza me empujó contra el escritorio quedando inclinada sintiéndolo encima de mí.
_A ver putita. Te cogemos y nos vamos. No la hagas difícil. Después no nos verás nunca más y podes hacer tu vida feliz con el cornudo de tu novio.
Me bajó el pantalón y me rompió la tanga de un tirón para de después desnudarse mientras Gastón oficiaba de voyeur.
_Mami sos muy puta ya estás toda mojada!!… Acaso no era que no querías?_ me denigró de tal modo al tocarme y comprobar que estaba un tanto lubricada. Mi cuerpo otra vez más me traicionó reaccionando a los estímulos.
Yo estaba boca abajo con el torso apoyado en la mesa, con las piernas separadas mientras Bautista me cogía.
Cada tanto giraba para decirle que se detuviera, pero en realidad buscaba a Gastón con la mirada. Deseaba que me salve, o tal vez que me haga suya ya que era menos violento que su amigo.
Bautista no dejaba de llamarme «puta»mientras me empujaba su miembro más y más fuerte cuando por fin logró acabar sobre mis nalgas enchastrándome toda.
Estuve unos segundos así en idéntica postura, inclinada sobre el escritorio con el culo al aire y el semen escurriendo por mis piernas, esperando al otro, era inevitable.
El turno de Gastón.
Se acercó a mí. Me tomó del cuello y me empujó contra la pared.
No hizo falta que me aclarara qué era para él. Una puta… Una milf con lindas tetas y un hermoso culo… En definitiva un objeto sexual dónde saciaban sus ganas cada vez que se les antojaba.
Y otra vez más me sentí usada, desprotegida, me sentí una mercancía pero me aferré a la idea de que sería la última vez que me dejaría someter.
De los dos Gastón era el que más me gustaba. Lo esperé tanto y me cogió de parado con una violencia que hasta un tanto lo desconocí, me dejé llevar, relajé mi mente y ya no podía evitar disfrutarlo.
Mi cuerpo siempre reaccionaba contrariando a mi voluntad, al menos desde que estuve con los dos desde la primera vez me acostumbraron a que así fuese.
Mis gemidos retumbaban en el consultorio y me embestía hermosamente bien, constante y de un modo parejo y con más fuerza tanto que no pude contenerme y tuve un merecido orgasmo.
_Hijo de puta no la embaraces_ dijo Bautista entre risas cuando vio que su amigo al sentirme llegar al clímax casi a la par mía me acabó adentro.
Se quedó adentro de mí, no quería salirse y yo tampoco quería eso, imaginé que éramos los dos últimos habitantes del planeta con vida en ese instante y por nada quería separarme.
Cuando el rubio de buen físico nos hizo volver a la realidad.
_Vamos Gastón, soltala ya… nosotros somos hombres de palabra_ le dijo a su secuaz mientras se vestía y ahí éste reaccionó y se apartó de mi cuerpo.
_Por ser la última vez me pareció que estuvo más puta que nunca_ dijo el rubio.
Y después de abrirles las puerta y verlos salir sentí que por fin había podido librarme de ellos. Y en el fondo hasta sentí una extraña melancolía. Por fin iba a poder dar vuelta la página y comenzar una vida plena junto a mi novio.
Me quedé un rato desnuda y pensativa, me sentía mareada, rara, extraña.
Miré el piso y vi la tanga que quedó tirada, que por ciento estaba destrozada. Me incliné para alzarla y la tiré al cesto de residuos, un acto muy imbécil de mi parte que sin imaginarlo me traería consecuencias a futuro.
Me limpié con unos pañuelos de papel, me vestí y retomando fuerzas continué con la rutina laboral ya en horas cercanas al mediodía.
Capítulo 2: UN ACTO IMPENSADO QUE ME TRAJO SEVERAS CONSECUENCIAS
Días después recibí un mail de la secretaria del director citándome a una reunión de carácter urgente a primera hora con la máxima autoridad. Estaba en graves problemas. Al parecer el escándalo sexual había llegado a sus oídos.
Me dirigi al citatorio muy nerviosa, temblaba de miedo. Llegué a la oficina del director y estando en el escritorio de la secretaria me anuncié.
_El Doctor Cohen la espera en el consultorio 4 del tercer piso_ Me respondió Matilde, esa vieja arpía con aires de ser superior.
Me pareció muy raro que me cite en el tercer piso que justo estaba sin acceso al público por obras de refacción en los consultorios.
Golpeé la puerta y entré. Allí me esperaba el director detrás de un escritorio y con luz tenue y los muebles tapados con plásticos.
_Por qué me citó aquí? _pregunté, temblando de miedo.
Sabía que era una pregunta tonta. Yo entendía muy bien qué estaba pasando y cual era el motivo.
_Doctora Orsi un gusto conocerla, la estaba esperando. Pase y cierre la puerta por favor.
Quedé de pie, ya que había una sola silla y la estaba ocupando Cohen.
_El motivo por el cual la cité es para hacerle saber que estoy al tanto de la orgia que Usted protagonizó junto a dos residentes en mis instalaciones.
En cuanto a los jóvenes, es mi deber informarle que han sido desafectados de inmediato y tienen prohibido de por vida el ingreso a éste lugar.
En cuanto a Usted me veré obligado a iniciarle un sumario por ensuciar el buen nombre y honor de este centro de salud. Ésto no es un hotel alojamiento Doctora Orsi. Ha cometido un grave error.
Y como prueba me mostró aquella tanga destrozada celosamente guardada dentro de una bolsa transparente además de las filmaciones de cuando los dos entraron y cuando salieron de mi consultorio. Fue la evidencia en mi contra, pruebas irrefutables.
Lloré ante su presencia, me esperaba o un sumario o algo peor: ser despedida.
Y con lo influyente que es Cohen se me cerrarían todas las puertas y nadie me daría trabajo. Estaba viviendo una pesadilla en carne propia sin saber qué hacer.
Al verme así tan destrozada y frágil Alfredo Cohen, el director se acercó a mí para intentar calmarme.
_Maria José no llore por favor. Usted es una mujer hermosa e inteligente me conmueve verla así.
_Si Usted está dispuesta a colaborar conmigo puedo ayudarla, Usted me entiende?… Podría estirar los plazos del sumario y también de algún modo convencer al directorio para que no la despidan.
_Tengo entendido que Usted ostenta fama de tener el culo más lindo de toda la clínica, y me gustaría poder comprobarlo si Usted me lo permite… Por supuesto._ Me dijo con una cara de degenerado que lo delataba.
_Por favor Doctora sería tan amable de dar una vuelta? Me gustaría comprobar si eso que dicen sobre Usted es mito o realidad.
Obediente giré y al instante sentí su mano posarse justo allí.
Ese hombre de unos 65 años panzón y de bigotes blancos me metía manos como si tuviese todo el derecho del mundo para hacerlo.
Con tanta desesperación como si nunca hubiese tocado un buen culo en su vida y estaba como loco al descubrir la redondez y firmeza de mis carnes.
_Maria José déjeme decirle que no solo es hermosa de rostro y tiene una figura despampanante. Estoy en condiciones de afirmar que Usted tiene un culo perfecto y eso está a la vista y mucho mejor al tacto.
_Doctora querida definitivamente Usted tiene el mejor orto que haya visto.
_Asi que ahora calladita y obediente se va a meter en la boca todo ésto que se lo voy a dar. Colabore, es todo lo que tiene que hacer.
Y me estaba chantajeando y no sentía ninguna atracción hacia ese viejo baboso que haciendo alarde de su poder me manoseaba haciéndome sentir asqueada.
Estaba obligada a obedecerlo, a dejar que se abalancé sobre mí.
Y así lo tuve magreando mis tetas con una de sus manos, mientras que con la otra me estrujaba las nalgas.
La forma burda en que me tocaba se debía a que no consideraba necesario pensar en hacerme sentir a gusto… mucho menos en mi en mi placer. Era un viejo maldito que solo estaba pensando en apoderarse de mi cuerpo.
_Es verdad lo que decían de Usted. Tiene un culazo para aplaudir de pie_ dijo con la mirada perdida.
_Con su permiso me gustaría seguir disfrutando un rato más de este orto hermoso. Puedo??.
Me manoseó un buen rato más, haciéndome sentir cómo iba creciendo su erección.
_No puedo creer que fué capaz de dejarse coger por esos dos residentes al mismo tiempo. Se habrán enloquecido con semejante ojete. Es una delicia.
Me agaché, le desprendí el cinturón para después sacarle la ropa interior y toparme con una anciana y casi flácida verga.
Me la llevé a la boca inmediatamente, con el objetivo de complacerlo para obtener sus favores.
Se la chupé deseando que acabe y rápido.
_Se nota que es una chupapijas nivel premium. A Esos pendejos los debe tener todo el día la pija dura_ decía humillandome entre gemidos.
_Ya me imagino la infinidad de veces que se la habrán culeado_ me decía y aprovechaba mi sumisión estando más que obsesionado con mi trasero.
Fingí disfrutar, pero en realidad no sentía nada, solo repulsión.
Y el momento llegó, Cohen acabó largando gemidos exagerados como si me diera el mejor polvo de mi vida…
Pobrecito… Había dejado en evidencia lo poco hombre que era.
Me tragué hasta la última gota, disimulando a la perfección el asco que eso me provocó. Me limpié las comisuras, me puse de pie y solamente deseé salir de ahí.
No quise mirarlo a la cara. Porque si se la había chupado había sido solo por obligación. Cómo dice aquel dicho: Favor con favor se paga.
Sabia que ese viejo baboso de ahora en más no iba a dejar de molestarme y me iba a exigir más cosas.
Por suerte cumplió con lo que dijo y evitó el sumario y por supuesto no me despidieron.
Eso sí, me propuso que seamos amantes, fué comprando mi voluntad con obsequios y así acepté.
Y a pesar de que me coge de un modo horrendo supe sacar provecho de la situación.
El viejo Cohen me dió el flamante consultorio 4 del tercer piso donde todo empezó, además de costosos regalos y hasta me compró un departamento lujoso totalmente amoblado. Nuestro «nidito de amor» donde nos vemos cada vez que puede escaparse de su esposa.
Le enseñé como debe hacerme el amor, del modo que me gusta a mí y digamos que de a poco está siendo muy buen aprendiz. Puedo decir que en los últimos encuentros me coge de un modo satisfactorio y se esfuerza por hacerme gozar.
Ahora soy la Primera Dama de la clínica y todos me miran con respeto.
Y con mi nueva vida tal vez no extrañe tanto a mi novio, pero si a mis dos machos de 22 que aunque intenté por cielo y tierra volver a saber de ellos, Cohen, el viejo maldito de seguro les hizo algo porque nunca más los volví a ver.
Mejoré mi vida? Tal vez si… Pero ese fué el precio que tuve que pagar.