La confesión de un loco

Aquella tormenta era la más fuerte que los habitantes de San Cristóbal habían visto nunca, había comenzado poco antes del atardecer como una llovizna de verano, más con el paso de las horas incremento su fuerza hasta volverse una verdadera tromba cuyo viento sacudía salvajemente las copas de los arboles, produciendo un sonido similar al aullido de una fiera. En el pueblo reinaba la más completa oscuridad, aún los pocos edificios que contaban con luz eléctrica se hallaban sumidos en penumbras debido a la fuerte tempestad. En el interior de las viejas casas de adobe y ladrillo los lugareños sentían una inquietud muy profunda sin poder establecer la causa .

Los niños, asustados por los truenos y el rugir del viento, buscaban refugio cerca de sus padres y estos a su vez lo buscaban orando desde sus camas.

Así las cosas no es de extrañar que nadie viera al solitario ser que penetro en el pueblo sin que pereciera importarle el diluvio que caía sobre él. Sus pasos eran torpes y letárgicos, era difícil decir si era a causa de la misma oscuridad o bien si acaso era víctima de una fatiga demoledora. Varias veces cayo sobre el suelo empedrado, que para ese momento más parecía un río, donde permanecía por algunos instantes, su respiración era forzada, casi como el bufido de un animal herido, y por momentos lo sacudía una tos tremenda seguida por nauseas. Así permaneció por un momento, sus entrañas ardían con un fuego que ni el helado viento o el agua podían aplacar,más haciendo un esfuerzo casi sobre humano se incorporó para seguir su camino. Su cabeza se movía de un lado a otro como buscando algo entre la tormenta, finalmente la luz de los relámpagos le permitió divisar la pequeña iglesia que se alzaba en una pequeña loma casi a mitad del pueblo.

Era un edificio pequeño, provisto de un techo de dos aguas y un frontón de piedra sólida, de un color casi negro, las puertas eran altas, las hojas eran de madera de roble. Cayendo y levantando logro entrar al atrio pero no fue directamente a la iglesia sino a la casa parroquial.

Al llegar frente a la puerta comenzó a golpearla con tal fuerza que la piel de sus manos se desgarro mientras sus huesos amenazaban con romperse.

Dentro de la casa el párroco se revolvió en su cama al escuchar los golpes en la puerta, al principio intento ignorarlos pero ante la insistencia del recién llegado no tuvo más remedio que levantarse, a tientas busco una vieja lampara de petróleo para encerderla y así alumbrar su camino. Era un hombre bajo y regordete, algo calvo y de ojos pequeños, sus mejillas rosadas le daban un aspecto bonachón, aunque en ese momento su rostro estaba contraído en una mueca de disgusto por la interrupción de su descaso. Con pasos lentos llego hasta la puerta. Un escalofrío recorrió su cuerpo al escuchar el crujir de la madera bajo los fuertes golpes del desconocido, más armandose de valor pregunto con voz firme.

-¿QUIEN ES? ¡¿QUE QUIERE A ESTAS HORAS?!-

-¡AYUDEME!…..¡ABRA LA PUERTA POR EL AMOR DE DIOS!…. ¡SE LO SUPLICO PADRE!…. ¡ELLOS VIENEN DETRAS DE MI!…¡POR FAVOR AYUDEME!-

La desesperación que emanaba de aquella voz era casi palpable, así que el sacerdote, tras meditar un momento, termino por abrir la puerta. La negra figura en el umbral se introdujo de inmediato, a punto estuvo de tirar al cura por los suelos, para cerrar la puerta tras de sí. El sacerdote retrocedió un poco mientras observaba como el hombre se recargaba contra la puerta como esperando que de un momento a otro algo la golpeara, tímidamente acercó la lampara al recién llegado que lentamente volvió el rostro hacia su anfitrión, el pobre cura estuvo a punto de soltar la lampara y correr a encerrarse en su cuarto.

La cara de aquel infeliz estaba descarnada del lado izquierdo, la mejilla había sido arrancada brutalmente dejando al descubierto los dientes de la boca, la sangre y la saliva escurrían grotescamente hasta la barbilla. Por si esto fuera poco la cuenca del ojo estaba vacía, de ella emanaba un hilillo de sangre, en su cabeza se apreciaba la falta de varios mechones de cabello que habían sido arrancados con violencia, hasta casi dejar al descubierto el hueso del cráneo.

Con voz temblorosa, casi ahogada por el miedo, el cura se atrevió a preguntar.

-Por Dios Santo, ¿Quien eres tú?-

-Soy Pedro…- El recién llegado jalaba aíre por la boca, más haciendo un esfuerzo contesto con voz hueca y llena de miedo. -Pedro De Leiba…padre-

El cura miro incrédulo al hombre mientras acercaba nuevamente la luz, esta vez del lado derecho, poco a poco fue encontrando rasgos conocidos hasta que finalmente exclamó sorprendido.

-¡Es verdad!… ¡Tú eres Pedro, el hijo de Don Juan Antonio!-

Con mucho cuidado lo tomo del brazo y así ambos caminaron hacia la pequeña sala de estar, una vez ahí el padre procedió a encender otra lampara de petróleo, de mayor tamaño, y puso al máximo la mecha. La luz amarillenta se desbordó en la estancia haciendo que los muebles proyectaran largas sombras sobre los viejos muros. Enseguida se dio a la tarea de curar a Pedro, busco afanosamente un anticuado botiquín y extrajo unos carretes de vendas, mientras Pedro permanecía inmóvil, casi recostado en un viejo sillón, por un momento el cura creyó que se había desmayado pero pronto se dio cuenta de que solo estaba exhausto. Como pudo vendo la cabeza herida y, una vez terminada su tarea, se dispuso a subir a su cuarto.

-¡¿A donde va padre?!- Pedro se incorporo de un salto temblando de miedo.

-A vestirme- Contestó el cura- En necesario que te lleve con Don Francisco( el medico del pueblo) antes de que esas heridas se te infecten.

-¡NO!- Pedro se levanto y se acercó al sacerdote y, tomandolo por los hombros, lo empujó contra la pared.-

¡NO VOY A SALIR A NINGUNA PARTE!, ¡LO QUE NECESITO ES QUE ME ESCUCHE EN CONFESION AHORA MISMO!-

-¿Qué dices insensato?-

La voz del sacerdote apenas era audible debido al miedo que le producía la cercanía de aquel rostro vendado.- Primero debemos curarte. Para confesarte ya habrá tiempo después.-

-¡ TIENE QUE SER AHORA!- Los dedos de Pedro se hundieron en la carne hasta hacer daño al cura.- ¡COMPRENDA… DESPUES SERA DEMASIADO TARDE!-

El dolor termino por hacer que el sacerdote reaccionara violentamente, empujado a su atacante con fuerza.

-¡SUELTAME DE UNA VEZ!-

Pedro perdió el equilibrio y cayo sobre uno de los sillones. El sacerdote lo miro mientras esta rompía en llanto, un llanto casi infantil, convulsionandose fuertemente.

-¡POR FAVOR…!.¡ POR FAVOR…!. ¡DEJEME HACER LA PAZ CON DIOS ANTES DE MORIR!-

Tan desgarradora fue aquella suplica que el noble corazón del sacerdote se conmovió en lo más hondo.

-¿Tanto es tu temor y tan seguro estas de que vas a morir?-

-Si-

-No tengas miedo aquí nadie te hará daño-.

Mientras hablaba el cura se coloco su estola de confesión y tomando asiento cerca del muchacho le dijo.

-Cuentame que te pasa hijo mío-.

-Acusome padre de que estoy loco- El cura miro sorprendido al joven arrodillado, pues no esperaba semejante contestación.

-Eso no es pecado hijo-

Al darse cuenta de que sus palabras, producto del miedo, podían ser tomadas por una broma de mal gusto. Pero el muchacho no pareció darle importancia.

-Lo se padre, más esa locura me llevo a ofender a Dios al grado de que ahora los demonios me persiguen para llevarme al infierno-

-¿Qué locura dices?- Semejante pregunta sonaba tan extraña en ese momento- Los demonios son alegorías. No existen-

-¡SI EXISTEN PADRE!. ¡SON LAS RATAS… LAS MALDITAS RATAS QUE ME HABLABAN EN LA NOCHE!-

Pedro se acercó más al sillón donde el cura permanecía sentado.Este lo miro fijamente y le dijo.

-Continua hijo-

-En realidad no se cuando empezó todo padre, tal vez yo nací con la maldad dentro de mi cabeza-

-¿Pero tú culpas a … las ratas de lo que te ocurre?. ¿No es así?-

– Se que usted no puede creerme padre, pero todo comenzó cuando ellas llegaron.-

-¿Cómo fue hijo?-

– Todo comenzó hace ya algunos años padre. En aquel entonces la casa grande de nuestra hacienda aún se encontraba en construcción. Las grandes extensiones de tierra propiedad de mi padre permanecían sin trabajar, pues no tenía dinero para pagar más de 10 trabajadores. Por esa razón él mismo tenía que trabajar hombro con hombro al lado de sus peones. En la casa grande vivíamos mi madre, Rosario, mi hermana mayor de 12 años, y Laura la menos de 4 años, yo era lo que se llama el hijo de en medio con 10 años cumplidos. En la casa siempre había trabajo así que no era raro que me dejaran solo por mucho tiempo. Recuerdo la noche en que los escuche por primera vez.

-¿Quienes hijo?-

-Los demonios padre…. los demonios con forma de ratas.-

-Continua-

-Esa noche me encontraba solo, acostado en la cama, mis sueños eran intranquilos; en ellos veía a un ser extraño que no puedo describir de ninguna manera, pero lo que si recuerdo es que a sus pies es extendía una plole de seres horribles, de pelaje oscuro y cubiertas de suciedad. Al verme, yo se que si me vio, los ojos de todas esas cosas se volvieron hacia mi, entonces pude verlos y el horror me hizo despertar dando de gritos. Pero nadie acudió en mi ayuda, mis padres estaban demasiado cansados y, supongo, que mi hermana mayor también lo estaba. Pero lo que más me aterro fue de las paredes de mi cuarto salían los mismos sonidos que durante mi sueño: El sonido de largas garras arañando, rascando, así como chillidos agudos. Las paredes parecían moverse debido al incontable número de seres que se deslizaban de un lado a otro, yo estaba paralizado de miedo, a momentos se acercaban a mi cama y luego se alejaban. Así paso aquella noche sin que el ruido me dejara dormir.

-¿No se lo dijiste a sus padres?-

-Lo hice pero ellos no me creyeron. Así pasaron varias noches sin que me dejaran dormir, finalmente les grite que se callaran… y lo hicieron. En la oscuridad vi el resplandor de muchos ojillos rojos que me miraban fijamente, no se en que momento volvieron a escucharse sus chillidos, pero esta vez comencé a distinguir voces entre ellos. Así fue como comenzó todo. –

– ¿ Que comenzó?-

– Mi caída padre.- Pedro se acerco más al sillón y continuo consu relato.- – Poco a poco fueron envenenando mi alma haciendome un juguete de sus deseos. En poco tiempo me convencieron de espiar a mi madre y hermanas cuando se bañaban, ellas me hicieron ver que mi madre era una mujer muy hermosa, tenía grandes pechos y una cadera breve, pese a haber parido a tres chavales, sus caderas eran amplias y firmes, sus cabello era negro y largo hasta media espalda; los rasgos de su cara eran delicados y sus ojos muy negros. Sin embargo también los veía a «ellos», ¡estaban hay pero mi madre no podía verlos!. «Ellas» se arrastraban sobre su piel, lamiendo, arañando restregandose libremente contra ella. Por momentos tenía la impresión de que mi madre sentía alguna cosa pues se quedaba quieta aspirando rápidamente, como saboreando las caricias de un extraño amante.

Estas visiones me afectaron profundamente, mis pesadillas se volvieron más intensas la horrible visión del extraño personaje con las ratas a sus pies, mi madre desnuda y acariciada por miles de «ellas», pero también me veía a mi mismo montado sobre ella haciendo lo mismo que los animales en época de celo. Mientras estas cosas me atormentaban «ellos» chillaban y rasgaban las paredes casi entonando una música que ningún humano ha escuchado, salvo los que estamos locos. Fue una de esas noches cuando ellos volvieron a hablarme, invitandome, tentandome con palabras que ya no recuerdo. Al final los obedecí y levantandome de la cama salí con rumbo al cuarto de mi hermana Rosario, al entrar «ellas» ya estaban hay, podía oirlas rasgando por dentro de los muros, y miraba sus ojillos rojos en la oscuridad. Lentamente me acerque a la cama, sentía como sus miradas estaban fijas en mis actos, al llegar levante las sabanas, eso basto para que Rosario despertara.

-¿Pedro?- dijo mientras se restregaba los ojos con el puño.- ¿Qué quieres aquí?-

-Tengo miedo.- Le conteste obedeciendo lo que «ellas» me habían mandado.- Dejame quedarme contigo esta noche-.

-¡No seas marica y vete a dormir a tu cama!

-Por favor… por favor… deja que me quede contigo- Mi hermana, ya sea por cansancio o por lastima, me dijo al fin.

-Esta bien pero ya duermete-

Sin más se recostó sobre su costado y cerro los ojos. Yo me metí en la cama y me quede quieto por un largo rato. Pero «ellas» comenzaron a rasgar nuevamente las paredes, mientras sus chillidos me laceraban los oídos, aunque mi hermana no parecía escucharlos. Lentamente me acerque al cuerpo de mi hermana, el suave calor y aroma que despedía me hicieron olvidarme de todo, sin darme cuenta comencé a restregar mi cadera contra su culo, sentía que mi pollita se ponía más dura que en mis sueños, finalmente termine por perder toda prudencia y me abrace con fuerza contra ella mientras mis movimientos se hacían cada vez más intensos. Cuando el orgasmo sacudió mi cuerpo las escuche chillar como en un grito demente, pero a causa de mi inexperiencia la eyaculación se vio seguida por un torrente de orina que despertó a Rosario casi de inmediato.

-¡¿Pedro que carajos estas haciendo?!- Por toda respuesta me abrace más fuerte a ella mientras seguía orinando.

– Espera… espera… no te muevas…. Aaaaaagggggg- Pero ella reacciono tirandome de la cama y levantandose de un salto. ¡Marrano!. ¡Te orinaste en mi cama te voy a causar con papá!-

Su amenaza me hizo estremecer, mi padre seguramente me golpearía de nuevo.- ¡Por favor no se lo digas… y te doy todo el dinero de mi semana!-

-¿Por todo el mes?-

– Esta bien-

-Esta bien vete a tu cuarto y mañana me das la ropa para que te la labe sin que mamá la vea-.

Al salir del cuarto pude escuchar los chillidos, que por alguna razón me parecieron risas, siguiendome todo el camino. Al día siguiente aún los escuchaba, los escuche toda la mañana hasta que ya no pude más. Enfurecido salí al patio y tome un grueso palo de madera, al buscarlos los vi parados frente a mi sin penarlo me acerque y comencé a golperarlos con todas mis fuerzas, los chillidos no dejaban de sonar en mi cabeza, de hecho se hacían más y más fuertes. De pronto todo se volvió negro y no supe más de mi, hasta que un frío me envolvió por todas partes. Quise moverme pero me sentía sujeto por cuerdas que se clavaban en mi carne.

Me tomó varios minutos darme cuenta de estaba metido dentro de un gran tambo lleno de agua, amarrado con una soga, y sujeto por mi padre y uno de sus peones.

-¡MAMA….MAMA…!- Grite desesperado sintiendo que me ahogaba.

-¡ESPEREN YA REACCIONO!- Me di cuenta de que mi madre estaba cerca de nosotros.

– ¡ESPERA!- Escuche a mi padre- ¡DEJALO UN RATO MÁS PARA QUE SE CALME!- – – Cuando me sacaron me llevaron directamente a mi cuarto, hay mi madre me cambio de ropa y me metió en la cama. Casi de inmediato entro un hombre algo viejo, que después supe que era un doctor, y me examino largo rato. Al terminar salió junto con mis padres. Poco después escuche sus voces, estaban discutiendo, y alcance a distinguir algunas frases.

-¡Calmese don Juan Antonio!….. ¡Mi hijo no esta loco!…. ¿No?…. Los pollos del gallinero…. el potrillo….. el hijo del caporal….. Los mato….! ¡Deben internarlo!….-

Yo no extendía el significado de aquello, paro algo dentro de mi sintió miedo.

Por varios días permanecí encerrado, solo mi madre entraba para llevarme comida, pero no me hablaba de lo que había pasado. Extrañamente no escuche a las ratas durante ese tiempo, pero al final volvieron por mí.

Recuerdo esa noche cuando me sacaron de mi cuarto, mi mente estaba en blanco, sin voluntad para oponerme a sus deseos, así me llevaron hasta el cuarto de Rosario.

Al entrar me vi rodeado por centenares de ojos rojos, poco a poco me acerque a la cama y sin temor me subí en ella, a pesar del movimiento Rosario permaneció incólume, y me baje los pantalones, después me acerque a ella y le subí el fondo, para mi sorpresa no llevaba bragas, mis manos acariciaron su suave culo antes de hecharme a su lado y comenzar de nuevo a tallarme contra su cuerpo. Pero esta vez, debido a nuestra desnudes, mi pollita comenzó a picar su ojete. Tuve la impresión de que ella estaba despierta, pues se encogió más sobre si misma dejando que mi verga entrara más en el surco de sus nalgas. Yo me movía cada vez más fuerte, mis manos se lanzaron solas por encima del fondo para tocar sus tetas, que sentí hinchadas y duras. Al final me vine con tal fuerza que grite como un animal.

-¡Aaaaaaaaaaggggggggg!-

En ese momento la puerta del cuarto de abrió y mi madre nos miro desde el umbral. Con los ojos llenos de lagrimas me saco de la cama y a golpes me llevo hasta mi cuarto, hay me dejo encerrado. Al rato entro mi padre, su rostro estaba contraído por la rabia, pero no me pego, sino que me vistió a toda prisa y me llevo directo al patio donde abordamos su vieja camioneta.

Fue así como deje mi casa, como un animal del que nadie quiere hacerce cargo. En pocas horas llegamos a la capital donde fui internado en un hospital psiquiátrico, hay me hundí en la locura total y solo recuerdo fragmentos me veía tendido y sujeto a una camilla mientras una enfermera sin rostro me inyectaba, después estaba en una sala en la cual se escuchaba un zumbido eléctrico, dolor… mucho dolor…, agua fría… golpes… encierro…. soledad…..-

– ¿Cuanto tiempo estuviste hay?-

– No lo se padre perdí la noción del tiempo. No supe nada de mi hasta que un día me mandaron a ver a un doctor de apellido Vázquez, el me curo a basa de terapias y poco a poco fui recobrando la conciencia. Así supe que lo que para mi fue una mañana, cuando salí a matarlos con el garrote, en realidad habían sido varios días en los cuales estuve haciendo cosas malas, hasta que mi padre se vio obligado a meterme en aquel tambo de agua helada. Oh padre usted no puede imaginarse como odio a ese maldito medico de mierda.

– ¿Acaso te trato mal?-

-No fue muy amable conmigo. Pero me mintió padre. Me hizo creer que todo había sido producto de mi imaginación por causas que realidad nunca entendí. El y yo hablamos y hablamos por no se cuantas horas, finalmente comencé a creer en lo que él me decía y día con día me fui «curando». Luego un día me llamo a platicar desde temprano y me hizo muchas preguntas.

-¿ Cómo te llamas?-

-Pedro… Pedro De Leiba.-

-¿ Sabes porque estas aquí?-

-Creó que antes hacia cosas muy malas-

-Tu padre me dijo que eras un chaval depravado que intentaste violar a tu hermana, y que a veces te ponías tan violento que tenían que meterte en un tambo de agua fría.-

– Es verdad pero estaba loco… no sabía lo que hacía….- mis ojos se llenaron de lagrimas a causa del arrepentimiento que me atormentaba.- Nada más de acordarme me dan ganas de morirme.

-Calmate- El doctor tomo nota de mis respuestas y luego se levanto- Bueno muchacho creó que ya estas mejor. ¿ Sabes quien es esta persona?.- Al abrir la puesta del consultorio apareció un hombre vestido con chamarra de cuero, pantalones de mezclilla y altas botas de piel. Al verlo lo reconocí en el acto, más temeroso de cometer una equivocación le hable tímidamente.

-¿ Papá?- El rostro del hombre se ilumino al escucharme y supe que si era él.

Sin esperar mas me arroje en sus brazos como un niño desamparado. El me apretó con fuerza y me dijo consoló a su manera.

-No llore hombre… ya todo esta bien… hijo… todo esta bien…- El doctor tosió levemente para atraer nuestra atención. Mi padre se aparto un poco de mí y hablo con el médico.

– Muchas gracias doctor-

-No me lo agradezca Don Juan Antonio. La verdad es que ya nada podemos hacer por él aquí. Es necesario que lo lleve a su casa y que termine de recuperarse allá.- Luego se puso muy serio y agrego- Será necesario que le de a tomar unas pastillas por algún tiempo, y en caso de cualquier problema llamen de inmediato.

-No se preocupe doctor nosotros lo cuidaremos bien.-

-También debo advertirle que tiene algunas lagunas mentales y es posible que no reconozca a algunas personas o lugares,cuando eso pase recuerdele con paciencia las cosas.-

-Muy bien doctor.-

El doctor firmo mi salida y así abandone el hospital. Al salir a la calle me llamo la atención lo mucho que habían cambiado los autos y los edificios. De hecho al mirar a mi padre a la luz del sol me di cuenta de que sus sienes estaban llenas de canas y que algunas arrugas le cruzaban la cara. Intrigado le pregunte al respecto.

-Disculpe papá cuanto tiempo estuve internado aquí. ¿ Una semana?, ¿ un mes?-

Mi padre se me quedo mirando y me contesto temeroso.- No hijo tu has estado aquí por espacio de 8 años.-

-¡8 años!-

repetí incrédulo. En ese momento llegamos hasta el vehículo de mi padre era una camioneta de color blanco, de una marca que yo no conocía, nada que ver con el viejo armatoste que yo recordaba.

Así emprendimos el camino de regreso a la hacienda, al principio mi padre estuvo callado pero finalmente se decidió a hablarme. – Hijo perdoname por haberte traído a ese lugar tan feo pero no tuve otra opción.- Su voz estaba llena de un sincero pesar que me conmovió.

– Yo no le reprocho nada papá, creó que fue mejor así- El suspiro aliviado y comenzó a hablarme sin parar.

-En este tiempo tú madre a estado triste por tu ausencia pero ahora volveremos a ser una familia completa. ¿ Sabes ? tu hermana Rosario entro a un convento poco después de que te fuiste y ahora esta por tomar los hábitos.

Tú otra hermana Laura ya es una señorita, por eso no dejo que se le acerque ningún vivales y espero que me ayudes a mantenerla en el buen camino-.

En verdad yo no le preste mayor atención cuando empezó a hablarme de sus negocios y de lo mucho que había progresado en los últimos años.

. Más tarde llegamos a la hacienda . La casa, ahora terminada, me resultaba extraña con sus paredes encaladas y pintadas de blanco, los arcos de la entrada no estaban hay cuando me fui, los amplios ventanales, ahora cubiertos de vidrio en vez de tablas de madera, un gran jardín lleno de flores y plantas de ornato, así como macetas colgantes en los pasillos.

Al bajar de la camioneta tuve la impresión de haber llegado a un lugar extraño y no a mi casa. En ese momento una mujer salió de la casa, vestía una larga falda negra y una blusa de manga larga en color blanco, su cabello estaba recogido hacia atrás en un chongo que la hacía verse mayor de lo que era. Sus zapatos eran de fina piel de becerro. Toda la imagen de una mujer rica de campo. Al contemplar sus bellos rasgos y su piel morena la reconocí de inmediato.

-Mamá-

Ella se acerco a mi y me abrazo con fuerza mientras me besaba. En ese momento volvía a sentir aquella excitación de años atrás, el contacto de sus senos aplastados contra mi pecho me produjeron un calor que me hizo ruborizar y apartarme de ella. -Dejalo en paz mujer- intervino mi padre-

¿Qué no vez que ya no es un niño?-

– Perdón pero es que no puedo evitarlo- Sus ojos estaban llenos de alegría- – – ¡Bienvenido a casa hijo de mi alma!- – – Yo estaba asustado, mis padre se veían tan diferentes de como los recordaba que me sentí solo a pesar de estar con ellos. Así que decidí apartarme un poco entrando a la casa. Mientras ellos se quedaron hablando detrás de mí.

-¿Crees que este bien?-

-Dejalo es normal que este desorientado, ya se le pasara.-

En la casa seguí descubriendo lo mucho que las cosas habían cambiado, los muebles, los marcos en las paredes, con paisajes o imágenes de santos, la luz que entraba por los ventanales le daba a la casa una atmósfera casi sagrada.

Lentamente subí por las escaleras y recorrí el pasillo ahora radiante de luz, tímidamente lo recorrí hasta que llegue, según creía yo, a mi viejo cuarto.

Pero al entrar me di cuenta de que me había equivocado, los muebles y las cortinas eran de un gusto totalmente femenino, en colores pastel, además sobre la cama se encontraba una muda de ropa consistente en sostén, pantaletas y un vestido azul claro. Naturalmente sentí miedo de provocar algún problema recién llegando y me dispuse a salir de ahí, pero en ese momento algo llamo mi atención, era la gran luna del tocador donde se reflejaba mi propia imagen, en el hospital los espejos estaban prohibidos así que tenía años de no mirarme en uno, lleno de curiosidad y olvidando mi temor me acerque. La imagen que vi era la un joven extremadamente delgado, de rostro calaverico y piel amarillenta, el cabello, castaño, lucia sucio y mal cuidado.

Mientras me contemplaba vi como una puerta se abría y, en medio de una nube de vapor, entraba una joven mujer que yo nunca había visto, rápidamente me volví hacia ella y ambos nos quedamos paralizados por la sorpresa, ella por descubrir a un intruso en su habitación y yo por que ella estaba totalmente desnuda, así pude ver sus largas piernas de ninfa, sus hermosos senos del tamaño de naranjas y coronados con pezones rosados, su cintura angosta y sus caderas amplias, el cabellos era casi rubio y sus ojos con un tinte azulino, pero lo que más me llamo la atención fue su piel blanca.

Ese detalle removió mis recuerdos y le dije con un nudo en la garganta.

– ¿Laura?- – – Al escucharme ella también pareció recordar algo y una sonrisa apareció en sus delgados labios. – – -¿ Pedro eres tú?- – – El confirmar que ella era mi hermana menor me lleno de miedo, ¿Qué creería mi padre si me encontraba en semejante situación?. Fue tal mi desesperación por salir de hay que me tropecé con los muebles.

-¡ No grites por favor!. ¡ Ya me voy no fue mi intención verte en cueros te lo juro! ¡Por favor no me acuses con papá!- Ella se cubrió con la toalla y sonriente me dijo.

-No te asustes Pedro, no pasa nada-.

Pero yo ya había salido de su habitación, en ese momento creí escuchar unas risas agudas que me erizaron el cabello.

Más tarde nos reunimos para cenar, ahora era una criada quien servía la comida, mientras comíamos mi padre me llamo la atención.

-Pedro, Laura me contó lo que paso esta tarde.-

Sentí un escalofrío mortal, y creó que mi rostro se puso transparente.

-¿ No fue mi intención papá te lo juro!-

Mi padre me miro y poniendo la mano en mi hombro me dijo.

-Calmate hombre ella me contó que fue un accidente y hasta nos reímos.

-No te asustes así Pedro- dijo mi hermana tomando mi mano- no me has ofendido, al contrario de me alegro que hayas vuelto.-

Esa noche no pude dormir, tenía miedo de cerrar los ojos y volver a escuchar los rasguños de las paredes, de volver a ver los ojos rojos de las ratas, pero esa noche solo hubo silencio. Al día siguiente mi padre me asigno un trabajo y así comencé a recorrer la hacienda, cargaba sacos, limpiaba establos y maquinaria, ayudaba a pastorear los animales. Esa vida de tranquilidad solo duro una semana. Un día mi padre me llamo a mitad de la jornada y al entrar en la casa me sorprendió encontrar en la sala a una joven , mayor que Laura, vestida con un uniforme azul de falda larga prevista de un overol, y una blusa blanca, no pude ver su cabello porque llevaba el clásico tocado de las monjas, solo su rostro tan parecido al de mi madre, me dio una pista de su identidad.

-¿ Rosario?-

Ella me sonrío y me abrazo, mientras los demás nos miraban, después de un rato nos pusimos a platicar, me entere de que mi hermana mayor había pedido un permiso especial para pasar un mes en la casa. Largo rato estuvimos platicando en un momento dado salí de la sala para traer vasos de la cocina, pero mientras los tomaba comencé a escuchar unos rasguños suaves que salían de atrás de la alacena. La sangre se me helo en las venas, mi mente se negaba a aceptar que «ellas» volvieran. Haciendo un gran esfuerzo regrese a la sala y volví a tomar asiento. Mis familia seguía platicando, pero yo no los oía porque los rasguños salían ahora de atrás de mi asiento, fueron haciendose más fuertes hasta que sentí que mi cabeza iba a estallar.

Incapaz de mantener más tiempo la calma me disculpe con todos y me fui a mi cuarto.Tome las pastillas que me había ordenado el doctor, con la bana esperanza de que los rasguños se callaran. Más tarde me encontraba recostado, sin poder dormir, en la oscuridad esperando algo. Mi mente era una maraña de confusión, ¿ realmente había vuelto a oír los rasguños en las paredes? y , por absurdo que le parezca, el recuerdo de Laura desnuda me perseguía, que hermosa se había puesto con los años. Esa idea me espantaba y al mismo tiempo me excitaba.

De pronto los escuche de nuevo, esta vez estaba seguro de que eran «ellas», pasaron por delante de mi cuarto y rascaron la puerta como amenazandome con entrar en cualquier momento. Un sudor frío me corrió por el cuerpo, pero sacando fuerzas de flaqueza me levante y abrí la puerta, nada, solo oscuridad. Desesperado salí de la casa, me fui derecho al cuarto de herramientas y tome un filoso machete, después regrese hasta mi habitación.

Pero al entrar descubrí que alguien estaba ahí,sentado sobre mi cama, sin pensarlo levante el machete, pero la sombra encendió la luz de la mesa de noche.

-¿Te atreverías a matarme?- Era Rosario .

Yo la mire perplejo, el machete estuvo a punto de caer de mis manos, mientras ella se ponía de pie, llevaba una gran bata rosada que la cubría totalmente, su cabello suelto me hizo recordarla cuando era más niña.

-¿Qué estas haciendo aquí?-

-¿Qué piensas hacer tú con eso?-

Por supuesto no supe que contestarle, pero temiendo que se asustara al verme armado deje el machete a un lado de la cama. Sin embargo, ella no parecía asustada, al menos no por mi presencia.

-No te preocupes es natural que no quieras que te ponga la mano encima.-

-¿ Quien?-

-Mi papá- Ella se levanto y se acerco a mi- Pobresito de ti cuanto habrás sufrido en ese horrible lugar donde él te llevo.-

Sus manos comenzaron a tocarme el pecho, mi camisa no tenía botones, mientras me miraba dulcemente.

-Que delgado estas… que delgado…-

Su toque me hacía estremecer, el calor de sus manos era algo delicioso.

-No digas esas cosas- le conteste- Mi papá me llevo ahí porque yo hacia cosas malas.-

-Eso no es cierto, yo también hago cosas malas y no me trataron como a ti-

-¿Qué cosas malas puedes hacer tú?-

-Me masturbo todo el tiempo pensando en ti-

Sus palabras me sacudieron como un golpe en la cabeza- Recuerdo lo caliente que estabas cada vez que venías a mi cama, como me gustaba sentir tú polla tallandose contra mi culo.

-¡No es cierto!… ¡Tu no sabías nada de lo que yo hacía!-

– Claro que lo sabía. ¿Crees que estaba desnuda bajo el fondo porque sí?. Te estaba esperando.., quería sentir tu cuerpo pegado al mío. Pero papá te llevo lejos y desde entonces no me quedo más que masturbarme- – – En ese momento abrió su bata y descubrí con horror que estaba desnuda bajo ella, sus manos comenzaron a acariciar sus senos morenos con una lasciva que nunca creí que tuviera, sus ojos brillaban intensamente mientras se pasaba la lengua por los labios carnosos. – – – ¡Aaaaaaggggg……Cuando estoy sola en mi celda pienso en pollas….. Muchas pollas que me poseían y yo les pedía más y más…. Pero solo el recuerdo de la tuya me hacia correrme-

Yo estaba paralizado, sin poder quitarle los ojos de encima, Rosario se me acerco y tomando mi mano la coloco suavemente sobre su pecho. Al sentir el contacto de su piel me estremeció y me di cuenta de que tenía una erección tremenda. No supe en que momento sus labios se apoderaron de los míos, pero de pronto estabamos besandonos con furia incontenible, como si quisiéramos devorarnos el uno al otro, mis manos se deslizaron bajo la tela para tocar la suave piel de su espalda y las carnosas nalgas que tanto deseaba desde la niñees. Más echando mano de la poca cordura que me quedaba me zafe de su abrazo.

-¡BASTA ESTO NO ESTA BIEN SOMOS HERMANOS!-

-¡NO ME IMPORTA TU ERES MIO…MIO!-

-¡VETE!….¡VETE!…OH LE DIRE A MI PAPA-

-NO LO CREO… ¿CREES QUE PAPA TE VA A HACER CASO!… SI SABES LO QUE TE CONVIENE NO ABRÍAS LA BOCA…. PERO NO CREAS QUE TE ME VAS A ESCAPAR-

Sin decir más salió de mi cuarto. Al día siguiente pense en comunicarle a mi padre lo que había pasado, más al ver a Rosario en el Comedor con su expresión seria, enfundada en un vestido cerrado hasta el cuello, y con su tocado de religiosa me di cuenta de que tenía razón ¿cómo iba alguien a creerme a mi?, ¿ a un pobre loco?. Por un momento me pareció ver burla en sus ojos, así que si decir nada me salí a trabajar al establo. Pero cuando estaba apenas comenzando mi padre me llamo, estaba serio, al acercarme me comunico que iba a ausentarse de la hacienda por varios días.

-Es un problema que tengo hace tiempo- me dijo- un comprador que se ha retrasado en el pago de unas reces que le vendí. Ahora tendré que ir personalmente.-

-¿ Y yo en que te puedo ayudar?-

-Quiero que te hagas cargo de la hacienda, y sobre todo que cuides a tu hermana Laura.-

En ese momento Laura entro en el establo, llevaba puesto un uniforme de colegiala: una blusa blanca de cuello alto y manga larga, un chaleco de fina lana en color azul y una falda con cuadros rojos y negros, calcetas blancas y zapatos negros de charol. Su cabello estaba peinado con dos gruesas coletas adornadas con listones que le daban un toque infantil.

-Desde ahora quiero que tú la acompañes al colegio, y te encargo que le rompas la cara a cualquier hijoputa que la mire mal. ¿ Entendido?-

-Sí papá.-

De inmediato salimos con rumbo al pueblo, en el camino no podía quitarle los ojos de encima, por instantes la veía desnuda como en su cuarto , al llegar al pueblo ella me miro fijamente y deteniendose me dijo molesta.

-¿ Qué tanto me miras?-

-Nada es que estas muy bonita- le dije sin pensarlo- Debes tener muchos pretendientes.-

– ¿ Con papá cuidandome?- No me hagas reír, sino me deja tener ni amigas. – – – En su voz había una mezcla de ironía y tristeza- – – Todo el tiempo es de la casa al colegio o a misa, y si algún chico se me acerca lo amenaza ó de a tiro lo golpea.-

-¿ Porque hace eso?-

-No se… celos de padre creó?-

-Habla con él. No es justo que te haga eso a ti.-

-Me da miedo, no quiero que me pase lo que a Rosario-

– ¿ De que hablas?-

– Desde que te fuiste papá la golpeaba mucho, por cualquier cosa, hasta le prohibió que hablara conmigo. Luego un día le dijo que la iba a llevar a un convento porque, según entendí, esa era la única forma de salvar su alma. – – Ella no quería ir pero le tenía tanto miedo a papá que termino por aceptar. Ahora que esta en la casa no sabes como llora, Pedro ella no quiere regresar a ese lugar.- – – Los ojos de Laura estaba húmedos, a punto de soltar lagrimas de infinita tristeza. Al verla no pude evitar decirle algo, cualquier cosa.

-Eee… yo hablare con papá ahora que regrese no es justo que las maltrate de esa forma ni que las obligue a hacer cosas que no quieran.-

-¿ Lo harás de verdad?-

-Pues claro.-

Una chispa de alegría apareció en los ojos de Laura, y alegremente continuamos nuestro camino. Al llegar frente a las puertas del colegio, se paro de puntillas y me dio un beso en la mejilla, el contacto de sus labios me sacudió como una corriente eléctrica. -No sabes el gusto que me da que ahora estás con nosotras- Fue en ese momento que algo paso pues en lugar de retirarse de inmediato sus labios se deslizaron suavemente hasta mi boca, estuve a punto de irme de espaldas, aquel beso duro apenas unos segundos.

Sin darme tiempo a nada se hecho a correr hacia en interior del colegio y yo me quede ahí parado sin saber que hacer.

Cuando al fin salí de aquel transe regrese a la hacienda, mi padre ya se había marchado, y continúe trabajando. Cuando cayo la noche cene con mi madre y hermanas, Rosario fue a recoger a Laura en la tarde, para después encerrarme en mi cuarto. Me sentía algo afiebrado así que me recosté semi-desnudo, en calzoncillos para ser precisos, no creo haberme dormido pero aún así me asaltaron toda clase de visiones los cuerpos desnudos de mis hermanas , sus besos, mi padre, las cosas que el doctos Vázquez me había dicho. De pronto el aterrador sonido de cientos de ratas rascando por dentro de las paredes me devolvió a»la realidad».

Era tan fuerte que los cosas sobre los muebles temblaban. Impulsado por el miedo me puse de pie y saque el machete, lo había ocultado bajo el colchón, y me dispuse a hacerles frente, no bien lo empuñe me di cuenta de que ya estaban raspando y chillando desde las cuatro paredes que me rodeaban, desesperado comencé a golpear las paredes con todas mis fuerzas haciendo saltar chispas a cada impacto.

Sorpresivamente llamaron a la puerta, el sonido de las ratas ceso, me quede quieto esperando. Seguramente los golpes del machete habían llamado la atención. Nuevamente temí que mi conducta me llevara de nuevo al manicomio, así que volví a esconder mi arma bajo el colchón.

-¿ Quién es?- pregunte. Por toda respuesta los toquidos se escucharon de nuevo.- ¿Quién es?.-

-Soy yo…-

La puerta se abrió lentamente, con un rechinido agudo y lastimero, dejando paso a Rosario, al verla el corazón me brinco en el pecho, estaba apenas cubierta por una batita trasparente que dejaba a la vista sus grandes pechos morenos, así como la mata oscura de vellos que cubrían su coño. Mis manos estaban temblando ansiosas por estrecharla, por tocar su piel caliente y suave, le juro que yo no quería mirarla pero no podía volver la cara ni cerrar los ojos.

-¿ Qué quieres?- Mi voz sonaba ahogada y temblorosa.- ¿Porque sigues molestandome?. ¡Vete!.. ¡Vete y dejame en paz!.- Ella me miro con desdén y dando media vuelta emprendió la salida.

-¿ Me desprecias?- Se detuvo en el umbral- Mamá me mando a buscarte. Pero si no te importa-

-¿ Que dices?… ¿Que le pasa a mamá?-

-Oh Pedro ella a sufrido tanto al lado de papá- Su rostro tenía una extraña expresión que no pude entender.-Esta tan sola… sin nadie que la ame y la haga sentirce mujer…-

-¡Mientes papá es un hombre a carta cabal!-

-¡ES UN VIEJO AMARGADO AL QUE SOLO LE INTERESA SU DINERO!-Su voz era como el rugido de una fiera.- NOS MALTRATA TODO EL TIEMPO, NOS HUMILLA, NO NOS DEJA SER FELICES… PERO AHORA TU ESTAS AQUI…. –

-No te entiendo.-

-Esta claro ahora debes tomar el lugar de nuestro padre… debes hacer feliz a nuestra madre- El significado de sus palabras fue como un martillazo en mi cabeza.

-¡¿ESTAS LOCA?!… ¡MAMA NO NECESITA A NADIE MÁS… Y A MI MENOS QUE A NADIE.-

-¿ No me crees?. Entonces ven conmigo-

Sin más me tomo de la mano, yo no quería ir con ella pero cuando me toco la voluntad me abandono y la seguí como un niño pequeño. Cuando llegamos ante la puerta de la recamara de mis padres ella me empujo ante ella.-

Asomate y ve por ti mismo.-

-No…. no debo… es la recamara de mamá… no es correcto… no lo haré…-

Ese fue mi último intento de resistencia. Pero Rosario no quería esperar más y tomandome de los cabellos me obligo a arrodillarme para observar por la cerradura.

-¡ OBEDECE IMBECIL!… ¡MIRA CUANTO TE NECESITA NUESTRA MADRE!…¡MIRA!…¡MIRA!-

Sin fuerza para oponerme la obedecí, y mis ojos casi se salen de sus órbitas al contemplar lo que pasaba hay adentro. Sobre la cama totalmente desnuda estaba mi madre, su piel morena destacaba sobre las sabanas blancas, Mire sus grandes senos, duros como la roca, coronados por pezones más oscuros que su piel, su vientre liso, sus nalgas pomposas y firmes, los muslos largos y rotundos y, sobre todo el espeso toison negro del sexo que le cubría el bajo vientre hasta llegar al ombligo. Sus ojos estaban cerrados, su respiración era acelerada y fuerte, sus labios carnosos estaban ente abiertos dejando escapar fuertes jadeos. Sus manos se apoyaban en aquellas semi-esferas de firme y morena, para acariciarlas fuertemente, para luego pellizcar sus pezones, remolinéandolos, titilárselos una y otra vez. Luego descendió una de sus manos para tocar su vientre estremecido, con toques leves que iban bajando lentamente hasta el abundante matorral de pelo negro.

Los muslos se abrieron y la mano se hundió entre ellos. Un dedo se deslizó por entre la pelambre, la cual aparto cuidadosamente, para así penetrar libremente en el ardiente coño, su exploración era a momentos lenta y perezosa para luego irse haciendo cada vez más intensa, yo vi como apareció aquel pequeño mástil, su clítoris, rojo y retador; los dedos de mi madre lo tomaron con maestría y lo frotaron, al instante su cuerpo moreno era sacudido por convulsiones de gozo al tiempo que gemido ahogados escapaban de sus labio húmedos.

-¡ QUE RICO!- Jadeaba ella- ¡ QUE DULCE ES SER FOLLADA!…¡FOLLAME!….¡FOLLAME… SI … ASI!….. ¡OH QUIERO POLLA!… ¡POLLA!..¡POLLA!…. ¡TODAS LAS POLLAS DEL MUNDO DENTRO DE COÑO!-

Se arremolinaba briosamente sobre las sabanas blancas, subiendo y bajando el cuerpo, abriendo los muslos al máximo para que sus dedos llegara a lo más profundo de su intimidad. Aquella visión me destruyo por completo, pude sentir como mi escasa cordura quedaba hecha añicos. Las venas de mis ojos se ensancharon como su fueran a estallar, mi corazón latía sin control y mi verga estaba tiesa dura como el acero, ansiosa por aceptar la invitación que los demonios ponían frente a mí.

Rosario volvió a tirar de mi cabello para que me levantara, ya no me importaba nada ni el miedo, ni el dolor, ni el saber que estaba a punto de ser nuevamente un juguete para que «ellas» se divirtieran.

-Anda… entra y complacela… Después regresare para que me hagas feliz a mi también.-

Con mano firme abrió la puerta y me empujo para entrar, mi madre se incorporo en la cama, extrañamente no estaba asustada ni enojada al vernos hay. -Mira mamá Pedro a escuchado tus ruegos y a venido a ti.- Mientras hablaba sus manos me bajaron los calzones, mi polla erguida salto como un animal listo para el ataque. Sin decir nada mi madre se acomodo en la orilla de la cama , sus muslos se abrieron ante mis ojos y torpemente empece a caminar hacia ella.

– ¡Ven hijo!- Creí escuchar de pronto- ¡Apaga este fuego que me consume!- – – Cuando llegue a su lado estaba totalmente enfebresido, sin más me hinque ante ella y la penetre rabiosamente, de un solo embate, hundiendome en aquel lugar por donde había salido al mundo. Sus muslos se trenzaron contra mis riñones y nuestras caderas iniciaron un violento movimiento. Lo nuestro no era amor sino un acto animal, yo mordía y lamía sus hombros, su cuello, arqueaba la espalda para hacer lo mismo con sus pechos, mis manos no la acariciaban la estrujaban como si quisiera arrancarle la carne, mientras empujaba mi polla con todas mis fuerzas contra sus entrañas de fuego. Por su parte ella también me mordía con rabia, clavando sus uñas en mi espalda, creó que me sangro, al tiempo que me apretaba más entre sus piernas para que no me saliera de su coño.

-¡FOLLAME PEDRO, FOLLAME!-

Su voz estaba distorsionada por la pasión incestuosa que nos envolvía.

– ¡Aaaaaagggggg!….¡ASI, QUERIDO ASI!…¿TE GUSTA FOLLARME QUERIDO?… ¡¿TE GUSTA FOLLAR A TU MADRE?!-

Sus palabras me sacudieron y empuje mi polla con más fuerza. El sudor perlada nuestro cuerpos, su aroma de hembra me trastornaba, si tal cosa era posible aún.

-¡DAME TU LECHE PEDRO!… ¡HECHA TU LECHE EN EL COÑO DE TU PUTA MADRE!-.

-¡Aaaaaaggggg!…. ¡ME CORRO MAMA!… ¡ME COOOORRROOOO!-

Mi semen salió disparado con toda la fuerza de mi locura. En ese momento mire a mi lado y vi a mi hermana de pie a un lado de la cama, pero no estaba sola, a su alrededor, en la oscuridad pude ver millares de ojos rojos que nos miraban, de hecho yo no podía ver su cara solo sus ojos tan brillantes como los de «ellas». Después me envolvió la oscuridad. El sacerdote se santiguo al escuchar lo que el hombre le había dicho.

-¡MALDITO SEAS!… ¿REALMENTE COMETISTE SEMEJANTE MONSTRUOSIDAD?-

-Lo hice padre- el hombre volvió a llorar- Pero aún hay más-

-Cuentamelo todo… necesito saberlo todo-

– No se cuanto tiempo paso, al abrir los ojos me encontraba de nuevo en mi cuarto, desnudo y tirado en la cama, me levante con mucho trabajo, mi mente era una cosa informe y confusa. Me vestí y baje al comedor, aunque realmente no tenía apetito, hay encontré a mi madre lavando los platos. -Te levantaste tarde Pedro- Me dijo si volver la cara- Rosario ya llevo a tu hermana al colegio- Sin contestarle me le acerque y la tome por detrás, mis manos se apoderaron de sus grandes pechos, mientras la besaba en la nuca. – – Ella se volvió y cruzo mi rostro con una fuerte bofetada, su rostro denotaba una gran sorpresa y enojo.

-¿QUE FALTA DE RESPETO ES ESTA MAJADERO?-

Sin inmutarme salí de la casa y me puse a trabajar, era como estar dormido con los ojos abierto, no sentía cansancio ni dolor, aún el hambre me había abandonado. No fue sino hasta que el sol se metió que regrese a la casa, nadie salió a recibirme así que me fui directamente a mi cuarto. Rato después estaba en la cama, desnudo y sudoroso, sin poder dormir. Cuando los ruidos de las ratas se dejaron escuchar, me levante y sacando el machete volví a golpear las paredes aún cuando sabía que era inútil, así se repitió todo lo de la noche anterior, los ruidos se volvieron insoportables, yo golpeando las paredes y los toquidos en la puerta que silenciaron todo.

Cuando la puerta se abrió, aún con mi demencia sentí que la sangre se volvía hielo en mis venas, en el umbral estaba un niño de 10 años, de cabello castaño y complexión delgada, ¡era yo padre!… ¡Era yo!. El niño me hizo señas de que lo acompañara, como un títere comencé a seguirlo, creí que me llevaba de nuevo con mi madre, pero no fue así. En lugar de eso me llevo al cuarto de Rosario. Abrió la puerta y me hizo entrar. En la cama podía verse la figura de una mujer recostada sobre su costado, dandome la espalda, con pasos lentos me fui acercando, y, como años atrás, levante las sabanas para meterme en esa cama. Me quede quieto y observe a mi alrededor, los ojillos no se veían aún. Al rato me di la vuelta y me abrase al cuerpo que estaba junto a mi. Con mano temblorosa retire la tela del fondo para tocar la piel desnuda, sentí como mi acompañante se estremecía conforme mis dedos acariciaban las nalgas carnosas, y se hundían en el surco que las separaba.

Cuando mis dedos penetraron en su culo Rosario despertó y se volvió sorprendida, sus ojos eran tan puros como cuando la vi el primer día.

-PEDRO… ¿QUE HACES?… DETENTE… DETENTE….-

-VENGO A DARTE LO QUE TE PROMETI-

Sus manos trataban de apartar las mías de su cuerpo

– NO SE DE QUE HABLAS… POR FAVOR VETE… VETE…- – – Pero yo no le hacía caso y seguí manoseando sus senos, un poco más chicos que los de mamá, mientras la besaba en los labios. Ella se oponía pero yo estaba como fiera en celo, mis manos desgarraron su fondo blanco descubriendo totalmente su bello cuerpo. No se porque pero en esta ocasión el aroma de su sexo me atrajo como a un perro y colocando la cabeza entre sus muslos clave mi lengua en su coño. Sus protestas cesaron al instante mientras su cuerpo se estremecía como si hubiera recibido una descarga eléctrica.

-¡TE AMO ROSARIO QUIERO HACERTE MIA!- mi boca seguía pegada a su coño lamiendo y mordiendo, creo que la lastime mucho.

-¡NO….NO… POR DIOS!….Aaaaaggggg!…. ¡Nooooo…MALDITO ALEJA TUS MANOS DE MI!-

Pero en vez de hacerle caso separe mis labios de su sexo para que mis dedos entraran en ella.

– ¡NOOOO…. POR FAVOR…..NOOOO!…. ¡PEDRO RECUERDA QUE SOY ESPOSA DE DIOS!…-mis dedos encontraron su clítoris- ¡SOY TU HERMANA!….¡Aaaaaaaaa!….. ¡NOOOO!…. ¡LLAMARE A MAMA!-

-Pero si ella ya fue mía anoche- le dije aturdido.

-¡MIENTES….MIENTES!…-

-TU ME LA ESTRAGASTE- ¡NOOOOOOOOOO!-

En su desesperación me clavo las uñas en el rostro con tal fuerza que la sangre broto al instante, eso me hizo enojar y sin piedad le di dos golpes en la cara que la dejaron casi inconsciente. -¡No….no!…. Ayudame Dios mío….-

Pero hacia mucho que Dios no estaba en esa maldita casa. Nadie me impidió abrirle los muslos al máximo para acomodar mi polla hinchada a la entrada de su coño y darle el primer empujón. ¡Ayyyyyyyy!- Grito Rosario al sentir mi entrada, yo me asuste un poco y retrocedí, pero luego volví a empujar con todas mis fuerzas y se la metí hasta el fondo.-¡Aaaaagggggghhhhh!- Grito de nuevo al sentir que su cuerpo se abría totalmente a su invasor.

Note que un chorro de liquido caliente salpicaba las sabanas, era sangre…

¡Rosario era virgen!…, mientras yo empece a moverme de arriba abajo.

Aunque no me crea he de decirle que ella comenzó a disfrutar también pues dejo de resistirse, gruesas lagrimas rodaron por sus mejillas, aunque me di cuenta de eso no me detuve sino más bien intensifique mis embestidas, era delicioso el placer que sentía en aquel coño recién abierto que me apretaba la polla como una boca hambrienta. Me costaba trabajo retroceder y avanzar de nuevo, sus músculos recién abierto se resistían, pero eso solo me hizo empujar con más brío. De pronto sentí como cerraba sus piernas en torno a mi, al tiempo que aventaba su vientre hacia adelante pera dejarme entrar.

Así fue como se me entrego toda, su fe y su virtud callaron hechas pedazos.

El impulso de nuestros cuerpos se volvió frenético, gemíamos y respirábamos profundamente, a nuestro alrededor solo había oscuridad ¿donde estaba «ellas?. Cuando al fin me corrí en aquel coño virginal solté un terrible grito que nadie sabría decir si era de placer o de agonía.¡Aaaaaagggggghhhhh! Las fuerzas me abandonaron mientras mi ardiente leche bañaba las entrañas de Rosario, esta por su parte abrió los muslos para que mi polla entrara aún más dentro de ella al tiempo que, según creo, también se corría como un poseída del demonio.

-¡Aaaaaaaggggghhhhhh!….-

Luego solo silencio. Pero contrariamente a lo que había pasado la noche anterior no me desmaye. Así permanecí sobre Rosario, lentamente alce la cara y vi algo horrible, ¡el niño estaba hay… de pie sobre la cabecera de la cama! . Sus ojos brillaban como lumbre mientras sonreía, dejando ver unos dientes pequeños y puntiagudos, asustado me eche hacia atrás. Aquel engendro me miro divertido y bajando de la cabecera comenzó a tocar a mi hermana, sus manecillas estaban provistas de largar uñas negras que abrían la piel con solo tocarla, abrió heridas en los senos, en el vientre y en las piernas. Después coloco su mano detrás de Rosario y la hizo sentarse en la cama, la sangre de sus heridas teñía todo de rojo, él se coloco detrás de ella y comenzó a jugar con su cabello negro, repentinamente paso su mano por el cuello y cerceno la cabeza de un tajo. Luego se acerco a mi y ofreciendome la cabeza me dijo con la voz más inhumana que nadie allá iodo en esta mundo

-.¡BESALA PERRO!-

Incapaz de soportar más salí corriendo y gritado hacia mi cuarto.

El nuevo día me encontró escondido en un rincón, temblando y llorando, con el machete empuñado, a la espera de aquel nuevo horror. ¿Qué me hizo levantarme, vestirme y salir del cuarto?, eso es algo que no he llegado a comprender. Al bajar me encontré conque mi madre y Rosario, ¡Si Rosario estaba viva!, estaban en la cocina, ambas lloraban y se abrazaban. Al verme se quedaron calladas y me miraron con temor y odio, yo solo las vi un momento antes de salir a trabajar. Mucho después me di cuenta de que uno de los peones se alejaba de la hacienda y por alguna razón corrí detrás de él.

-¿Adonde vas amigo?- El me miro con el miedo dibujado en la cara y me contesto.

-S..su señora madre me dijo que traiga de vuelta a la señorita Laura del colegio.-

El nombre de mi hermana pequeña me causo un estremecimiento.

-Devuelvete a tu trabajo.- Le dije- Yo iré por ella.-

-Pero patrón su mamá me dijo…-

-¡CALLATE IMBECIL Y HAS LO QUE TE DIGO!- Aquel infeliz por poco se va de espaldas.

-S..si…si patrón lo que usted diga- sin más salió corriendo hacia la hacienda.

Cuando Laura salió del colegio y me vio esperandola se puso pálida como la cera, pero a pesar de eso no intento irse con sus compañeras ni regresar al interior del edificio. En vez de eso paso a mi lado como si no estuviera y emprendió el regreso, yo me di la vuelta y eche a andar detrás de ella. Así recorrimos casi todo el camino, de pronto Laura se volvió y se acerco a mi para darme una sonora bofetada, sus ojos estaba rojos por el llanto.

-¡ERES UN MALDITO HIJO DE PUTA!…. ¡ERES UN MALNACIDO!… ¡ERES… ERES… UN…UN…OH DIOS PEDRO QUE HAS HECHO!.-

El verla tan triste me conmovió y acercandome a ella le tendí los brazos, ella me rechazo al principio pero era tal su dolor que termino por quedarse entre mis brazos. De nuevo me pregunto el porque de mis actos y yo le conté las cosas que me habían ocurrido desde mi regreso, además le dije que había sido la misma Rosario quien me impulsara a tomarla. El mal me jugo otra treta en ese momento, pues contrariamente a lo que cualquiera esperaría

Laura me miro directamente a los ojos.

-¿Así pasaron las cosas?.¿ fueron «ellas» las que te provocaron?-

-Te lo juro-

-¡Entonces te perdono!- Sus cándidos labios me besaron de nuevo, y en ese momento supe que la amaba.

El sacerdote se estremeció al escuchar semejante cosa. –

¡¿PERO QUE DICES ES QUE NO CONOCE LIMITES LA LUJURIA DE TU ALMA?!-

Pedro levanto su rostro cubierto de vendas. -Reconozco que lo mío era una abominación padre. Pero no era lujuria. Al menos no con Laura. Como mi madre y Rosario estoy de acuerdo pues simplemente respondí a un estimulo como un animal. Pero con Laura había algo más un sentimiento lindo que me aliviaba de mi soledad y mi dolor.

-¡CALLA BLASFEMO!. ¡ESE SENTIMIENTO SIEMPRE SERA ABOMINABLE A LOS OJOS DE DIOS, NO IMPORTA QUE LA LOCURA SEA SU ORIGEN!-

-Lo se padre- El cura respiro hondo y ordeno- Termina de una vez con tu relato-.

De regreso a la hacienda descubrí una gran camioneta estacionada frente a la casa, el comprender que mi padre había regresado me hizo temblar de miedo, ¿Para esa hora mamá le habría contado algo?, ¿Me mandarían de nuevo al manicomio?. Extrañamente Laura tampoco parecía muy feliz con su regreso. Pero antes de que pudiera preguntarle el motivo mi padre salió de la casa y acercandose a nosotros nos saludo.

-¡Como están muchachos!-

En su cara no había señales de enojo lo cual me tranquilizó, pero al verlo abrazas a Laura creí notar que sus manos recorrían su cuerpo con detenimiento, acariciando no como padre sino como hombre. Pero antes de que pudiera decir algo mi padre nos condujo apresuradamente al interior de la casa, hay nos encontramos con dos hombres que yo nunca había visto, mi madre les servía atentamente y Rosario estaba platicando con ellos, ambas lucían alegres a pesar de todo. Mi padre nos presento: El hombre mayor era Don Julián De la Garza, también hacendado, y el otro, de unos 17 años, era su hijo Cornelio. Dejeme decirle una cosa padre, yo tal ves sea un loco pero aquel mozalbete gordo y con mejillas de marrano era un maldito idiota, se reía como una hiena por cualquier causa y sus modales eran los de patán.

Aún así mi padre los trataba atentamente, yo no tenía interés en esas visitas y sin decir más que «buenas noches» me retire a mi cuarto.

Esa noche los sonidos de las ratas comenzaron desde que cerré la puerta, atormentandome burlandose de mi y de «mi amor» por Laura. Yo me cubría los oídos con la almohada para no escucharlas, tenía miedo de golpear las paredes con mi padre en la casa, pero era inútil. Sentí que alguien entraba a mi habitación y se sentaba a un lado de mi cama, me volví y descubrí que era mi madre, sus ojos estaban tristes y su voz le temblaba.

-Hijo tengo que hablar contigo- las ratas seguían chillando a nuestro alrededor.- Es sobre tu hermana…-

-Mamá, lo que paso anoche con Rosario…-

-¿De que hablas hijo?-

-¿ No estaban llorando por eso esta mañana?-

-Llorábamos por lo que pasa con Laura- Las lagrimas comenzaron a rodar por sus ojos.

-¿Qué pasa con Laura?- dije levantandome de un salto, no me importaba estar desnudo.

-Ven conmigo.- Me tomo de la mano y me saco de la habitación, los chillidos nos siguieron a lo largo del pasillo. Nos detuvimos frente a la habitación de Laura.- Mira.-

Mansamente me arrodille y mire por la cerradura, dentro estaban mi padre y Laura.

-¡TU HARAS LO QUE YO TE MANDE LAURA!-

-¡YO NO LO QUIERO PAPA!-

Mi padre dio un paso al frente y golpeo a Laura con la mano abierta, mi padre era un hombre fuerte y con un golpe basto para que Laura rodara por el suelo, después él mismo la levanto del cabello y la arrastro hasta la cama.

-¡LO QUE NECESITAS ES QUE TE RECUERDE QUIEN ES TU MACHO!-.

Mientras hablaba se fue despojando de sus ropas, debo decir que era un hombre de buen cuerpo, fuerte y de piel tostada por el sol. Laura lo miraba también, sus ojos llorosos estaban fijos en el miembro erguido, él se acerco y sin más preámbulos la beso en los labios, para después aventarla sobre la cama.

-¡DESNUDATE!-

Mi hermana se incorporo sollozando y se despojo de sus ropas, así vi sus senos respingados y duros, coronados por pezones sonrosados, su vientre plano y adornado por una suave pelusa, casi rubia, entra las bien torneadas piernas, sus soberbias nalgas robustas y firmes; sus piernas eran largas y bien torneadas. Mi padre se acerco y cubrió aquel cuerpo virgen de besos y caricias de hombre. Ambos se subieron a la cama y tras un breve cachondeo papá la hizo tenderse boca arriba con los muslos totalmente abiertos, mostrando su coño rosado, mi padre hundió su cabeza entre aquellos muslos blancos y procedió a lamer, besar y titilar el apetitoso bocado que tenía a su alcance. Laura se retorcía como poseída, sus manos estaban crispadas sobre la cabeza de papá sujetandola contra su intimidad.

-¡Aaaaagggghh…. que rico… papá …papá … sigue… sigue…!.-

Ella apretaba los labios, como temerosa de que su amante la escuchara.-¡PONTE EN FACHA!-

Ordeno mi padre suspendiendo su labor. Obediente Laura se coloco en cuatro manos, papá le acomodo dos almohadas debajo de su cuerpo, quedando a merced de papá quien le separo las nalgas con sus manos callosas y dirigió su polla tiesa hacía el estremecido ojete de mi hermana.

-Por favor papá…. hazme lo que quieras pero no me pegues.- dijo Laura tímidamente.

Mi padre sonrío cruelmente y acto seguido lanzo un escupitajo sobre el ojete y otro sobre roja cabeza de su polla. De pronto lanzo una fuerte estocada y su falo se deslizó dentro de aquella bolsa de carne, como cuchillo en mantequilla, sin que nada pudiera impedir su avance.

-¡NOOOOOO…. ESO NOOOOO!- Pero él cruel é implacable, comenzó a moverse retrocediendo para luego lanzar fuertes estocadas contra las rosadas nalgas.-

¡POR FAVOR… SACAMELO…. ME LO METISTE TODOOOO….. PAPA….Aaaaaahhhhh!-

Ella trataba de huir pero el la tenía bien sujeta por las caderas.

– ¡aguanta…. aguanta…!- – – Decía él mientras contemplaba como su polla salía y entraba del ano de su víctima. Poco a poco los esfuerzos de Laura por escapar se fueron debilitando, paulatinamente comenzó a mover las caderas al compás de las embestidas del macho. Mi padre se inclino sobre la espalda de mi hermana para besarle el cuello y la espalda, mientras metía las manos por debajo del vientre para acariciar magistralmente el coño que para ese momento estaba empapado en jugos de mujer.

– ¿Ahora entiendes por que tú padre no deja que nadie se acerque a Laura?-

– Dijo mi madre detrás de mi, sus manos me acariciaban la polla, erecta a pesar del enojo que me corría por el cuerpo.

– -Pero entonces- replique- ¡Quién es el idiota ese de Cornelio!.

-Tú padre tiene muchas deudas.- me contestó- Por eso va a casar a Laura con ese idiota, así piensa hacerse dueño de las tierras de su padre.-

La ira aumento al imaginar a mi padre fraguando semejante infamia, y, por si fuera poco él también estaba enamorado de Laura… pero Laura era mía… ¡mía!.- Dentro del cuarto los amantes seguían removiendose, jadeando y gimiendo, sus movimientos se hicieron cada vez más fuertes, la mano de mi padre también intensifico sus movimientos, hasta que Laura soltó un gran gemido mientras un chorro de liquido corría por sus muslos, los músculos de mi padre se pusieron tensos y me imagino que descargo una verdadera lavativa de leche inundando el ojete de mi amada.

Mi sangre hervía de coraje, mi vista estaba nublada y estuve a punto de entrar para matar a mi padre ahí mismo, pero mamá me tenía dominado y sujetandome de la polla me llevo hasta el cuarto de Rosario. Al entrar la vi esperandonos desnuda y tendida en la cama mi madre se despojo de su bata y los dos nos metimos en la cama, lo demás no lo recuerdo. Al día siguiente desperté en mi cuarto, sin meditarlo me salí a ver el cuarto de Laura, al entrar vi la cama deshecha y olí el aroma del sexo. Fuera de mis cabales busque a mi padre y lo encontré en su oficina revisando unos papales. –

Quiero hablar con usted papá-

sin levantar la mirada me respondió

– Diga que quiere.-

-Quiero que me conceda la mano de Laura para casarme con ella.- Mi padre soltó los papeles y me miro rojo de furia.

– ¡TE HAS VUELTO LOCO DESGRACIADO?. ¿QUÉ ESTUPIDECES ESTAS DICIENDO?-

-¡NO VOY A DEJAR QUE LA CASE CON EL IDIOTA ESE SOLO POR GANARSE UNOS DINEROS PADRE!-

Esta vez me respondió con un puñetazo que me mando derecho al piso.

Seguramente me habría golpeado más de no ser porque Don Julián apareció en la entrada de su despacho.

-¿Pasa algo malo Don Juan Antonio?-

Hipócritamente mi padre me ayudo a levantarme y le aseguro a su «amigo» que yo había sufrido un mareo. Discretamente me saco de su despacho y cerro la puerta, yo me quede afuera humillado y llorando, de pronto alcance a escuchar que saldrían a pasear por la hacienda.Sin pensarlo subí a mi habitación y tome el filoso machete al bajar me encontré con que se habían ido ya, y salí en su búsqueda. No tarde en encontrarl