Capítulo 2

Javier y Patricia conversan II

Javier: Bueno, cari, ahora te toca a ti.

Patricia: Ya, pero, después de lo que he escuchado de tus propios labios.

J: Estás llorando mi amor?

P: mmm

J: Vamos, me dijiste que no te enfadarías. Que el pasado, pasado es.

P: Como pudiste hacerme algo así? Yo te quiero. Y con Silvia nada menos. Es que además esa niña es monísima.

J: Solo fue aquella vez. Me has pedido sinceridad y te la he dado. Si lo llego a saber no te cuento nada.

P: Ya no lloro más, ale, se acabó llorar por los hombres.

J: Yo no soy los hombres mi vida, soy Javier.

P: Ya, pero todos sois iguales, cortados por el mismo patrón.

J: Ja, ja, ja. Qué sabrás tu de eso mi princesa.

P: Por ejemplo, tu amigo Marcos, es igual que tú.

J: Ya, algo tenemos en común en ese aspecto.

P: Y tu otro amiguito, el rubio, cachas, guaperas australiano.

J: ¿Ethan?

P: Ese, otro sinvergüenza.

J: Mi vida, Ethan solo estuvo en casa dos días. No se debe hablar mal de alguien al que no conoces, y menos criticar sin conocimiento.

P: Pues que sepas que tu amigo Ethan se portó fatal conmigo.

J: No sabía nada. Pensé que te caía bien.

P: Pues me hizo mucho daño, y que sepas que no se lo perdonaré.

J: Vaya, pues me sorprende esta forma de hablar mi vida. Ethan es de lo más correcto, o al menos eso pensaba yo.

P: Pues si recuerdas, el día que le trajiste a casa del aeropuerto, te llamó tu padre que se había quedado atascado en el ascensor de su casa

J: Es cierto, en su edificio no quedaba nadie porque todos los vecinos estaban de vacaciones y él se había quedado en el ascensor. Además fue justo dejarle en casa y me largué corriendo.

P: Pues que sepas que en aquel momento yo me estaba duchando. Ethan entró en el baño, levantó la tapa del inodoro y se la sacó tan tranquilo.

J: Ja, ja, ja, te pegarías un buen susto.

P: El corazón se me salía del pecho. Menos mal que recordé que venía tu amigo y me lo habías descrito

J: ¿Y qué pasó? No sabía nada de aquello, no recuerdo que me lo hubieses contado.

P: Pues resulta que me asomé por la mampara y le dije «Hello, I am Patricia, Are you Ethan?» Y me respondió «yes, yes»

J: Ja, ja , ja, muy bien mi amor, toda una filóloga inglesa y supongo que tiraría de la cadena después de…

P: Pues no recuerdo, la verdad es que después de su yes, yes, me preguntó si era yo tu novia, todo ello en inglés y le dije que si, por supuesto.

Él entonces se acercó y me seguía hablando, pero ya era una distancia un poco incomoda porque yo me tenía que ocultar tras la mampara aunque no parecía fijarse mucho a ver si me pillaba un poco de muslo o pechito, yo creo que para él era una conversación normal y corriente.

Me estuvo hablando unos minutos y yo ya empezaba a quedarme fría y le pedí la toalla. Él me la dio, pero seguía hablando y hablando.

A mí me incomodaba un poco la situación, pero pensé que así era en Australia y terminé por salir de la ducha, con la toalla puesta por supuesto.

Mientras yo quitaba el vaho del espejo del baño Ethan se puso a frotarme la toalla por el cuerpo, como ayudándome para secarme, pero lo único que hacía era ponerme más nerviosa. Ya sabes que cuando estoy en el baño no quiero que estés ni tú. Pues él erre que erre hablándome y yo sin entender nada.

Llegó el momento en que quise ponerme la ropa interior y le pedí que saliese pero, cariño, él no me entendía. Se lo dije tres veces pero, él nada, que no se movía y me contestaba «I don’t understand». Así que nada, que empecé a buscar donde había dejado mis braguitas y ahí estoy segura que se me deslizó un poco la toalla y dejé un pecho al aire.

Claro, él me miró y con los nervios se me resbaló la toalla entera. Mi vida, me quedé con la toalla en la mano y solo tapado mi coñito. Rápidamente me tapé los pechos de nuevo, me di la vuelta y claro, mi culito al aire.

Ahí fue cuando noté su aliento en mi cuello, varonil, tan firme… Y su mano en mi nuca. Eso fue lo que más me hizo palidecer en aquel momento.

Sus manos comenzaron a bajar de la nuca y se instalaron en mis pechos, crecidos por la excitación, con los pezones deseando su roce, la caricia de sus dedos.

Solté un gemido, fue un acto reflejo y él sé que se excitó. Bueno, lo sé porque comenzó a bajarse los pantalones y noté como su polla acariciaba la raja de mi culito.

Por supuesto, le dije que no, que se fuese de allí inmediatamente, pero creo que no entendió, ya sabes, problemas con el idioma y me empujó contra el lavabo.

El golpe de la cabeza contra el espejo me dolió, pero nada comparado con su olla penetrándome por detrás. Cariño, jamás hasta entonces me habían penetrado por el culo.

Me dolía con tal intensidad que no podía gritar, pero ese dolor a su vez era excitación, era placer. Se portó como un bruto, no me dejaba escapar de allí, aunque sinceramente, yo no quería que me dejase ir.

Comenzó a gritar de una manera animal y descargó toda su leche dentro de mi culito, bombeando sin cesar.

J: ¿Y qué hiciste tu?

P: Me enfadé un poco, porque yo estaba a punto de llegar al orgasmo y él había acabado. ¿Te imaginas? Yo, un orgasmo anal… ja, ja, ja, si casi no los tengo por delante.

J: Vaya, mi vida, no conocía aquello. Debió ser duro para ti no poder contármelo.

P: Pues si… avergonzada por lo sucedido y todavía dolida por mi culito me vestí y me fui al salón a esperarte mientras Ethan se duchaba.

Ahí fue cuando llegó Marcos. Salí a abrirle y me notó algo acalorada, como fuera de mí. Me preguntó que me pasaba y yo por supuesto le dije que nada, pero cuando vio salir a Ethan con la cara de satisfacción creo que sospechó algo.

J: Vaya, ¿no se pegarían Ethan y Marcos verdad?

P: Qué va, Ethan le comentó algo en inglés a Marcos y la expresión de éste cambió completamente. Empezó a mirarme los pechos, a decirme lo bonitos que tenía… mis ojos. Después que si siéntate a mi lado, que si no te preocupes, que si esto va a quedar entre nosotros, que empezó el tío a sobarme los pechos y a besarme por el cuello y ya sabes que el cuello es mi perdición.

Ethan mientras tanto me descalzó y comenzó a besarme los pies. Jo, cari, tu nunca me has besado los pies y él lo hacía con tanta delicadeza.

Marcos metió sus manos en mi vestido, buscando mi sexo y llegó con su mano a rozar mi clítoris.

Yo no podía aguantar más la situación y en vista de que tu podías llegar de un momento a otro decidí cortar con aquello lo más rápido posible.

Y para que fuese rápido lo mejor era bajar los pantalones a Marcos y comerle su polla. Me la metí poco a poco, saboreándola, disfrutando de aquel instante. Marcos tiene un pene enorme mi vida, deberías verlo. Y además como que te apetece utilizarlo a modo de helado.

Mis babas recorrían su pene hasta la base de su escroto, era graciosísimo. Mientras, Ethan, me bajaba las bragas para comerme el coño. Su lengua era prodigiosa, muy rápida y muy dulce. Jamás me han comido el chirri así mi amor, ahí tuve mi segundo orgasmo.

J: ¿Segundo? ¿Y el primero?

P: Ah! Se me olvidó decirte que mientras Ethan se duchaba pasé al baño y me hice un dedo mientras le chupaba su glande.

J: Ya veo.

P: Ethan se puso de rodillas detrás de mi mientras yo le seguía comiendo la polla a Marcos y, oye, que fijación tiene ese chico con meterla por el culo. ¿ Te puedes creer que volvió a metermela por el culo? Ahora, eso sí, ahí si que no me pilló desprevenida. Mi culito había dilatado y disfruté de esa penetración como si fuese la última y por supuesto me corrí sin esperar a Ethan. Él me golpeaba con violencia mientras yo me tragaba el semen de Marcos que se corrió en mi boca sin avisar el muy guarro. Creo que era la primera vez que probaba semen.

Ethan terminó poco después, volviendo a gritar como un poseso mientras bombeaba de nuevo su semen en mi culo ( después de tantas penetraciones, dejó de ser culito ).

Y eso es todo. Tú llegaste 10 minutos después.

J: ¿Patricia, entonces, te gustó lo del culo?

P: Si, mi vida.

J: Te quiero

P: Te quiero

Continúa la serie