Dulce entrada al infierno
Hay historias que parecen reales pero no lo son, son solo la imaginación desbordada de algún soñador falto de vida sexual.
Hay otras historias que son reales pero no lo parecen, por la carencia de estilo o el exceso de nerviosismo durante los hechos que no le permiten al protagonista recordarlos con claridad.
Yo espero que mi historia no resulte aburrida y que dé para percibir en ella que es una historia 100% real; que las cosas pasaron tal y cual como me dispongo a narrarlas… no por poco comunes tienen que ser falsas… recuerda que cada cabeza es un mundo y cada persona una historia diferente !!.
Me decidí a narrarla porque siempre me ha gustado escribir pero jamás pensé que yo mismo tendría una historia que me serviría de inspiración y hoy, aun no se como definir la sensación que me da el recordarla.
Esta historia es real.
Yo soy un tipo de 35 años que me digo ser bien parecido.
No soy el prototipo de príncipe azul de ninguna mujer pero creo resultar atractivo y siempre he tenido altos porcentajes de éxito con las mujeres.
Sin embargo comencé mi vida sexual algo mayor, a los 17 años cuando después de varios intentos fallidos con varias novias que al final nunca quisieron acceder conmigo y después de casi convencerme que moriría virgen, conocí a Samantha.
Era 2 años mayor que yo y para su edad tenía un cuerpo que de solo verla hacía desearla; después de 3 meses de amistad cercana en la que estudiábamos juntos, íbamos a cine, a fiestas y todo como amigos, sucedió lo que tenía que suceder: nos hicimos novios.
No quiero entrar en detalles de esa etapa, y solo explicaré que pasaron solo algo mas de 15 días para que mi pene entrara por primera vez en la boca de una mujer.
Samantha me confesó que se sentía atraída por chicos de mi edad y de esa forma las cosas avanzaron bastante rápido. Fueron como 3 o 4 meses que nos contentamos con sexo oral.
Me chupaba el pene casi todos los días a la salida de las clases, en cine, en el parque, en el auto, en la sala de su casa… era un festín de felaciones que nos convirtieron en expertos para aprovechar cualquier 5 minutos solos y ella se acomodaba en cualquier posición que le permitiera saborear el falo y tragar el semen caliente.
Después vino el sexo completo; ambos éramos vírgenes y ella también me contó que antes de mi había chupado otros penes de otros novios pero nunca se había dejado penetrar, así que al comienzo anduvimos un poco torpes para lograr penetrarla, pero después de los primeros éxitos vino también la perfección que da la práctica continua.
Éramos hábidos permanentes del sexo y en cada oportunidad que teníamos me la sacaba por el cierre del pantalón y se fajaba a chupar, y si después de 2 minutos aún no aparecía nadie y su ropa lo permitía, en cualquier sitio público (pero solitario) follábamos.
Se volvió experta para acomodarse en lugares pequeños y éramos verdaderos malabaristas para lograr una buena clavada. Se volvió un arte tener el sexo mas salvaje y atrevido en los lugares menos imaginables. Samantha era para ese entonces una chica de 1,70 mts de estatura con unos senos y caderas de 97 cms que hacían perfecta armonía con su delgada cintura, redondas nalgas, de piernas gruesas, cabello largo y liso muy negro, y un vagina carnosa que siempre adornaba con unos muy bien cuidados vellos negros cortos.
Pero como dicen que nada es perfecto, después de 8 meses de haber follado en todos los cines, moteles, discotecas y parques de la ciudad y en cada uno de los rincones de su casa, una tarde, después de 8 meses de un noviazgo casi perfecto, acabó el encanto de la manera menos esperada: «Fabián … estoy embarazada». Sentí el mundo venírseme encima, vi mi vida acabada, mi carrera sin futuro y un hogar sostenido por la caridad de mis padres. La escena me horrorizó y estoy seguro que para ella quedó claro con mi reacción.
Conversamos largamente sobre las opciones y como es lógico, al no llegar a un acuerdo terminamos en una gran pelea. La situación siguió igual por varios días; nada mejoraba y todo empeoraba. Una noche me llamó y me dijo que acababa de contárselo a sus padres, que yo pensara lo que quería hacer pero que ya ella había dado un paso y que conmigo o sin mi seguiría adelante.
Todo pasó tan rápido y coincidió con la propuesta de traslado de ciudad que le habían hecho a su padre en el trabajo, que después de las discusiones entre familias mas grandes y acaloradas que se puedan imaginar, la historia acabó con los padres de Samantha llevándosela con ellos a otra ciudad y jurándome que jamás conocería a mi hijo. Mis padres me aconsejaron que era lo mejor dejar las cosas como estaban, y yo sin saber ni siquiera que quería, decidí darme un tiempo mientras pensaba en una decisión.
Pasé 18 años pensando !!. Para ser sincero, después de un tiempo dejó de interesarme y aunque nunca dejé de preguntarme como estarían Samantha y mi hijo, si él se parecería a mi y si su madre le habría enseñado a no ser como su padre, decidí que eso no me haría sentir culpable y me tranquilizaba saber que ella estaba con sus padres. Mi vida siguió; tuve muchas mas mujeres pero nunca me casé. Terminé la facultad y comencé una vida laboral bastante promedio con unos éxitos medianos… la cual mantengo hasta ahora.
Esta historia es real.
Digamos que quise adelantar esta parte de mi vida para que se hagan una idea del tipo de hombre que puedo ser hoy en día en cuanto a las mujeres se trata. Me encantan las relaciones casuales y sin compromisos, y cada vez que puedo darle una buena follada a una chica no dudo en hacerlo así no la vuelva a ver jamás.
De hecho, me encantan las chicas jóvenes, tal vez por nunca haber vuelto a tener una como Samantha, e incluso hacía como tres meses había roto mi propio récord al lograr follar salvajemente a una chica de 19 años que conocí en una fiesta cuando ella estaba decepcionada por haber terminado con su novio. Esa noche supe consolarla por cada uno de los orificios de su cuerpo que al final termino húmedo de semen caliente por dentro y por fuera … ese soy yo !!
Animado como estaba por mi experiencia con esa chica, a los 15 días decidí aceptar la invitación de un compañero de trabajo bastante joven (unos 22 años) que me dijo que asistiéramos a una fiesta de sus compañeros de facultad donde habían invitado a unas chicas que estaban de vacaciones en la ciudad y que estaban preciosas.
No había indicios de que las chicas fueran fáciles de irse a la cama pero todos los muchachos estaban entusiasmados con la posibilidad, así que mi amigo me convenció y a las 9:00 en punto de aquel sábado hice mi entrada triunfal por la puerta de la discoteca que el grupo había apartado para su celebración universitaria.
Esta historia es real.
Tan pronto llegué, activé todos mis sentidos en busca de chicas de mi preferencia.
Todas estaban preciosas para mi gusto pues sus edades oscilaban de los 17 a los 22 años y yo con mi apariencia de hombre maduro que sabe lo que quiere, me sentí con probabilidades de éxito en caso de querer convencer a alguna de por lo menos llenarle la boca de pene.
Estaba en mi búsqueda cuando ví aparecer a aquella chica despampanante que venía desde la pista de baile.
Era de mediana estatura, grades senos redondos y fuertes piernas bajo unas grandes y hermosas nalgas.
Encajaba perfecto en una minifalda negra bastante ajustada y una blusa roja tipo «top» bastante seductora adornada con un pequeño chaleco negro por encima. Su cabello liso ligeramente por encima de sus hombros y una gracia en el andar, me indicaron inmediatamente que era la chica que estaba buscando para mi aventura de ese día.
Después de un rato me le acerqué en la barra y la invité a una copa. Me dijo que su nombre era «Marcela». Charlamos, bailamos, nos hicimos los mejores cómplices entre el coqueteo mutuo que ya era evidente, así que cuando eran cerca de las 11:00 de la noche, di una generosa propina a uno de los meseros que logró conseguirnos una mesa para dos en el fondo donde estaba mas oscuro y calculé que el ambiente serviría para mis intenciones.
Nos acomodamos en el fondo, en medio de la oscuridad.
El alcohol fué mi mejor aliado y en menos de 10 minutos ya estaba besando apasionadamente a la dulce, tierna y medio ebria Marcela.
Supe manejar la ventaja que me daban mis 35 años contra su 18, y mientras el alcohol fluía y el volumen de la música aumentaba, mi lengua exploraba toda su boca y mi mano acariciaba esas hermosas tetas, grandes para su edad y que ya yo había percibido que estaban desnudas bajo la blusa.
Comencé suave primero, y poco a poco la sentí excitarse y los besos se volvieron mas ardientes, ahora su lengua se movía frenética por mi cuello mientras yo en un rápido movimiento deslicé mi mano bajo su blusa y con la misma deslicé hacía abajo la única prenda de vestir que cubría esos pechos.
Trató de impedírmelo pero ya las tetas estaban afuera y con mi experiencia supe retenerla en otro prolongado beso, mientras mis dedos apretaban la punta de sus pezones y luego amasaban completamente las tetas mas firmes que había tenido entre mis manos.
La chica estaba en otro mundo pues era claro que le encantaba la sensación; seguí luego con mi boca y entre sus suspiros suaves bajé la cabeza y empecé a chupar esas tetas espectaculares. Fue casi enseguida que la sentí mover suavemente sus caderas sobre la silla, así que aproveché y deslicé una mano hacia abajo.
Esta vez fuí directo al grano, entré en su falda e inmediatamente usé mis dedos para correr a un lado la diminuta tanga que cubría el frente de su concha que en ese momento sentí deliciosamente carnosa, caliente y húmeda. Nuevamente trató de reaccionar pero nuevamente controlé la situación; me metí toda la teta en la boca y succioné mientras con un brazo la apreté contra mi cuerpo y con el otro trabajé con el dedo central moviéndolo circularmente contra su clítoris.
El masaje surtió mas del efecto esperado porque nuevamente empezó a gemir y mover las caderas circularmente mientras que ella misma bajó su mano, la puso sobre la mía que acariciaba su clítoris y tomando mi dedo mi indicó claramente que quería que se lo introdujera.
Sin esperar mas metí suavemente el dedo en esa rajita que sentí rodeada por unos vellos cortos y muy suaves , y que aunque estrecha, era claro que ya había conocido un pene porque no opuso mayor resistencia ya que además estaba tremendamente lubricada.
El jaleo continuó y yo loco chupándole los pechos saltando de uno al otro y mi dedo entrando y saliendo a toda la velocidad de su concha húmeda y caliente. Estábamos muy excitados y pensaba yo en lo duro que estaba mi pene, cuando precisamente sentí su mano posarse sobre él.
La miré y ella me miro solo un instante para luego bajar la mirada hacia mi bulto y concentrarse en acariciarme el pene sobre el pantalón. Dejé sus pechos y saqué mi mano de abajo de su falda, y entonces me recosté sobre el espaldar del mueble con mis piernas estiradas hacia el frente, en una pose que sugería claramente cual era mi propósito.
Ella estaba sentada de medio lado sobre la silla con la blusa enrollada abajo de las tetas al aire, con una pierna recogida sobre el mueble y la otra en el suelo, la falda casi a la cintura dejando ver la tanga corrida a un lado y la carnosa vulva húmeda, y en esa posición miraba fijamente hacia mi duro pene que ella masturbaba sobre mi pantalón.
Se desesperaba con el fuerte falo agarrado, y en un momento decidió poner el toque final. Con la otra mano que hasta el momento había dejado quieta sobre mi pierna, se acercó y torpemente empezó a buscar el zipper del pantalón.
La dejé hacer, pero ella no era experta en esto y después de algunos intentos la vi que iba a desistir así que decidí ayudarla. Suavemente retiré sus manos con las mías y entonces yo mismo bajé el zipper, metí una mano adentro y con dificultad por la rigidez y dureza que tenía, finalmente logre sacar completamente el pene a través del cierre del pantalón.
Enseguida lo solté y volví a recostarme sobre el mueble mientras la miraba a los ojos; ella no me miraba pues estaba concentrada observando el duro y grueso pene erguido.
Deslizó suavemente sus dos manos, pero no lo agarró sino que las puso alrededor del pene, y sin decir mas, lentamente comenzó a inclinarse hacia el frente… cuando estuvo cerca agarro el pene por la base con ambas manos hasta dejarlo a 90°, abrió sus labios y a medida que suavemente bajaba se lo fue introduciendo totalmente dentro de su boca dejándolo deslizar entre los labios.
Sentí un corrientazo por la saliva espesa y muy caliente que me mojó todo.
Nunca supe cual era su experiencia previa o si era cualidad natural, pero empezó a chuparme el pene como nunca me lo habían hecho; al comienzo subía y bajaba lentamente la cabeza moviendo su cuello y balanceando el cuerpo adelante y atras mientras dejaba que por la saliva, el cuerpo del pene se deslizara suavemente entre sus labios mientras lo seguía manteniendo agarrado con ambas manos por la base.
De momento se lo sacaba y le pasaba solo la lengua por la cabeza, luego por todo lo largo del pene con la cara a medio lado, se enderezaba y de nuevo se lo metía en la boca, hacía por metérselo hasta el fondo y manejaba perfectamente los ritmos.
Luego se lo sacó de nuevo, subió un poco la cabeza y ví como escupía suavemente una dosis de saliva sobre el pene, la dejó escurrir sobre el cuerpo y de nuevo se lo clavó y retomó sus movimientos. También se lo sacaba y con la mano lo restregaba contra sus pezones pasando de uno al otro para seguir después chupando como una ninfómana.
Después aumentó la velocidad, y con una de las manos empezó a masturbarme; al mismo ritmo que subía y bajaba la cabeza lo hacía con la mano cubriéndome todo el rededor del falo; seguía dándole lengua, se lo metía en la garganta, lo dejaba deslizarse entre sus dientes de medio lado para que yo viera como la cabeza del pene se hundía en el interior de sus mejillas que inmediatamente se abultaban por el lado de afuera; por segunda vez lo escupió pero esta vez regó toda la saliva con la mano y siguió chupando ya de una manera salvaje y desesperada, y mantuvo ese mismo ritmo hasta que ya no pude mas y sin avisarle nada, solo agarré su cabeza con mis dos manos y se la hundí mas hacia abajo para evitar que ella se apartara o se sacara el pene de la boca mientras solté una tremenda descarga de leche dentro de ella. Lo hice de esa forma pero igual no hubiera sido necesario porque pude ver como disfrutaba el sabor del semen; me dejó terminar todas las descargas y después siguió sin sacárselo de la boca, bajando y subiendo ahora muy suavemente para ayudarme a relajarme.
Luego empezó a pasarme la lengua de arriba a abajo por los costados hasta que finalmente me dejó mojado solo de su saliva ya que el semen estaba totalmente en su garganta.
Fue la mejor chupada de mi vida. Después se enderezó sobre el mueble y se sentó a mi lado también recostada sobre el espaldar. Tomó un trago mas de su bebida y se arregló la blusa, la tanga y la falda. Después conversamos un rato sobre lo que acababa de pasar.
Me pidió que no pensara que ella estaba acostumbrada a esas cosas y que en realidad yo le había gustado demasiado y ella nunca había estado con un hombre mayor. De hecho, me contó también que solo había tenido 2 novios y que solo con el segundo había tenido sexo. Que con el había aprendido lo poco que sabía pero que las cosas no resultaron y habían terminado. Ahora estaba de vacaciones en la ciudad con su madre y dentro de una semana se iría nuevamente.
Esta historia es real.
Aquella noche charlamos animadamente un rato. Luego vino algo que nunca esperaba …. «¿y entonces … quieres que lo haga de nuevo?». ¿Qué creen que iba a decir?. Comenzó nuevamente la faena esta vez sin tanto preámbulo; unos cuantos besos, caricias, enseguida el pene afuera y la espectacular Marcela se dedicó a repetirme la dosis, pero esta vez me tenía preparada una sorpresa.
Después de chupármelo un rato y cuando me tenía en el pene a punto de estallar, de pronto se detuvo y se puso de pie frente a mi. Me preguntó suavemente si sabía lo que ella había metido en su bolso cuando había ido al baño, y como obviamente le dije que no, para mi sorpresa tomó el bolso, sacó y me mostró la diminuta tanga que momentos antes había tenido puesta.
Yo me quedé perplejo y como por la distracción estaba perdiendo erección, ella sin decir mas se arrodilló en el piso, frente al mueble, sobre mis piernas y comenzó de nuevo a chupar como una posesa hasta que de nuevo lo llevó a su máxima expresión… y de nuevo se levantó, se acercó a mi y poniendo una rodilla a un lado mío sobre el mueble y pasando la otra pierna sobre el otro lado, se montó.
Con una mano se subió la falda y pasando la otra por detrás de sus nalgas cogió mi pene… bajó un poco mas y se acomodó hasta ponerlo en la entrada de su concha y con ayuda de sus dedos, cuidadosamente se puso la cabeza de mi pene adentro.
Se acomodó un poco mejor y pasó ambos brazos sobre mis hombros para apoyarse en el espaldar del mueble, y luego de un solo golde bajó y quedó sentada sobre mi con el pene clavado dentro de ella hasta el pegue mismo.
Gimió fuerte y se detuvo, aguardo un rato que pasara el dolor y luego comenzó a mover las caderas en círculos perfectos.
Fue espectacular verla moverse, sentirla gemir mientras yo con mis manos sobre sus nalgas la ayude a que se moviera ahora arriba y abajo cabalgando sobre el grueso palo sobre el que cada vez se ensartaba mas fuerte y rápidamente. Brincaba y chillaba mientras ella misma se bajaba la blusa y se apretaba las tetas con sus dos manos en movimientos circulares.
Sentía que el pene le llegaba hasta el fondo mismo ya que cada vez se levantaba y se dejaba caer mas fuerte para de nuevo chillar y cada vez aumentando mas la velocidad de la cabalgata.
Esta vez fue menos tiempo, me la había chupado antes y ya mi capacidad de aguante estaba disminuida, así que después de saltar un rato mas le oí gemir cuando mas chorros de leche caliente inundaron todo el interior de aquel hermoso cuerpo. Se quedó un rato allí montada con el pene clavado hasta el fondo y ella recostada sobre mi cuerpo con la respiración agitada.
Al rato nos arreglamos nuevamente y dejamos terminar la noche entre un par de copas mas.
Al momento de la despedida buscó a sus amigas. Me dijo que había sido la noche mas espectacular de su vida y que ojalá pudiéramos vernos de nuevo, pero que como ella estaba de vacaciones y solo le quedaba una semana, tal vez no sería posible.
Que en realidad ella había deseado algo en estas vacaciones que la ayudara a relajarse de su reciente relación y que me quedaba muy agradecida. En todo caso le dejé mi número telefónico y me fui a mi casa feliz, contento y orgulloso de mi mismo.
Esta historia es real.
Pasaron 3 días. No volví a saber de ella hasta el miércoles siguiente cuando llegué en la noche a mi casa y encontré un mensaje en la máquina contestadora.
Me decía que le gustaría verme pero que si no me había encontrado tal vez era una señal de que era mejor dejar las cosas así, y no me dejó ningún dato donde localizarla.
Al día siguiente, jueves, mi vida cambió para siempre. Era festivo y no tenía que ir a trabajar así que decidí dar un paseo por el parque en el que de joven siempre iba con mis amigos.
Caminé un rato viendo a todas las personas y los niños, cuando de pronto giré la cabeza y vi algo que me heló la sangre en las venas.
Tuve que concentrarme para asegurarme que lo que estaba viendo era cierto, y mientras mas miraba, mas me convencía y mas nervioso me ponía. La mujer estaba sentada en una banca del parque un poco dentro del área mas boscosa y parecía concentrada en un libro que leía; estaba hermosísima.
Sin haber decidido que hacer, simplemente como un autómata, lentamente comencé a caminar hacia ella.
No sabía que decirle y ella distraída no me vió llegar hasta que estuve a su lado; y solo levantó la cabeza cuando me escuchó preguntar : «¿Samantha …?». Fue una sensación extraña verla allí sentada, con su vestido azul ceñido al cuerpo, el cual inmediatamente pude percibir que conservaba toda la belleza de su juventud, ahora engalanado con ese aire de seguridad y madurez que le daban sus 37 años.
Su sorpresa fue un poco menor que la mía; se puso de pie y con la mirada me exploró de arriba a abajo apreciando los cambios sufridos en mi en esos 18 años de separación. Sonrió ligeramente y luego me dirigió una tierna mirada y solo dijo: «Así que aquí estás !!». Se acercó a mi mejilla y me dió un beso muy cálido y luego dijo «Me encanta volver a verte…». Yo no sabía que decir… tantas cosas que preguntar, tantas excusas que dar… no pude evitar recordar como 18 años atras esa espectacular mujer que tenía frente a mi había usado aquella misma banca donde estaba ahora para chupar mi pene una fría y oscura noche de alcohol.
Comenzamos a hablar alegres, como si simplemente fuéramos amigos que tenían tiempo de no verse. No me reclamó nada, de verdad la sentía contenta de verme y me explicó que en los 18 años era tercera vez que venía a su ciudad natal, pero que nunca antes me había visto y que ella siempre quiso que si eso iba a ocurrir un día fuera por causa del destino… y así estaba siendo.
Esta historia es real.
Luego charlamos un poco de lo que pasó … me contó que sus padres siempre la habían apoyado en todo y que hacía 8 años estaba casada !!. Me dolió … la verdad me dolió. Traté de mantenerme tranquilo y la felicité porque me dijo que su matrimonio era muy bueno y que se entendían bien.
Ella consiguió terminar la facultad y trabajaba en una empresa de industria textil. Su esposo estaba en el gremio de la computación y en esta oportunidad no la había podido acompañar.
Parecía mentira … pero no me había atrevido a preguntarle por mi hijo; me imagino que ella esperaba que yo tocara el tema, hasta que lo hice: «¿y … nuestro hijo?». No fue fácil; paso a aclararme que no era «nuestro» sino de ella y de su esposo. Que estaba muy bien … que había sido una niña y que se llamaba «Diana» y que estaba aquí en la ciudad con ella. Comenzamos a hablar de como se las arregló los primeros años y como su esposo las recibió a ambas y desde entonces la había tratado como su propia hija. Ahora ellos tenían otro hijo que se había quedado en casa con el padre.
Esta historia es real.
La tarde avanzó y la invité a tomar un café… pero ella me propuso algo mejor. Me dijo que la niña estaba con unas amigas y habían quedado de encontrarse a las 7:00 pm en el hotel. Eran las 5:00 así que me propuso ir al hotel y esperarla para que yo la conociera.
Me dijo que podía estar tranquilo que la niña conocía toda la verdad pero que no me guardaba rencor porque entendía que a mis 17 años yo no tenía los pies sobre la tierra y simplemente no había sabido decidir.
Esta historia es real.
Llegamos al hotel. Era una gran habitación que tenía una pequeña sala y nos sentamos a conversar en un mueble.
No quiero entrar en detalles de como comenzamos a tomarnos un par de copas, de que comenzamos a hablar con nostalgia de los viejos tiempos, de lo bien que estaba todo antes de separarnos… y luego empezó a aparecer la malicia; de lo bien que la pasamos juntos, de las cosas que hacíamos, de nuestra primera vez, incluso me dijo: «¿Recuerdas la noche que mientras tu por teléfono le pedías a mi madre permiso para dejarme ir a una fiesta, yo te la estaba chupando y cuando mi mamá quiso hablar conmigo yo tenía toda la boca llena de semen?»… y bueno, claro que me acordaba !!. Nos miramos en silencio, nos acercamos y nos besamos.
Fue un beso desesperado, ansioso e intenso. Nos desbordamos fácilmente… sin dejar de besarnos empezamos a quitarnos la ropa rápidamente y en menos de un minuto estuvimos de pie, desnudos, abrazados y besándonos. Ella estaba espectacular, los años habían pasado pero su cuerpo se mantenía firme y provocativo.
Ella me reparó rápidamente, y sin mucha ceremonia se arrodilló frente a mi cuerpo, tomó el pene con ambas manos y se comenzó a chuparlo a una gran velocidad.
Yo me sentí en la gloria… miré hacia abajo y vi a aquella mujer como hacía 18 años no la veía, de rodillas en el piso y moviendo adelante y atras la cabeza chupando como siempre había sabido hacerlo. Chupó un buen rato usando sus mejores estilos y yo añoré el tiempo cuando me lo hacía a diario, pensando ahora en lo dichoso que sería su marido si ella se lo chupaba igual que a mi.
Luego se levantó en silencio, giró hacia el mueble y aun de pie, inclinó el cuerpo hacia adelante y apoyó los codos en los cojines. Por la posición, sus nalgas quedaron levantadas y aun así ella separó las piernas y dobló ligeramente las rodillas, mientras arqueaba la espalda ofreciéndome como tantas veces atras, aquella concha apetitosa que seguía igual de carnuda con los pelitos negros y cortos igual que la recordaba.
Me acerqué con el pene en una mano y con la otra apreté una de sus nalgas; ella separó un poco mas las piernas y entonces dirigí la punta hacia la entrada y empujé con fuerza.
Gritó … apretó los puños sobre el mueble y yo sin dar tregua comencé a moverme atras y adelante a la mayor velocidad que pude, mientras con las dos manos apretaba sus caderas.
Ella gemía fuerte y me pedía mas, su grandes tetas se balanceaban adelante y atras al mismo ritmo que su cuerpo y con cada nueva embestida sentía mi palo llegar al centro de su cuerpo.
Me inclinaba y alcanzaba sus tetas para apretarlas, me levantaba de nuevo y comenzaba otra vez a darle latigazos con mi pene en una follada salvaje.
Ella gritaba, gemía, se apretaba ella misma las tetas, se separaba las nalgas para que le entrara hasta el fondo y pasaba su mano de sus tetas a su clítoris y luego a su boca.
Yo no disminuí el ritmo ni un solo instante, seguí bombeando esa concha y veía como las nalgas y las tetas le brincaban cada vez que la polla entraba hasta el fondo. Le agarraba entonces las nalgas y se las estrujaba fuerte mientras con los dedos pulgares le separaba aun mas los lados de la concha para que mi falo le entrara hasta el pegue mismo.
La agarré por los hombros y empecé a halarla en sentido contrario a mis movimientos asegurándome de embestirla con toda la fuerza que era capaz sintiendo que quería partirla en dos. Fue glorioso seguir así hasta que me sentí venir.
Ella tuvo que sentir también la hinchazón en la cabeza de mi pene, porque desde su posición miró hacia atras y me suplicó «dámelo… dámelo donde me gusta!!».
Recordé sus gustos, así que cuando estuve en mi punto se lo saqué, rápidamente la hice girar hasta que quedó sentada sobre el mueble, de frente a mi con las piernas abiertas y yo de pie entre sus piernas apunté en dirección a su cara, con una mano aseguré fuertemente su cabeza por los cabellos mientras con la otra me empecé a masturbar rápidamente.
Ella se quedó agarrada a mis caderas con la mirada fija en el pene, la boca ligeramente abierta dejando salir tímidamente la punta de la lengua.
Disparé un tremendo chorro que pegó en su frente y escurrió por toda su cara; ella cerró los ojos, se acercó mas y el segundo entro directo en su boca; apunté ahora hacia abajo y solté dos descargas mas, una en cada una de las grandes tetas.
Había terminado, aunque seguí sacudiéndolo hasta que cada gota del caliente semen quedó sobre ella.
Se acercó y con la lengua retiró las últimas gotas de la punta mientras con las manos se restregaba toda la leche que tenía en la cara y los pechos, y se llevaba un dedo abajo para acariciar suavemente su clítoris. Fue un espectaculo.
Esta historia es real.
No hablamos mucho. No quiso que nos bañáramos juntos porque eran casi las 7:00 así que solo nos limpiamos con toallas y nos pusimos la ropa.
Nos acomodamos nuevamente en el mueble y calmadamente tomamos otra copa, ahora con toda la timidez que antes no habíamos tenido. Me aseguró que esto no era lo que ella había buscado y que de verdad amaba a su esposo.
Que tal vez el destino nos tenía este último momento guardado pero que por el bien de todos era mejor que hubiera sido el último.
No estaba arrepentida y de hecho me dijo que le había encantado, pero le preocupaba mucho el bienestar de su hogar y no quería tirar todo por la borda.
Me dijo que esperáramos para que pudiera conocer a mi hija y luego era mejor que me marchara. Que todo había estado bien estos años y que era mejor que siguiéramos de la misma forma que habíamos logrado mantenernos sin contacto.
Esta historia es real.
Una copa mas, dos temas de conversación mas… y finalmente sonó el timbre. Mi hija había llegado !!. ¿Cómo sería?, ¿Se parecería a su madre?. Ella no había querido darme detalles, solo sabía que se llamaba «Diana», así que mi expectativa estaba al máximo. Su madre fue a abrir y la chica avanzó, pero por la posición de la puerta y de Samantha, no logré verla enseguida. Se dieron un beso y escuché a Samanta decirle «El está aquí…». Pude entender que habían charlado mucho sobre el tema y parecía indicar que ella estaba preparada para conocerme.
Esta historia es real.
Ella entró en la habitación y caminó hasta que estuvo bajo la luz y pude apreciarla claramente. La sangre se me heló en las venas !!. Un frio me recorrió de arriba a abajo y sentí que toda la fuerza abandonó mi cuerpo. Las manos me sudaron inmediatamente y mi mente se nubló.
No supe que decir y solo pude notar que, por mas preparada que ella había creído estar, tampoco se esperaba esto … palideció y sus ojos se perdieron en los míos. Nos miramos como tontos y ninguno de los 2 hablaba o hacía movimiento alguno, estoy seguro que ambos nos olvidamos que Samantha estaba allí … solo conseguíamos mirarnos y sentir el latido de nuestros corazones y la certeza casi inequívoca de que estábamos mas cerca que nunca del infierno. Samantha, que seguro creía que nuestra reacción obedecía a la emoción, dijo: » Diana … saluda a tu padre!!». Yo escuche sin voltear y solo alcancé a balbucear «Pero … tu eres … ¿Diana? … «. Ella bajó la cabeza mientras las lagrimas corrieron por su rostro. Estuvo así un segundo y luego la levantó nuevamente y me miró a los ojos mientras decía: «Diana Marcela». Entonces sentí completo el peso de la lápida sobre mi … era ella !!, mi chica de la fiesta en la discoteca. Comprendí de golpe porque me había sido tan satisfactorio el sexo de aquella noche en la discoteca, y es que ella había heredado las mejores dotes sexuales de su madre, hasta para superarla.
Como dije al comienzo, no se que sentir cuando recuerdo lo sucedido. Tampoco tiene sentido contarles lo que sucedió después de ese momento con ella y con su madre, y tal vez acierten o tal vez no, si deciden imaginarlo ustedes. Solo sé que aun hasta el día de hoy, mi propia hija ha sido la mejor aventura sexual de mi vida …