A Daniel

No es fácil decirme esto que estoy escribiendo, realmente lo escribo para mí, pero está dirigido a ti. Las palabras y toda la semántica hablan de ti aunque en el fondo todo va hacia mí. Pienso en los globos y veo cómo son de lindos, pero nunca cuando están en el piso amigados y amontonados, siempre se ven como un montón de trapos viejos, plegados como muertos e incómodos sobre el piso, veo hacia arriba y qué diferente se ven! son espectaculares! Una de las cosas más tristes de la vida, es cuando conoces a alguien que significa todo y sólo para darte cuenta que al final no es para ti y lo tienes que dejar ir.

Es impresionante sentir esa sensación de angustia y a la vez de alegría cuando los vemos partir. ¿No te ha sucedido? ¿No has sentido esa sensación como de ganas de gritar de emoción? la esencia del globo es esa, estar arriba elevado moviéndose lento pero a la vez espectacularmente produce mucha dicha verlos allá. En este momento estoy segura de que ya sabes a que me estoy refiriendo, cuando hablo de esta absurda (¿o cursi?) metáfora, pero estoy escribiendo con el corazón en la mano. Por eso no creo que sea cursi lo que estoy diciendo.

Me sale del alma y por ello creo que yo soy ese globo y tu ese lastre que me hace bajar y no toda la posibilidad de «ser» y para mí, «ser» es como para el globo. Aunque debo bajar a la tierra a que me guarden y me hagan «mantenimiento» mi razón de ser es arriba. Solo ahí puede verse paz en mis ojos. Solo ahí soy feliz. ¿Pero por qué todo esta historia? porque contigo la angustia es cada vez mayor, el cielo me está esperando y tu estas afectando y no quiero dejar de volar. Pero no. ya sé; lo único que he sabido en mi vida: te amé, pero no por ese amor no puedo dejar de estar siempre arrugada o envuelta en una traga esperando «ser».

Recuerdo cuando nosotros éramos amigos, me atraías, pero siempre creí que solo era una amistad, pues eras el novio de «mi amiga». Luego nos dejamos de hablar por ella… eso me dio muy duro, conocías casi toda mi vida, mi ser… fue un año completo que no hablamos, extrañándote como amigo, recordando todo lo que sabías de mí.

El día de mis cumpleaños, hace un año, nos volvimos a hablar… estabas con las manos en los bolsillos, en una fiesta, yo tenía una botella de trago, estaba muy alegre, y tú me miraste y me dijiste al oído «¿verdad que está cumpliendo años?». Me sorprendiste porque ese fue el mejor regalo de cumpleaños, el que me hubieras mirado y hablado, ese beso en la mejilla dado por ti, me hizo dar cuenta que querías que fueras mi novio; tan grande fue la reacción que te tome de mano para hablar contigo, quería que supieras que me habías hecho falta, que todo era mejor cuando habías sido mi amigo, recuerdo las lágrimas y que estaba un poco tomada.

Hacia las dos de la mañana logré hablar contigo, aquel abrazo y palabras pronunciadas me hizo dar cuenta de que no te veía solo como un amigo.

Hasta que un día te dije delante de tus amigos que quería hablar contigo… de mis impulsos, ese ha sido el mayor, «decirle a mi mejor amigo que quería que fuera mi novio!!!».

Te besaba y sin embargo pensaba que eras mi amigo, no lo niego, estaba muy insegura, ni siquiera me podía imaginar contigo en la cama, pues saber que también estuviste con diana… era muy difícil mezclar las ganas, el deseo y tu vida anterior. El viaje a Ibagué, el estar lejos de ti fue lo que me hizo caer en cuenta del amor que me inspirabas, y que no quería estar lejos de ti. Todo esto fue un «buen» comienzo a aquella relación de alegrías y dolores….pero sobre todo una relación de aprendizaje.

Yo tenía una imagen tenaz en las calles de la ciudad, lo mejor que pude hacer fue ser exclusiva para ti. Cambie mi mal genio, deje muchos «amigos», salidas, invitaciones; tan solo quería estar contigo, deseaba cambiar por ti. Sabía que esperabas mucho de mí, necesitabas a una mujer distinta de la que habías conocido… y empecé a ser «tu mujer», una mujer modelo para ti, porque quería hacerte sentir a gusto, con tu paciencia y cariño compraste mi alma. Empecé a portarme como alguien «más madura»…tú me enseñaste a ser la «persona ideal», «la correcta» y aun así lo pienso. No me arrepiento de haber cambiado, las cosas contigo se veían más dulces… gracias a ti creo ser mejor persona. Gracias pues nadie hubiera hecho lo que tú hiciste por mí, sabía que eras tú el que me haría cambiar. Gracias porque por ti supe toda la capacidad que tenía para amar.

Hacer el amor contigo me hacía sentir amada, a nadie le había importado si yo sentía el placer completo, no fuiste egoísta conmigo. Me encantaba como me tocabas, dabas en el punto, me derrumbabas en excitación, no me cohibía en nada, me nacía pellizcarte, tu sudor, cansancio, y ese final donde las mirabas se cruzaban cada vez que hacíamos el amor era como la primera vez, y aún creo que la primera vez que hice el amor realmente fue contigo.

Amarte en el sillón era una locura, la empleada, tu hermanita, toda aquélla tensión, los tragos, las ganas de complacerte en todo, el comenzar a cocinar y terminar en «otras cosas» son recuerdos muy hermosos que jamás van a borrarse de mi mente y cuerpo. Los fines de semana en mi casa cuando estaba sola, no discutíamos, tan solo hablábamos, nos sentábamos a tomar y lloraba diciéndote que nunca me dejaras porque te amaba demasiado… ver tus lágrimas las mías me hacía sentir alegre al mismo tiempo, nos sentíamos unidos y la confianza cada vez era mayor. Podías pasar una mano sin sentir nada, porque era totalmente transparente, sin tapujos, y olvidando el pasado, las cosas malas y buenas que cada quien había vivido con otras personas.

Una de las cosas más tristes de la vida, es cuando conoces a alguien que significa todo y sólo para darte cuenta que al final no es para ti y lo tienes que dejar ir.

Por todo lo que te amé quiero ser quien soy, quiero volar, que vueles y por favor, cuando estés arriba no mires abajo las lágrimas de ese cariño que vio que te ibas y que no pudo subir junto a ti. Déjalo, quizás alguna vez nos encontremos, para que sin lágrimas ni dolor, sino con profunda alegría pueda permanecer contigo.

¿Es así? tú lo sabes. Alguna vez tú me viste a mí como un globo y te subiste hasta que te confundiste y no pudiste darte cuenta de que te habías confundido con el lastre del globo; ahora tu puedes seguir tu carrera ascendente. Dios te mira y lo seguirá haciendo.

No creo que no te vaya a doler. Tú sabes que te dolerá mucho pero sabes que es por ahí, siempre te ha dolido, por favor no te confundas con la cantidad de lastres que encontrarás cada vez que quieras aterrizar, no dejes que se aferren a ti, no lo permitas, sigue subiendo. De ahora en adelante subiré sola, sin ti, usaré ese amor para crecer y poder dejar de confundirme con lastres, continuar siendo globo y poder subir más. Por ese amor que te tuve por favor vuela cada vez más alto. Vuela sin mí.