Capítulo 6

Me quedé dormido con una teta de Ana en mi boca y la mano de Carlos en mi polla, dormí estupendamente. A eso de las 6 de la mañana me despertó un movimiento en la cama, Ana y Silvia se tocaban la una a la otra. Era un placer ver como las dos se magreaban, se excitaban, como se comían la una a la otra, se lo comían todo. Ana se dio cuenta que estaba despierto y que las miraba, más se exhibía, lo hacía a conciencia, abría sus piernas mirándome fijamente mientras Silvia le acariciaba el clítoris y las tetas. Se mordía el labio inferior y sus jadeos se hicieron más sonoros, estaba consiguiendo lo que se había propuesto, ponerme la polla dura de nuevo.

Carlos se despertó por el movimiento en la cama y por los jadeos de ambas, se espabiló y se puso a tocarse la polla que en breve se le puso como la mía.

Ana seguía mirándome con las piernas abiertas al máximo, sus rodillas ligeramente flexionadas y mordiéndose el labio inferior. Con sus brazos estirados se apoyaba en sus manos, que se encontraban por detrás de su espalda, con los codos extendidos. Dejaba que Silvia le tocase, le acariciaba el clítoris, le metía un par de dedos, le pellizcaba los labios superiores y se los estiraba… Me acerqué gateando hasta Ana que me desafiaba con la mirada, apoyé mi mano en la parte de colchón que quedaba entre sus piernas e instintivamente las cerró levemente. Se las volví a abrir, incluso algo más que antes, poniendo mi mano en su rodilla y tirando de ella hacia fuera. Levantó su barbilla con gesto chulesco, le agarré la cara y la giré hacia la mía, acerqué mi boca y la besé. Cerró su boca como si no quisiera besarme, pero yo sabía que lo estaba deseando, así que apreté la mano que seguía agarrando su cara y entreabrió los labios. Volví a acercar mi boca y su lengua apareció entre aquellos labios carnosos y calientes. Nuestras lenguas se enredaron, bajé mi boca por su cuello besándolo y lamiéndolo, su respiración iba en aumento, por lo que le hacía Silvia y por los besos en su cuello. Seguí bajando mi boca, me dirigía hacia sus pechos, esa tetas que eran como pitones de toro, inclinados hacia arriba, sus pezones de pico, estaban duros. Mi lengua jugaba con ellos, mi boca los mordisqueaba, besaba todo el volumen de sus pechos para volver a sus pezones y repetir la acción. Subí de nuevo hacia su cara, me besó con mucha pasión, sus labios se cerraron sobre los míos, su lengua exploraba el interior de mi boca, se enredaba con la mía.

Carlos se colocó por detrás de Silvia, que estaba arrodillada e inclinada hacia delante, la agarró de las caderas y comenzó a embestirla sin miramientos, desde donde yo estaba no veía si le estaba dando por el culo o por delante, lo que sí veía eran las caras de satisfacción de ambos. Ella tuvo que dejar de tocar a Ana y echar sus manos sobre la cama para que Carlos no la tirase. Aproveché ese momento para colocarme entre las piernas de Ana, la tumbaba mientras la besaba, con mi mano aguantaba mi verga y apuntaba la entrada de su coño una vez que estuvo completamente tumbada. Froté mi polla por toda su entrepierna, despacio, al pasarla por la entrada de su vagina se empapó de su flujo. Ana me miraba con deseo, con lujuria. Parecía como que necesitase ser follada, y yo necesitaba follarla. Me acerqué más a ella, la cogí de las caderas y la atraje hacía mí, se la metí sin contemplaciones ni miramientos, del tirón le enterré mi miembro en su vagina. Notaba su interior muy muy caliente, y muy muy mojado. El gemido que dio hizo que Carlos y Silvia detuvieran su follada y nos miraran. Me quedé quieto con mi polla dentro de ella un momento. Al cabo de unos minutos comencé a mover mis caderas y, lentamente, metía mi verga hasta el fondo para sacarla casi completamente dejando dentro solo mi capullo y volviendo a repetir la operación. Se enganchó a mi cuerpo levantando el suyo, buscaba mi boca mientras yo aumentaba la cadencia de las embestidas. Me besaba la boca, el cuello, la oreja…

-¡Vamos cabrón, dame fuerte! -me decía al oído apretando los dientes- Quiero que me llenes de tu leche.

Se dejó caer sobre la cama, levantó las caderas para que mi polla entrase hasta el fondo, sus gemidos iban “in crescendo”. Yo estaba muy excitado, mi polla entraba y salía de su coño mojado, notaba el calor que emanaba de su interior, me tumbé sobre ella y la besé, bajé por cuello hasta llegar a sus pechos. Lamí y besé sus pechos mientras aceleraba los movimientos de penetración. Le clavé la polla hasta el fondo y me detuve apretando mi pelvis contra la suya.

-Ahora vamos a cambiar de posición -le dije sacándole la polla, viendo como goteaba su flujo por ella- Voy a reventarte el culito a pollazos ¿lo deseas, ¿verdad?

-Ummmm cabrón -me dijo muy excitada- haz con mi culo lo que quieras.

Me levanté y la puse con las rodillas en el suelo y el pecho apoyado en los pies de la cama. Me coloqué detrás de ella, le separé las nalgas con ambas manos. Su culo estaba algo abierto, me chupé un dedo y lo metí en él, entró sin ningún problema, le metí dos y hasta tres, que fue cuando notaba como su esfínter apretaba un poco mis dedos. Silvia se sentó delante de ella con las piernas totalmente abiertas, con la clara intención de que le comiese el coño. Ana le sonrió y con sus manos separaba los labios superiores del coño de Silvia y metía su lengua entre ellos.

Coloqué mi glande en el ojal de Ana, empujé un poco y entró sin ninguna resistencia. Su culo estaba caliente y me apretaba el capullo dándome un placer tremendo, empujé de nuevo hasta llegar al fondo, su esfínter apretaba el tronco de mi nabo consiguiendo que se me escaparan unos gemidos intensos y muy placenteros. Con la mano izquierda en su cadera y la mano derecha frotándole el coño, comencé a moverme entrando y saliendo a un ritmo acelerado. Ella gemía al igual que Silvia, que no paraba de tocarse las tetas con la boca ocupada por el biberón que Carlos le estaba dando y mientras Ana le comía toda la entrepierna. Planté las palmas de mis manos sobre su espalda y aceleré el movimiento de mis caderas, ella gemía con más intensidad.

-Sigue cabrón, sigue -me decía separando la boca del coño de Silvia- voy a correrme ya…

Noté como su esfínter se cerraba y abría alrededor del tronco de mi polla, mientras ella enterraba su boca en el coño de Silvia. Notaba su culo caliente, caliente y húmedo. La agarré fuerte de las caderas, apreté mi pelvis contra sus nalgas y vacié todo mi semen dentro de su culo. Silvia gemía como una condenada gritando que se corría. Ana subió a la cama y con Silvia, le comían la polla a Carlos. Se corrió en la cara de ambas, dándoles la “Vitamina S” a las dos.

Nos duchamos y arreglamos. Ana cogió el teléfono y llamó a un taxi.

-No te preocupes Nico, dime el nombre de tu calle y el número de la casa -me dijo sin darme opción a protestar- Y vuestros números de teléfono, igual quedamos esta noche de nuevo, jejeje.

Le di el nombre de la calle y el número de la casa para que el taxi las recogieran. Salieron besándonos en la boca a los dos en cuanto el taxista tocó el claxon. Carlos y yo nos miramos encogiéndonos de hombros.

-No sé tú, pero en manera porcentual, estoy follando más en estos días que en lo que llevo de vida -dijo riéndose y tocándose sus partes-

-Ufff, ya te digo -le contesté riéndome- en mi vida he echado tantos polvos en tan pocos días. Pero lo gracioso es que no se los hemos echado a nuestras mujeres…

Nos metimos en la cocina para preparar el desayuno, necesitábamos reponernos por el gasto de energía sufrido. Mientras Carlos preparaba café, yo me dediqué a tostar rebanadas de pan de pueblo. Desayunamos tostadas con aceite de oliva, tomate rallado y jamón ibérico, un desayuno para dioses. Cuando nos disponíamos a sentarnos para comenzar a desayunar, sonó mi teléfono, era Irene. Puse el teléfono en manos libres y puse mi dedo índice delante de mis labios somo señal de silencio mirando a Carlos.

-Hola mi vida, ¿qué tal todo? -me preguntó eufórica- Te llamo mientras desayuno para decirte que al final volveremos el lunes, en tres días estaremos por allí…ya tengo muchas ganas.

-Hola mi amor -le dije intentando aparentar euforia- Qué bien, ¿y eso, a qué se debe?

-Pues que vamos avanzando muy rápido -dijo contenta- el domingo acabaremos por la mañana y haremos una fiesta de despedida el mismo domingo por la noche.

-Pues tened cuidado y espero que no bebáis mucho -le dije riéndome- que el alcohol y tu persona son mezclas explosivas, jejejeje.

-Ummm, que gracioso… -me contestó riéndose- Si te dijera que por las mañanas me levanto muy mojada de lo caliente que estoy.

-Uffff y cuéntame -le dije entre risas- ¿Qué haces para saciar esa calentura?

-Jajajaja, ¡Vaya preguntita! -me dijo- Ya te lo contaré cuando esté allí…

-¿No puedes adelantarme nada? -le pregunté inocentemente-

-Lo siento, mi vida -me dijo disculpándose- Tengo que dejarte, volvemos de nuevo al tajo…un beso muy grande. Te quiero.

-Otro para ti, te amo Irene -le dije-

Carlos me miró pensativo, nos quedamos en silencio unos minutos.

-A ver qué hacemos si nos vuelvan a llamar los “Señores” -me dijo preocupado-

-Pues a ver…no nos queda mucho -le dije pensativo- pero lo que me intriga es que cuando el Señor B le dijo al Señor A que se callara …parecía que tenían, si no miedo respeto.

-Otra cosa -me dijo Carlos- esta noche quiero pasarla en casa, hace ya varios días que no voy por allí y no quiero sorpresas. Si quieres puedes venirte a pasar la noche conmigo.

-De acuerdo -le contesté- ya vamos viendo, si quieres que la pase contigo…no tengo inconveniente alguno, jejejeje.

-Eres tonto -me dijo riéndose- sabes que quiero que pases la noche conmigo.

La mañana pasó sin que ocurriera nada destacable, salimos a tapear al medio día y enlazamos con las copas después. Ya avanzada la tarde decidimos regresar a casa, recoger algo de ropa e irnos a casa de Carlos y cenar allí, decidí llevarme un par de botellas de vino de mi bodega. Llegamos a su casa, una casa grande, con jardín y piscina en una buena zona de la ciudad.

-Por fin -me dijo una vez que entramos y cerrando la puerta- No sabes las ganas que tenía de estar en casa ya.

-Joder, pues podríamos haber venido antes -le dije con las botellas en la mano- Dime donde está la cocina, para dejar las botellas allí.

-Te enseño la casa -dijo señalándome la cocina- empecemos por la cocina.

Estuvo un buen rato enseñándome la casa, como digo era una casa grande. La primera planta con 4 dormitorios con los baños incorporados y una habitación más habilitada como despacho más un baño completo, cocina y lavadero. En la segunda planta se encontraba el dormitorio principal con vestidor y baño incorporado, y una terraza grande, con un jacuzzi en ella. En el sótano tenía una especie de sala de juegos, con un futbolín, una mesa de billar, una zona para jugar a los dardos y zona para jugar a las cartas.

-Ponte cómodo -me dijo mientras se iba desnudando hasta quedarse en bolas- Yo me quedaré como en tu casa.

Ni me lo pensé, me quité la camiseta que llevaba puesta, pantalones y slips, me quedé totalmente desnudo. Carlos se acercó y nos besamos, estuvimos un par de minutos abrazados, aproveché para quedarme con su olor, un olor que me excitaba sobremanera, una mezcla de perfume de caballero con su olor, un olor de varón, que me traía recuerdos de cuando era pequeño y llegaba mi padre de trabajar, no era olor a colonia, era olor a hombre, a hombre bueno. Notó que me excitaba, mi polla se endurecía. Se separó y me dijo:

-Si empezamos a follar a hora, a ver qué hacemos a media noche, jajajaja

Dijo esto agarrándome la polla y acariciándola, me reí. Tenía razón, teníamos que preparar la cena primero, teníamos toda la noche para follar.

En ese momento sonó mi teléfono, miré la pantalla: Número oculto. Descolgué y lo puse en manos libres.

-Hola tortolitos -me dijo el Señor B, con esa medio risa- ¿Cómo están mis putitas? Jejejeje. Os echamos de menos, ¡eh!. Deciros que el domingo no podéis hacer planes, han requerido vuestra presencia personas muy importantes. ¡¡¡Vais a ser famosas!!! Jajajaja. Ya mañana por la tarde os daremos las instrucciones necesarias.

-Perdone Señor B -le dije cortando su monólogo- pero el domingo va a ser imposible que podamos acudir…

-¡¡¡A ver si aprendes de una puta vez!!! -me cortó gritando- Primera y última vez que te atreves a interrumpirme cuando estoy hablando. Me da exactamente igual el por qué dices que será imposible o no, ¿te enteras? ¿os enteráis? Me suda la polla que tengáis otros planes, mañana por la tarde estad atentos al teléfono y no hay más que hablar. Manda cojones encima que os aviso con antelación…vas a venir a tocarme las pelotas…Ya me las tocarás, pero como a ti te gusta, con mi polla en tu boca y acariciándome los huevos… Bueno, lo dicho, atentos mañana al teléfono.

Colgó el teléfono sin dejar que pudiésemos decir nada más. Carlos estaba blanco, yo debía estar del mismo color o más claro aún.

-¿Estás bien? -me dijo agarrándome del brazo derecho- Te ha cambiado la cara.

-No te has visto la tuya -le dije- A ver qué podemos hacer.

-Mira cómo se te ha puesto la polla cuando te ha dicho que le acariciarás los huevos mientras te comes su polla… -me dijo Carlos con un curioso tono de voz-

La polla se me había puesto morcillona. Cuando el Señor B me dijo aquello noté como me excitaba a pesar del problema que era. Nos sentamos en el sofá, teníamos que buscar una solución a aquello y, la verdad, parecía que otra solución no había salvo obedecer. Analizamos la situación, un problema era no saber qué “personas importantes” habían requerido nuestra presencia, no sabíamos de quién o quiénes se podría tratar y por más que pensáramos no teníamos ni idea. Carlos decidió llamar a Pedro para preguntarle sobre si sabía qué personas podrían estar detrás de aquello.

-Hola Pedro, soy Carlos -le dijo serio- ¿qué tal estás?

-Hola Carlos, qué alegría -le contestó Pedro alegre- Estoy muy bien, hace un rato he salido de trabajar. ¿Y vosotros qué tal?

-Pues bien, Nico te está oyendo también -le dijo señalándome, como si Pedro nos pudiese ver- Una pregunta tenemos qué hacerte, y te pido que reflexiones y pienses bien la respuesta. ¿Sabrías decirnos qué personas son las que están por encima de ellos?

-Joder tíos, ya os lo dije -contestó muy apurado- no tengo ni idea de quienes son, aunque siempre hablan de la “parejita”, es lo único que os puedo decir. Los oí un par de veces hablar de ellos en el trabajo, como siempre Emilio y Pepeca trabajan en pareja… No sabéis cuanto lo lamento…¿os han dicho algo nuevo?

Carlos iba a contestarle cuando le toqué la mano y le hice un gesto de negación con la cabeza.

-No tranquilo -le dijo mirándome- es para estar prevenidos por lo que pudiese pasar. No te molesto más, un beso Pedro.

-No molestáis, joder -contestó- llamadme cuando queráis, os debo mucho. Un beso a los dos.

-Besos, Pedro -le dije-

-¿Porqué no has querido decirle nada? -me preguntó Carlos-

-Porque acabo de recordar que Pedro nos dejó la llave del edificio o de la habitación donde se encuentra el ordenador donde graba lo que pillan las cámaras -le dije entusiasmado- Mejor no decirle nada para que no sepa qué pasa.

-¡¡¡Coño, es verdad!!! -soltó Carlos dándome un beso en la boca- ¿La llave la tienes tú o está en tu casa?

-La tengo yo en mi llavero -respondí- pero tendremos que ir por la mañana, si Emilio , el Señor B, nos ha llamado significa que no está trabajando, y como ha dicho que nos llamará mañana por la tarde, significa que por la mañana estará trabajando. Además, Pedro ha dicho que siempre trabajan en pareja…Lo único que nos hace falta saber es dónde trabajarán mañana por la mañana… si no están en el edificio…podríamos entrar y buscar lo que necesitamos. ¿No crees?

Carlos me cogió de la barbilla y me besó con ternura en la boca, entreabrí los labios y su lengua entró en ella buscando la mía. Nos separamos.

-¿Hace falta que te conteste? -me dijo riéndose y acariciando mis pelotas-

Decidimos, ya de mucho mejor humor, que iríamos al edificio por la mañana y comprobar qué miembros de seguridad estarían allí sin que nos viera nadie, por supuesto.

Nos metimos en la cocina entre besos, tocamientos…para preparar la cena, abrí una de las botellas que llevé, un Matarromera Crianza del 2018, lo serví en copas que Carlos me dio y brindamos por nosotros. Carlos preparó una tabla de quesos de la zona, destacando el famoso Payoyo en distintas variedades. También cortó jamón de una pata que tenía recién empezada, aceitunas “chupadedos”, regañás de pan cristal y abrió unas latas de melva que tomamos con unos tomates cortaditos en rodajas. Preparamos la mesa del salón para comer, nos sentamos y nos pusimos a cenar. La cena pasó pronto, no bebimos una botella y media del vino que llevé. Charlamos de todo un poco, con el vino haciendo su efecto, nuestra conversación derivaba a temas sexuales, nos íbamos calentando poco a poco. Mi polla estaba medio erguida, en la punta ya veía las primeras gotas del líquido preseminal que iba produciendo.

-Creo que vamos a acostarnos pronto -dijo Carlos entre risas- quiero enseñarte la colección de consoladores que tiene Carmen, algunos se los he regalado yo, otros los ha comprado ella.

-Joder ¿colección? -le pregunté asombrado- ¿Tantos tiene?

-Bueno, dicho así parece que tiene muchísimos -dijo entre carcajadas- tendrá unos 8 creo, de distintos tipos y algunos los ha usado conmigo.

Subimos al dormitorio, me senté en la cama observando el culo de Carlos cuando se dirigía hacia el vestidor, abrió un cajón y sacó un estuche plano tamaño A3, con cremallera. Lo colocó junto a mí sobre la cama y descorrió la cremallera. Abrió el estuche como si fuera un libro, había 4 consoladores y varios huecos libres. Había también un par de botes de lubricantes de distintos sabores, además de otros huecos que parecía eran destinados a botes de lo mismo.

-¡Qué cabrones sois! -le dije impresionado- Tenéis un auténtico arsenal de consoladores…aunque parece que alguien se ha llevado algunos…jajajajaja

-¡Será zorra! -se rio Carlos mientras contaba los huecos vacíos- Se ha llevado cinco consoladores y dos botes de lubricante. ¿Pero no se iban a trabajar? Jajajaja.

Sacó un consolador con la forma de una polla, muy realista, con sus venas, su capullo, sus huevos grandes… Me miró y lo miró, lo acercó a su boca y lamió.

-Ummm -dijo excitado y excitándome- sabe a su coño.

Me lo colocó en la boca, separé los labios y me metí el consolador en la boca solo la parte del capullo, y sí sabía a coño.

-Ufff, me encanta como la chupas -me dijo inclinándose hacia mí y besándome- Parece que esta noche tenemos algunos juguetitos.

Me senté en la parte de arriba de la cama, con la espalda apoyada en el cabecero y Carlos hizo lo mismo a mi izquierda, nuestras pollas estaban mirando al techo. Los consoladores los tenía Carlos en el estuche abierto sobre los muslos. Los sacaba y los olía y me los pasaba para que los oliera, uno más olía a coño, los otros dos no tenían olor alguno.

-Quería enseñarte con el que me ha enculado alguna vez -me dijo algo decepcionado- pero se lo ha llevado, aunque nos queda la polla de goma, jajajaja

-No te preocupes, con la tuya que no es de goma me conformo -le contesté riéndome-

Me incliné hacia su polla y la besé en la punta, pasé mi lengua llevándome el líquido preseminal a mi boca. Con mi lengua acaricié todo el contorno del capullo, mientras le agarraba las pelotas. Con una mano me agarró a cabeza mientras yo ya metía su nabo entero en mi boca y lo saboreaba con placer, mi saliva caía en la base de su verga mientras notaba lo dura que se le estaba poniendo en mi boca, le besé las pelotas y busqué su cara, su boca. Nos besamos mientras no parábamos de tocarnos por todos lados.

-¿Sabes qué me excitaría mucho? -me preguntó excitado-

-Sorpréndeme -le contesté- Si puedo lo haré ahora mismo.

-Jajajaja, deja que acabe -me dijo riéndose- Que follaras con mi mujer mientras os veo.

-¿Me estás diciendo que te excitaría ver como me follo a Carmen mientras nos miras y te pajeas? -le dije incorporándome mientras lo miraba asombrado-

-Eso mismo Nico -me dijo riéndose y señalándose la polla- Tirarte a Carmen mientras yo miro como lo haces. Sólo de pensarlo me excito más…

-¿No será que tienes la polla así porque te la he chupado ahora mismo? -le dije asintiendo-

-Claro, también -me contestó- Pero me caliento pensando eso.

-No me opondría a ello -le contesté imaginándome en aquella cama,metiéndosela a Carmen- pero lo haría a pelo, nada de condón.

-Jajajaja, hombre claro -me dijo entre risas- a ella le gustaría tu polla, bueno yo creo que le gustan todas las pollas, jejejeje.

Sacó uno de los botes de lubricante, se quitó el estuche de los consoladores de los muslos y lo dejó caer al suelo, se sentó sobre mis muslos y agarrándome la polla echó sobre ella un buen chorro de lubricante, lo repartió bien por ella y, cogiéndome la polla, se sentó sobre ella clavándosela completamente. Gimió no sé si de placer, de dolor o de ambas cosas a la vez. Se inclinó hacia mí sin parar de comerme la boca.

-Uffff, no sabes cuanto me gusta tenerte dentro -me dijo con apenas un hilo de voz al oído- Me vuelves loco, cabrón.

-Ummmmm, sigue moviéndote despacio -le dije con la voz entrecortada- me encarta empalarte. Así voy a follarme a Carmen, ¿te gustaría?

-Siiiii, y lo sabes, cabrón -me dijo muy caliente- Ufff, como la tienes de dura.

Se inclinó hacia mí buscando mi boca, yo quería la suya. Nuestras lenguas se enredaron antes de que nuestros labios se unieran, su lengua entraba en mi boca y mi lengua entraba en la suya rebañando el interior de ambas bocas, intercambiando saliva. Notaba como su ojal apretaba el tronco de mi nabo, dándome mucho placer y haciendo que se escapasen gemidos de mi boca. Su culo caliente y mojado, por el efecto del lubricante, hacía que mi excitación fuese subiendo. Agarré su polla, dura y mojada, y comencé a pajearlo despacio, acariciando sus huevos.

-Dios como me gusta tu polla y tus huevos, cabrón -le dije muy caliente-

-Todo tuyos Nico -me dijo apenas con fuerza- Sigue meneándomela así, despacio….

Su movimiento se aceleró un poco, botaba sobre mi polla con fuerza, gimiendo y jadeando. El sonido que se oía era el “plof, plof” de mi polla saliendo y entrando de su culo. Lo levanté de mi polla, se tumbó de espaldas en la cama, me coloqué encima y, cogiendo sus piernas y apoyándolas en mis hombros, puse mi polla en su ojal y con un movimiento de mis caderas, mi polla entró hasta el fondo. Me quedé parado con mi nabo dentro de él, hasta el fondo. Nos miramos a los ojos, su polla mojaba su vientre, un hilo de líquido preseminal salía de la punta de su verga cayendo sobre su vientre y dejando una pequeña mancha viscosa y brillante. Mis embestidas comenzaron, su cara lo decía todo, estaba disfrutando de la follada, mi polla llegaba hasta el fondo para retroceder y volver a sitio de partida, como un pistón. Echó abajo sus piernas de mis hombros, nos besamos mientras aceleraba el ritmo de las embestidas. Estábamos disfrutando de ese momento, de esa follada, él disfrutaba de mi polla, yo de su culo. Los gemidos y jadeos aumentaron en volumen y en número. Su nabo lo tenía en mi mano cuando noté las primeras convulsiones en él, sabía que le quedaba poco para correrse, decidí soltarla de mi mano y sacarle mi polla del culo. Teníamos las pollas muy duras, me coloqué a 4 patas delante de él, me agarró de las caderas y con un movimiento de las suyas, me la clavó hasta el fondo. Sentí como su polla se abría camino dentro de mí, como notaba esa dureza caliente dentro. Se quedó parado un instante, y se puso a bombear a un ritmo elevado, sus gemidos se iniciaron nuevamente, notaba su verga como se contraía, sabía qué vendría seguidamente. A los pocos minutos de empezar a follarme, noté su semen entrando en mí, ese líquido caliente y viscoso me inundaba por dentro. Carlos me embestía con fuerza hasta quedarse parado, apretando su pelvis contra mí y vaciándose hasta que dejó de fluir su leche. Me la sacó y, colocando mi mano para taponar mi culo sin que nada saliera, fui al baño para vaciarme. Cuando regresé a la cama, estaba tumbado bocarriba, lo besé en los labios, se la limpié con la boca y se colocó de nuevo a 4 patas.

-Ahora te toca a ti preñarme -me dijo con la voz agotada- Necesito que te corras dentro de mí, que me preñes.

Me coloqué detrás de él y se la metí del tirón, sin pensar si le haría daño o no, solo tenía en mi cabeza el correrme dentro de él, en vaciarme totalmente. Mis embestidas eran fuertes, al igual que mis gemidos. Iba notando como el placer, como si fuese una pequeña gran corriente eléctrica se desplazaba desde la base de mis testículos hacia mi vientre, en ese momento salió el primer trallazo de leche, seguido de varios más. Se la dejé dentro mientras las convulsiones de mi polla iban a menos, señal que estaba acabando de soltar el semen. En cuanto acabé, se la saqué y se marchó hacia el retrete para vaciarse. Me tumbé sobre la cama, había sido un polvo espectacular. Cuando regresó, se tumbó sobre mí, notaba su polla medio morcillona dando en mi vientre.

-¿Sigues con ganas de más? -le pregunté agarrándole la polla- La tienes subiendo de nuevo, cabrón.

-Ufff, no sé qué me pasa -me dijo riéndose- creo que me correría de nuevo.

Comencé a pajearlo mientras lo besaba, no podía creer que se fuese a correr de nuevo, su polla se estaba poniendo dura pero no tanto como antes. Con la mano libre le acariciaba los huevos mientras lo pajeaba un poco más rápido cada vez. Él me besaba entre gemidos, noté como le iba viniendo la corrida, su polla no estaba totalmente dura, pero notaba que la corrida se acercaba. Aceleré el movimiento de mi mano, sus gemidos arreciaron, su cuerpo tembló y un pequeño trallazo de semen me salpicó el vientre, fueron unas gotas y un pequeño chorro que llegó a mi pecho. Se dejó caer sobre mí, medio riéndose medio recuperando la respiración. Nos besamos y con sus dedos fue recogiendo el semen gota a gota que había caído sobre mí, le agarré la mano e hice que lo llevara hasta mi boca, chupé ese líquido de sus dedos. Repitió lo mismo hasta limpiar su semen de mi cuerpo, estaba un poco dulce, no como otras veces que lo notaba un poco amargo. Cuando acabó quedamos tocándonos hasta caer dormidos.

Me desperté temprano a la mañana siguiente, estaba solo en la cama. Toqué la sábana donde debería estar Carlos con la palma de la mano, aún estaba caliente. Me levanté, en ese momento Carlos apareció por la puerta, venía comiendo un dulce, tenía las comisuras de los labios con restos de miel.

-Buenos días Nico -me dijo agarrándome de la cintura y atrayéndome hacia él- He ido a comer algo, estaba hambriento, después de lo de anoche…

-Buenos días Carlos -le dije lamiendo la miel de sus labios- pensé que me habías abandonado, jejejeje.

-No se me hubiese pasado por la cabeza jamás -me dijo Carlos recostándose en el cabecero de la cama- consigues que me empalme con solo pensar en ti. Vamos a ver cómo hacemos para entrar en el edificio y ver si podemos encontrar las imágenes que tienen de nosotros en el coche

-Piensa que las veces que hemos estado allí, seguramente nos hayan grabado también -le contesté-

-Joder -me dijo preocupado- no había pensado en eso. De la última vez deben tener una buena película porno, vaya mierda.

-Bueno, tranquilízate -le dije colocando mi mano sobre su muslo- verás que todo va a salir bien.

Serían las 09:30 de la mañana cuando salimos de la casa de Carlos en dirección al edificio medio abandonado donde Pepeca tenía el equipo informático de grabación, y donde deberían estar las grabaciones. Llegamos en unos 15 minutos, aparcamos a una distancia prudencial y seguimos andando hasta apostarnos en un lugar que no pudieran vernos pero sí ver nosotros quién o quienes estaban de seguridad en el edificio. Al cabo de unos 10 minutos apareció un miembro de seguridad, de la misma empresa que ellos, era un hombre rellenito, con poco pelo, de unos 55 años, salió para fumar un cigarrillo, hablaba en voz alta con alguien, que apareció por detrás de él, era otro miembro de seguridad, éste sería un chaval de unos 20 o 22 años, más rellenito que el anterior. Ninguno de los dos tenía pinta de ser un deportista, todo lo contrario. Carlos y yo nos miramos, no habíamos pensado nada, ni qué decirles ni qué historia contarles para que nos dejasen entrar. Carlos me dijo que lo siguiera, mientras sacaba su teléfono móvil. Intenté frenarlo pero ya el más joven de los de seguridad nos vio y se acercó a la puerta del patio.

-Buenas días -dijo Carlos- Soy Carlos Jaburena, director de seguridad de la refinería de Carteia, y él es Nicolás Estébanez, director de recursos humanos. Estamos buscando a dos compañeros vuestros, José Carlos Rodríguez y Emilio Sánchez. Nos han dicho desde la central vuestra que podrían estar aquí.

-Buenos días -nos dijo el seguridad más mayor- Esos compañeros que buscan no se encuentran en esta dependencia, no sé dónde están, no puedo ayudarles, salvo que llame a la central y me lo indiquen, es raro que le hayan dado mal esa información.

-Bueno -le contó Carlos- los buscamos porque se han llevado de nuestra empresa unos documentos importantes sin permiso alguno, además de una serie de carpetas con documentos reservados y grabaciones de vídeo. La cosa pinta muy mal para ellos, pero también para su empresa. Estamos intentando no tener que llegar a denunciar, si ese fuese el caso, yo iría a la calle, pero su empresa, en la que trabajan no tendría el suficiente capital como para poder pagar por los daños causados, así que pretendo arreglar esto de la forma en que nadie se vea perjudicado. Nos ha contado Pedro, un compañero vuestro, que en este edificio tienen un despacho o algo parecido, queremos entrar y buscar lo que nos pertenece.

-Joooder -dijo el seguridad joven- ¿Ese tal Pedro es por quien he entrado a trabajar, tito? Llevo dos días trabajando nada más…

-Sí Leo, ese Pedro debe ser el mismo -le dijo el mayor- Miren ustedes, esos dos tipos solo crean problemas, no saben ustedes cuantos, y no me extraña nada de lo que me están contando. Les vamos a dejar pasar, nosotros no hemos visto nada y no sabemos nada de nada, no hay cámaras en este edificio, así que por esa parte no debemos preocuparnos ninguno. La habitación que dicen está en la planta baja, a la izquierda, al fondo. Tiene un candado de alta seguridad, no sé qué coño guardarán ahí, ni lo quiero saber. Si no tienen la llave del candado, no les voy a permitir que lo corten, así que…

Saqué la llave del bolsillo y se la mostré, él arqueó las cejas y con un movimiento de afirmación de cabeza nos dejó pasar. Carlos y yo entramos, a mí me temblaban las piernas de una manera que debía parecer un pato andando, pero la idea de Carlos estaba saliendo bien. Nos dirigimos a la izquierda de la planta baja y al fondo vimos la habitación cerrada con el candado, metí la llave, la giré y con un click se abrió, Carlos giró la maneta de una de las puertas y entramos a la habitación.

Al fondo de esa habitación, había una gran mesa de despacho con 3 ordenadores de sobremesa encendidos, 6 monitores y varios aparatos más, a la izquierda en una estantería, había 3 cajas del tamaño de las de zapatos, con discos duros portátiles, memorias USB, etc. Al otro lado, había un par de bolsas de compra, de las de supermercados, las cogí y vacié todas las cajas en una de las bolsas, Carlos pilló una serie de carpetas con listados de nombres, teléfonos, etc…. Los echó en la otra bolsa. Apagamos los ordenadores borrando antes los discos duros, sabiendo que los podrían recuperar, pero les haría perder tiempo. En uno de los cajones había un teléfono móvil que metí en mi bolsillo. Salimos de la habitación cerrando el candado nuevamente, vimos a los dos seguridad en la otra parte del edificio, se acercó el mayor.

-¿Han encontrado lo que estaban buscando? -nos dijo con mucho interés mirando las bolsas-

-Creemos que sí, tenemos que analizar ahora todo lo que hemos encontrado -les dijo Carlos controlando la euforia en su voz- Si no vuelven a saber de nosotros será muy buena señal. Pienso que todo está aquí.

-Yo no sé lo que hay en esa habitación, ni lo quiero saber -dijo mirándonos fijamente- tendrían que destrozar todo lo que tienen ahí, no son buena gente esos tipos.

Salimos intentando no aparentar las prisas que llevábamos, salimos andando intentando aparentar tranquilidad. Ya fuera del patio del edificio, aceleramos los pasos y, al girar, nos pusimos a reír y a felicitarnos.

-No cantemos victoria aún -me dijo Carlos- No sabemos qué es lo que levamos aquí.

-De acuerdo Señor Director de Seguridad -le dije riéndome- ¡¡¡qué cabrón!!!

-Joder pues a colado, coño -contestó echándose a reír-

Cuando llegamos a mi casa, dejamos las bolsas en el sofá del salón y nos abrazamos, los nervios los teníamos aún a flor de piel. El abrazo nos ayudó a relajarnos, el abrazo y los besos. Estaba notando en mi vientre la erección que estaba teniendo Carlos.

-Vaya, vaya -le dije desabrochándole el pantalón- te estás poniendo contento, eh?

Le abrí el pantalón y metí mi mano por dentro de sus slips, toqué aquel trozo de carne que se estaba poniendo dura. La saqué y acaricié mientras su lengua se enredaba con la mía. Bajé su pantalón con los slips y sus pelotas quedaron colgando mientras su polla ya estaba totalmente dura.

-Lo suyo es empezar a ver los discos duros y las memorias USB -me dijo entre besos-

-¿De verdad no quieres irte a la cama ahora? -le dije muy caliente-

-Ummm, creo que los discos duros pueden esperar -me dijo acariciándome el paquete-

Llegamos a mi dormitorio, nos quitamos la ropa el uno al otro, los dos íbamos muy excitados, las pollas señalando hacia el techo y mojadas, los culitos calientes y hambrientos. Carlos se arrodilló ante mí y comenzó a lamerme el capullo mientras me sobaba los huevos y las nalgas…

Hasta aquí este capítulo, os espero para el siguiente.

¡¡¡Ahh, y no olviden supervitaminarse y mineralizarseeee!!!

Para cualquier comentario, crítica o sugerencia, mi email: vantheway@hotmail.com

Saludos, Vantheway

Continúa la serie