Era plena adolescencia, el ataque hormonal acompañado de comentarios de vecinos, primos, etc. «mi hermana me contó que para tener hijos el hombre introduce su pene en su vagina y ella lo tiene que jalar hasta que sale el esperma» (recuerden esta frase ya que más adelante toma papel importante por mi cabeza pasaban mil cosas pero pocas imágenes y tenía yo claro que de ninguna manera el hombre iba a poder meter su pene en una vagina pero tampoco me clavaba en ello e incluso me es difícil recordar qué detonó mi gusto por los temas sexuales simplemente un día recuerdo que empecé a ver por mis amigos tarjetas como esas de baseball, basketball o de fútbol americano pero con chicas y me llamaba la atención lo obvio, qué tienen ellas, cómo es (porque no es lo mismo ver esquemas en la escuela que verlo a todo color y de forma explícita) yo quería ver así tal cual un pubis, una vulva, labios…
En esa época no había internet era todo un reto ir al mercado y buscar quién le vendiera una revista o una película a un adolescente caliente, además tenías que fijarte que nadie conocido anduviera alrededor y te cachara justo cuando recibía una película con una nalgona que tenía enfrente un musculoso con un pene enorme.
Recuerdo que un día estaba en casa y tuve necesidad de ir al baño a orinar, y cuando terminé sacudí un poco y en eso me vino a la mente la frase «ella lo tiene que jalar hasta que sale el esperma» y dije «a ver» así que comencé a jalar (en ese momento ignoraba muchas cosas del autoerotismo, el juego previo, etc.) comencé a sentir algo diferente, placentero, nuevo, que no sabía explicar pero que disfrutaba mucho, sentía como crecía mi pene y endurecía y no podía detenerme aunque al mismo tiempo pensaba que no fuera a llegar alguien a casa o en qué sucedería, en qué momento saldría el «esperma», cómo es, qué se hace después, pero no podía detenerme, era una necesidad de seguir y seguir; así que seguí y seguí estimulándome mí mano jalaba arriba y abajo una y otra vez, cada vez más rápido y con más intensidad hasta que sentí unas ganas enormes de orinar y pensé «¿y ahora?» pero era demasiado tarde no pude detenerme, las contracciones eran fuertes, algo demasiado placentero y dejé salir todo lo que tenía, primero un pequeño chorro de orina y después vi como salía de forma fuerte y muy abundante mi semen acompañado de un gemido inaguantable y después una calma y un calor que aún puedo sentir mientras lo describo, en ese momento descubrí el placer que yo mismo podía darme, el placer de un orgasmo.
Esa vez que lo hice me ha hecho mantener esa práctica hasta el día de hoy, de vez en cuando busco un momento para mí…