Ese día tenía casa sola ya que mis papás estarían trabajando hasta el día siguiente, me puse a leer, estaba leyendo una escena un poco caliente de una chica que estaba cogiendo con un hombre me imaginé que era yo la que se estaba cogiendo y me empecé a mojar de solo imaginarlo. Me empecé a tocar las tetas las tenía duritas estaba haciendo frío me subí la bata de dormir y quedé en tanga de color morado oscuro me resaltaba el color de piel, jale la tanga hacia arriba se me metió hasta por delante me apretó súper rico el clítoris me moje más, me toqué el clítoris, siempre me ha pasado por la mente masturbarme con el palo del camarote este es mi momento de sentirlo, por lo que me levanté y quedé metida con el palo entre el coño y los pies apoyados en el piso, estaba frío el palo por lo que me dió escalofríos pero se sintió rico empecé a moverme suave de arriba abajo gemía suave, empecé a pegarme contra el palo de adelante hacia atrás se sintió mucho mejor por lo que empecé a gemir más fuerte, los pezones me rozaban con la sábana se sentía demasiado rico todo, me corrí hacia un lado la tanga estaba súper mojadita me abrí bien de piernas con las manos me abrí los labios de conchita y me senté en el palo se sintió muchísimo mejor empecé a moverme de arriba abajo hacía delante hacia atrás le daba sentones como una loca me encantaba sentir ese palo frío entre mi conchita hinchada y mojada sentí que me corría por lo que quedé súper pegada al palo sentí que me iba a atravesar ese palo me corrí bastante por lo que me quité de allí y me arrodille al lado de la cama y empecé a lamer el palo como si fuera una verga sabía a mi eso me gusto mucho me metí un dedo en la concha estaba resbalosa y salivosa ojalá tener a alguien que me la chupara y me limpiara toda.
El camarote y yo
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