Fui bajándoselo muy despacio y fue apareciendo su coño, muy bien depilado, solo tenía un pequeño hilo de vellos, cuando le quité el tanga, acerqué mi lengua y le recorrí la raja de abajo hacia arriba, muy despacio, cuando llegué al clítoris, me entretuve en el, mientras uno de mis dedos empezaba a hurgar en el interior de esa maravillosa y cálida cueva.
Siguió cabalgándome, sus tetas se movían al compás de sus movimientos, ella no dejaba de besarme, le pasé las manos, por detrás y conseguí colocar un dedo en su entrada trasera, que aún permanecía húmeda, ella disminuyo los movimientos y se fue calmando mientras yo conseguía ir introduciendo un dedo, ella se abrazó fuerte cuando entro el segundo.
Nunca se habían fijado el uno en el otro como objetivo sexual, porque se llevaban bastante bien, pero se llevarían aún mejor cuando por motivos de trabajo hicieron juntos un viaje.