Zet: la diosa de la lujuria y lascivia
Después de tanto tiempo de regresar de un internado de una escuela prestigiosa del viejo continente a nuestro país latinoamericano, regrese a casa de mi madre, ella, se veía encantadora, casada y divorciada a la vez, y digo así porque nuestros abuelos ya habían pactado el matrimonio de nuestros padres (lo cual no viene al caso, explicarle el porqué ya que mi familia, son personas publicas en mi nación y el extranjero) soy lic. en filosofía y letras y actualmente estudio la carrera de lic en ciencias políticas.
Mi madre está a cargo de los negocios de la empresa de mi abuelo materno, y sé que es deseada por todo el edificio corporativo, ya que es una mujer sensual, exuberante, y un físico extraordinario, a sus cuarenta y tantos años, parece una mujer de 25.
Bueno empezare con una frase del Sr Maquiavelo con respecto a la apariencia: «Cada uno ve lo que parece, pero pocos palpan lo que eres»…
«Cada uno ve lo que parece, pero pocos palpan lo que eres»…
Esa noche se veía encantadora, después de tanto tiempo sin verla, observarla de nuevo, era como conquistar al mundo, a los dioses.
El corazón latía desorbitadamente, el impulso del deseo crecía cada vez que ella pasaba cerca de mí, al fin deseo (hablaba mi alma).
Sabía que no disponía de mucho tiempo y que solo en sus sueños nos encontraríamos.
Para mi era eterno ese proceso de que fuera a dormir, llegó a su casa se cambió de ropa y se puso una batita muy corta que se podía apreciar el escote, color rojo pasión, se contemplaba su silueta, que hermosa figura, ese recorrer con mi mirada su cara angelical, sus pechos tiernos como un amanecer, sus caderas exuberantes como el amazonas, todo ella estaba encantadora, enigmática.
De repente sonó el teléfono eso me hizo reaccionar, volver a la realidad, sabía que mi tiempo estaba contado y que pronto no estaría ahí, ella contesto la llamada y seguía hablando, entonces desde lo más grande de mi corazón desee que colgara y que el sueño y el cansancio la capturaran.
Cuando el Sr. sueño la empezó a seducir, le arrebate a mi dulcinea, a mi Josefina, y fui yo quien la estaba seduciendo para que se durmiera.
las leyes de la naturaleza se estaban rompiendo, porque el Sr. sueño la quería también poseer, y le arrebate esa acción.
Y así como estaba semidesnuda en la cama, empecé a besarles los pies de una manera sensual, tierna, única, poco a poco con mis manos y mi boca iba recorriendo su piel, y nuestra respiración empezó a tornarse como una música de chopin, que retumbaba en las paredes del cuarto, ella inconscientemente se inquietaba, no sabía lo que pasaba, pero yo estaba allí.
Había viajado tanto, y tan rápido a la vez, que no quería despreciar ningún momento de aquel sabroso manjar, néctar de los dioses.
Mis manos empezaban a explorar cada rincón interno de ella, mientras mi boca se aproximaba a ingle, cada movimiento que hacíamos los dos, era en sincronía, ella sin darse cuenta, ya estaba inmersa en aquel espectáculo único.
Cada vez me acercaba más al pozo de los dioses, ella vibraba, su cuerpo hablaba, pidiendo más, empecé a beber el jugo de su ser, mientras mis manos se dirigían hacia ese par de volcanes que estaban a punto de hacer erupción ,y un gemido profundo suspiro pronunciando mi nombre.
Sin saberlo quizás, o reconociendo mis manos y mis labios sabía que era yo.
Aun cuando continuara profundamente dormida, mis manos seguían explorando cada parte de ella, mientras mis labios estaban besando la frontera entre la espalda y el pozo de los deseos, era sorprendente ver como se retorcía de placer, pedía que se terminara ese acto, como en una corrida de toros, que con una estocada se termina la faena.
Pero, todavía no había llegado ese momento, de repente, ella ya no aguanto mas y, empezó a llover cántaros de néctar de aquel hermoso capullo…
Vino la calma estábamos exhaustos, habíamos subido en un abrir y cerrar de ojos al cielo, habíamos sentidos mariposas en el estómago…
Después de la calma viene de nuevo la tempestad, y al solo roce de mis dedos con su piel la llama se volvió a florecer en su máximo esplendor, el temblar de su cuerpo se sentía a cada centímetro de mi ser, volvía a recorrer su espacio y me amamantaba como un becerro desbocado de los volcanes, mientras ella restregaba su ser, su capullo, su flor con mi muy despertado miembro.
Los murmullos y la agitación de nuestras almas estaban como coro en el cuarto, de repente sin darnos cuenta, la estocada se dio, y empezó arrítmico, pero poco a poco fue agarrando su paso, y fue siendo cada vez más dura, como queriendo atravesar cualquier barrera de sus sensibilidad, volvimos a tocar el cielo, y nuestros néctares fluyeron como agua de una cascada, y aun así la embestida seguía aceleradamente, hasta que se agotó nuestras aguas, y un grito de ella, como una exclamación sellar nuestro pacto, nuestra complicidad, y caímos agotados…
mi presencia estaba ahí, transformándose en sudor de las sabanas…
El silencio llego, ella empezó a dormir como un angelito, pero con una sonrisa de satisfacción, de anhelo, de deseo, murmurando mi ser, mi sensibilidad, mi deseo, mi nombre.
Y yo poco a poco fuí desvaneciéndome hasta tornarme parte de la noche…
Y desde ese día, pero realmente desde día no la he vuelto a ver, quizás piense que fue solo una historia, o un sueño, pero fue simplemente tu y yo ante mis deseos…mis deseos, tus deseos, nuestros deseos…