Capítulo 3
- Vacaciones con papá I
- Vacaciones con papá II
- Vacaciones con papá III
Estaba dormida, pero entre sueños comenzaba a sentir placer. Mis sentidos empezaban a despertarse y por segunda vez amanecía con una lengua acariciando mi coño, pensé en papá, pero esta vez era diferente, más cálida y más dulce. Cuando quise abrir los ojos, no podía, entonces me di cuenta de que llevaba un pañuelo que me impedía ver.
- Y: ¡Ummm papi!
- P: Buenos días preciosa.
- Y: ¿Qué pasa? ¿Por qué me has tapado los ojos? ¿Quién me está chupando?
- P: Es tu sorpresa mi amor.
- Y: Quiero verla, quiero saber quién es.
- P: No hasta que te corras, relájate y disfruta
La verdad es que no tardé mucho en correrme, la incertidumbre de saber quién era hizo que se acelerara mi orgasmo. Fui notando como esa boca con la que me acababa de correr, fue subiendo por todo mi cuerpo hasta llegar a la mía, donde nos fundimos en un apasionado beso, mientras me quitaban el pañuelo, entonces vi mi sorpresa, ¡era mamá!
- Y: ¡Mamá! ¿Qué haces aquí? ¿Y la abuela? ¿Qué ha pasado?
- M: Tranquila mi amor, que todo está bien. A la abuela la están cuidando y ya no era necesario que me quedara, por lo que decidí volver a pasármelo bien con vosotros. Tu padre me ha dicho que os lo habéis pasado genial. Tendría que haber llegado ayer por la noche, pero el tren se retrasó y he llegado por la mañana.
- Y: ¿Mamá, estás enfadada por lo que te ha contado papa?
- M: Claro que no cariño, es más, somos nosotros los que tenemos que contarte muchas cosas a ti.
- P: Nena, ¿quieres saber a qué venía lo de follar mirando la tele?
- Y: Sí claro.
- P: Resulta que mamá y yo teníamos un plan. Queríamos grabarte, por eso escondimos una microcámara detrás de la tele. El día que llegamos, no fue casualidad que entrarás con mamá en aquella tienda mientras yo subía las maletas. Lo teníamos pensado, para poder colocarla, sin que te dieras cuenta.
- Y: ¿Por eso esta vez solo cogiste una habitación, en vez de dos? ¿Y por qué queríais grabarme?
- M: Efectivamente, por eso cogimos una habitación. Nuestra idea era acostarnos y nada más apagar la luz, que tú todavía estarías despierta, ponernos a follar y poder ver lo que hacías. Al principio la cámara estaba en el otro lado de la habitación, de frente a tu cama. Como pasó lo de la abuela, papá la desconectó y la guardó, pero después de vuestra primera noche juntos, le dije que la volviera a poner, que me daba mucho morbo veros follar.
- P: Por eso al día siguiente follamos mirando la tele, que era donde la había vuelto a colocar.
- Y: ¿Y te gustó lo que viste mama?
- M: Mucho, hija, la primera vez que lo vi, estaba en el hospital, me tuve que ir corriendo al baño a masturbarme porque no aguantaba y cuando llegué a casa, me pasé toda la noche viendo el video y masturbándome, fue realmente delicioso.
- P: Chicas, he encendido la cámara, ¿que os parece si grabamos un bonito recuerdo de nuestras vacaciones en familia?
Sin poder aguantarnos las ganas, comenzamos a besarnos los tres, mientras con nuestras caricias íbamos despojándonos de la poca ropa que nos quedaba. Cuando mi padre liberó su tremenda erección, mi madre y yo nos lanzamos a comérsela como dos locas. Nuestras lenguas se entrelazaban alrededor de la polla de mi padre, mientras tanto él, metía sus dedos, en nuestros ya húmedos coños. Mi madre no aguantaba más, se montó sobre mi padre y de un solo golpe, se metió toda su polla, mientras gritaba de placer.
En ese momento llamaron a la puerta, a mis padres no pareció importarles, ya que seguían a lo suyo, yo fui a abrir, sin darme cuenta de que estaba desnuda. Por suerte para mí, la persona que estaba al otro lado, era Laura, nuestra chica de la limpieza, que nada más verme se lanzó a mí y comenzó a besarme.
Los cuatro estábamos en cama, mamá montaba a papá y Laura estaba encima de mí, masturbándome y comiéndome las tetas. Mi cabeza no conseguía asimilar toda la situación, en cuestión de dos días, pasé de ser una chica normal, con una vida sexual de lo más común, a ser la puta de mis padres, a la que todo el mundo se follaba y lo más extraño, es que parecía que lo hubiera hecho toda mi vida, me sentía bien, me gustaba y por eso no quería parar de hacerlo.
- M: Nena, creo que es hora de que nos cambiemos y vea como te follas a tu padre. Mientras tanto, yo puedo ir conociendo a Laura.
- Y: Claro mami, como tú quieras.
- P: Ven aquí nena, me muero por follar ese coño tan apretadito tuyo.
- L: Encantada señora, no sé si quiere que le de dos besos o que le coma un rato el coño.
- M: Jajajajaja, me gusta esta mujer, prefiero que me lo comas y si lo haces bien te daré los besos que quieras.
No sé que me daba mas morbo, si papá follándome o ver a mamá haciendo un 69 con Laura. De repente, mi padre nos movió y sin salir de mí, me tumbó en la cama y comenzó a follarme más fuerte. Sabía que pronto se correría y mi orgasmo, estaba cerca.
Mi excitación iba en aumento, tras escuchar a mamá y a Laura correrse y cuando las dos se acercaron a mi y se metieron mis pezones en la boca, fue ya demasiado. Las dos me los mordían y mes chupaban, como si fueran uno de esos juguetes que tienen los bebés, cuando le salen los dientes. El dolor se mezclaba con el placer, mi orgasmo estaba cada vez más cerca, hasta que noté los chorros calientes de semen de mi padre en el interior de mi coño, en ese momento, ya no pude más y me corrí, como nunca antes lo había hecho.
Papá y yo no podíamos más, y quedamos tumbados uno al lado del otro mientras mamá le limpiaba los restos de semen a papá y Laura me los limpiaba a mí. A partir de ahí no recuerdo más, a mis ojos les costaba mantenerse abiertos y mi cuerpo pedía urgentemente una tregua.
El olor a mar y el aire fresco, empezaron a inundar mis sentidos, estaba tranquila, algo dolorida, pero satisfecha. En seguida, comencé a notar caricias y besos por todo mi cuerpo, era agradable y mis ojos comenzaron a abrirse lentamente.
- M: Buenos días dormilona, ¿cómo estás cielo?
- Y: ¿Qué hora es? Bien, un poco dolorida, pero bien.
- P: Es casi la 1 de la tarde. Es normal, después de una sesión de sexo duro.
- M: Te dejamos dormir, estabas agotada. Ahora levántate, date una ducha, que ahora te doy una de mis pastillas milagrosas para que te deje de doler todo.
- Y: Está bien, ¿dónde vamos a ir?
- P: A comer y luego a la playa. Te hemos comprado unas cosas.
- Y: Oooh vaya, que bikini tan bonito y tan pequeño. ¿Y esta caja que es?
- M: Es una bala vibradora. Tienes que metértela en el coño y nosotros la manejamos con este mando, ya verás que divertido.
Tras ducharme mi padre me estaba esperando sentado una silla, me obligó a ponerme sobre sus rodillas, boca abajo, quedando mi coño expuesto a mi madre, que me miraba con cara de traviesa, mientras sostenía la bala vibradora, poco a poco, me la fue metiendo, hasta que quedó dentro de mí. Era una sensación rara, estaba frío, y sentía que en algún momento se podría caer, pero a los pocos minutos, ya no me acordaba de que la llevaba dentro.
Una vez listos, salimos a comer, todo fue normal, hasta que llegamos al mismo restaurante, donde el día anterior habíamos estado papá y yo. En mi mente comenzaron a reproducirse, como si de una película porno se tratara, todas las escenas vividas con aquel camarero. De repente, una voz me sacó de mis pensamientos, era él, el mismo camarero, que se había corrido en mi boca el día anterior, no sabía si mirarlo a la cara o salir corriendo de la vergüenza.
- C: Buenos días señores, me alegro mucho de volverlos a ver.
- P: Buenos días, te dije que volveríamos. ¿Cariño no saludas?
- Y: Buenos días.
- C: Les tengo reservada la misma mesa del otro día, pero hoy está lista para los tres. Pasen por aquí
Mientras caminábamos a la mesa, mis padres me miraban con una sonrisa en la cara, yo no sabía donde mirar, porque mirara donde mirara solo veía gente. ¿Dónde estaba el ambiente íntimo del día anterior? Ahora solo había gente y más gente, y tenía la sensación de que todos me miraban, como si supiera lo que había hecho en mi anterior visita.
Una vez sentados, exactamente en la misma silla de la otra vez, mis padres no dejaban de lanzarse miradas de complicidad, no sabía que tramaban hasta que lo entendí. Una suave vibración comenzaba a hacerse notar en mi interior, era agradable, pero poco a poco mi cuerpo se iba despertando.
Mientras mirábamos la carta pensando que comer, la vibración iba aumentando y mi cuerpo lo hacía con ella. En ese momento llegó nuestro amigo el camarero a tomar nota y la vibración, seguía en aumento, empezaba a ser demasiado y me lamenté de no haber investigado un poco como funcionaba aquel juguete. Miré de reojo a mi madre y enseguida supe que era ella la que tenía el mando, estaba empezando a notar como mi orgasmo se formaba dentro de mí y solo pensaba, en la cantidad de gente que había y de como el camarero me miraba, hasta que por fin se fue.
- Y: Por favor mami, no aguanto más, esto está lleno de gente.
- M: ¿No te gusta cielo?
- Y: Sí mucho, pero no quiero que toda esta gente se entere de que me voy a correr en breve.
- P: Pues ya sabes, hazlo en silencio, mi amor.
Sí claro, como si fuera tan fácil y mientras luchaba por no ponerme a gemir delante de todo el restaurante, la vibración, volvió a aumentar. Estaba desesperada, quería correrme y no sabía como hacerlo y en mi cabeza solo había una pregunta ¿Cuántas velocidades tenía esta cosa? En ese momento apareció el camarero con las bebidas, genial, me iba a correr delante de él. Ma agarré a la silla tan fuente, que mis nudillos quedaron blancos, no aguantaba más y en ese momento…dejó de vibrar.
- C: ¿Estas bien? No tienes muy buena cara.
- M: Debe de ser el calor, es muy sofocante.
- P: Ahora cuando comas seguro que te sentirás mejor.
- Y: Sí debe de ser eso.
Cuando volvimos a estar solos, miré que nadie más se hubiera dado cuenta de lo que pasaba y afortunadamente, parecía que no, salvo un señor que me miraba, no sabía si por mi mala cara o realmente sabía lo que pasaba.
- M: Cariño, te noto un poco frustrada. ¿Qué pasa?
- Y: Mamá no aguanto más, por favor, déjame ir al baño y solucionarlo.
- P: No hasta que comamos.
Creo que ha sido la comida más larga de mi vida. Mi madre no paraba de jugar con el mando, encendiendo y apagando la vibración, mientras mi cuerpo, se moría por tener un orgasmo. Cuando por fin terminamos de comer, no volví a notar más la vibración, era como si volviéramos a ser una familia normal, hablando de cosas normales, en vez de ser la familia de depravados que éramos. Yo necesitaba urgentemente correrme, pero nada, mis padres pasaban de mí.
- Y: Mamá necesito ir al baño.
- M: Claro cariño, vete no hay problema.
No sé si estaba feliz o enfadada me dejaba ir al baño sin más. Me levanté con intención de quitarme el juguete que llevaba dentro y solucionar yo sola, toda esa frustración que me había causado. Cuando llegué al baño para mi desgracia estaba ocupado, era una pesadilla que no iba a terminar nunca. En ese momento se acerca el camarero, veo que viene directo a mi y sin más me coge del brazo y me mete en el cuarto que utilizan como almacén.
No me da opción a decirle nada, simplemente, se saca la polla y me la mete en la boca. A mi ya me daba igual, quería correrme y haría lo que fuera por hacerlo. Comencé a chupársela como si la vida me fuera en ello y ahí estaba otra vez, la vibración de la bala.
Estaba enfadada con mis padres, habían pasado de mí, me concentré en seguir chupándosela al camarero, ya que sabia que pronto se cortaría la vibración. Mientras aumentaba la intensidad con la que se la chupaba, aumentaba la vibración. Notaba que el camarero pronto se iba a correr y si las cosas seguían así yo también. No pasaron más de 2 minutos, cuando noté el semen en mi boca, entonces por fin conseguí mi tan ansiado orgasmo, fue tan fuerte que pensé que me partiría en dos y la vibración no paraba, hasta que vi al camarero sacarse el mando del bolsillo donde había tenido la mano todo el rato. ¡Era él, el que había estado jugando conmigo!
- C: Toma, esto es tuyo.
- Y: Así que eras tú.
- C: Sí. Esta mañana vinieron por aquí y me explicaron como usarlo. Después de llevaros las bebidas, tu madre me lo dio sin que te dieras cuentas. Espero que no lo hayas pasado muy mal.
- Y: No ha sido fácil, pero reconozco que al final me ha gustado.
Tras ir al baño y quitarme la bala, mi humor había cambiado, volvía a estar contenta y esperaba disfrutar del resto del día.
Cuando llegué a la mesa, vi que había alguien más sentado con ellos, era el señor que me había estado mirando antes. Mis padres me miraron con una mirada de complicidad.
- M: Cariño, ¿estas mejor?
- Y: Sí mamá.
- P: Hija, te presento a Juan, se ha ofrecido a llevarnos a una cala muy bonita, que hay a las afueras. Dice que no va casi nadie y le hemos ofrecido que se venga.
- Y: Hola Juan, encantada.
- J: Hola, vaya eres muy guapa, seguro que tienes muchos chicos detrás de ti.
- Y: Vaya gracias. Bueno, alguno hay.
Y en ese momento supe, que esta sería la nueva víctima de mis padres.
Continuará…